Por qué necesitamos la conquista espacial para avanzar
Hace un tiempo, durante una conversación en twitter, alguien soltó de manera airada una pregunta retórica: ¿Por qué gastamos dinero buscando agua en Marte mientras que en África apenas tienen para beber?… He visto muchas veces esa absurda pregunta y mi contestación fue la siguiente: ¿Sabes que la gran mayoría de los filtros que se utilizan para depurar el agua en África se basan en los desarrollos espaciales de la NASA? La respuesta que le ofrecí debió dejarle bastante confuso porque no volvió a responder.
A pesar de vivir constantemente rodeados de tecnología espacial que ha mejorado la vida de miles de millones de personas, aún queda gente que considera que la exploración espacial es una pérdida de tiempo y de dinero. Resulta paradójico que los mismos comentaristas que una y otra vez cuestionan la utilidad de la exploración espacial son incapaces de pasar un solo día sin utilizar alguno de los inventos y desarrollos procedentes de ella sin saberlo.
Avances en aeronáutica, en comunicaciones, en componentes electrónicos, en salud, medicina o biotecnología, tecnología en instrumentación, en nuevos materiales, en óptica, en sensores… Las agencias espaciales, y especialmente NASA, nos han ofrecido durante las últimas décadas cientos y cientos de mejoras que utilizamos en nuestra vida diaria. Cuando nos subimos a un coche, cuando encendemos nuestros móviles, cuando nos ingresan en un hospital.
Poca gente sabe que la agencia estadounidense tiene un programa de transferencia de tecnología [NASA Tecnology transfer program] dedicado exclusivamente a recoger todo el conocimiento adquirido durante el desarrollo de misiones espaciales y aplicarlo aquí abajo, a nuestro día a día. Cuando alguien dice que ir al espacio no sirve de nada “aquí abajo” está ignorando las miles de mejoras que disfruta gracias al conocimiento de “allí arriba”.
Hace tan solo unas semanas, y como cada año, NASA publicaba el informe correspondiente de tecnologías espaciales que se han desarrollado en los últimos doce meses. Más de 170 nuevos desarrollos aplicables a campos como la medicina, transporte, comunicaciones…
Pero hay algo aún más desconocido de todas estas aplicaciones e inventos desarrollados con tecnología espacial y es que gran parte de esta tecnología se ofrece bajo dominio público y libre de patentes. Es conocimiento y desarrollo de avances libres y a disposición de todo el mundo.
Hace unos días el blog salmón, un medio de comunicación especializado en finanzas, publicaba un acertado artículo titulado “Marte o el por qué el planeta rojo es fundamental para la economía”. El texto representaba la enésima intentona de hacer comprender que la investigación y el desarrollo de misiones espaciales han traído bienestar y crecimiento económico global a nuestro planeta. ¿Alguien realmente cree que si retiramos los cada vez más escasos presupuestos espaciales nuestro planeta iba a ir mejor?
Pero vayamos más allá: La exploración espacial habla de lo que somos como especie. Unos seres curiosos y deseosos de afrontar los desafíos más imponentes que existan. En la historia de la humanidad los viajes de descubrimiento han expandido nuestra cultura y han reducido nuestra ignorancia y, sí, para los más preocupados por la economía, también han abierto nuevas vías de comercio y riqueza.
Por eso no hay que olvidar que el destino no es lo más importante. Poner un pie en Marte o en satélite de Júpiter no es lo esencial, lo fundamental es cómo llegamos allí. No queremos ir a Marte solamente para pisarlo, al igual que no fuimos a la Luna para poner una bandera. El destino final es simplemente la culminación de cientos y cientos de problemas que debemos solucionar. ¿Cómo proporcionar oxígeno durante meses a una tripulación?, ¿cómo desarrollar nuevas formas de propulsión para llegar hasta allí?, ¿cómo inventar tecnologías que protejan de radiaciones?, ¿cómo fabricar comida para un trayecto tan largo?…
Antes de dejar una bonita e histórica huella en algún remoto planeta debemos inventar, estudiar, analizar y resolver mil problemas que aún no tienen solución. De eso trata la exploración espacial, no de pisar Marte. Trata de cómo el ingenio humano se enfrenta a los retos y problemas que plantea viajar de A hasta B.
Para lanzar una sonda que viaje durante años y consiga colocarse en órbita perfecta alrededor de un asteroide a millones de kilómetros de la Tierra hay que desarrollar tecnologías increíbles, sensores, motores, software… Cientos de ingenieros e investigadores que se enfrentan a los desafíos espaciales más imposibles y que luego terminan convirtiéndose en el GPS de tu coche, en un wassap en tu móvil, en la óptica de tus gafas, en paneles solares que proporcionan energía barata y limpia o en los filtros que depuran agua en una aislada aldea de África.