Mariano Ferreyra: Pedraza pide la prisión domiciliaria

Día 5: La patota calla, los compañeros de Mariano toman la palabra

16 de agosto

La audiencia de hoy tuvo dos partes.

Por la mañana desfilaron por el estrado los cinco policías que faltaban declarar. Al igual que Hugo Lompizano –a cargo de la Dirección General de Operaciones al momento del crimen- y el comisario Luis Mansilla –uno de los dos responsables del operativo policial el 20 de octubre de 2010-, el resto de los policías federales se negaron a declarar. Ellos son: Jorge Ferreyra –a cargo de la División Roca de la Federal-, el subcomisario Rolando Garay –de la comisaria 30 de Barracas, cuyos patrulleros le despejaron el paso a la patota-, Gastón Conti –operador de comunicaciones en la DGO-, Luis Echavarría –también de la DGO- y David Villalba –de la División Video, quien dejó de filmar en el momento exacto del ataque. La mañana transcurrió con la lectura de sus declaraciones indagatorias. En ellas, los policías de mayor jerarquía juegan al “gran bonete”, descargando unos sobre otros las responsabilidades sobre la actuación policial –incluso sobre el segundo de la División Roca, Claudio Premuda, asesinado en un sospechoso intento de robo el 23 de marzo del año pasado. Lo único que queda en limpio es que estuvieron allí en apoyo a la patota, pues todo su despliegue está focalizado sobre la movilización de los tercerizados y las organizaciones que los apoyaban, no sobre el centenar de patoteros que estaban apostados sobre las vías. El camarógrafo Villalba sugiere que “le llamó la atención” que no le ordenaran en ningún momento bajar del terraplén, y aseguró haber escuchado a alguien decir “se están tirando tiros”, dando por supuesto que sus jefes Mansilla y Ferreyra también lo habían oído. En su explicación acerca de por qué dejó de filmar en el momento del ataque, trató de justificarse diciendo que trataba de ahorrar cinta y batería… A pesar de estar allí con la expresa indicación de registrar eventuales incidentes, cesó de grabar justamente cuando el centenar de patoteros –que ya había agredido a los manifestantes minutos antes- emprendió la carrera contra ellos.
De este modo, concluyó la primera etapa del juicio, que insumió cuatro jornadas y media: los diecisiete imputados, uno tras otro, decidió ampararse cobardemente en el silencio y especular con el desarrollo del juicio.
Por la tarde estaban citados a testificar cuatro compañeros de Mariano, presentes en el lugar y el momento del crimen: Nelson Aguirre, Lisandro Martínez, Eduardo “Chiquito” Belliboni y el abogado Gustavo Mendieta. Solamente alcanzó a declarar Nelson, quien estuvo durante tres horas en el estrado. Tres horas demoledoras.
Por primera vez, desde que comenzó el juicio, en la sala de audiencias comenzó a brotar la verdad de labios de uno de los protagonistas de la situación. Nelson relató pormenorizadamente el desarrollo de los hechos en la cara misma de los imputados, todos presentes en la sala, desde Pedraza hasta Favale.
Nelson describió el intento de subir el terraplén a la altura de Barracas, la primera agresión de la patota a pedradas, la represión con balas de goma de la infantería, el repliegue sobre la calle Luján, los compañeros heridos, la asamblea que decide dar por concluida la movilización, la marcha hacia la avenida Vélez Sarsfield para desconcentrar, la embestida a la carrera del centenar de patoteros, el improvisado cordón para contenerlos y resguardar al resto que continúa marchando, la agresión a piedrazos y botellazos, los disparos, las heridas que recibió, Mariano caído, la patota que huye, Elsa, la ambulancia, el hospital Argerich…
“Formamos un cordón de quince o veinte compañeros para contener a la patota que corría hacía nosotros, porque pensamos que si nos alcanzaban el resultado podía ser todavía peor. Improvisamos el cordón para proteger a los compañeros más vulnerables, en la columna había mujeres mayores y chicos”, relató.
“Les devolvimos las piedras que nos tiraban, que era lo que teníamos a mano, y en un momento veo a una persona más o menos robusta y de pelo corto correr hasta el centro de la calle con un arma en la mano y disparar con las piernas flexionadas, en posición de tiro, cubriendo el arma con la mano que tenía libre. Disparó varias veces. Entonces sentí un impacto en la pierna. Pensé que había sido un piedrazo, pero brotaba sangre y caí en la cuenta de que había sido una bala. Me di vuelta para retroceder y entonces recibo el segundo tiro, a la altura del glúteo izquierdo. En ese momento le aviso con gestos a ´Chiquito´ que nos estaban tirando con plomo”.
Nelson también relató que escuchó más disparos provenientes de unos pocos metros más allá, pero que no alcanzó a ver a ese segundo tirador. Encontró a Mariano caído en la esquina de Luján y Pedriel, mientras era asistido por otros compañeros, que en un primer momento pensaron que se trataba de un ataque de epilepsia. Mientras tanto, llega el aviso de que Elsa está caída cien metros más allá, con un disparo en la cabeza. “Corrí como pude hasta donde estaba Elsa. Los compañeros habían obligado a una ambulancia a parar y la cargamos a Elsa. También subimos Leo –un compañero médico de Lanús- y yo, y fuimos a buscar a Mariano, lo cargamos junto a otro compañero y salimos directo para el Argerich. Los dos estaban como desvanecidos. Les hablábamos, le tocaba las manos a Elsa. Tratábamos de mantenerlos despiertos”.
Nelson no pudo evitar quebrarse cuando mencionó a Mariano. Durante todo su testimonio, habló con firmeza y seguridad, y con total naturalidad -verdad tras verdad- volteó cada chicana de las defensas con sus respuestas, especialmente las de los abogados Freeland (defensor del “Gallego” Fernández) e Igounet (defensor de Armando Uño), dos provocadores que insisten en que los agredidos fueron los patoteros de la UF.
La sala estuvo completa de público que fue a apoyar a los testigos (sus familiares y los de Mariano, trabajadores aeronáuticos y de otros gremios; Néstor Pitrola, Gabriel Solano, Vanina Biasi y numerosos compañeros del PO; Nora Cortiñas de Madres Línea Fundadora, entre otros).
El sólo relato de lo ocurrido el 20 de octubre de 2010 alcanza para dejar en claro que se trató de una acción planificada, concertada con la policía, cuyos móviles –la defensa del negocio de las tercerizaciones y la preservación del dominio político del gremio- se irán desenvolviendo en el curso de las próximas audiencias. Pedraza y su banda están jugadísimos a que una mano del poder político los saque del atolladero, porque dentro de la sala de audiencias, habida cuenta de las pruebas y testimonios reunidos, “están en el horno”.
Perpetua a Pedraza. Viva Mariano. Viva Nelson.

La UF asesina de Mariano y que apoya la nueva “CGT Balcarce” pide libertad a Pedraza, “el Gallego” Fernandez y toda la manga de hijos de putas asesinos…


Quiero una así del plantel de River locoo…

Día 6: Jornada clave: “Vi a Favale tirar”

Se reanudaron las audiencias tras el feriado del lunes 20. Para hoy estaba previsto el testimonio de cuatro compañeros de Mariano que estuvieron presentes en la movilización de tercerizados ferroviarios del 20 de octubre de 2010. Alcanzaron a declarar tres de ellos: Lisandro Martínez, Eduardo ´Chiquito´ Belliboni y Gustavo Mendieta. En su testimonio, Belliboni señaló que reconoció cuando se difundieron sus imágenes a Cristian Favale como a uno de los tiradores.
Previo a los testimonios, nuestra abogada, Claudia Ferrero, puso en conocimiento del tribunal las intimidaciones sufridas por Jorge Hospital, uno de los testigos de la causa. Hospital es militante de la agrupación “Causa Ferroviaria – Mariano Ferreyra” y encabeza la oposición a Pedraza en el ferrocarril Roca. Hace algunas semanas, fue sancionado arbitrariamente por la patronal (Ugofe) con 29 días de suspensión. El testimonio de Hospital es muy importante para describir el régimen de terror que impuso la Lista Verde de Pedraza en el sindicato y en todo el ferrocarril, su participación en el negocio de la tercerización y su completa connivencia con la patronal –el 20 de octubre de 2010, la oficina de ´recursos humanos´ de Ugofe autorizó a pedido de la burocracia pedracista la salida de unos 80 trabajadores de los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada para engrosar la patota criminal.

“Tiraron a matar para defender un negocio”

El primero en declarar fue Lisandro Martínez, dirigente del Partido Obrero en la zona sur del Gran Buenos Aires. Lisandro explicó que el conflicto con los tercerizados: “los reclamos estaban originados en el despido de 117 trabajadores de las contratistas, también se denunciaba la diferenciación salarial que hay entre un trabajador de planta y un tercerizado y se reclamaba la equiparación y el pase a planta permanente. También denunciamos que quienes reciben el dinero del Estado para el pago de salarios, retienen parte del dinero que va directamente al bolsillo de los empresarios. En una de las Asambleas recibimos la denuncia de uno de los gerentes de Ugofe que reclamaba lo mismo, porque la empresa pagaba a los jerárquicos un 30% menos de lo que recibía del Estado para esos sueldo”.
“Se estaba violando una ley que todos conocemos: a igual tarea igual salario”, sintetizó Lisandro. Señaló que en julio de aquel año, un corte de vías a la altura de Avellaneda había dado lugar a reuniones, pero que luego de 23 audiencias en el Ministerio de Trabajo y en la Secretaría de Transporte que no arrojaron ningún resultado, los tercerizados resolvieron volver a cortar las vías el 20 de octubre de 2010. Luego realizó una pormenorizada descripción de los hechos. Mencionó que al comenzar la marcha desde el local del Partido Obrero de Avellaneda, observó a tres personas que recorrían la columna de manera provocativa. Uno de ellos fue señalado por uno de los tercerizados como el hijo del subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna. Lisandro destacó que, en al menos tres oportunidades –antes y después de la embestida en la que fue asesinado Mariano-, le reclamó al personal policial por su connivencia con la patota agresora arriba de las vías, y luego sobre las calles de Barracas. Lisandro declaró que, al momento del ataque, los patrulleros de la Policía Federal apostados a metros de la esquina de las calles Bosch y Luján –exactamente al pie del terraplén, el lugar donde se agruparía la patota con Favale y los demás barrabravas contratados para la ocasión- desaparecieron de la escena, y sólo reaparecerían para cubrir la retirada de los atacantes. “La patota en ningún momento se propuso traspasar el cordón que habíamos formado. Tiraron y huyeron. Tiraron a matar porque defendían un negocio”, declaró. Lisandro declaró durante tres horas. Las defensas apenas ensayaron alguna chicana sin ningún resultado, dada la contundencia de su testimonio.

“Vi a Favale tirar”

Tras un breve cuarto intermedio, se reanudó la audiencia con el testimonio de Eduardo “Chiquito” Belliboni. “Chiquito” relató nuevamente el recorrido de la manifestación y se explayó en particular sobre el ataque de la patota: “hicimos un cordón de protección para que la columna pudiera retirarse. Este grupo que venía a la carrera, cuando estuvo a unos 15 o 20 metros nos empezaron a tirar piedras, botellas, palos y nosotros les devolvimos todo lo que nos arrojaban. En ese momento, escucho a Nelson Aguirre que me dice ´están tirando con plomos´. Me di vuelta y lo vi a Nelson con el pantalón ensangrentado. Entonces vi a una persona de remera celeste o gris que disparaba agazapado, con las rodillas flexionadas en el medio de la calle, apuntando al cuerpo. Cuando la jueza Wilma López me preguntó si lo reconocía le dije que no, pero después de verlo en los medios, vi que esa persona era Cristian Favale”. Belliboni, igual que Lisandro Martínez, describió la actuación policial como “funcional a la patota”.
El último en declarar fue Gustavo Mendieta, quién era el abogado de los trabajadores tercerizados y en ese carácter participó de la movilización del 20 de octubre del 2010. El testimonio de Mendieta tuvo el valor de poner de manifiesto las permanentes dilaciones que la empresa Ugofe y el Ministerio de Trabajo realizaban para evitar satisfacer el justo reclamo de los trabajadores tercerizados. Al ser consultado sobre cuál había sido la posición de la Unión Ferroviaria encabezada por Pedraza sobre el reclamo de los tercerizados, Mendieta afirmó que funcionarios del Ministerio de Trabajo le habían expresado que tanto la Unión Ferroviaria como La Fraternidad eran quienes más se oponían a que los tercerizados despedidos fueran reincorporados y a que la totalidad de éstos sean incorporados a la planta permanente del ferrocarril. Ante la denuncia contundente de Mendieta, algunos abogados defensores intentaron desacreditar su testimonio mediante chicanas formales. Llegaron al absurdo de pedir su procesamiento por “falso testimonio” y su inmediata detención, queriendo colocar a las víctimas en el banquillo de los acusados. La fiscalía y las querellas rechazaron de plano los dos pedidos mientras el Tribunal también desestimó el pedido de detención, dejando para el momento de la sentencia pronunciarse sobre el pedido de las defensas.
Concluida la sexta jornada, luego de los testimonios, queda cada vez más claro que las pruebas contra Pedraza, la patota y la policía son abrumadoras. Mientras la patota mantiene su silencio, en las próximas jornadas seguirán declarando los compañeros de Mariano.

El “relato” de la impunidad

Ante el comienzo del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra, el kirchnerismo, con Cristina a la cabeza, ha presentado una versión de los hechos transcurridos desde el 20 de octubre de 2010 hasta la fecha, donde se presenta a sí mismos como el promotor del avance judicial y el encarcelamiento de la patota. Incurren en este relato interesado mientras sus negociaciones con Pedraza en la CGT-Balcarce y los negocios con éste en el ferrocarril siguen en pie.
El gobierno se coloca en las dos puntas del mostrador, lo cual tiene una lógica de hierro: le sirve como contención para los que luchan por la perpetua a la banda criminal comandada por Pedraza, buscando ´despolitizar´ el juicio; evita con ello que la causa avance hacia arriba -o sea hacia el grupo empresario Ugofe, los funcionarios políticos de la Secretaría de Transporte y los que tuvieron el mando político de la Policía (Aníbal Fernández). De ese modo, crea las condiciones para la impunidad de los jefes de la patota- (Pedraza en primer lugar) ya sea bajo forma de una absolución directa o, como plan B, de una pena menor por un delito menor. Son estos los objetivos que guían a muchos de los propagandistas K, especialmente a aquellos que hacen las veces de columnistas en Página 12.

Mario Wainfeld
Ello le cabe en su totalidad a la columna publicada por Mario Wainfeld en Página/12 del 10 de agosto titulada “El caso judicial y el fenómeno político”. El texto presenta una versión de los hechos a la medida del kirchnerismo: “el trayecto previo ha sido más que satisfactorio” y afirma que “el gobierno cooperó en trances cruciales, tanto en la producción de la prueba de cargo cuanto en protección a ciertos testigos, también en dotar al juzgado de recursos materiales y humanos para cumplir sus funciones con celeridad y eficacia”. Wainfeld omite los ataques propiciados por la presidenta desde el mismo día del asesinato de Mariano contra los manifestantes, a los que puso en un mismo nivel con los asesinos (“no quiero ni palos ni armas”). También omite las provocaciones realizadas el 23 de diciembre del 2010 en la estación Constitución, que llevaron a los compañeros ferroviarios de Mariano a la cárcel, y de las que participó su colega Horacio Verbitsky. HV llegó a fabular una inexistente participación de Pitrola en la negociación de los tercerizados en el ministerio de Trabajo, con el único objetivo de endilgarnos la responsabilidad sobre los incidentes que, como demostramos, fueron causados por la patota ferroviaria. Tampoco hace referencia a las conversaciones entre Tomada y Pedraza, una vez ocurrido el asesinato de Mariano, para conspirar juntos contra los tercerizados que pugnaban por pasar a planta permanente.
Mario Wainfeld presenta como “modelo” el proceso judicial, cuando hay grandes responsables que no están sentados en el banquillo de los acusados. La empresa Ugofe, que otorgó licencias para que la patota produzca la agresión, ha quedado al margen del proceso cuando, además, era una de las principales implicadas en los negocios tercerizadores. Otro tanto ocurre con los funcionarios de la Secretaría de Transporte (Jaime, Schiavi y Luna, subsecretario de transporte ferroviario que responde a la burocracia sindical ferroviaria y que aún sigue en su puesto) y los jefes políticos de la Federal. Estas no son `limitaciones´ del proceso, sino un armado consciente para salvar la responsabilidad de la clase capitalista y del Estado en lo que fue, a todas luces, un crimen político contra la clase obrera. La ´despolitización´ del juicio apunta en esa única dirección: la impunidad.
Vale recordarle a Mario Wainfeld que Pedraza, cuando aún estaba en libertad, quiso coimear a la Justicia para que libere a la patota y asegurarse de ese modo que si era procesado podría zafar de la cárcel. Es cierto que gracias a escuchas telefónicas ordenadas por la Justicia esa coima no se pudo consumar. Pero los coimeros siguen siendo beneficiados con la concesión del principal ferrocarril del país, el Belgrano Cargas. En su directorio no sólo está la mujer de Pedraza, sino también el tesorero de la Unión Ferroviaria, Angel Stafforini, que ocupa la vicepresidencia de la empresa, y fue pescado infraganti cuando le daba U$s 50.000 al ex juez Aráoz de Lamadrid con destino a los jueces que debían decidir sobre la libertad de la patota. El gobierno ha dejado intacto el poder económico de Pedraza, del cual se vale para lograr la absolución en el juicio.
A Mario Wainfeld no le ha parecido conveniente dedicar ni una sola línea a las negociaciones del gobierno con Pedraza, quien manda cartas desde la cárcel que son tenidas en cuenta por su ex abogado y ministro Tomada para convalidar las impugnaciones presentadas por los burócratas de la CGT-Balcarce. De hacerlo, su “relato” se iría derechito por el sumidero.
La conclusión que extrae Wainfeld es que, si el proceso judicial ha sido ejemplar ahora, hay que dejar hacer a la Justicia. Reclamar “perpetua para Pedraza”, como lo hacen las organizaciones populares que se movilizaron en todo el país el pasado 6 de agosto, podría ser una interferencia tan innecesaria como inadecuada. Por eso realiza una afirmación temeraria: “no es justo decir que Pedraza es culpable de homicidio, hoy y aquí”. Agrega que “Pedraza pudo haber incurrido en conductas extremas”; pero el “pudo” admite también el “no pudo”. De esta forma anticipa que si la Justicia finalmente libera al capo de la Unión Ferroviaria, no habrá nada que objetar, porque el proceso fue ejemplar y no tenemos pruebas para asegurar su culpabilidad.
El operativo de impunidad tiene varias puntas. Una de ellas es de los que abren el paraguas antes de que llueva, preparando el terreno para un fallo que deje a los máximos responsables libres. Las otras puntas son los que le aseguran a la patota preservar sus beneficios económicos y políticos. Todas ellas están dentro del gobierno.

Día 7: “Mi vida ya no es la misma despues de lo de Mariano”

23 de agosto

La jornada de hoy comenzó y concluyó con sendas derrotas de las defensas de Pedraza, sus patoteros y los policías implicados en el crimen de Mariano. Las defensas intentaron sin suerte suspender el juicio, anular toda la investigación realizada y obtener la libertad de los detenidos. No lo lograron. Luego, la sala vibró con el testimonio de cuatro compañeros del Partido Obrero que el 20 de octubre de 2010 sufrieron lesiones de distinta consideración -entre ellos, tres militantes de la UJS que compartieron actividad política y amistad con Mariano. Las defensas de Pedraza piden suspender el juicio Al comenzar la audiencia, el defensor de Pedraza, Carlos Froment, solicitó la nulidad del testimonio del abogado Gustavo Mendieta y, junto con ello, la nulidad de todo lo actuado en la instrucción y la inmediata libertad de su defendido. Lo siguió Igounet, defensor de Armando Uño, quien planteó la suspensión del debate. Igounet definió la investigación como “sesgada” y “dolosamente asimétrica”. Su argumento es que no se trató de un ataque por parte de la patota contra los tercerizados y las organizaciones que los acompañaban sino “una gresca entre dos o tres grupos contendientes”. El abogado Freeland, que representa al “Gallego” Fernández -mano derecha de Pedraza- se refirió más adelante a que “los tercerizados buscaban pelea y la encontraron”. El verborrágico doctor Freeland encabeza una defensa coordinada entre la patota y la policía. El énfasis que coloca en presentar el ataque criminal de la burocracia contra trabajadores desarmados no tiene relación con el hecho de que su defendido ni siquiera estuvo presente en el lugar del ataque, un dato elemental que delata toda la podredumbre de su estrategia “jurídica”. Freeland se esfuerza por hacer zafar a la patota porque tiene plena consciencia de que su defendido y Pedraza fueron sus instigadores, que las pruebas en ese sentido son contundentes y, por lo tanto, que si la patota cae, también lo harán ellos. El tribunal rechazó in limine la posibilidad de suspender el debate, reafirmó que todas las nulidades presentadas por las defensas serían consideradas recién a la hora de la sentencia y reafirmó que el objeto procesal de este juicio es el homicidio de Mariano Ferreyra, las tentativas de homicidio contra Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y Ariel Pintos y las lesiones sufridas por otros militantes. Los jueces, sin embargo, anunciaron que se pronunciarían sobre el pedido de excarcelación en 24 horas, una vez que examinaran las resoluciones de Casación respecto a las anteriores solicitudes. El tribunal no debería encontrar de ningún modo razones para liberarlos de su prisión preventiva: Casación rechazó a su turno los pedidos de excarcelación debido al entorpecimiento de la investigación practicado por los acusados, en primer lugar por José Pedraza y su entorno más cercano, que intentaron sobornar a los integrantes de la sala III para mejorar su propia situación procesal. Por otra parte, Casación siempre se refirió a las amenazas sufridas por víctimas y testigos en el curso de los dos años posteriores al crimen de Mariano. De hecho, desde que comenzó el juicio, el tribunal fue puesto en conocimiento de nuevas amenazas e intimidaciones contra personas que testimoniarán contra los acusados. Bajo ningún punto de vista existen razones para dar lugar a la excarcelación de los detenidos. Los compañeros de Mariano El primero en subir al estrado fue Federico Lugo, compañero y amigo de Mariano, militante de la UJS de Avellaneda. Federico fue categórico al referirse a que “no se trató de un enfrentamiento sino de un ataque” y aportó la descripción de uno de los tiradores muy similar a Cristian Favale, quien ya había sido señalado por Lisandro Martínez y, en forma aún más contundente, por ´Chiquito´ Belliboni. Emiliano Bonfiglio, otro de los compañeros y amigos de Mariano, brindó un relato detalladísimo de los hechos. Emiliano contó que durante casi toda la manifestación de aquel día tocó el bombo. El abogado Freeland lo quiso llevar al terreno del “enfrentamiento” y le preguntó si cuando estaba tocando el bombo, tenía un palo. Emiliano, con naturalidad, que contestó: “por supuesto. El bombo se toca con un palo, no sé si usted lo sabe”. Ninguno de los compañeros retaceó los hechos tal cual acontecieron. Jamás negaron -según el caso- haber utilizado palos y piedras para defenderse del ataque de una horda de cien patoteros que se abalanzaron contra la columna que se retiraba, y que fue protegida por un delgado cordón de apenas quince o veinte personas. No hay delito en ello. El delito es el que le cabe a los acusados, que organizaron la patota, trajeron barrabravas como fuerza de choque, les suministraron las armas y coordinaron el ataque con la Policía Federal para defender el negociado de las tercerizaciones ferroviarias. Las defensas pretenden colocar a las víctimas en el banquillo de los acusados. No lo lograrán. Los hechos hablan por sí solos. Continuó Hugo Espeche, compañero del PO de la zona sur del Gran Buenos Aires, que describió muy bien el primer ataque que sufrieron en el único intento por alcanzar las vías. “Resultaron lastimados muchos compañeros, a mí me abrieron la cabeza de un piedrazo. Nos retiramos de ahí e hicimos una asamblea. Ya no había dudas de que la movilización de ese día estaba concluida y nos retirábamos cuando nos atacó esta patota”. El tribunal le solicitó que utilizara “otro término” para referirse a los agresores y propuso “los ferroviarios”. Esto dio lugar a otra situación risueña con las defensas, que en una pregunta hicieron referencia a “los ferroviarios” y Hugo tuvo que pedir aclaraciones: “¿a cuáles ferroviarios? ¿a los que estaban de nuestro lado o del otro?”. El último testimonio -ya pasadas las 17 horas- fue el de Arnaldo Duré, otro de los militantes que se incorporó a la UJS en Avellaneda de la mano de Mariano. Fue un relato hermoso y emotivo. Relató los hechos con cada fibra de su cuerpo y de su alma. Aportó, entre otras cosas, que esa mañana junto a Mariano hicieron una recorrida previa por la zona del local y pudieron ver gran cantidad de efectivos de la Federal (carros hidrantes, camiones, patrulleros) reunidos detrás de la estación Avellaneda. Explicó que luego del primer ataque, se distendieron a dos cuadras de la vía, donde se hizo la asamblea que resolvió dar por concluida la jornada de lucha, y que en torno a una parrillita al paso los heridos se lavaron los cortes y se aplicaron hielo y que algunos compañeros aprovecharon para almorzar y refrescarse. Nadie se imaginaba la brutalidad del ataque que sobrevendría luego. Arnaldo contó detalles de sus últimos momentos con Mariano: “hicimos un balance de la actividad y después nos pusimos a hablar de literatura, de cine. Me acuerdo que yo había visto hacía poco ´Perros de la calle´ y le decía a Mariano cómo se me ocurría que se podía adaptar al teatro…”. Una de las defensas quiso saber en qué consistía ese “balance”. El defensor buscaba roña y la encontró… pero en otro lado. “Lo que hablamos -respondió Arnaldo- fue del ataque que acabábamos de sufrir, de la situación de los tercerizados, del papel de la Unión Ferroviaria, del estado del ferrocarril. Hicimos un balance político de la actividad”. Demoledor. Arnaldo contó muy conmocionado el ataque de la patota, durante el cual recibió un fuerte piedrazo que comprometió su ojo derecho. Tuvo que refugiarse detrás de un árbol. Cuando la patota -una vez consumada la agresión- huyó, el corrió detrás junto a algunos compañeros y describió el estado de conmoción de los que la sufrieron. No se enteraría de que Mariano estaba herido hasta bastante después, cuando viajaba en colectivo con otros compañeros rumbo a Corrientes y Callao. Él y un grupo de cinco o seis de la UJS se bajaron a mitad de camino y se tomaron un taxi al Argerich. Allí se encontraron con la familia de Mariano y con la peor noticia posible. “Mi vida ya no es la misma después de lo de Mariano”, dijo Arnaldo. Las chicanas de los defensores sonaron más patéticas y débiles que nunca. Hay que estar ahí para contarlo. La cosa sigue el próximo lunes.

Día 8: María un testimonio desgarrador
27 de agosto

La audiencia de hoy se compuso de tres partes: en primer lugar, las defensas anunciaron que volverán al ruedo con los pedidos de excarcelación de los imputados; en segundo lugar, testificó María, militante del Partido Obrero de Varela, que describió un cuadro desgarrador; finalmente, empezaron a declarar los policías afectados a la investigación de los hechos.
María

El primer testimonio que se escuchó en la audiencia fue el de María, y fue desgarrador.

En la sala había muchos jóvenes, sobre todo militantes de la UJS y amigos. Sus rostros reflejaban conmovidos el horror del relato de María. Fue la voz de todos en ese momento, de Mariano, de Elsa, de los obreros tercerizados, de los centenares de miles que acompañan activamente esta lucha.

Fue un alegato en sí mismo, aunque se tratara ni más ni menos que de un relato cronológico de los hechos. El tribunal dispuso un cuarto intermedio de cinco minutos a mitad de su testimonio. María, que sollozaba, dijo que no hacía falta, que quería seguir atestiguando. El tribunal insistió. No era el estado anímico de ella (firme, fuerte, convincente hasta el más mínimo detalle) lo que imponía una pausa: era la tensión que surcaba toda la sala de audiencias. Los procedimientos judiciales son en general muy impersonales, el ritual es extremadamente burocrático. Ahora se caían todas las defensas, se quemaban todos los papeles. Ahí estaba María de Varela, de casi 60 años, que crió cuatro hijos, que fue obrera en el ex Frigorífico Regional Santa Elena en su Entre Ríos natal, que militó en el Partido Comunista hasta poco después del Cordobazo, que se vino a Buenos Aires en el año 79, que se incorporó al Polo Obrero y al Partido Obrero en el 2001; ahí estaba para hablar, recién salida del trabajo, para decir la verdad, y la dijo. ¡Vaya si la dijo!

“Teníamos una cita a las nueve y media en el local de Avellaneda para acompañar a los ferroviarios despedidos a un corte de vías por su reincorporación y por el pase a planta permanente. Tardamos en salir. En la esquina del local, había 3 personas mirando insistentemente, después llegaron 2 patrulleros. Una compañera de Varela vino en tren y contó que había muchos policías, que el clima no era bueno. Otros compañeros dijeron que no íbamos a ir para ese lado, y salimos para el otro. Adelante la bandera, los tercerizados, los chicos que cantaban. Yo llevaba un banderín junto a otro compañero. Dimos la vuelta manzana porque estaban provocando. Empezamos a caminar por la calle a lo largo del terraplén. La policía nos seguía al costado, encolumnada; arriba, los ferroviarios agitaban banderas verdes y nos gritaban. Nosotros cantábamos. Se veía que no íbamos a poder hacer el corte”.

“Pasamos un puentecito y había un espacio para subir al terraplén. Los compañeros se mandaron. Traté de subir pero sentí como una jauría de perros que venía a los gritos por la vía y tirando piedras. Era una lluvia de piedras, era imposible subir”. María relató que alcanzó a ver a un Policía Federal con el arma desenfundada junto a la patota ferroviaria y contó de la represión con balas de goma de la infantería policial contra la columna. A María la alcanzó un piedrazo en el estómago. Otras compañeras también resultaron heridas en esa primera agresión, entre ellas, Elsa.

Agrupados en torno a la parrilla de Luján y Santa Elena, mientras se desarrollaba la asamblea que daría por concluida la movilización, María se dedicó a atender a los heridos y le hizo el cabestrillo a Elsa para resguardar su brazo. María tiene conocimientos básicos de enfermería y primeros auxilios –lo dijo frente al tribunal- que luego resultarían fundamentales para salvar la vida de Elsa.

La columna comenzó a retirarse. Habían recorrido cien metros cuando desde el fondo comenzaron a llegar gritos de alerta porque la patota se venía a la carrera.

María: “yo seguí para adelante. Iba conversando con Nancy y Elsa. Atrás se sentía bullicio. Hicimos una cuadra marchando medio desordenados. Yo no miraba para atrás porque lo que quería era que nos fuéramos, así no distraía a los demás, pero se sentía un griterío, mucho lío”.

“Iba conversando con Elsa. En la esquina había agua y barro. Yo salté y seguí caminando. Elsa se quedó atrás. En eso, un compañero me dice ´se resbaló Elsa´. Me di vuelta y la vi en el piso. Pensé que no era nada, pero le di la mano y no respondía, tenía los ojos cerrados. Creí que estaba desmayada. La agarré de la pera para darle una bofetada y le veo en la sien un pedazo de carne desprendido. Cuando miré bien, veo que es hondo, que era una bala de verdad. La dejé despacito”. Elsa perdía “un hilito de sangre”; María dejó la cabeza de Elsa en cierta posición para que la sangre fluyera, evitando que se le formara coágulo.

“Grité ´escóndanse, nos quieren matar´. Yo pensaba que nos tiraban de arriba de los árboles, de las paredes. Tratamos de parar un auto pero se fue. Empecé a correr por el medio de la calle gritando que habían matado a Elsa, que tenía un tiro de verdad”. Pedía desesperadamente un celular para pedir ayuda. En la esquina, María se encontró con un grupo de compañeros muy agitados y lo vio a Mariano, tirado contra la pared. “Ya está, no supe ni los números que quería llamar”. Fue hasta Mariano. Le subió la remera y encontró el orificio del disparo. “Tenía una pierna doblada, se había hecho pis, tenía los ojos abiertos, la nuez no se le movía, no reaccionaba”. Lo trataron de acomodar. Un compañero la ayudó a sacarle la mochila y acostarlo. “Yo le decía a Mariano que ya habían pedido ayuda, que estaba viniendo, pero era mentira. Le estaba mintiendo”, relató con la voz quebrada.

Luego llegó la ambulancia. Elsa y Nelson ya estaban arriba. “Sentía como que era un sueño, que no estaba pasando”. Caminaron hacia una avenida. Todos los compañeros estaban muy conmocionados. No apareció ningún policía. Se subieron a un colectivo. En el viaje supo que a Elsa la iban a operar. Algunos chicos de la UJS dijeron que iban al hospital y les dio la mochila de Mariano. Antes de llegar, Lisandro Martínez les dio la noticia de que Mariano había muerto. “Ahí fue un descontrol”. En Corrientes y Callao, María y un puñado de compañeras y compañeros cortaron el tránsito, el punto de partida de una movilización que todavía no acaba.

Uno de los defensores, el doctor Laporta –una de las personas más insignificantes que alberga la sala de audiencias de este juicio- pidió que le explicara que era la bandera de arrastre y que significaba. “Es una bandera que llevamos con las manos y que expresa las consignas que habíamos ido a apoyar ese día: somos todos ferroviarios, reincorporación de los despedidos, pase a planta permanente”. Algún otro defensor balbuceó algo más. Estos abogados de grandes estudios se quedaron acobardados frente a esta mujer de Florencio Varela, frente a esta militante de casi 60 años que apenas había hecho tiempo de salir del trabajo y llegar puntual a declarar. “Grandes estudios”: la nada misma.

Nulidades

Al comienzo de cada audiencia, antes de la comparecencia de los testigos, se plantean cuestiones preliminares al debate. Las defensas venían de un duro revés: el día viernes, el tribunal rechazó el enésimo pedido de excarcelación de Pedraza y sus matones. La solicitud ya recorrió varias instancias sin encontrar eco. Era de esperar que los defensores volvieran sobre el punto y así ocurrió. Plantearon adelantar la citación de los testigos que denunciaron amenazas (“amenazas inventadas”, según dichos del inefable doctor Froment, abogado defensor de José Pedraza, a los medios) para despejar lo que las defensas entienden como el único obstáculo para la libertad de sus clientes. Esto es falso. Pedraza se encuentra además acusado en una causa paralela por intentar sobornar al tribunal de la sala III de la Cámara de Casación Penal. Su objetivo era comprar la excarcelación de los primeros detenidos y evitar, de ese modo, su propia detención (´sin autores materiales presos, no le dictarían la prisión preventiva al supuesto instigador´ era el razonamiento). Además, un “perito de parte” introducido por los defensores (en este caso, por el doctor Igounet) se encuentra procesado por golpear contra una mesa la bala que mató a Mariano delante de varios testigos. Su objetivo –cumplido a medias- era anular el proyectil como elemento de prueba. Numerosas amenazas, intimidaciones a los trabajadores ferroviarios (incluso con el concurso de la empresa Ugofe) intentos de soborno y destrucción de pruebas: Pedraza no debe ser excarcelado bajo ningún concepto, ya que todo acusa su intención de entorpecer la investigación para lograr su impunidad. De paso, recordemos que los abogados defensores han apelado a todos los recursos posibles por retrasar la realización del juicio y anular la investigación realizada durante la instrucción.

El tribunal señaló que estudiaría la cuestión del orden de los testigos, pero añadió que -en principio- no sería modificada.

Policías

Luego de María, comenzaron a desfilar algunos policías que participaron de la investigación. La defensa de Cristian Favale hizo un exhaustivo interrogatorio. Su objetivo era encontrar alguna irregularidad formal para anular el procedimiento. Los policías se remitieron a las actas de procedimiento. La defensora pidió citar a más uniformados, que hasta ahora no formaban parte de la nómina de testigos. La fiscal y las querellas se opusieron. La abogada Verdú –que tiene una larga experiencia en casos de ´gatillo fácil´ y que, junto a Claudia Ferrero, representan a los militantes del Partido Obrero heridos el 20 de octubre de 2010- argumentó que esos testimonios eran innecesarios “porque la policía nunca se acuerda de nada, o no sabe, y se remiten a lo que dicen las actas”.

La audiencia terminó temprano. Afuera brillaba el sol. Mañana continuarán testificando más policías.

Día 9: La policia participe necesaria del crimen de Mariano Ferreyra
28 de agosto

Hoy continuaron declarando efectivos de la comisaria 30 de Barracas que estuvieron presentes en el lugar de los hechos aquel 20 de octubre de 2010.

La mayoría de los testimonios de los manifestantes que se escucharon hasta ahora fueron concluyentes respecto al papel de la policía, especialmente al de los patrulleros de la comisaría 30. Coincidieron en señalar que los móviles abrieron paso a la patota en el momento del ataque y que luego se cerraron detrás de los agresores cuando éstos huían. Hoy testificaron tres policías que participaron de aquel “operativo”.

Sus testimonios

Quien aportó la mayor parte de los datos relevantes de la jornada fue el sargento José Ortigoza, de la brigada de la comisaria 30. Ortigoza contó muchas más cosas que las que había declarado al principio de la investigación. Por empezar, que estuvo en contacto con los manifestantes bastante antes de la agresión, en la esquina de Luján y Santa Elena, mientras realizaban la asamblea que dio por concluida la movilización de aquel día. Ortigoza confirmó sin ambages la superioridad numérica de la patota y que la agresión se produjo mientras la columna –conformada por hombres, mujeres y chicos, precisó- se retiraba. También ubicó al subcomisario Garay manteniendo intensamente comunicación a través del POC, un sistema de comunicación que no deja registro.

Ortigoza sorprendió al relatar que cuando la patota comenzó a avanzar, él buscó refugio en la cuadra de Santa Elena y se encontró con tres efectivos –vestidos de civil- de la División Roca de la Policía Federal. Más sorprendente aun fue cuando contó que un grupo de 6 o 7 patoteros los rodearon y, confundiéndolos con manifestantes, los amenazaron y les dijeron “están con ellos, vamos a darles”. Los policías de la División Roca se identificaron entonces como tales y entonces los matones dejaron de acosarlos y reemprendieron la carrera contra la manifestación. Ortigoza también señaló que los patrulleros de la 30 cambiaron de posición: antes de producirse la agresión, se encontraban ubicados trompa con trompa, pero poco antes de ésta, se colocaron en 45 grados, abriendo paso a la horda de la Unión Ferroviaria.

Antes habían declarado el sub inspector Sergio Domínguez y el suboficial Luis Coronel.

Domínguez, jefe de servicio externo de la 30, explicó que llegó al lugar alertado sobre “incidentes” a la altura del puente Bosch (se refiere a la apedreada de la patota desde el terraplén de las vías contra la columna de los tercerizados). Relató que recibió solamente dos órdenes: “mantenerse en observación” y –luego de la agresión- “avanzar con cuidado”.

Domínguez tomó contacto con tres testigos luego de los hechos: uno, trabajador del equipo de C5N, le avisó que había heridos de bala. Los otros dos –vecinos y trabajadores de la zona- aportaron datos contundentes: uno describió a un tirador parapetado en una esquina y el otro, a personas entre los agresores que recogían las vainas servidas y luego huían. Estas tres personas están citadas como testigos en el juicio. Domínguez solamente recabó testimonios en la esquina de Luján y Pedriel –el lugar donde cayó Mariano- ya que no le fue indicada otra cosa.

Luego declaró Coronel, cuyo relato fue muy confuso y se fue complicando aún más a medida que avanzaba el interrogatorio. El propio tribunal tuvo que hacer varias preguntas para reencarrilarlo, debido a las numerosas contradicciones en las que incurrió (si los manifestantes se iban, si venían, si intercambiaban piedras o no, si se fueron y después volvieron, etc etc). No sería extraño que alguna de las querellas termine solicitando su procesamiento por falso testimonio a la hora de los alegatos.

Ningún policía escuchó los disparos. O al menos eso fue lo que dijeron.

El papel de la policía

Al frente de los efectivos de la comisaria 30 se encontraba el subcomisario Rolando Garay, quién a raíz de su actuación fue procesado por abandono de persona agravado y está siendo juzgado en este debate. Cuando solicitó ayuda por radio (antes de la agresión, mientras la patota se reagrupaba debajo de las vías), recibió la orden de “pasar a POC”. Luego sobrevino la agresión criminal.

Al momento de la elevación a juicio, las querellas de Mariano, Elsa y el resto de los compañeros reclamaron en forma unificada que patoteros y policías fueran juzgados conjuntamente. El objetivo es que los policías sean condenados como “partícipes necesarios” en el homicidio de Mariano y en las tentativas de homicidio contra Elsa, Nelson y Ariel Pintos.

El acierto de ese planteo salta a la vista sobre todo ahora, cuando se está desarrollando el juicio, ya que permite apreciar el hecho en sí de una manera mucho más completa. La agresión criminal de la patota jamás hubiese sido posible sin la participación de la policía. El despliegue de efectivos en torno a las vías fue enorme. De haber mediado la decisión de impedir cualquier contacto entre la manifestación de los tercerizados y la patota de la Unión Ferroviaria, ésta se podría haber cumplido sobradamente. La decisión, por lo tanto, fue la contraria: dejar hacer, apoyar a la patota, cubrir su retirada.

Esto sigue

La sala estuvo repleta –incluso, hubo gente que tuvo que retirarse por estar colmada su capacidad. Participaron gran cantidad de jóvenes y una muy importante delegación de dirigentes y militantes estatales. Entre ellos, dos jóvenes tercerizados despedidos del Garrahan.

Esta lucha sigue. El juicio se reanuda el jueves próximo.

Día 10: Mariano Ferreyra podría haber sido mi hijo

30 de agosto

La frase sorprendió a todos. En un momento de su testimonio, el principal Ángel Castro había hecho referencia a que este caso –en el que intervino brevemente para verificar el domicilio de Pablo Díaz- era “especial”. ¿Qué había querido decir con eso?, preguntó el defensor de Díaz, inquieto por encontrar alguna inquina, alguna suspicacia, una irregularidad salvadora para su cliente. Castro contestó con tranquilidad: “Fue especial porque fue un caso feo, podría haber sido cualquier persona, podría haber sido mi hijo el que recibiera el tiro. No puede ser que cualquiera ande armado, esto no se arregla así. A este muchacho lo mataron mal. Es mi opinión personal”. Ahí nomás se terminó el interrogatorio de las defensas. Castro fue el segundo de los cuatro policías que declararon esta mañana. Antes, lo hizo una operadora del 911, que no aportó elementos de mayor importancia.

La frase de Castro fue muy comentada entre el público, que una vez más llenó la sala. Estuvieron presentes muchos trabajadores de prensa, docentes, telefónicos y aeronáuticos, además de familiares y amigos.

Conocidos de Favale

El sargento Tocalino conocía a Favale por su apodo (“Harry”) desde antes del asesinato de Mariano Ferreyra. Lo ubicaba de la remisería donde trabajaba y de la hinchada de Defensa y Justicia, y también tenía su ID de Nextel agendado.

Poco después del crimen de Mariano, Favale llamó a Tocalino y a otro policía de nombre Mauricio para pedirles que le avisaran si tenían novedades sobre él, porque –les dijo- había estado “en el problema de Capital”. Los llamados se repitieron en varias oportunidades. Muchas de esas conversaciones figuran en las escuchas judiciales de la causa. De acuerdo a su versión, Tocalino informó de esto a sus superiores y se ofreció a “mediar” para que Favale se entregara. Luego del allanamiento de su vivienda, le aconsejó que se presentara a declarar.

Favale –podría decirse- está “hasta las manos”. Por ese motivo, su abogada defensora centra su estrategia en encontrar alguna irregularidad en el procedimiento que le permita solicitar la anulación de la investigación y volver a foja cero. Son muchos los testimonios que señalan a Favale como a uno de los tiradores. El asunto es qué hacía el 20 de octubre de 2010 en Barracas este “remisero” de Florencio Varela. Favale fue convocado por la cúpula de la Unión Ferroviaria para encabezar la fuerza de choque que “aleccionaría” a los tercerizados que reclamaban el pase a planta. Pedraza y sus secuaces eran beneficiarios directos del negociado de las tercerizaciones ferroviarias.

Asuntos internos de todo tipo

El último testimonio fue el del comisario inspector Alejandro Recalde, quien aportó varios elementos. Por un lado, Recalde instruyó el sumario interno de la policía para “esclarecer” lo actuado por la fuerza. Por otra parte, realizó tareas de inteligencia sobre Favale en los días inmediatamente posteriores al crimen de Mariano.

Sobre la “investigación” interna de la policía, lo que emerge del testimonio de Recalde es un aceitado mecanismo de encubrimiento que la abogada Verdú puso al desnudo con un breve pero incisivo interrogatorio. Todas las defensas se oponían a que Recalde fuera interrogado sobre el método de esa instrucción. El cuestionario de Verdú puso de manifiesto que se sustancia con recortes periodísticos, con los registros de las modulaciones por radio (recordemos que los policías cuentan además con otro sistema, llamado POC, que no deja registro alguno) y, finalmente, con el testimonio -¡en calidad de “testigos”!- de quienes podrían estar sospechados de mal procedimiento o de comisión de un delito. También, explicó Recalde, se revisa el registro audiovisual tomado por la policía. En el caso del crimen de Mariano, el agente que oficiaba de camarógrafo evitó deliberadamente registrar el momento del ataque. El sumario interno no condujo a ninguna conclusión. Su función fue la de encubrir a los responsables y partícipes del operativo policial. Recalde también tuvo que describir cómo funciona la cadena de mandos en operativos como el que se desarrolló entre Avellaneda y Barracas el 20 de octubre de 2010, comprometiendo aun más a los policías Lompizano, Ferreyra y Mansilla. El cuarto jefe que estuvo a cargo del operativo, Jorge Premuda, fue asesinado en un dudoso intento de asalto a principios del año pasado. En sus indagatorias, Ferreyra y Mansilla descargaron responsabilidades precisamente sobre el occiso.

Por otra parte, las tareas de inteligencia (seguimiento) que Recalde tuvo que realizar sobre Favale certifican la asistencia que la UF le brindó con posterioridad al crimen de Mariano. Recalde relató el encuentro en la zona de puente La Noria de Favale con “Mario”, un nombre que surge de las escuchas judiciales. “Mario” es Mario Giusti, de la comisión de reclamos del Roca. Catriel Díaz –hijo de Pablo, el que está siendo juzgado- le dice a Favale en una de las escuchas que “Mario” se encargaría de él. Luego, Favale y “Mario” combinaron esa cita en puente La Noria. La contraseña para reconocerse era que “Mario” llegaría en un Alfa Romeo. En otra de las escuchas, “Mario” instruye a Favale sobre lo que deberá declarar, estableciendo de común acuerdo la versión de que Favale llegó a Barracas sólo y por motu propio, buscando “sumar puntos” para ingresar al ferrocarril.

Poco a poco se va develando en el juicio la trama de intereses que rodea el crimen de Mariano.

Perpetua a Pedraza. Castigo a todos los culpables.


Día 11: Por la ruta de la unión del Mercosur

3 de septiembre

Pedraza y Fernández no concurrieron a la audiencia de hoy. Declararon tres policías y la fiscal propuso incorporar “por lectura” las declaraciones de varios más -es decir, dar por incorporadas al debate las declaraciones que realizaron durante la investigación sin que tengan que comparecer. Freeland pidió la anulación del allanamiento a la Cooperativa “Unión del Mercosur”. Entre el público, concurrió una importante delegación de Bahía Blanca y de estudiantes de la Facultad de Psicología de la UBA.

La causa de las coimas

Pedraza no concurrió a Comodoro Py. Hoy debía prestar declaración indagatoria en la causa de las coimas pero pidió la postergarla justamente con la excusa de su concurrencia a las audiencias de este juicio. No hizo ni una cosa ni la otra pero, sin embargo, logró que su indagatoria se postergara para el día 5 de septiembre. Es la enésima postergación que logra en esa causa. El fiscal había pedido en mayo del año pasado que fuera indagado. El juez Luis Rodríguez demoró meses en fijar fecha. Cuando lo hizo, comenzó la retahíla de recusaciones, impugnaciones y chicanas del ex juez Octavio Aráoz de Lamadrid, que dilató las cosas durante otros ocho meses más. La lentitud del juez Rodríguez trajo como consecuencia –entre otras cosas- que los mensajes de texto intercambiados entre los imputados (Pedraza, Aráoz de Lamadrid, el vicepresidente del Belgrano Cargas Ángel Stafforini, el ex agente de la Side José Riquelme y el prosecretario de la Cámara de Casación, Luis Ameghino Escobar hijo) se perdieran definitivamente, ya que las compañías de telefonía los guardan por solamente 90 días. Rodríguez es uno de los jueces cuyo pliego espera el acuerdo del Senado para ser promovido al fuero penal. Pedraza está acusado de intentar sobornar a la Sala III de la Cámara de Casación para obtener la libertad de los primeros siete detenidos de la patota. Su objetivo era evadir su propia prisión preventiva. Las escuchas judiciales lo comprometen en forma directa con la operación, negociando montos y reclamando resultados a sus cómplices y operadores.

Policías

La fiscal Jalbert propuso incorporar “por lectura” el testimonio de unos diez policías citados a comparecer ante el tribunal. La cuestión no suscitó demasiado debate ya que muchos de ellos se presentan para reconocer su firma en algún acta y responden con muchos “no sé” y “no me acuerdo” a la mayoría de las preguntas. En general, se trata de diligencias vinculadas al primer tramo de la investigación. Sin embargo, algunos de ellos podrían ser convocados más adelante si surgiera del debate.

Hoy primero declaró el policía Víctor Apazza, quien participó del allanamiento a las oficinas de la cooperativa “Unión del Mercosur”, una terecerizada regenteada por la burocracia de la Unión Ferroviaria que prestaba servicios a Ugofe, SOE S.A. y All America Latina Logística. Allí se decomisó documentación y se copiaron los discos rígidos de algunas computadoras. El consejo directivo de la cooperativa estaba integrado por miembros de la cúpula de la UF y la cuñada de Pedraza. En el Roca, “Unión del Mercosur” percibió –entre julio y diciembre de 2010, en tan sólo seis meses- unos diez millones de pesos para pagar los sueldos de 117 obreros que cobraban salarios de 2500 pesos por realizar tareas de limpieza. Un ingreso limpio a las arcas de la burocracia de un millón mensual aproximadamente. En las escuchas de la causa, El Gallego Fernández discute y da directivas a los gerentes de Ugofe –entre ellos, Héctor Messineo- sobre el destino de estos trabajadores. De las escuchas también surge que ninguna decisión se toma al margen de José Pedraza. Justamente el abogado de Fernández –el doctor Freeland- pidió la anulación del allanamiento. Invocó algunas excusas formales pero no pudo explicar el perjuicio que esto produce a su cliente. Tampoco podría haberlo hecho. La razón de fondo de Freeland es que incrimina enormemente a Pedraza y Fernández en la trama económica tejida entre burócratas, empresarios y funcionarios a partir de los subsidios estatales, y que en defensa de ese negociado fue que entre ambos ordenaron la brutal represalia contra los obreros tercerizados.

El policía Apazza además participó de la detención de Pedraza en su piso de un millón de dólares en Puerto Madero. La agencia oficial Télam titula su cable de hoy que “Pedraza no ofreció resistencia” durante su arresto. Puestos a elegir entre las chicanas encubridoras de Freeland y el allanamiento a “Unión del Mercosur”, y la supuesta docilidad de Pedraza, los gerentes de la agencia estatal de noticias optaron por lo segundo.

Luego declaró una policía que retiró del Argerich las historias clínicas de los compañeros heridos (una tarea de rutina) y participó de la detención de Gustavo Alcorcel, algo que dijo que ni siquiera recordaba.

El último testimonio fue el del gendarme Jorge Tejada, quien realizó tareas de inteligencia sobre los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada. Tejada relató –no sin cierta ayuda de la lectura de la testimonial que volcó durante la investigación, porque todos los policías vienen muy flojitos de memoria- que mantuvo un diálogo con Juan Carlos Pérez, otro de los detenidos, que trabajaba de portero en el taller. Pérez le pidió a Tejada verse fuera del taller. “Me dijo que no podía hablar mucho porque trabajaba ahí hacía poco y que tenía miedo de tener inconvenientes. Lo esperé fuera del predio, a cuatro o cinco cuadras. Me dijo que había participado de la manifestación y me pasó los nombres del personal que estaba a cargo de los distintos sectores. Me explicó que no tenía listado de todas las personas, que había un encargado general”. Tejada reconoció a Pérez en uno de los videos que le exhibieron en la fiscalía y poco después lo detuvieron. La declaración de Pérez en la causa destruyó (conscientemente o no) varias de las coartadas que habían tejido los ahora detenidos, en especial Pablo Díaz y Gustavo Alcorcel, quienes negaban toda relación previa con Cristian Favale y Pérez los deschavó.

La sala estuvo repleta nuevamente. Concurrió una importante delegación de Bahía Blanca, integrada por militantes del Partido Obrero, periodistas y familiares de Juan Cruz Manfredini, un joven obrero tercerizado que falleció a raíz de la explosión de un laboratorio clandestino. También participó un nutrido grupo de universitarios de la Facultad de Psicología de la UBA con su centro de estudiantes.

En los próximos días, seguramente habrá nuevas y vibrantes novedades.

Perpetua a todos Los asesinos

Nahue, viste lo que puse en el tema del transporte?

No, no vi nada… ahora chusmeo…

El rock volvió a ganar la Plaza por Mariano

//youtu.be/ZxKWsAIn1q8&feature

“Es un festival clasista”. Así lo definió, desde el escenario, Gastón de Airbag, una de las bandas más importantes de la noche. “No es un festival solidario, estamos acá porque el de Mariano fue un asesinato contra la clase trabajadora”, continuó, antes de estallar con ‘Burn’ de Deep Purple, mientras la plaza, literalmente, se prendía fuego con mas de 30 mil jóvenes reclamando justicia por Mariano Ferreyra.
El festival condensó, sobre el escenario, la corriente de cientos de artistas que se jugaron a fondo por esta lucha. Los artistas asumieron la tarea de la difusión, sumándose de lleno a la campaña política por el reclamo de justicia. El festival se realizó sin ningún apoyo del Estado.
Fue un momento culminante la presentación de Las Manos de Filippi, con Cadena Perpetua y el Tete de La Renga, que se hizo presente en apoyo al reclamo de justicia.
El anuncio desde el escenario de la amenaza de represión a la ocupación del Ministerio de Educación de La Plata provocó un clamor de rechazo.
El reclamo de justicia por Mariano empalmó con la defensa de una gran movilización obrera.
El festival del 26 formó parte de un vasto movimiento cultural que se ha desplegado por esta causa: el día anterior, se estrenaron los “videominutos por Mariano”, una compilación extraordinaria de casi treinta realizaciones en video sobre el crimen de Barracas. Este sábado, el Obelisco será ocupado con el “Tango por Mariano”, con la presencia de Patricia Barone, Javier González, Carlos Varela y otros referentes destacados. También están los muralistas, los comix, los músicos de jazz, entre tantas otras expresiones.
En la Plaza de Mayo, los oradores Claudia Ferrero, Alejandro Lipcovich, Jorge Hospital y Marcelo Varterian, compañero de militancia de Mariano, llamaron a desarrollar a fondo la lucha por la condena y la prisión perpetua a Pedraza y la patota. El primo y las hermanas de Mariano saludaron al festival desde el escenario.
La plaza fue colmada por la generación de Mariano, que volvió a colocar en la calle la pelea por justicia.

El rock volvió a ganar la Plaza por Mariano : Prensa Obrera 1241

//youtu.be/COFjdKiclQA&feature

En esta movida me sumé, y colaboré localmente con el PO de Pergamino comprando números para la rifa local, que se propone juntar fondos por esto.

Al margen de las disidencias políticas que tengo, los asesinos políticos, sean de la filiación política que sean o de la clase que sean, me parecen LA lacra de la humanidad. Porque desde siempre, los asesinatos políticos buscan acallar ideas, voces y pedidos.

Abrazos, Martín.

Esa conversacion con Tomada, LAMENTABLEMENE (asi, en mayusculas), no prueba la participacion del ministro en lo sucedido. Pero en el pais que yo quiero, mansa patada en el culo le hubiera pegado al gangoso. Ojala le encuentren pruebas concluyentes y lo manden a dormir tras las rejas, porque de hecho se sabe, en el run run del fuero laboral, la vinculacion entre Tomada y Pedraza.

coincido profesor y agrego la burocracia sindical tiene enquistado en la burocracia ministerial varios tipos en puestos claves… como noemi rial, adrian canetto, tony valiño…todos llegaron ahi por su vinculacion con los gremios y la siempre indispuesta noemi rial junto con su ex esposo enrique lambetain rodriguez fueron los autores intelectuales de la flexibilizacion de la epoca del turco y los tristemente celebres contratos basura

Coincido. El Ministerio de Trabajo es una plaga de delincuentes y/o corruptos y/o lobbystas (van todas con Y, sacale la O, jaja). De hecho, es la pata del Estado que mas recurre al fraude laboral para ocultar contratos de trabajo. A mi no me molesta que en el Ministerio de Trabajo exista gente cercana a los gremios, como tampoco me molesta que exista gente cercana a las camaras empresariales. Seria los mas logico que convivan. El tema es ver quienes son los que estan, ver toda su trayectoria, y ver que intereses representan.

En estas cosas, este Gobierno, sigue con los mismos vicios de los gobiernos anteriores. Y a titulo personal, esas cosas me rompen soberanamente las pelotas.

Desde ayer a las 22 horas está desaparecido ALFONSO SEVERO ENRIQUE. Testigo CLAVE,trabajador ferroviario que iba a decir toda la mafia que hay en el ferrocarril. El ministerio se seguridad ya tomó cartas en el asunto para encontrar el paradero del testigo. El hijo dice que antes ya le habían baleado la casa,y recibía llamadas amenazantes e intimidatorias. QUÉ VERGUENZA LOCO. QUÉ INDIGNACIÓN LPM. Esperemos que aparezca.

Recién en Twitter estaba siguiendo la cuenta @PorMariano que es la cuenta de los Abogados querellantes en la causa por el asesinato de Mariano Ferreyra que informan minuto a minuto lo que pasa con el juicio y cuenta lo siguiente:

  • Hoy están citados a declarar Osvaldo Vázquez, José Andino, Leonardo Franzin, Fanny Duarte, Juan Molina, Enrique Severo y Sergio Vázquez.
  • Estamos muy preocupados por el testigo Enrique Severo. Su familia no tiene noticias de él desde las 22 horas de ayer.
    -Severo recibió amenazas. Su testimonio es muy valioso porque describe la mafia enquistada en el ferrocarril.
    -La audiencia está por comenzar. Severo tenía que presentarse a las 10 horas. En instantes sabremos qué informa el tribunal sobre el testigo.
  • El tribunal informa que hay problemas con el audio y por eso demora el comienzo de la audiencia.
  • Comienza la audiencia. Los imputados no se encuentran en la sala.
  • Informan por secretaría que Enrique Severo fue convocado a comparecer para las 12 horas. Sigue la angustia.
  • Ingresaron a la sala todos los detenidos, salvo José Pedraza.
  • Severo declaró en la causa el 21 de octubre de 2010. Ese día, a las 3:35 am su domicilio fue baleado por desconocidos.
  • Severo declaró en la causa que el 19 de octubre de 2010 todo el personal de Ferrobaires fue citado por Humberto Martínez, delegado de la UNión Ferroviaria.
  • Martínez los convocó a impedir el corte de vías del día siguiente. Según Severo, Martínez dijo: “el que no viene, que se olvide de todo”.
  • Severo también denunció que se guardan armas en las instalaciones de Ferrobaires, en Constitución.
  • Según lo que declaró Severo en la investigación, Ferrobaires “es manejada por José Pedraza”.
  • En los noticieros, reconoció “tanto a personal de Ferrobaires como de Ugofe”.
  • Severo fue gerente de Ferrobaires hasta 2009. Fue suspendido y desalojado de su oficina a los tiros por la patota de Martínez el de la UF.
  • Severo también denunció durante la investigación que el Museo Ferroviario Bonaerense ubicado en Avellaneda es otro depósito de armas.

Gravísimo. (se equivocaron el nombre como bien pusieron arriba el nombre es Alfonso Severo Enrique).


Caso Mariano Ferreyra: ¿Dónde está un testigo?
04/10/2012 Por Diego Rojas (@zonarojas)

Alarmante: se desconoce el paradero de un testigo muy importante en el caso Mariano Ferreyra. Debe declarar hoy jueves a mediodía. Sufrió amenazas de la patota.

Una fuerte preocupación acoge a la familia de Alfonso Severo, ferroviario, testigo que debe declarar hoy jueves 4 a mediodía en el juicio que investiga el asesinato de Mariano Ferreyra. Desde anoche se desconoce su paradero.
“Anoche habló con la mamá de mi hijo, que había sido operado, y le dijo que lo iría a visitar y lo mismo le dijo a mi mamá. Eran las diez y media. Nunca llegó a destino y desde las once que llamamos a su celular y da directamente el contestador”, cuenta Gastón, hijo del testigo. Alfonso Severo es un ferroviario, trabajador de Ferrobaires -con sede en Constitución- que fue desalojado de su puesto de trabajo en Mantenimiento por una patota armada en 2009. El acontecimiento fue una de las primeras muestras de la degradación violenta que había copado el ferrocarril. Severo partió de su hogar a bordo de un Renault Clío negro placa HGA-137. “Recorrimos hospitales e hicimos denuncias en las comisarías 4° y 6° de Avellaneda, incluso recorrimos con un patrullero el trayecto hasta la casa de mi hijo para ver si había algún rastro, pero no encontramos nada -continúa Gastón-. A la tarde lo habían llamado al celular y se escuchaba el sonido de la tele y de una radio, según me contó. ‘¿Qué se piensan, que me van a intimidar?’, me dijo “.
El testimonio de Alfonso Severo cobra vital importancia en este tramo del juicio que se desarrolla en Comodoro Py. Este cronista se entrevistó recientemente con Severo para recabar datos sobre los posibles vínculos de la patota de Constitución con Favale y la trama que envuelve el destino de las armas que se usaron en el ataque que costó la vida a Mariano Ferreyra e hirió gravemente a Elsa Rodríguez. El testigo conoce de primera mano los vínculos entre las patotas delictivas de Constitución y la dirección sindical de la Unión Ferroviaria.
Plazademayo.com pudo comprobar que el ministerio de Seguridad, a través de la subsecretaria Cristina Caamaño, ha tomado cartas en el asunto. Alfonso Severo debe presentarse en Comodoro Py a mediodía. En estos momentos no hay rastros de su paradero. Esta nota expresa la profunda preocupación de su familia ante la alarmante circunstancia, que no se puede desvincular de las recientes amenazas que profirió la patota de Pedraza a testigos de esta causa.

Caso Mariano Ferreyra: ¿Dónde está un testigo? | plazademayo.com

Qué hijos de puta. Aparición inmediata!!

no entiendo como testigos en este tipo de casos, andan sin proteccion, sin custodia de algun tipo… o será hablar una pelotudez lo que estoy diciendo? a la vuelta de casa una mina tiene proteccion policial todo el dia todos los dias desde hace un par de años, porque la mujer de un tipo que se la garchaba la amenazó de muerte…