Las ahora columnas del Moishe Borinsky

“Así no se juega la Copa”.

Parece que Gordinella te estuvo leyendo tus mensajes @Alguien

4 Me gusta

Es que no hace falta ser un iluminado para saber cómo se juega esto y cómo NO, y la cantidad de ejemplos que hay en la historia de River, no aprendemos más y nos encanta caer en la trampa una y otra vez

4 Me gusta

Si no va con los tapones de punta el cementerio de achuras, no messirve viejo.

3 Me gusta

Este señor durante el aguilarato era integrante tanto de TYC Sports como de Olé. No lo escuché criticarlo. Capaz me equivoco pero, me da la sensación, que es corresponsable de la debacle con su silencio mediático. Por qué no criticaba Farinella a aquella comisión delictiva cuando debió hacerlo?

2 Me gusta

Por mucha$$$$ razone$$$$$

2 Me gusta

Cualquiera se daba cuenta que este cuerpo técnico no era una maravilla y al equipo le faltaba una limpieza de jugadores y una defensa en serio…

3 Me gusta

No hace falta saber ni como se juega al futbol para razonar que si jugas con 1 central te van a cagar a goles. Hasta la verdulera de la esquina de mi casa lo sabe.

1 me gusta

Te juro que cuando sacó a Mammana, para jugar con 3 atrás cuando ya estábamos perdiendo y los laterales eran conos, no lo podía creer, ni un infiltrado te la hace a esa! ni los simios de Battaglia, Ibarra y Herrón!!!

3 Me gusta

Es asi, es la historia de River, pegarse tiros en el pie como pelotudo.

Yo le voy a tratar de seguir dando mi voto de confianza pero despues de lo de ayer y los cambios que viene haciendo me cuesta seguir confiando. Ya la cosa no me olia bien cuando mandó a prestamo a Peña y no borró a ninguno de estos viejos chotos acabados que solo quieren seguir currando con el club. Aparte le metieron a los 2 fracasados de Lux y Pinola en el Cuerpo Tecnico…

1 me gusta

En serio?
Farinella?
El mismo que encubria a aguilaucha?

1 me gusta

Concuerdo con todo. Imperdonable lo de Peña y que esten esos dos ñoquis en el cuerpo tecnico no es nada bueno.

2 Me gusta

HOLA RIVER

Feroces en la hora decisiva

Una madrugada, hace unos meses atrás, volvíamos del cumple de un amigo y nos detuvo un semáforo en rojo. Veníamos despacio, no había nadie en la avenida. Ni de un lado ni del otro. Avenida importante, cruza con Lidoro Quinteros, Monroe, Udaondo. Estábamos charlando tranquilos mientras esperábamos la luz verde, cuando de repente sentimos que nos pasaba un camión por encima.

Luego del estruendo sorpresivo e inexplicable, el control de daños. ¿Estamos bien? Todos bien.

El auto quedó torcido como el jugador baqueteado por lesiones y miles de batallas, que ya es amigo del kinesiólogo porque hace el milagro de estirarle la carrera.

Al mes de sacar el auto casi nuevo, apenas levantó la barrera después de que el tren se decidiera a arrancar, en medio de una caravana de autos nutrida que ponían primera sigilosamente, una camioneta decidió acelerar a fondo y pum. Otra vez sopa.

Conclusión: cuando uno menos se lo espera, cualquiera puede hacerte daño. Con razón, sin razón. Más vivo o más bobo. No hace falta que uno cometa errores para tener que sacar del medio.

De todos modos, tenía unas preguntas dando vueltas. ¿Qué hice mal? ¿En qué me equivoqué?

Hasta los ejemplos más chiquitos sirven para demostrar que nuestras acciones son lo único sobre lo que podemos ejercer algún tipo de intervención. Los demás tendrán sus motivos, distracciones o lo que fuera.

A esta altura, podría pensarse que estoy abusando del alcohol. Es más grave: me sale naturalmente, sin aditivos. Voy al punto: lo que más me importa del clásico es la actitud de mi equipo.

Lo que haga el árbitro y lo que haga el rival no tenemos manera de modificarlo. Mi hipótesis es clara: ambos harán todo lo posible por ganarnos. Por las buenas o por las malas. Ya hemos explicado largamente las evidencias descaradas del favoritismo arbitral. De hecho, hay dos jugadores que serán titulares, que tendrían que estar suspendidos por haber sido expulsados ante Racing. Obviamente, los medios no se hacen eco de eso como deberían porque están dominados por Boca. A partir de ese enunciado, la respuesta de River debe ser contundente.

¿Qué sería una respuesta contundente? Que quede perfectamente claro, principalmente a los propios pero también a los extraños, que River hará todo lo posible por ganar el partido desde todos los ángulos: futbolístico, táctico, estratégico, mental, emocional, físico y energético.

Hay que creer que es posible tener una actuación soñada.

River está viviendo un momento especial. El recambio de técnico venía sobre un camino de pétalos de rosas, pero en Brasil nos clavamos una espina. Muy dolorosa. Cuidado, el dolor no nos debe hacer relativizar todo lo muy bueno transcurrido, que habrá que reafirmar pero que muy bien se está haciendo.

El año pasado, River no tuvo buenas actuaciones en los partidos importantes. Todo lo contrario. Lo que había sido un fuerte del ciclo, una marca, un sello, mostró una llamativa y dolorosa ausencia. Es el momento de demostrar que seguimos siendo fuertes mentalmente en la hora decisiva.

No tenemos forma de saber si los rivales y el árbitro nos van a joder en algún momento. Pero, al menos, quiero sentirme orgulloso de que hicimos lo que teníamos que hacer para ganar. Animarnos a jugar, pedir la pelota, vivir el partido como se merece un clásico.

La última vez que así lo hicimos, les dimos un baile terrible que era para 5-0 pero terminó 2-1. Son peligrosos. Nunca hay que descansar sobre lo conseguido, ni en los merecimientos contra ellos.

La búsqueda debe ser inclaudicable. Será el primer clásico del nuevo Monumental con tribunas más cercanas. Ahí también hay que demostrar.

Es un partido que jugamos todos.

Juguémoslo bien. No regalemos nada. Viendo en estos días cómo sacaron pecho por los últimos clásicos, que se lo ganen, que les cueste, que les sea muy difícil. Además, claramente vienen levantando y mejor así. La exigencia saca lo mejor de cada uno.

Recuerden: la guardia alta obliga a estar atentos porque en cualquier momento y de la nada, te pueden jugar una mala pasada.

Cuando pase el ruido, pase lo que pase, lo más relevante será mirarnos a la cara y darnos cuenta de que estamos bien.

Arrollemos a los rivales. Que parezca un accidente.

2 Me gusta

Qué flojo está el gordo.

Una columna pesimista que se conforma con “dar todo” … HAY QUE GANAR SI O SI.

2 Me gusta

Sigue escribiendo en Olé estás columnas o en otro lado xq ahí no las encuentro y antes publicaba siempre…

Por más que insistan desde el infierno, después de lo que pasó en Madrid no se puede poner un Superclásico a esa altura. A ganar, River, contra Boca y contra Herrera.

Autor

Leonardo Farinella06/05/2023 01:15 pm

Desde que murieron en Madrid cada vez que llega un clásico nos quieren hacer creer que es de vida o muerte. Es difícil explicarles a los muertos que ya no hay manera de poner a un clásico en ese nivel de todo o nada. Hasta el momento la ciencia no permite volver de ese lugar frío y sombrío en el que yacen luego del histórico 9 de diciembre.

Es tan profunda la necesidad que intentan condimentar con cuestiones que son meramente superficiales. La realidad es que hoy River les lleva 16 puntos en la tabla y que en caso de perder esa diferencia se reducirá a 13. Es un clásico de campeonato y como quedó demostrado en el anterior argumento, no define absolutamente nada.

Nosotros, los de River, de exigentes que somos nomás, igual lo queremos ganar. ¿Por qué? Simple. Porque de tanto en tanto nos rompe la paciencia el coro repetido de voces de ultratumba que magnifica insignificancias y las dice, las repite y las vuelve a decir incansablemente. Evidentemente, hay mucho tiempo ocioso en el infierno.

También queremos los de River que nuestro equipo muestre una cara afín a lo que nos identifica. Es un deseo que tenemos después de muchos años de orgullo en el que el equipo apareció siempre, sobre todo en las bravas. Esa constante se vio interrumpida el año pasado y después de lo qué pasó en Brasil andamos necesitando una respuesta contundente en la cancha, donde vale, justamente en el clásico. Necesitamos que nuestro equipo nos demuestre que sigue sintiendo esos partidos de un modo especial y que disfruta jugarlos, no los padece.

Hay que tomar este partido de un modo positivo. Recuerdo una anécdota de Ringo Bonavena, en ocasión de un viaje corto en avioneta. La cuestión es que de un momento a otro se armó una tormenta y el piloto entró a dudar. Llevaba a Ringo y un par más. Había cierto apuro por llegar y les dio la opción. Podemos pasar por el medio de la tormenta y vamos a tener turbulencias o podemos hacer un camino más largo, tratar de rodearla y tal vez evitarla. Nos desviamos un poco y tardaremos más, pero será más tranquilo. Atravesando la tormenta por el medio sentiremos que el equipo retoma el camino de la mística que tan fraternalmente abrazamos en la historia hermosísima.

River

Seamos protagonistas de esta nueva aventura. Primer clásico con la casa renovada. Será una fiesta en las tribunas que debemos intentar continuar en el verde césped. Es más fácil que se den las cosas si los agarramos del cuello con ganas, convicción, deseo de victoria contundente. Es más interesante este tipo de partidos si cada uno de los jugadores recuerda por qué está ahí, qué lo llevó a ser jugador y comparando dónde arrancó y dónde está se anima a disfrutar del camino recorrido. Es levantar la mano y decir presente, acá estoy, esto soy y voy a dar lo que tengo.

No quiero regalarles nada. No se lo merecen. A veces, por generosos o simplemente por mandato cultural, de tanto mirar al arco contrario nos descuidamos y nos embocan. Ojo, son ladinos. Son especialistas en ganar de cualquier manera. No les importa y no les avergüenza. Saldrán a la cancha con la idea de dañarnos a como dé lugar, por las buenas o por las malas. Preferentemente por las malas. Así lo disfrutan más ellos.

Obviamente contarán con el árbitro que querían. Herrera será un adversario más. No sólo queda claro por el historial que tiene en los clásicos y por algunas explicaciones ridículas de decisiones que tomó en algunos de ellos que claramente los favorecieron, sino esencialmente porque el coro repetidor de las preocupaciones en el bunker bostero esta semana estuvo calladito con el tema. Les gusta. Se nota mucho.

El propio Facundo Mura sufrió en carne propia la decisión de Andrés Merlos de no echar ningún jugador de Boca antes del superclásico. Barco y Villa debieron ser expulsados por el árbitro y si no, por el VAR. Nada de eso ocurrió y estarán en la cancha. Si lo ganan con un gol de alguno de ellos lo festejarán doblemente.

Este es más o menos el contexto real de lo que será el clásico. Usted podrá encontrar otras columnas, otras opiniones, otras miradas. Caretas, intereses o directamente de la contra. Algunos lo dicen, otros pretenden disimular lo indisimulable. Creen que la gente no se da cuenta.

A lo nuestro. Tengamos un lindo clásico. Jugando como sabemos. Metiendo como debemos. Ganando como nos merecemos.

8 Me gusta

El gordo este va a tener el privilegio de ver al viejo sorete seco de pagani quedarla en vivo.

2 Me gusta

Aca esperando la columna de Leito Fafafarinella

@nico :joy:

4 Me gusta

HOLA RIVER

Una noche hermosísima

Una nueva victoria épica de River merece ser festejada como lo hicieron Enzo y los muchachos con la gente, en la nueva cercanía que regala el Monumental. Es una imagen colosal, el resumen de la alegría que no se vio tanto porque las cámaras de televisión eligieron mostrar las lágrimas.

Ganar un clásico sobre la hora es glorioso. Se produce un estallido interno que está vinculado directamente a conseguir el resultado deseado cuando ya pensás que no se va a dar. Es una enorme alegría conseguir lo que merecés, lo que ganás con tu esfuerzo y producto de un trabajo del equipo muy superior al adversario.

El premio llegó después de haberlo buscado siempre, desde el comienzo y hasta el final. Contra un rival que adoptó la misma postura ultra defensiva que viene mostrando desde Alfaro para acá. Es extraño. Proclaman grandeza, pero cuando vienen al Monumental, se toman la pastilla de chiquitolina. De todos modos, si no consiguen un buen resultado, sacan el aparato a justificar y exagerar, hasta ponerse en el lugar de los héroes del universo.

Se armó un escándalo fenomenal porque** River ganó sobre la hora con un penal que es penal, pero que cuando se lo cobran en contra a Boca, nos quieren hacer creer que no es penal**. El nivel de manipulación es escandaloso. No aprenden a perder. Siempre que pierden la pudren.

Parece que no se le pueden gritar los goles a Boca. No se vio que ningún jugador de River sacara la lengua a un rival. Se gritó el gol, como se gritan los goles que definen clásicos sobre la hora. Palavecino lo gritó cerca de los jugadores de Boca, mientras los otros corrían detrás de Borja. Habrá que ver cómo en semejante pandemónium, Chiquito Romero escuchó desde el arco que ese grito era dirigido a sus compañeros. Sabrá Palavecino qué pasó en ese festejo, si alguno lo boqueó o si tenía una cuenta pendiente. El entiende que no es nuestro estilo entrar en provocaciones, por ellos patentadas. Pero hasta saber qué fue exactamente lo qué pasó, desde mi visión, lo gritó como se debe gritar un gol en esas circunstancias, lo gritó como se debe gritar en general y a nadie en particular, sólo que su inteligencia táctica lo hizo quedarse dentro de la cancha en campo rival para que el adversario no pudiera reanudar el juego.

El equipo dio la respuesta anímica que necesitaba después del golpe de Brasil. Se hace difícil jugar los clásicos, sobre todo cuando el rival corta y corta, el árbitro corta y corta, entonces pedirle a River que tenga la circulación y la secuencia de pases que lo hacen afirmarse en sus convicciones y estilo, es una exigencia desmedida.

Se debe tener mucha precisión en pocos espacios. El equipo buscó y buscó, se animó a jugar y siempre tuvo las ganas de ganar el partido. No puede decir lo mismo el rival. River no tuvo una actuación extraordinaria ni mucho menos, pero mostró la intención de ir al frente y tuvo las chances para ganarlo. Faltaron el último toque y el control final. También apareció Chiquito Romero salvando. Por lo demás, la actitud de equipo grande estuvo de un solo lado y los jugadores recuperaron el espíritu combativo indispensable en esta clase de partidos.

Quienes tenemos algunos años y cierta experiencia en partidos como éste, asistimos con una copa de vino y una sonrisa de oreja a oreja al desfile de lágrimas de quienes, acostumbrados a manejarse en la más absoluta impunidad, pretenden instalar que no fue penal o que les gritaron un gol en la cara.

El desborde emocional puede ocurrir. Pero hay que tener sentido común. Benedetto le sacó la lengua a Montiel en el festejo de un gol en el clásico más importante de la historia y no hubo ningún jugador de River que lo masacrara o pretendiera ajusticiarlo.

¿Por qué no prueban jugando al fútbol?

Queridos amigos, fue una noche hermosísima. El primer clásico sin el Muñeco resultó una fiesta inolvidable. De la mano de Demichelis, vamos por más alegrías.

20 Me gusta

Ok, pero el gordo tambien laburo y alimento ese aparato durante 30 años.