Foto: ferrobaires.gba.gov.ar
En horas de la mañana circuló un comunicado de Ferrobaires donde se acusaba a Alfonso Severo de haber realizado un “auto-secuestro”. Además informaba sobre la supuesta existencia de siete causas judiciales contra el ex empleado ferroviario. Pero por la tarde, voceros de la empresa negaron las acusaciones contra Severo e informaron que la cuenta de correo habría sido “hackeada” o sufrieron un sabotaje interno.
El comunicado de Ferrobaires dicen lo siguiente: Atento a distintas versiones periodísticas, la Intervención de la empresa Ferrobaires informa que no se ha emitido comunicado alguno desde este Organismo y se informa que se ha comenzado una investigación interna para determinar el origen de dicha comunicación y si se ha violado el sistema informático de la Empresa. El comunicado recibido por algunos medios es apócrifo, no refleja el pensamiento de Ferrobaires, por lo tanto ha motivado las acciones pertinentes para determinar de que forma sucedieron los hechos.
Entre las acusaciones del ahora apócrifo comunicado se expresaba que “[Severo] se encuentra actualmente despedido de este organismo en virtud las gravísimas injurias laborales cometidas por el mismo que hicieron absolutamente imposible la prosecución del vínculo laboral”.
Pese a la emisión del comunicado, la empresa no ofreció mayores aclaraciones sobre el hackeo, las acusaciones contra Severo o las denuncias que iba a ratificar el secuestrado ante la Justicia…
Severo dijo apenas salió que “esto es un mensaje para la Presidenta”. Alak no hizo más que decir lo que supuestamente le dijo Severo, que todo esto fue para amedrentarla, decir que “hay que investigarlo” y que agradecia esa informacion.
Claro, o Alak dijo una burrada o Severo le hizo saber a los abogados y la familia(y por ende al ministro de Justicia) algún mensaje mafioso al respecto de la ley esa, una de dos. Por eso espero la declaración.
Severo ahora le echa la culpa a Duhalde…? a Pedraza, “josé” según él, parece que quiere despegarlo… que no había sido una maniobra de clarin según Alak?
che… no les parece que Severo quiere vender pescado podrido? a mi me da toda la sensacion
Desde que lo secuestraron se tornó todo muy confuso, es obvio que lo que le pasó le dio un giro 180° en la cabeza. Ahora habrá que ver quien fué el que le pegó terrible amenaza como para que cambie el cuento de un día para el otro.
La jornada de hoy estuvo marcada por el secuestro de Alfonso Severo. Esta misma semana, otro testigo, José Andino –militante del MTR-, fue interceptado por dos sujetos en las cercanías de su domicilio, en Florencio Varela, que lo amenazaron para que cambiara su declaración. Andino declaró hoy, junto a otro militante de su agrupación. Ambos hicieron un crudo relato de los hechos del 20 de octubre de 2010, aportaron la descripción de diferentes tiradores y destacaron el rol jugado por Pablo Díaz –jefe del cuerpo de delegados del Roca- y la policía. Un obrero y activista ferroviario, Leonardo Franzín, describió cómo fueron reclutados los empleados del taller ferroviario de Remedios de Escalada para engrosar la patota y la organización gremial del ferrocarril. La audiencia terminó con la declaración de otro empleado del taller, cuyo testimonio fue ´preparado´ por Juan Carlos Fernández y sus abogados para desvincular a Pablo Díaz. Díaz fue el ´jefe operativo´ de la patota en el lugar de los hechos, bajo el comando telefónico de Fernández y Pedraza.
Antes de los testimonios, el tribunal dio a conocer su rechazo a la recusación planteada por las defensas contra el designado fiscal “ad hoc”, Mariano Domínguez.
Alfonso Severo
A las cuatro y media de la madrugada, nos llegó por intermedio de un periodista la primera noticia de que Enrique Alfonso Severo, ex gerente de Ferrobaires y testigo de la causa que investiga el homicidio de Mariano Ferreyra, había desaparecido sin dejar rastro.
Según su hijo, cerca de las once de la noche Severo se dirigía a la casa de su nieto, a pocas cuadras de su domicilio. Nunca llegó. Su teléfono celular estaba apagado. Según sus familiares, en los días previos, Severo había recibido varios llamados intimidantes. También había tenido un extraño episodio, cuando un automóvil Bora intentó cerrarle el paso en las calles de Avellaneda y logró esquivarlo.
La noticia de la desaparición de Severo comenzó a circular por los medios cuando amanecía. Al inicio de la audiencia, poco después de las 10 de la mañana, nuestra querella solicitó al tribunal que informara sobre la presencia de los testigos. Severo no se encontraba entre ellos, pero había sido convocado a declarar recién a las 12 del mediodía. Debíamos esperar. El tribunal no había recibido ninguna información oficial y solamente contaba con la que habían aportado los medios. Fueron 24 horas de angustia, de denuncia y de movilización que –aunque culminarían felizmente- dejan mucha tela para cortar sobre la persistente actividad de la patota pedracista, sobre la policía y sobre la actitud del gobierno.
El testimonio de Severo es extremadamente valioso para caracterizar la organización mafiosa encaramada en el ferrocarril y el papel que en ella juegan Pedraza, los funcionarios del área de transporte y los empresarios. Severo lo conoce desde adentro. Él mismo fue víctima de las patotas ferroviarias: en 2009, fue desalojado de su oficina a punta de pistola. Se presentó en la fiscalía al día siguiente del crimen de Mariano. Esa misma madrugada, su casa había sido baleada por desconocidos.
Según declaró Severo en la etapa de instrucción, el 19 de octubre de 2010 Humberto Martínez –delegado de la Unión Ferroviaria y secretario general de la seccional Buenos Aires Sud de la UF- reunió a todo el personal de Ferrobaires en las oficinas del sindicato ubicadas en Constitución para convocarlo a “impedir que los tercerizados cortaran las vías” al día siguiente. “Les dijo que el que no fuera, que se ´olvidara de todo´”. En esa primera declaración, Severo explicó que “de no presentarse, los empleados son sometidos a quitas en su ámbito laboral”. Dijo que se enteró de esa macabra ´asamblea´ por intermedio de un trabajador que no concurrió a las vías el día 20 y fue despedido inmediatamente. Severo aseguró que, tanto en Constitución como en el Museo Ferroviario de Avellaneda, se encuentran los depósitos de armas de la patota de Ferrobaires. También, que los matones utilizan un sector de encomiendas y los coches comedor para practicar tiro.
Ferrobaires –que cubre apenas dos servicios semanales a Mar del Plata- es, antes que un servicio de trasporte público, un nido de delincuentes. De sus 1200 empleados, solamente una cuarta parte realiza tareas ferroviarias. El resto del plantel lo constituye un verdadero ejército mafioso -reclutado entre barrabravas y punteros- que se dedica todo tipo de actividades delictivas, desde la explotación de la venta ambulante en el ferrocarril hasta el lavado de dinero, pasando por la venta de artículos robados y los negocios inmobiliarios. La fuerza de choque reclutada por Humberto Martínez está encabezada por Norberto Saldaña, “Chuly” Carruega y Daniel Hess. Estos tres matones a sueldo todavía permanecen en actividad en la empresa, actualmente intervenida por el gobierno de Daniel Scioli. En la declaración que estamos citando, Severo aseguró que “la escala jerárquica que maneja la Unión Ferroviaria se divide en Ferrobaires y Ugofe, las cuales trabajan unidas”. En ambos casos, son manejadas “en primer lugar”, por José Pedraza y Juan Carlos Fernández, seguidos por Humberto Martínez, Pablo Díaz y otros dos delegados de apellidos Maldonado y Aguirre. También declaró que Ugofe era “manejada de hecho” por el entonces subsecretario de transporte ferroviario, Antonio Luna.
Estos son los conceptos que Severo venía a ampliar frente al tribunal. Su secuestro no puede ser interpretado de otro modo sino como un mensaje mafioso de la patota pedracista.
Su desaparición ocupó la primera plana de los medios de comunicación durante todo el día. Cerca de las dos de la tarde, su auto fue hallado a apenas siete cuadras de su domicilio, en un lugar donde fue estacionado varias horas después de su secuestro. No faltaba nada en su interior y se encontraron varios de sus efectos personales. Las pericias hallaron algunas huellas dactilares que están siendo analizadas. Hacia las cinco de la tarde, una multitud convocada por el Partido Obrero y otras fuerzas políticas y organismos de derechos humanos se reunía en Plaza de Mayo reclamando por su aparición. Severo reaparecería cerca de las once de la noche, maniatado, descalzo y en estado de shock, en la zona de Avellaneda. No lo encontró la policía sino un trabajador del Diario Popular en la puerta de su domicilio. Según esta persona, que lo contuvo y asistió, debió llamar reiteradas veces al 911 para que lo recogieran. Los familiares de Severo llegaron antes que la policía.
El gobierno nacional se refirió a la desaparición de Severo exclusivamente a través del ministro de Justicia, Julio Alak.
Alak descargó responsabilidades sobre la víctima, ya que para lo que abrió la boca fue para ´aclarar´ que Severo no había solicitado ingresar al programa de protección al testigo. Ergo, su exposición a una eventual represalia sería el resultado de su propia decisión –como si no fuese responsabilidad del Estado desmontar estas bandas. En segundo término, el ministro señaló que “no hay que seguir un solo hilo conductor, son diversas hipótesis”, pero no mencionó ninguna. Habida cuenta de que el testimonio de Severo compromete directamente a Pedraza, y que su secuestro fue motivo de conmoción nacional, Alak debería explicitar mínimamente a qué se refiere. Ningún funcionario salió a condenar a las patotas pedracistas. La actitud del gobierno es encubridora. Los personeros de Pedraza siguen ocupando puestos clave en la secretaría de Transporte y lucrando con los subsidios estatales.
Para concluir, esta semana se produjeron dos episodios de intimidación contra testigos en el juicio que se le sigue a Pedraza por el crimen de Mariano, que se suman a decenas de denuncias anteriores y similares presentadas por diversos testigos (Sotelo, García, Esteche, Reynoso y varios más) a lo largo de estos dos años. Ningún caso fue esclarecido hasta ahora.
Los testimonios de la audiencia 24
Los testimonios de Osvaldo Vázquez y José Andino, militantes del MTR, ratificaron los hechos que ya fueron relatados en este juicio por decenas de testigos. Vázquez aportó la descripción de un tirador vestido con ropa oscura que disparaba con un arma a la altura de la cintura. Andino –que se emocionó al describir la agonía de Mariano- describió a otros dos tiradores: uno, con uniforme de trabajo que empuñaba un arma corta, y otro que portaba una escopeta. Este último dato es muy importante, ya que a uno de los heridos –Nelson Aguirre- se le extrajo un perdigón de plomo de una de las heridas de bala que sufrió en el ataque de la patota. Los compañeros también relataron que fueron amenazados e insultados al llegar a la estación Avellaneda por un grupo encabezado por Pablo Díaz. “¿Qué tal si empezamos ahora?”, le escucharon decir a Díaz. Afirmaron que Díaz conversaba fluidamente con los comisarios responsables del operativo policial sobre las vías. Una vez más, se escuchó en la sala –esta vez, en palabras de ambos compañeros- la denuncia contra los patrulleros de la comisaria 30 de Barracas, que le abrieron el paso a la patota en la embestida final contra la columna que estaba retirándose, que ya había sido apedreada por ella desde la altura del terraplén y reprimida con balas de goma por la infantería.
El testimonio de Leonardo Franzín –obrero de los talleres de Remedios de Escalada desde hace 16 años y militante de la agrupación Causa Ferroviaria y del PO junto a Mariano- explicó la vida interna del ferrocarril y papel del sindicato conducido por Pedraza. De los talleres de Escalada salió el grueso del personal que participó de la patota. Muchos de ellos fueron llevados mediante engaños, ya que se les decía que iban a concurrir a un acto. Les puso nombre y apellido a los delegados que pusieron en marcha la convocatoria: “los que recorrían el taller eran Amuchastegui, Alcorcel, Aria, Toreta… Todos responden directamente a Pablo Díaz”. La salida de esos empleados en horario laboral fue autorizada por escrito por la gerencia de Recursos Humanos de Ugofe.
Sobre la organización gremial del ferrocarril, Franzín denunció que “el estatuto de la Unión Ferroviaria es restrictivo y, además, es desconocido para los trabajadores”. Explicó que no hay elección de delegados por sector sino ´lista sábana´, y que tampoco hay representación de las minorías en el cuerpo de delegados ni en ninguna otra instancia. Franzín contó que, a pesar de que su agrupación obtuvo entre el 30 y el 40% de los votos en las elecciones de la línea y que dos veces se impuso en los talleres, nunca pudieron a acceder a ninguna representación gremial.
También se refirió a la lucha de los tercerizados, en la cual Causa Ferroviaria jugó un papel protagónico. “Cuando llegó Ugofe, se vino un aluvión de tercerizaciones”, dijo. “La más escandalosa fue la de Unión del Mercosur, que pertenecía al sindicato. Hacían trabajos de limpieza, que es un rubro que forma parte de nuestro convenio colectivo. La cooperativa funcionaba con los recursos del Estado, que los aportaba a través de la Subsecretaria de Transporte. Los tercerizados eran monotributistas, no tenían vacaciones y ganaban una tercera parte del convenio de lo establecido en el convenio. La Unión Ferroviaria no quería que los tercerizados pasaran a planta. En siete meses, no vinieron a una sola negociación. Hay una contradicción muy grande: un sindicato no puede estar de los dos lados del mostrador. Se supone que está para defender a los trabajadores. En el ferrocarril, en cambio, tenemos jefes que son delegados sindicales. No se pueden defender los intereses de la patronal y los de los trabajadores simultáneamente. Me parece una cuestión de principios”. Franzín dijo que “la Unión Ferroviaria es una organización vertical. La jerarquía en el Roca viene en el siguiente orden: Pedraza, Fernández y Pablo Díaz “. También declaró que “cuando yo entré al ferrocarril, los ingresos pasaban por la gerencia de recursos humanos. Cuando llegó Ugofe, el sindicato paso a poner al gerente. En los talleres, metieron a mucha gente. Amigos, familiares… los consideran ‘gente que les debe favores’”.
El último en declarar fue Juan Molina, otro trabajador del taller que fue reclutado por la patota para evitar el corte de vías. Aunque admitió haber ido “obligado” por temor a perder su empleo, su testimonio apuntó a deslindar de toda responsabilidad a Pablo Díaz. En las escuchas judiciales de la causa, consta una comunicación telefónica de su padre, ex ferroviario, con “El Gallego” Fernández. En esa misma comunicación, el joven Molina establece una cita con el jerarca de la UF. Molina había negado esa conversación. Nuestra querella solicitó que se le hiciera escuchar el audio para que reconociera su voz. El tribunal, por mayoría, no dio lugar a nuestro pedido.
El juicio continúa avanzando y acumulando pruebas contra Pedraza, su patota y los policías que fueron cómplices del crimen de Mariano. Al mismo tiempo, las bandas de la burocracia pedracista siguen actuando impunemente.
Sos un boludo. Yo nunca dije eso, lee lo que escribí y no tergiverses lo que digo.
Es más que obvio que los secuestradores fueron los mismos patoteros que mataron a Mariano, es decir la burocracia sindical de la UF. Yo lo que dije y sigo sosteniendo es que desde el gobierno levantaron el teléfono para que lo liberen y no lo maten. Lo concreto es que al gobierno no le conviene un desaparecido más o un muerto más en el contexto de crisis en el que estamos, porque desarrollaría una crisis todavía más profunda. La movilización popular en todo el país y la repercusión que tuvo el secuestro pasadas unas horas del hecho fue clave para presionar al gobierno y demostrarle que si no aparecía con vida se iba armar flor de quilombo.
La tragedia del montonerismo y la epopeya de la juventud socialista
Horacio González -director de la Biblioteca Nacional y figura destacada de Carta Abierta- participó días atrás, junto con el autor de esta nota, en una mesa debate sobre el asesinato de Mariano Ferreyra. Fue entonces que González -luego de rendir homenaje a Mariano y también a la labor del Partido Obrero- centró su intervención en atribuir al crimen el carácter de una tragedia. Aunque el tema no fue desarrollado, la muerte de Mariano quedó expuesta así como la consecuencia una rebelión inútil, acicateada por la inevitabilidad: en la tragedia, el héroe consume su vida en la tentativa de burlar su propio destino.
La “tragedia” de Mariano daría cuenta, entonces, de un sacrificio vano. O peor aún: podría ser una excusa para cultivar una “industria del martirologio”, según se planteó en las asambleas de Carta Abierta. Alguno de los colegas de González no se privó de adjudicar al PO y a Altamira el propósito de “tirarle un muerto” al gobierno. Una canallada, que lo pone, moralmente, por debajo de Pedraza. Por esta vía, la “tragedia” transforma las víctimas en victimarios.
La tragedia, argumentó González, tiene una condición única y excepcional. El asesinato de Mariano fue ajeno al poder político, que González defiende. En esta interpretación, la “tragedia” se torna una abstracción, pero para deslindar la responsabilidad del gobierno en el hecho.
Es que lo concreto es siempre concreto. ¿Cómo abordar el crimen de Mariano sin considerar una política activa de colaboración y de sostenimiento de la burocracia sindical más corrupta, asociada al capitalismo de amigos y a concesionarios, incorporada al aparato estatal, protegida por el aparato de seguridad, asentada, por sobre todas las cosas, en la superexplotación obrera y en el rescate de más de una década de las privatizaciones menemistas -apoyadas en su momento por los Kirchner? No es excepción, sino una regla que las muertes “trágicas” (políticamente abstractas) se alineen también en fila bajo el régimen de los Kirchner: con los pueblos originarios en Formosa, con los ocupantes del Parque Indoamericano en la Capital, con Fuentealba en Neuquén, los muertos de Once…
González emparentó también la tragedia de Mariano con otras muertes, como las de los militantes Montoneros y de la JP de los años ’70. De nuevo, se trata de un recurso despolitizante: pasa por alto una orientación política sin salida, que combinaba la lucha armada por el retorno de Perón con la lucha armada por la “patria socialista”. Perón fue, sin embargo, el recurso último de la burguesía contra una clase obrera insurgente. Por eso se encargó de comenzar una masacre, cuya parte decisiva realizó la dictadura militar. Eso sí fue una tragedia, si se considera a los miles de luchadores que perdieron la vida persiguiendo un propósito político que era su propia perdición. Es decir: González escamotea la tragedia de los Montoneros y Perón para adjudicarla a los luchadores socialistas, que no tienen ninguna ilusión en el nacionalismo y/o en el centroizquierdismo, que son las formas disfrazadas de un proyecto de contenido burgués.
Aquella juventud setentista fue arrastrada detrás de un programa que decía que “dar la vida por Perón” era la vía de la revolución. Perón eligió la fascitización, como lo hicieron todos los líderes de los movimientos nacionalistas en el resto del mundo, ante la emergencia de un movimiento obrero independiente.
Los jóvenes que reivindicó González querían una “patria socialista”, mediante una política que los llevaba a un callejón sin salida. Sus apologistas vergonzantes de hoy, que se encuentran en el gobierno, ya no vivan “la patria socialista” sino “la reconstrucción de la burguesía nacional” -y se sientan en la mesa del imperialismo, el G20.
Mariano no es el testimonio de una tragedia porque no cayó en una lucha con ilusiones en sus victimarios. Es parte de una epopeya que escribirá la clase obrera mundial en esta etapa de bancarrota del capitalismo. La militancia de Mariano pertenece al género épico: contribuir a desarrollar la conciencia de la crisis insuperable del capital, de una transformación histórica revolucionaria, de la lucha por erradicar la explotación del hombre por el hombre llevando a la clase obrera y a los explotados al poder.
Por eso es que no solamente inspira su figura, sino la lucha histórica que encarnó en vida.
Bueno, da lo mismo, si tiene el teléfono de los secuestradores, es lo mismo que decir que lo mandó a secuestrar, y no creo que ninguna de las dos cosas sea una posibilidad real ni creo que vos tengas ningun indicio que apunte a lo mismo.
alguien escuchó a Severo dar estas declaraciones? yo lo saqué de un diario, por eso quiero saber si alguien lo escuchó de su propia boca… “era una camioneta por como sonaban las puertas”!!! WTF!!! como suenan las puertas de una camioneta? :lol:
“Creí que querían robarme el auto, cuando me quiero bajar del auto me agarra el tipo, me tira para afuera y veo que venía un vehículo detrás… me pega en el oído y me meten dentro de una camioneta –digo que era una camioneta por cómo sonaban las puertas– y me tiran al piso y me tapan con una alfombra o algo parecido, me decían que era un buchón, alcahuete. ‘Vos sabés lo que estás haciendo, nunca más vas a volver a ferrocarriles’, me dicen. ‘De esto no te va a salvar ni la conchuda hija de puta de Cristina ni la policía ni los derechos humanos, hijo de puta traidor’, también me dijeron”.
por empezar, la altura de una camioneta es distinta a la de un auto, yo creo que no hacía falta escuchar el ruido de la puerta para darse cuenta si es un auto o una camioneta…
Y qué se yo, por ahí era una van… Lo más característico de esos vehículos son las puertas corredizas. En todo caso no me parece algo a priori digno de sospechas…
pero las dudas que deja son validas, como no vas a distinguir una camioneta de un coche? los secuestradores le cerraron el coche para que no se lo afanen?