¿Qué libro estás leyendo?

Estoy terminando El Programa de transicion de Leon Trotsky

Acabo de terminar “Lazos de sangre”, el 3er o 4to que leo de Sidney Sheldon, genial como todos (aunque no me gusto del todo el final, el libro es hiper atrapante).
Ahora estoy entre arrancar con otra novela que me compre hace mas de 1 año y jamas lei, o un libro sobre inversiones en bolsa que me compre hace como 6-8 meses (despues de terminar otro libro del mismo tema) y jamas lei tampoco. El que acabo de terminar, tambien lo compre hace mucho. Tenia un poco abandonada la lectura, jajaja.

uh, tremendo libro… lo leí en 3 noches, me atrapó muchísimo…
Ahora estoy leyendo 2020: UN NUEVO PARADIGMA. COMO LOS RETOS DEL FUTURO CAMBIARAN NUE TRO MODO DE VIVIR
de SHAPIRO, ROBERT J.

Zafa bastante por el momento.

En el día del respeto a la diversidad cultural, un hermoso cuento de un escritor sanjuanino

EL GRITO DE XICAY
escrito por ELIO CARLOS CARRIZO

"Se pone el sol. Siento que este río corre por mis
e
ntras: su pasado, su anti8uo suelo, el clima
cambiante. Los cerros lo circundan suavemente: su
curso es inmutable"

"Tpico de Cáncer"

H. Miller -1934-

La lanza avanzaba girando sobre su eje, rápida, voraz, impetuosa, hasta que encontró su objetivo. Limpiamente se insertó, atravesando pelos, cuero, carne, músculos, hasta chocar, casi mansamente en hueso ebúrneo, imposible de penetrar. Allí quedó.

La presa, una joven guanaca, cayó abatida en el pedregoso suelo. Zianku y los suyos corrieron, aullando, a cobrar su presa. Eran los estentóreos, audaces, y milenario s gritos de victoria. El agua marrón, gredosa, corría mansa río abajo. En las playas de arena amarilla los seis bravos acomodaron el cadáver recién cazado del animal, y se dispusieron a la trabajosa tarea de descuerar, eviscerar y trazar la presa. A todo le darían utilidad. El sol daba de lleno en la desnuda espalda, perlada de cristalinas gotas de sudor que se juntaban descendiendo en pequeños cauces. Mientras realizaba su tarea, Zianku pensaba que la piel (previamente curtida), serviría como abrigo, para Lunispe, su bella amada, madre de su hijo y princesa de la aldea. Sería un buen presente.

Jefe Zianku, tendría que ser muy cuidadoso en el reparto, sus bravos tenían todos, numerosas familias. Pero desde que él era el jefe, había conservado la buena costumbre de ser justo y equitativo con su gente. He ahí el secreto de la persistencia en el tiempo y espacio, de su pueblo, de su raza. Siglos en el lugar, al amparo de la madre naturaleza, y con la bendición de la Pachamama. Los dioses del día, los demonios de la oscuridad, todos les habían enseñado la lección. Respetaban el equilibrio sabio del universo y por eso llevaban una vida pacífica, (aunque a veces tenían sus escaramuzas, sus batallas, sobre todo para conservar su territorio, con los vecinos del sur). Así pues, llevaban una vida digna de ser vivida. Sus hombres, sus bravos, compartían la filosofía de Zianku. Cazar para comer y con las pieles de los animales muertos, cubrir los cuerpos del viento y las nieves de los inviernos. Respetaban el equilibrio de la naturaleza, ya que habían entendido que ésta les proveía de todo lo necesario.

Esa guanaca era la octava presa de aquella buena jornada de caza, además de tres quirquinchos, dos corzuelas, un chancho del monte, una liebre y un shuri. Mientras tanto los más jóvenes habían quedado con las afiladas lanzas, divirtiéndose en el río, tratando de insertar a los pescados más grandes, probando sus dotes naturales de cazadores - pescadores. Y allí estaban los niños - hombres, uno de los cuales era el hijo de Zianku, el bello adolescente Xicay, orgullo del jefe-padre y de la madre Luníspe, Xicay, esgrimiendo su lanza al cielo, esperaba, con una carcajada abierta y ruidosa, a los hombres que se acercaban al río. Los pescados amontonados en la playa formaban un interesante montículo. Los jóvenes reían. Con sus risas decían sin decirlo a los mayores que en la próxima salida serían ellos, los encargados de la caza, cosa que hasta ese momento era privativa de los adultos. Y dejarían en el río a todos los padres, pescando, que era la tarea de los púberes. Zianku, quien traía la guanaca cargada sobre sus hombros sonrió, complaciente, al ver a su hijo feliz. La madre tierra les había brindado sus frutos ese día. Pachamama era generosa.
Las lunas pasaban según estaba establecido por las leyes del universo. Jefe Zianku poco a poco, se iba poniendo viejo. Lunispe , el amor de su vida, también estaba envejeciendo a su lado. Xicay el hermoso, el hijo en común, fruto del amor, pronto tendría que hacerse cargo de los destinos de la aldea. Así era el eterno designio de los dioses. Así estaba escrito en la mismísima sangre. La montaña, los animales de caza, las nubes, el río, los árboles, los pájaros, el viento, los peces, el sol, la creciente, los frutos silvestres, el frío, el maíz, la luna, el calor, el cielo, la lluvia, la papa, la sequía. Lo malo y lo bueno. Eran dueños de todo. Y Xicay, el heredero natural de esa fortuna.
Dos mil almas vivían en la aldea. Por las venas de Xicay, bullía sangre joven y montaraz. La luna y el sol le habían curtido la piel y el alma. Amaba a sus padres, mas sabía que pronto, tendría que elegir mujer. La hija de Papaú, el mejor amigo de su padre, compañero de incontables jornadas de cacería, la joven y bella Perise, se había convertido en su favorita.
Pasaron pacientes y naturales, las lunas. Padre Zianku, madre Lunispe, fueron llamados a la eternidad, por los dioses. El viejo Papaú, confió SU hija Perise, a Xicay. Sabía el viejo, que la niña quedaba en las mejores manos, y cuando esto ocurrió, cuando su hija se unió al joven hijo de su amigo, recién entonces, Papaú, también se fue a navegar en los mares de la eternidad.

Xicay, fue entonces el jefe de sus gentes, naturalmente, como mandaba el ciclo de los dioses. Y fue jefe por tantas lunas que se pierden en la memoria. Tuvo una vida feliz. Amaba a su mujer Perise, quien lo ofrendó con tres hijas. Tres hembritas. Tres plumas del viento, que lo amaban y reverenciaban. Y él, era capaz de dar su sangre por ellas. Así estaban las cosas en la aldea: Xicay jefe de la aldea, cazando, pescando, viviendo, envejeciendo, junto a su amada Perise. Sus tres hijas creciendo, mamando la sabiduría ancestral.

Hasta que llegaron ellos.

Los extraños.

Los que montaban sobre grandes bestias
Los hombres con pelos en la cara.
Los hombres con piel clara, como la luz de la luna.
Los que mal olían.
Los que se vestían con armaduras de metal.

y estos extranjeros, con su nuevo y extraño Dios clavado en una cruz, su pólvora y sus enfermedades, comenzaron a hostigar poco a poco a Xicay y a su pueblo. Les fueron imponiendo a fuerza de palos y fuego, a aquel nuevo Dios. Estos raros hombres no trataban al pueblo de Xicay, como semejantes, sino como lacayos. Y pronto mostraron sus dientes, como lobos hambrientos. Los extraños foráneo s venían tras el dorado metal. Aquel metal con el cual, el pueblo de Xicay desde que se recordaba, ofrendaba a sus dioses. El amarillo, sagrado, y perenne metal con el que adornaban las tumbas de sus muertos. El brillante, con el cual hermoseaban a sus mujeres y también con el cual en sagradas ceremonias, distinguían a sus jefes.
Oro.
Venían tras el oro.

Cuando el jefe Xicay se dio cuenta de la ambición de aquellos, y que por esa misma ambición serían capaces de todo lo imaginable, al jefe indio no le quedó otra opción que hacerles frente.

Xicay, debía defender a su pueblo. Era su deber. Era su designio. Los dioses lo habían elegido a él, para que se constituyese en el escudo que malo bien, protegiera a los suyos, de la intromisión del loco, feroz extranjero. La aldea se vio convertida en campo de batalla. Se había desatado la guerra.

Pero Xicay no estaba preparado para la guerra. Por lo menos para esta clase de guerra.

Los hombres hediondos, de piel como la luz de la luna y con pelos en el rostro, arrasaron con todo lo que allí había. Veía Xicay, que tenían una extraña naturaleza. A estos hombres les provocaba placer el dolor ajeno. Mataban a niños y mujeres, tal como sus bravos mataban a los guanacos para comer. Estos hombres se aprovechaban de la debilidad de mujeres y niñas para saciar sus más crudos instintos. Saqueaban casas y templos. Y era evidente que hacían todas esas cosas para quedarse con su oro. El oro que Xicay y sus antepasados usaban desde siempre como ofrendas divinas. Para sus dioses. Para sus jefes. Para sus más hermosas mujeres. Para sus tumbas. Para la Pachamama. Oro.

Oro. Mataban, violaban, robaban. Los hombres de pelos en la cara hacían todo eso, por el oro. y Xicay a la fuerza, tuvo que hacerse guerrero.

El jefe pintó su rostro y con sus bravos, cargó contra el enemigo. Contra los hombres que olían mal. Éstos, no eran buenos guerreros. Pero contaban con una gran ventaja. Algo nuevo para Xicay. Las armas de fuego. Pólvora.

Con esas nuevas armas que escupían humo y estruendo, asustaban y mataban a distancia, cobardemente, a animales y personas que no estaban prevenidas para ese fuego. Pero aún así, Xicay y los suyos no iban a dejarse atrapar muy fácilmente. El joven jefe dejó a su mujer Perise y sus tres hijas, al cuidado de una pequeña legión de bravos. Marchó a los cerros cercanos y preparó rápidamente un ejército. En poco tiempo Xicay y lanzas. Tensaron sus arcos, lanzaron sus flechas. Por el filo de sus cuchillos de pedernal, comenzó a chorrear sangre extranjera. Sus garrotes se aplastaban en los cráneos de los invasores. Pero éstos se multiplicaban. Morían cinco y llegaban diez. La invasión no terminó más. Los hombres con pelos en el rostro y vestiduras de metal, querían todo el oro. Cuando lograban cazar un bravo guerrero, los extranjeros le daban muerte por empalamiento. Un método desconocido y tan cruel que era inconcebible para las gentes de la aldea. Una noche, Xicay vio como lo hacían. Desde la oscuridad observó a sus barbudos enemigos tomar un palo de más o menos tres metros de largo, por diez centímetros de diámetro, al que afilaban en uno de sus extremos. En esta punta, untaban grasa de borrego, para posteriormente introducirlo por el ano. Luego erguían al palo, con la víctima allí arriba, insertada. Aseguraban la base del palo enterrándola. Así, por el efecto de la gravedad, la víctima iba bajando lentamente mientras la punta afilada, iba atravesando entrañas. Desde lejos se podían escuchar los gritos de desgarrador suplicio. Gritos que se iban apagando de manera sofocada, mientras por el madero resbalaba en forma tenebrosa hacia el suelo, una mezcla roja-negruzca de materia fecal y sangre. La muerte más horrible que un hombre pueda imaginar. Y lo hacían a vista de todos. La gente de la aldea, horrorizados al ver semejante crueldad, corría en busca de sus joyas, gargantillas, coronas, pulseras, aros, collares y diversos adornos y objetos de oro para dárselos a los hombres que vestían chalecos de metal. Todo el oro, les dieron. Además de hacer todo eso, a los extranjeros les quedaba tiempo para proclamar a los cuatro vientos la inconmensurable bondad del Dios crucificado.

Luego de unas cuantas lunas de lucha desigual, los bravos de Xicay fueron cayendo de a uno. Hasta que éste, quedó solo. Pensaba en su mujer y sus tres hijas. Habían quedado en la aldea, al cuidado de unos cuantos bravos que él mismo había preparado. Pero con semejante enemigo, Xicay comenzó a temer. Si bien sus mujeres habían aprendido a defenderse, solas. Pero no era suficiente. Una noche de luna llena se acercó subrepticiamente al campamento de los invasores, porque presentía que algo malo estaba por suceder. Y así era nomás.

Su amada Perise se encontraba al medio del campamento, en un patio circular. Atravesada por un palo. Había muerto ernpalada. Y esto no era todo. Sus tres hijas, también yacían alrededor de Perise, empaladas. Sus amadas mujeres semejaban verticales esperpentos que desde la muerte clamaban venganza, justicia. Fue entonces que el universo entero se desplomó sobre los hombros del jefe.

Allí mismo comenzó la venganza de Xicay y sus ancestros. Sofocó un dolor que lo enloquecía, que le partía el alma y se dirigió al lugar más sagrado. Al lugar donde, siendo niño su padre le enseñara los secretos de la vida. El río. Una vez allí tuvo una visión. El espíritu de su padre Ziancu, le habló. Desde los confines de la eternidad, Ziancu le dijo a Xicay lo que tenía que hacer. Aquel atropello, la invasión, el despojo y los crímenes no quedarían impunes.

Y entonces Xicay comenzó su carrera. Corrió y corrió por la vera del río, corriente arriba, sin detenerse. Pasaron dos lunas, hasta que cayó exhausto. Durmió a la orilla de su río. La aldea, devastada, había quedado atrás. El río le regaló un pez, con el que se alimentó, y también le dio su agua, con la que calmó la sed. Y durmió. Y descansó. Con la luz de un nuevo día continuó su marcha, su carrera río arriba. Hacia el poniente. Hasta que poco a poco, el cauce comenzó a afinarse, hasta hacerse sólo un delgado hilo de agua. El terreno también fue haciéndose cada vez más escarpado. Había llegado a la montaña madre. Pero todavía faltaba. Dos días más de marcha siguiendo, el hilo de agua. Hasta que por fin llegó. Xicay estaba ya, en la matriz misma del hielo. El glaciar milenario desde donde nada el agua. Se paró a orillas de la mole de hielo, miró largamente al cielo y gritó.

Gritó tan fuerte que el eco de su grito se esparció por las otras montañas. Un grito de ancestral rabia. De ancestral vergüenza. De dolor visceral. Fue tan portentoso el grito de Xicay, que el hielo comenzó a resquebrajarse, a partirse y derretirse, hasta que se hizo agua, lodo, piedras. Luego, ese torbellino helado, se desplomó en alocada carrera valle abajo. Toneladas y toneladas de fango yagua embravecida se deslizaron por el cauce, arrasándolo todo. Y Xicay se confundió en ese enloquecido maremagnum. Pero profirió su grito hasta el final.

Pasaron cerca de trescientos cincuenta años de todo aquello. Un día, unos hombres de ciencia, arqueólogos ellos, andaban explorando en el lugar, donde otrora se emplazara (en tiempos muy remotos, perdido en la memoria de los hombres), una aldea indígena. De aquellos suelos desenterraron una armadura de metal, carcomida por siglos de herrumbre, de vergüenza y de algo más. Fue lo único que encontraron. Aunque lo que sí oyeron claramente, fue el retumbo de un orgulloso grito, un grito de victoria final, que el viento arrastraba desde la montaña.

(en REMOLINOS DEL ALMA- 2009)

ayer empecé a leer un libro de bioy casares(el heroe de las mujeres) pero me quede dormida:lol:

me sorprendio leer MAR DEL PLATA!:lol:

en fin,ya lo terminaré

Lo mismo que comente en su momento sobre ese libro. Es sin dudas uno de los mejores de la literatura contemporanea. En su momento me partio la cabeza cuando lo lei

Empecé unas páginas de “La conjura de los necios” pero no lo seguí. En cualquier momento vuelvo a por él.

En plural? De qué género es? Quién lo escribió?

Ya lo acabé, coincido totalmente con tu apreciación, de esos libros que te dejan medio golpeado. Arranco con Las Olas de Woolf.

Para una tarea de civilizacion inglesa tengo
que reescribir en ingles modern partes de un texto de Shakespeare
asi que escogi Hamlet tenia muchas ganas de volver a leerlo
asi que lo compre de nuevo. Ayer empeze y ayer lo termine
Que libro de la puta madre!
Redescubri muchisimas cosas hay fragmentos increibles

Una de las tragedias más GENIALES que he leído. Es tan abarcativa, tan completa. Qué coraje el de Shakespeare llevarlo a escena, siendo una crítica directa a la corte y a la esencia humana. Ese es el gran hallazgo y logro de Sahakespeare: lograr abarcar dimensión humana/ natural /política. Sólo los genios!

No habrá mas penas ni olvido de Soriano.

Martín Fierro (re-re-re-re-lectura)

¡Qué libro emblemático! Es uno de los más perfectos que he leído. Más allá del trasfondo social de este poema, Hernández, como pocos, aborda la esencia humana con la sabiduría de los grandes.

Hoy lo terminamos de leer con los chicos y al finalizar, aplaudieron. Es maravilloso cuando un libro te llega así.

Y los debates posteriores sobre el hombre, la experiencia de vida, la justicia fueron maravillosos.

Mis partes favoritas

"Uno es el sol, uno el mundo,
sola y única es la luna
ansí han de saber que Dios
no crió cantidá ninguna.

El ser de todos los seres
sólo formó la unidá;
lo demás lo ha criado el hombre
después que aprendió a contar"

" Moreno, voy a decir,
sigún mi saber alcanza:
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir;

no tuvo nunca principio
ni jamás acabará
porque el tiempo es una rueda
y rueda es eternidá

Y si el hombre lo divide
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta que vivir"

"Un padre que da consejos
más que padre es un amigo;
ansí como tal les digo
que vivan con precaución:
naides sabe en qué rincón
se oculta el que es su enemigo

Yo nunca tuve otra escuela
que una vida desgraciada
no estrañen si en la jugada
alguna vez me equivoco,
pues debe saber muy poco
aquel que no aprendió nada"

“Al que es amigo, jamás
lo dejen en la estacada
pero no le pidan nada
ni lo aguarden todo de él;
siempre el amigo más fiel
es una conducta honrada”

“Los hermanos sean unidos
porque ésa es la ley primera
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque, si entre ellos se pelean
los devoran los de afuera”

Nunca lo terminé. La inculta. Me cuesta horrores. Lo mismo me pasó con Facundo (amén de que le tengo un poco de pica a Sarmiento) y otros emblemáticos de la literatura nacional como Juvenilia. Voy a tener que ponerme al día, y dejar de lado las posibles fobias hacia los autores… te limita no conocer este tipo de obras para comprender el panorama global.

Juvenilia nunca lo leí jajajajajaja, no me atrae.

Facundo es tan complejo como mi coterráneo y a quien no le gusta Sarmiento, puede que con Facundo estalle en la disputa, es muy político el libro, muy ideológico y Sarmiento no se calla nada.

Si bien propagó ciertas medidas, posturas e ideologías que no comparto, el estilo de escritura, su habilidad literaria y su capacidad para la retórica es admirable. Hay algunos puntos de la obra en los que coincido, especialmente la tesis del determinismo mesiánico; su concepto de barbarie no lo comparto para nada.

PD: y nos sos inculta mujer!

:stuck_out_tongue:

Ya con lo que marqué en negrita me tentaste con Facundo. Arrancaré por ese lado me parece… Vale la pena el esfuerzo.
Ahora sí, después de Sarmiento, hago una terapia de dos meses dedicados exclusivamente a la serie negra norteamericana para distender :P:P:P…

:lol::lol::lol::lol:

Es muy pasional. Las primeras entregas de Facundo (ahora, primeras partes de libro) fueron más descriptivas y se centraban en la geografía argentina; conforme avanza, deja de lado ese análisis topográfico y se centra, de lleno, en su tesis ideológica; su discurso está plagado de huellas pasionales. La descripción de Quiroga es fantástica, todo el escenario que prepara, la tensión que genera, cómo magnifica el hecho (es muy propio de los románticos hacerlo); es esa parte la que generó la disputa y confusión sobre el género del libro, si “Facundo” debía o no ser considerado literatura. Hoy en día se lo lee como ensayo y el lenguaje literario que emplea en algunos capítulos se lo considera como un rasgo de estilo discursivo.

Personalmente, admiro y mucho al Sarmiento pedagogo; lo que hizo con la educación y la visión que tuvo sobre el tema, fueron dos aciertos de su gestión política, educativa y cultural. No estoy de acuerdo, como dije más arriba, con su concepto de civilización y barbarie y las medidas extremas que tomó para deshacer el elemento nativo. Si bien no fue el único que pensó así (los activistas de la generación del 37 también lo hacían), él, como Jefe de Estado lo llevó a cabo, lo ejecutó y ahí es donde creo que se equivoca, porque, a mi ver, comienza a instaurar un estilo de política que toma de Europa y los Estados Unidos, los moldes para implementar medidas. Si bien la Argentina del siglo XIX era caótica, violenta, desorganizada, extensa; eliminar lo propio, lo que define los rasgos de tu tierra no era el camino.

Ahora ¿quién podía con el cuyano? Tuvo toda la fuerza de un caudillo en algunos aspectos y la sapiencia de un grande, en otros.
Su infancia desafortunada germinó en él un carácter de hierro. Hay que reconocer que desde niño tuvo una inteligencia especial, pero, el hecho de ser provinciano y pobre fue una traba. Se hizo solo y creció solo, eso generó en él narcisismo y soberbia; en lo educativo, a mi ver, brilló y nos dio la posibilidad de crecer a través del estudio; eso se lo debemos. Lo demás, la política aplicada, es discutible y hasta repudiable, eso no lo discuto.
Otro aspecto, más trivial pero sumamente interesante, es la labia amorosa que tenía. Aquí, en San Juan, se encuentran en la Hemeroteca Histórica de la provinicia las cartas, de puño y letra, que él le escribió a sus amantes. ¡No puede ser tan versero! Es increíble la capacidad de conquista (chamuyo) que tenía. Aurelia Vélez Sarsfield fue el gran amor de su vida pero nunca le fue fiel (de hecho su relación era clandestina); mientras con una mano le escribía a Aurelia, con la otra, al resto de sus mujeres. Cuyano alborotador.

Lo que recuerdo de “Facundo” es cuando dice “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión”. Increíble.

Justamente, al fundar mis apreciaciones sarmientinas en el político que fue, por ahí me perdí su faceta más literaria, y también la más divertida, voy a ser honesta :D: el Sarmiento escritor, el Sarmiento mujeriego… no sé, no me lo imagino escribiéndole una carta a una mujer, y me encantaría leer algo así!
También afecta mi percepción el cariño que le tengo a otro cuyano enorme: el Chacho Peñaloza.
De la misma manera yo lo veo tán poderoso y tán de bronce a Sarmiento a la distancia, que por momentos me olvido de dónde viene y cómo se forjó a sí mismo. Por esa capacidad de vencer la adversidad, y su aporte a la educación, sí que me saco el sombrero. Y como dije antes, voy por Facundo. De a poquitooooo… de a poquitooooo…

Hace ya un tiempo que estoy leyendo Los Lanzallamas de Arlt. Voy muy lento porque tengo muuuuy poco tiempo para leer, y el libro hay que leerlo tranquilamente.

¿Alguien lo leyó? ¿Me puede explicar cómo el tipo describió tan bien los procesos dictatoriales argentinos, en ese año, cuando apenas se llevaba un año de Dictadura?