Las ahora columnas del Moishe Borinsky

Es cierto, pero también yo creo que debe de ser difícil ponerte en contra de tus propios jefes, ser periodista en Argentina, si no estas alineado, te borran del mapa. Es lo mismo un empleado que labura en una empresa para un jefe que odia, que puede hacer? Renunciar? Claro, pero a donde vas a laburar si son todas las empresas iguales?

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Por eso esta gente del grupo clarin estaba en contra de la ley de medios, siempre quisieron controlar todo ellos.

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Claro, vayas al medio que vayas, grupo Clarin es accionista jajajj

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Ley de medios que fue votado por todo el congreso, pero con su aparato se encargaron de meterle en la cabeza a la gente que venia de cierto espacio politico.

Me gusto mucho la columna aunque me parece que falta aclarar que este mismo plantel de Boca tiene el mismo comportamiento en los ultimos 3 partidos (Central , Racing y nosotros). La vez que el de Union saco la camiseta en homenaje a Messi tampoco se puede hacer , hay mucha doble vara con Boca

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HOLA RIVER

Aguante Pala

Censurar el grito de Agustín Palavecino es el error más grande que podemos cometer. Ganar un clásico en el descuento merece ser festejado libremente. No me gusta cargar al rival ni es nuestro estilo, pero entendamos también la descarga de un futbolista en su alegría extrema.

Mucho más, si tenemos en cuenta que cuando perdimos soportamos gastadas, faltas de respeto y provocaciones, que fueron justificadas por las autoridades y los medios como sentido común o descargas.

Tenemos la cancha absolutamente inclinada y si no cerramos filas entre nosotros, nos van a castigar como nos vienen castigando.

Voy a poner un ejemplo. El árbitro Merlos tuvo una deplorable actuación en Boca-Racing y no expulsó a Barco ni a Villa. Eran expulsiones claras. Si no las vio el juez, debió ser asistido por el VAR. No hay segundas miradas ahí. Si los expulsaba, no jugaban el clásico. Pues bien, Merlos siguió dirigiendo como si nada. Una especie de premio o, de mínima, un aval a su trabajo.

En esta oportunidad, el árbitro Herrera intentó manejar la cuestión disciplinaria con severidad en el PT (sobre todo contra River) y con cierta laxitud en el ST para que terminaran 11 contra 11. Es algo que ocurrió mil veces en la historia de los clásicos. En esa planificación, pudo expulsar -y eligió no hacerlo- a Varela, Enzo Díaz, Casco y Figal. Dos de cada lado. Eso es lo único que se le puede reprochar. Digamos que jugó con dos reglamentos distintos de un tiempo a otro. Al ser dos de cada lado, es evidente que siguió un criterio ecuánime. Hay árbitros que fueron artistas de manejar de ese modo los partidos calientes.

El tema es que ganó River con un penal que fue penal sobre la hora. Más aún, el tema es que perdió Boca**.** Ahora, Herrera es castigado y no dirige la próxima fecha. También es castigado el VAR.

Si no entendemos que Boca es el poder concentrado en el fútbol argentino, no entendemos el contexto en el que competimos. Por eso salieron campeones los últimos años.

Son tantos los fallos en los que fueron favorecidos, tantos y tan concretos, que la lista sería larguísima y es un tema de directa incidencia en los títulos que consiguieron.

De esta manera, con el poder real y también el poder mediático, intentan disciplinar a los árbitros: saben perfectamente que, si con sus fallos -sean justos o no- termina perdiendo Boca, se arma quilombo y serán castigados.

No importa si algún jugador de Boca manda al hospital a un rival. Eso no será revisado, no será penado el árbitro ni el agresor.

Ahora bien, gritarle un gol a Boca es penado severamente por el establishment. Da vergüenza de sólo observar cómo intentan masacrar un grito de gol furioso, una descarga emocional tremenda por ganar un clásico, como lo ganamos. Mientras tanto, se hace un silencio absoluto, y hasta se justifica la corrida hasta la mitad de cancha de un arquero dos veces mundialista para disciplinar a un adversario, sin advertir, que fue esa reacción el combustible para el descalabro total.

Repito: lo banco a muerte a Palavecino. Gritó el gol como lo gritaron los hinchas y, de hecho, ningún jugador rival que estuviera ahí cerca reaccionó. Lo gritó delante de ellos en general y de ninguno, en particular.

La grandilocuente reacción de Chiquito Romero, no castigada por el árbitro ni por el VAR, le dio otra dimensión al tema. En Rosario, también reaccionó mal el arquero contra un rival y no pasó nada. Hay alguien más para agregar a la lista de los que tienen impunidad. Luego, tuvo un discurso conciliador, pretendiendo justificar su actitud, pero no es lo que mostró en su reacción en la cancha.

Hace unas fechas, Boca ganó sobre la hora con un gol de Figal en el Amalfitani y el defensor de Boca se lo gritó socarronamente a los hinchas de Vélez. ¿Lo echaron? No. ¿Lo suspendieron? No.

Cuando Troyansky festejó su gol, el 2-1 de Unión sobre la hora en la Bombonera, sacándose la camiseta a lo Messi en un Barcelona -Real Madrid, fue expulsado y sancionado por tres partidos por “incitar a la violencia”.

Parece que la violencia se incita de un lado solo.

El presidente del Tribunal de Disciplina sigue siendo Fernando Mitjans, que hace unos años confabuló con Angelici para aminorar las penas a los jugadores de Boca, antes de un partido importante. Increíblemente sigue en su cargo. Ahora, es el responsable de la sanción a Palavecino. Cuidado.

Hay miles de ejemplos de situaciones insólitas. No se le puede ganar a Boca. No se le puede gritar un gol a Boca. No se puede cobrar un penal en contra de Boca.

El gran problema que tenemos nosotros es que pretendemos vivir y jugar con grandeza en un fútbol absolutamente contaminado y ventajero. Todo el quilombo que armaron intenta disimular que jugaron otra vez a refugiarse y rezar que River no acertara en su intención de ganar en el Monumental. Todo el aparato mediático, cooptado por Boca y con frágil presencia riverplatense, hace el resto.

Los paneles periodísticos son 4-1 para Boca. Ahí son los putos amos. Quiero decirles a los hinchas de River que me escriben, lógicamente azorados por esta situación incomprensible, que los entiendo perfectamente.

La idea es intentar minimizar el fútbol que juega River y limitarlo a que recibe ayudas arbitrales para ganar.

Si River pretende jugar con corrección, limpiamente y respetando las buenas costumbres, será masacrado en la cancha, cada vez que juegue un clásico. Eso pasó los últimos tiempos, con la complicidad arbitral. River supo jugar este clásico como corresponde y mereció ganar de principio a fin.

Jugamos como equipo grande que somos. Mientras los otros, lloran como jugaron. Como chicos acostumbrados a que se cumplan todos sus caprichos.

Basta.

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la leí hace un rato.
debe ser de lo mejor de este tipo en años.
impecable

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Totalmente nos hacen creer que es de vida o muerte porque ellos ya perdieron ese clasico y necesitan emparejar todo cuando no lo es.

LA REALIDAD CUANDO COMPARAN QUE ES PEOR DESCENDER O MORIR EN MADRID HABRIA QUE PREGUNTARSE QUE CAMBIOS PASO DESPUES DE ESOS 2 ACONTECIMIENTOS. EN RIVER EL DESCENSO NO CAMBIO DEMASIADO PORQUE SIGUIO SALIENDO CAMPEON Y HASTA NOS HIZO MEJORES EN EL AMBITO SUPERCLASICO PORQUE LES GANAMOS LOS MAS IMPORTANTES. A ELLOS MORIR EN MADRID LES HIZO JUGAR COMO CAGONES Y NO JUGAR DE IGUAL A IGUAL PARA NO EXPONERSE A QUE RIVER LOS GOLEE. LOS HIZO SER EL EQUIPO CHICO DEL SUPERCLASICO MAS DE LO QUE YA ERAN

HASTA GIMNASIA ULTRACOGIDO POR ESTUDIANTES LE JUEGA DE IGUAL A IGUAL Y SE LE ANIMA

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memorable!!! robé un par de frases tuyas en el file para cuando surja la necesidad

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Excelente

HOLA RIVER

A los caretas, ni cabida

La tremenda victoria del superclásico sigue vigente con un protagonismo inusitado, dado que no se trataba de la final del mundo ni mucho menos.

La enorme repercusión de la última columna, que tan generosamente @GenRiver replicó en las redes hasta alcanzar un enorme nivel de viralización, deja expuesta la situación que venimos soportando los hinchas de River a nivel arbitral y mediático.

Cuando Tevez empujó a Maidana y el árbitro igual cobró el gol, no hubo escándalo pero ni por asomo. Cada vez que ganan en un clásico, las polémicas son puestas en un recuadrito y justificadas en el sentido común. Si Varela le mete una zancadilla a Aliendro y lo manda al hospital, es un choque accidental. Ni hablar de Cunha en Madrid o de Sampaio inventando tiros libres para Boca. La bronca era nuestra, por eso no hubo decisiones políticas de la AFA ni alboroto en los medios.

Se pasaron toda la semana hablando de una jugada que es penal y que, tal vez, alguno pueda pensar que no lo es. Nadie puede decir en un debate sano y bien intencionado que es un invento o es un robo. El que dice eso, directamente, es tendencioso, malintencionado o fanático. Se armó un escándalo descomunal que permanece en el debate futbolístico por una sola razón: perdió Boca un clásico sobre la hora.

Cuando ganan un clásico, el discurso dominante es festivo. La explicación pasa por la personalidad, los huevos, el famoso ganar a lo Boca, la mística y más variantes de, más o menos, lo mismo.

Las pantallas se inundan de festejos, repiten mil veces el gol, hay entrevistas a los héroes y brindan con champán. ¿Hubo foul en el gol? ¿Debió ser expulsado tal? No nos quedemos con pequeñeces…

En esos casos, las polémicas arbitrales pasan a un segundo o tercer plano, y si alguno de nosotros tiene la osadía de plantear alguna injusticia arbitral, el coro mayoritario nos manda al cono del silencio y nos somete con los parlantes extendidos a todo volumen por el circo mediático.

Es una pelea absolutamente perdida que, algún día, alguien explicará por qué.

Queridos amigos, la descripción de la situación que vivimos no nos debe desanimar. Los años generan aprendizaje. Las heridas cicatrizan y los golpes que antes dolían, hoy son insignificantes. Vivimos una era de pretensión de mayor aceptación de las personas, pero no se verifica en la realidad futbolística. Hay una versión careta de la sociedad y una versión real. La brecha es casi tan grande como casi todas las brechas de este país.

Hace rato que no les doy bola a lo que dicen los bosteros. A sus mentiras, a sus quejas, a sus amenazas. No son creíbles. Mienten. Tergiversan. No son capaces de enarbolar una autocrítica y prefieren embarrar la cancha. Jamás pierden bien. Tienen rechazo a la verdad. Nosotros los descubrimos y se lo cantamos en la cara: la mentira se acabó. Pero ellos siguen aferrados a sus falsas creencias.

A los que gestionan se los juzga por sus decisiones. Por más buena cara que pongan o presten el oído a los reclamos de los dirigentes, la AFA y los árbitros hablan con sus actos.

Cuando Merlos se equivocó groseramente y no expulsó a Barco y Villa contra Racing, razón por la cual pudieron jugar el superclásico, el árbitro no tuvo ninguna consecuencia. Siga, siga. Ganó Boca.

Ahora Herrera cobró un penal sobre la hora que, para mí, es penal, para vos, puede no ser y eso forma parte de un debate polémico habitual en el fútbol. Pero de ninguna manera alcanza la estatura de las no expulsiones antes mencionadas. Tapia y Beligoy lo paran. Lo castigan. Dan un peligroso mensaje a los árbitros y a la sociedad. Esta vez, perdió Boca. ¿No puede perder Boca?

Pueden adornar como quieran todo lo demás, pero va llegando el día en que los dirigentes pierden representatividad por su falta de conexión con el mundo que manejan. ¿Cómo se pueden sentir los árbitros con semejante jefe?

Es una lástima, porque haber conseguido el Mundial podría haber generado otro tipo de conducción, más transparente. Se supone que cuando se llega a la cima, uno debe ser más magnánimo. Siempre se está a tiempo de mejorar pero hay que dar señales claras.

Las que vemos, van en sentido contrario.

Nosotros, tranquilos. Que el ruido no tape la realidad. Ganamos el clásico, seguimos punteros y con una buena diferencia, pero el torneo continúa y ahora viene un rival durísimo. Talleres es un equipo ofensivo. Ataca, patea al arco, no juega refugiado en su campo y exige documento a sus jugadores para pasar la mitad de la cancha. Hace goles. Muchos goles. Tiene todas las características de un equipo grande. Será un partido difícil y habrá que jugar muy bien, muy concentrado y bien metido para sacarlo adelante.

Ganarle a Boca fue muy lindo, pero solo suma tres puntos. Nuestro objetivo es más grande: queremos salir campeones.

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HOLA RIVER

Lo esencial no está en los detalles

Vamos a ordenar un poco esta especie de confusión que nos dejó el quilombo que armaron los bosteros por perder un clásico sobre la hora.

River tiene que pensar en River. Las cuestiones secundarias, los finísimos criterios tácticos o estratégicos que dependen del signo zodiacal del lateral izquierdo rival, cómo afecta la luna al volante creativo o si el cinco sale jugando o mete la cola entre los centrales, deben considerarse como lo que son: detalles menores.

Lo importante es otra cosa. Lo central es la idea, la postura, la convicción, el convencimiento, la presencia que tiene un equipo en la cancha, esa que hace pisar más firme minuto a minuto y genera crecimiento en los rendimientos individuales, consistencia en lo grupal y desalienta a todo rival que pretenda incomodar.

Cuando un equipo como River saca tanta ventaja en la punta del campeonato, se juega seriamente a sostener la estructura que le da confiabilidad. Los resultados, las victorias, llegan producto de la solidez del equipo, la confianza en el sistema y la calidad de los jugadores.

La salida de Aliendro es algo que seguramente Demichelis podrá explicar producto de un concienzudo fundamento táctico. Hay que hacer más simple la cosa: Aliendro adentro. Juegan mejor todos. Es alguien que equilibra el medio, hace que los defensores no queden tan expuestos y le permite soltarse más a De la Cruz.

Si Aliendro no puede jugar, tenemos a Kranevitter como para ir sumando minutos. Si finalmente el técnico decide con una causa justificada en cuestiones esenciales que es el jugador a sacar para poner un segundo delantero, la pregunta es: ¿qué onda con Rondón? Fue un muy buen jugador y quizá lo vuelva a ser, pero hoy no está a nivel. En caso de poner un segundo delantero centro, no hay motivo para no juegue Borja.

Me dirán: Talleres presiona la salida y entonces la íbamos a tirar larga a Rondón para iniciar y el venezolano la aguanta mejor… Demasiado chiquita la explicación. Hay un jugador que está bien, que mete goles y otro que hoy no está al nivel que supo tener y no mete goles. ¿Quién tiene que jugar? El fútbol no es más complicado de lo que es.

Más allá de la derrota, en la que hay una muy buena actuación de Talleres y dos muy buenos goles de Garro, uno directamente excepcional, cometimos errores graves. Estratégicos.

Jugamos un partido abierto, de ida y vuelta, le ofrecimos a Talleres la contra vertiginosa que tanto le gusta. Mucho antes de los goles, nos tuvo que salvar Armani por situaciones clarísimas.

Repito el concepto vertido luego del partido con Fluminense: si defendemos así, ponemos en riesgo todo. Absolutamente todo.

El ruido mediático de la victoria en el clásico nos hizo mal. Nos distrajo. River no jugó un buen partido. Confundido. A lo loco. Tranquilos muchachos, el estrés es para los que vienen atrás.

Hay que estar bien parados, no dar ventajas y manejar la pelota con la sabiduría y calidad de nuestros jugadores para llegar al gol. No busquemos cosas extrañas, frenesí ni mano a mano.

Fíjense qué interesante. Más allá de todo, tuvimos chances de hacer goles. El equipo siempre tiene llegada y solo se trata de ajustar el equilibrio para que no nos agarren mal parados.

No hay que sobregirarse. Los detalles de los partidos son eso, detalles. Si le damos centralidad, vivimos pendientes de las hormigas cuando hay un desfile de elefantes. River es River y por eso, por lo general, los que se acomodan tácticamente son los rivales.

A veces siento que nos complicamos solos. Ojo, los rivales son buenos, juegan, nos van a querer ganar, pero condicionar tanto lo propio a lo que hagan los otros, me parece contracultural.

Me gustaría jugar como sabemos, con el equipo concentrado y equilibrado, sin buscar cosas raras. Vamos punteros. Eso significa que estamos haciendo las cosas bien. Hay que tocar lo menos posible. Que los jugadores que hoy arrancan en el banco se ganen la posibilidad porque entran y la rompen, no por una cuestión táctica menor.

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Me lo imagino al gordo, 4 am, ojos ya rojos de tanto leer, café en mano y cigarro en los labios leyendo el foro y escribiendo sus columnas

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Todos nos roban. El Farinella, el menudente, Santarsiero, Bosta Febre, etc. Falta que nos venga a chorear Beltrauma también.
En este caso, el gordo captó el concepto foril de que el mamboretá que se come Eva se acomoda a los rivales en lugar de forzar a los rivales a acomodarse a River.
Es ridículo que diga “Aliendro no jugó porque Taiere juega como Huracán”. Venís de ganar el super, te levantaste en pija después un tropezón feo Y TE ACOMODÁS VOS AL PLANTEO DEL EMPERADOR DE LOS EQUIPOS MÁS AMARGOS DEL MUNDO?
Qué onda, pibe. Sos raro.

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HOLA RIVER

Una final con Platense

River tiene por delante un dificilísimo partido contra Platense, con mucho en juego. Se podría decir que es el partido más importante hasta ahora del campeonato. Más que el clásico, sí. Es el partido que define si vamos en serio o nos complicamos en serio.

Si no entendemos que lo conseguido hasta ahora es muy importante, pero todavía falta casi la mitad del recorrido, estamos confundidos. Ojo, era fácil pensar que la cosa estaba más o menos encaminada, porque los números de la campaña son impresionantes.

La posta es que más allá de eso, podemos salir al Monumental el domingo con solo dos puntos de ventaja sobre San Lorenzo. Después de todo el ruido que se hizo, después de que dieran por terminado el campeonato, un poco por nuestro rendimiento futbolístico y otro para intentar secarnos, es un escenario complejo para el que hay que prepararse mentalmente.

Si llegamos al domingo medio desprevenidos, la vamos a pasar mal. Es un partido clave y hay que poner lo mejor. Puede confundir el hecho de que el próximo jueves River tenga un choque importante en Perú por la Copa, pero esa será otra historia. En la Copa estamos complicados y en el campeonato tenemos que ganar si queremos dar un mensaje claro hacia adentro y también hacia afuera.

No es una victoria cantada, ni mucho menos. En todas las fechas, el fútbol argentino nos muestra la extrema competitividad que lo caracteriza y que obliga a tomar a todos los rivales con la importancia que merecen.

Platense viene de golear a Racing y querrá seguir sumando. Tiene toda la pinta de partido traicionero. La obligación será nuestra y el rival intentará manejar los tiempos para que caigamos en la desesperación.

En ese sentido, no debemos olvidar que desde la derrota en Córdoba empezó un campeonato nuevo en el que ya no tenemos la ventaja que teníamos. Lo qué pasó, pasó. No hay que lamentarse. Era un partido que se podía perder. Lo que debemos hacer es seguir construyendo una campaña ganadora con tranquilidad, solidez, sin dar ventajas y tratando de aprovechar nuestro funcionamiento colectivo en ataque.

No hay mucho misterio, ni hay que hacer locuras. River tiene la tendencia a excederse en la búsqueda y sufrimos ante errores que propician contras. Hay que intentar volver al equilibrio y al cero en el arco propio. Ese es el principio del orden que nos puede volver a dar certezas para lo que queda del viaje.

Más allá del sistema táctico que decida Demichelis, tal vez sea un partido para darle la titularidad a Borja. Cerca del área, su hábitat natural, el lugar donde es importante para tratar de hacer lo que mejor sabe: goles. Puede vincularse con Beltrán o con Solari. Pensando en la idea de poner la mayor cantidad de titulares posible, tal vez lo mejor sea que arranque con Beltrán, aunque el desborde de Solari puede ser importante para abrir la defensa Calamar.

Hay que ser fuertes mentalmente y estar dispuestos al esfuerzo máximo para seguir en la punta del torneo. El que pensó que iba a ser un desfile, está totalmente equivocado. La subestimación es el camino más cercano a la derrota. Hay que tomar al partido que viene como el más importante. En este caso, vale doble. Porque venimos de una derrota y volver a dejar puntos sería un poderoso combustible para la ilusión de todos los que vienen atrás con ganas de dar el zarpazo.

Cuando querés salir campeón, tenés que demostrar todos los partidos.

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“Hay que estar mentalmente fuertes para esta final contra… PLATENSE.”

MENTALMENTE FUERTES?
NOOOOOO, ESTO COMO UNA DE ESAS PESADILLAS.

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A eso llegó esta dirigencia y plantel…

si ganamos este torneo lo recordaré como el campeonato de las columnas de farinella

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HOLA RIVER

Una victoria finita

Pocas veces una victoria me dejó tan preocupado. Digamos que haber conseguido un resultado tan necesario por cómo se había puesto el campeonato, es de lo poco que puede rescatarse de una actuación frágil e inconsistente.

Esa es la sensación. Parecía que Platense nos manejaba la pelota y los tiempos del juego, que no teníamos recursos para imponer condiciones y que tampoco dábamos las garantías en la última línea para entorpecer el camino de ellos hasta las cercanías de Armani.

River empezó el partido como para vivir una fiesta. Un pase en profundidad de Nacho, desborde y centro de Solari, embestida goleadora de Borja. Dos minutos. El gol de la tranquilidad. El que te permite manejar el partido y mover la pelota hasta encontrar la mejor jugada, con más espacios ante la necesidad del adversario.

Nada de eso. Pasó lo que nunca. Armani se mandó una macana con los pies que derivó en un córner. Ahí pasó algo que no nos debe sorprender tanto. Gol de pelota parada. A partir de ahí la confusión. Los nervios. Las dudas. La sensación -volvemos a la palabrita- de que no estábamos lo suficientemente fuertes para dar un mensaje claro en el campeonato.

Con San Lorenzo a dos puntos, River necesitaba tener una actuación consistente, que pusiera las cosas en su lugar. Hoy podemos decir que lo que logramos es sostener la ventaja, pero en el funcionamiento se advirtieron síntomas peligrosos que pueden invitar a los rivales a animarse.

Las filtraciones de la defensa fueron importantes. Las imprecisiones en la salida, también. La toma de riesgo, por momentos, incomprensible. Un partido que estaba pendiendo de un hilo, lo arriesgábamos con salidas finitas cuando no estábamos finos. Los equipos campeones tienen un componente de inteligencia superior al que mostramos contra Platense.

No sé en qué momento pasó. Si fue la noche terrible de Fluminense. O la que jugamos con suplentes en Tucumán. Pero es evidente que River bajó su rendimiento. Esa seguidilla de partidos ganados, sin goles en contra y el fútbol que nos identifica, se quedó en algún lado. Bajo presión hay que jugar más.

Otro desborde de Solari luego de una muy buena apertura de Borja, terminó en el gol de Nacho que nos permitió un desahogo. Ni así ordenamos el partido y jamás se nos quitó esa fea idea de que algo malo puede pasar. Imprecisiones, presión a destiempo, errores en pases fáciles, muchas pérdidas, coberturas deficientes… Podía pasar cualquier cosa.

River necesitaba el tercer gol que lo pusiera a salvo, ya no de un accidente, que siempre puede ocurrir en el fútbol, sino de que alguna de las aproximaciones de Platense terminara adentro. Coqueteamos peligrosamente con el empate hasta los últimos minutos en los que perdimos goles, de esos que casi siempre terminás pagándolos en tu arco. Goles hechos milagrosamente salvados por el rival o mal definidos por nosotros.

Borja hizo un buen partido. El gol de entrada, algunos buenos movimientos, se mostró más activo y participativo. Mostró que le dolió verse afuera tanto tiempo y también que tiene mucho para dar. Es un jugador importante que en el área es peligroso. A veces viene bien tocar el orgullo y ver qué hay.

Volvió a verse una tendencia suicida a salir jugando bajo cualquier circunstancia y es una ventaja que decidimos volver a dar. Creo que hubo una jugada faltando tres minutos en la que se la dimos apenas afuera del área al volante central que venía a buscarla de espaldas a la cancha y con marca. Digo que creo y no lo aseguro, porque en el mismo momento que ocurrió perdí el conocimiento. Desperté cuando me garantizaron que la jugada había finalizado sin consecuencias.

En fin, amigos. Menos mal que ganamos. Era necesario. Ahora vamos a Perú donde tenemos que sumar. Será un choque muy duro. Pero esa será otra historia.

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Había varios que lo puteaban al gordo acá y no se lo bancan. Pero no se puede negar que es un hincha de verdad y el único que tiene algo de pelotas para hablar cuando lo perjudican a River.

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