Que embole el mercado de bonos. El dia que sea un abuelo y lo único que quiera sea quedarme sentado mirando para afuera tal vez empiece a invertir en bonos.
Ah, son una gran inversión, sin duda.
Que embole el mercado de bonos. El dia que sea un abuelo y lo único que quiera sea quedarme sentado mirando para afuera tal vez empiece a invertir en bonos.
Ah, son una gran inversión, sin duda.
Claro, estabamos hablando de una propiedad por ejemplo en palermo a 70mil dolares un monoambiente. Incluso como inversion para alquilar no era rentable porque uno bono podria llegar a dar 7% anual que son 4900 dolares, es decir unos 49000 pesos. Osea que el alquiler para que supere el bono tendria que ser de mas de 4 lucas (sin contar todo lo que implica tener una propiedad) que para un monoambiente es demasiado.
Lo que yo nose es el riesgo de inversion del bono, se que depende del dolar que es imposible que baje, asi que teoricamente las dos inversiones son seguras.
¿70 mil dólares un inmueble en Palermo? ¿estás seguro? Me parece muy poco.
mmm creo que era algo de 78 o algo asi. Un monoambiente, de pozo, no en el centro de palermo sino tirando a villa crespo, o nose directamente si era villa crespo era como a 5 cuadras de parque centenario.
Y eso ya es VC, Caballito o Almagro depende para que lado del Parque esté jaja, Palermo no era. Te digo que acá 4 lucas al mes por un monoambiente no es tan descabellado eh.
Para muchas inmobiliarias, Palermo ocupa un 90% de la ciudad de buenos aires.
Yo no sé si vivo en Ituzaingó o Palermo E2 Saint Go (?)
Seguro, igual si le metes 5 cuadras a la derecha por el parque cent estas a otras 5 de palermo a lo sumo. Tampoco que pifie tanto.
Las arriesgadas jugadas geopolíticas de Enrique Peña Nieto
Norberto Emmerich y Edgar Valenzuela
Rebelión
Desde que el Almirante Dennis Blair, entonces director de los Servicios Nacionales de Inteligencia de Estados Unidos, declaró en febrero de 2009 que “en el corto plazo, la primera preocupación en materia de seguridad de Estados Unidos es la crisis económica global y sus implicaciones geopolíticas” [1] , era evidente que Washington entendía que el crecimiento económico chino era un desafío a su hegemonía y debía actuar en consecuencia. En el año 2012 esta visión se materializó en el “pivote Asia”, la doctrina estratégica de Obama cuyo objetivo es la contención de China y la recategorización de sus áreas de influencia [2] .
Contener a China significa dos cosas: en primer lugar, dificultar su acceso a los recursos estratégicos que necesita para sostener su vertiginoso crecimiento económico, principalmente el petróleo. En segundo lugar, evitar que su creciente poder económico se traduzca en una mayor influencia política.
Con esa finalidad Estados Unidos diseñó un movimiento de tenazas en Eurasia [3] , por ahora ineficaz mientras el contencioso ucraniano siga estrechando la cooperación de Moscú y Pekín, impulsando cambios en la periferia china para frenar su avance y reorganizar el Mar Meridional de China como su reserva estratégica.
Con tales fines Estados Unidos impulsó a nivel de la región acuerdos como la Alianza del Pacífico entre México, Colombia, Perú y Chile y el polémico Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Alfredo Jalife afirma que ambos acuerdos constituyen elementos centrales del cerco geoeconómico que Estados Unidos quiere imponer sobre China. El primero es el aspecto defensivo que busca detener la influencia china en Latinoamérica, el segundo es el aspecto ofensivo, que busca su asfixia marítima en el Pacífico [4] .
El reordenamiento estratégico americano tiene su nudo central en su propia zona de influencia, lo que conocemos como “Norteamérica”. La redefinición del concepto equivale a la absorción de facto de Canadá y México. Este proceso se inició con la entrada en vigor del TLCAN en 1994 y el siguiente paso fue la integración energética con miras a lograr “la independencia energética de Norteamérica”, según señaló el candidato republicano Mitt Romney en uno de los debates presidenciales de 2012 [5] .
Sabiendo dónde colocaría Washington su principal interés en el proceso electoral mexicano, el equipo priísta se esforzó por demostrar que serían los mejores garantes de los intereses de Estados Unidos en México, mostrando a los medios anglosajones que la apertura energética era su principal eje de campaña [6] .
Peña Nieto resultó electo en los comicios electorales de 2012 y Barack Obama fue el primer mandatario que llamó para felicitarlo por su virtual triunfo aunque legalmente aún no era el vencedor y crecían los reclamos de la oposición sobre un presunto fraude electoral [7] .
En este contexto Peña Nieto y su equipo hicieron lo impensable: ¡acercarse a China!
El hombre que no entiende que no entiende
Involucrar a otros grandes poderes para frenar la expansión de Estados Unidos en México no es una política novedosa. En realidad es una medida recurrente cuando la presión de Estados Unidos comienza a ahogar a la elite local. Los intentos de atraer a las grandes potencias europeas durante los últimos años del régimen porfirista [8] y la diplomacia practicada por los gobiernos revolucionarios durante gran parte del siglo XX son muestras de ello. El perfil político del PRI se delineó en base a esta recurrencia pragmática.
El entreguismo neoliberal imperante en el país desde hace tres décadas no impidió que un grupo pequeño con gran influencia en los círculos gobernantes operara un acercamiento con China como una forma de despresurización preventiva ante el agobio de Estados Unidos. Así lo demuestra el énfasis que ha puesto la administración de Peña Nieto en las relaciones con China desde que asumió el poder.
El primer acercamiento formal con China se dio durante la gira asiática de Peña Nieto entre el 4 y el 10 de abril de 2013. El mexiquense participó en el Foro de Boao, el Davos asiático, en el que destacó los cambios en la geopolítica internacional y la realidad de un mundo multipolar [9] , además de firmar memorandos de entendimiento entre Pemex y las petroleras chinas para la exportación de hidrocarburos y un mayor involucramiento en materia de capacitación [10] .
Estados Unidos no se demoró en responder semejante desafío. Durante una conferencia de prensa al término de su gira por Japón (principal aliado de Estados Unidos en Asia y el mayor rival de China en la región), un reportero cuestionó al mandatario mexiquense sobre la posibilidad de un estallido social de grandes dimensiones en México, hecho negado rotundamente por el presidente [11] .
El gobierno mexicano pareció ignorar el recordatorio lanzado por Washington hacia aquellos que intentan desafiar su hegemonía regional y Peña Nieto y su equipo continuaron firmando acuerdos comerciales y diplomáticos con China por más de un año hasta que los límites quedaron rebasados.
El 3 de noviembre de 2014 la administración federal anunció que la construcción del tren rápido México–Querétaro estaría a cargo de un consorcio liderado por empresas estatales chinas y algunas mexicanas cercanas a Peña Nieto y Luis Videgaray desde que el primero fue gobernador del Estado de México [12] . Tres días después el Secretario de Comunicaciones y Transportes anunciaba que la concesión había sido cancelada para evitar toda duda sobre la transparencia y legalidad del procedimiento [13] .
¿Qué tuvo que ver Estados Unidos en la cancelación de la licitación? Todo indica que mucho. El equipo de Aristegui Noticias informó que la residencia familiar de Peña Nieto era propiedad del Grupo Higa, uno de los contratistas ganadores de la licitación del tren a Querétaro [14] . Pero incluso antes de ello el rotativo The Economist lanzó una feroz crítica al mandatario mexicano por su actuación en el caso Ayotzinapa y difundió la información de que el diputado Manlio Fabio Beltrones ocuparía la Secretaría de Gobernación.
Entre la cancelación del tren por el regaño foráneo y el aumento de las protestas sociales por el caso Ayotzinapa, era lógico que la administración federal realineara su postura totalmente a favor de los dictados de Washington. Pero no fue así. En el marco de su visita a China con motivo de la Cumbre de la APEC, Peña Nieto firmó con Xi Jinping acuerdos por 14.000 mdd en rubros como energía, minería, infraestructura y telecomunicaciones [15] , sectores altamente sensibles para Estados Unidos.
A partir de entonces, tanto Peña Nieto como el secretario de Hacienda Luis Videgaray han sido objeto de escándalos mediáticos divulgados por algunos de los más prestigiosos e influyentes diarios del mundo, The New York Times, The Wall Street Journal, The Financial Times y The Economist. E n fechas más recientes los escándalos rozaron a sus principales operadores políticos, como el caso de José Murat, en una lista de nombres y hechos que parece no tener fin.
Al final, nos recuerda Georgy Voskresensky, el establishment estadounidense no duda en utilizar sus armas mediáticas contra aquellos líderes que no se ajustan al pie de la letra a los lineamientos de su política exterior [16] Dado que Washington conoce todos los movimientos y acuerdos hechos por Peña Nieto y su círculo cercano desde hace varios años, como lo reveló Edward Snowden [17] , su futuro no derrama esperanzas.
Reflexiones finales
¿Es posible que Peña Nieto abandone el sillón presidencial antes de tiempo? Por primera vez desde los tiempos de Pascual Ortiz Rubio en 1932, esa posibilidad dejó de ser retórica. Ello no implica con certeza que dimita, sino que tanto su estancia como su salida son igualmente posibles. Una vez aprobadas las reformas que le costaron una gran parte de su capital político, el mexiquense se ha vuelto desechable para muchos grupos que comienzan a deslindarse de él. Como bien lo dijo el locuaz Vicente Fox en Sonora: EPN está en jaque, sólo hace falta el mate [18] .
Si se mantiene en el poder es muy probable que uno los cambios en el gabinete se vuelvan más frecuentes. El Cansado Jesús Murillo Karam ya dejó la PGR. Luis Videgaray, cuyos negocios inmobiliarios fueron expuestos por el vocero de Wall Street The Wall Street Journal, y Miguel Osorio Chong, pueden ser los siguientes.
Menos mal que existen portales como Rebelion! para cantarnos la justa :mrgreen:
Esa chaparrita de Aristegui, que opereta turra que es, mira como va a denunciar casos de corrupcion, y como vas a criticar ferozmente la muerte de 43 estudiantes a manos de narcos? Hay que ser cipayo, eh. Seguro que es para que los chinos no sigan avanzando. Que loco que sigan poniendo fabricas en China, los yankis, si tanto miedo tienen, la verdad que son unos giles
ese etchevere de la SRA es increible…tiro fruta con “la crisis terminal del agro…”:lol:
todos los dias te encontra con algo nuevo y cada dia te ves mas sorprendido…
No se me ocurre otro lugar para preguntarlo, alguno leyó el libro “Investments” de Bodie, Kane y Marcus? Lo tengo que leer para la facultad pero solo está en inglés, si bien entiendo es una paja tener que leerlo en otro idioma.
Igual la pregunta es más para que me digan que onda, si está bueno o no más allá de lo que sea la facultad.
Robert Reich, Ministro de Clinton y asesor de obama, expuso ante los Demócratas: “Nos quedamos sin clase media. Cuando hablamos de redistribución hacemos hincapié en ella, porque su crecimiento posiciona a los más necesitados” “El crecimiento indiscriminado de los ricos sólo favorece sus intereses particulares”
La verdad sobre la economía de Estados Unidos
La economía estadounidense sigue estancada. El consumo es bajo. Los salarios, también. Es vital que comprendamos cómo hemos pasado de la Gran Depresión a 30 años de Gran Prosperidad; de ahí a 30 años de ingresos estancados y crecientes desigualdades, para terminar en la Gran Recesión, y de ésta a una recuperación anémica.
Desde 1947 a 1977, la nación aplicó lo que podría denominarse una negociación básica con los trabajadores estadounidenses. Los empresarios les pagaban lo suficiente para comprar lo que producían. La producción y el consumo en masa demostraron ser complementos perfectos. Casi cualquiera que quería un trabajo podía encontrarlo con un salario decente. Durante estas tres décadas crecieron los sueldos de todos, no sólo de quienes estaban arriba. Y el Gobierno hizo cumplir esa negociación básica de muchas maneras. Utilizó una política keynesiana para conseguir casi el pleno empleo. Brindó a los trabajadores comunes más capacidad de negociación. Proporcionó el seguro social. Y amplió la inversión pública. Por consiguiente, creció la parte de los ingresos que iba a la clase media mientras mermó la porción destinada a lo más alto. Pero no consistía en un juego de suma cero: a medida que la economía crecía, casi todo el mundo mejoró, también los que estaban en lo más alto.
La paga de los trabajadores incluidos en el 20 por ciento más pobre creció un 116 por ciento en estos años, más rápido que los ingresos del 20 por ciento más rico (que subió un 99 por ciento). La productividad también subió más rápido. El rendimiento por hora trabajada se dobló, así como los ingresos medios. Expresadas en dólares de 1997, las rentas de una familia media se elevaron de unos 25.000 a 55.000 dólares. La clase media tenía los medios para comprar, y al hacerlo creaba nuevos empleos. A medida que la economía crecía, la deuda nacional reducía su peso.
La Gran Prosperidad también trajo una reorganización del trabajo. A los empresarios se les exigía por ley dar una paga extra -la hora y un 50 por ciento más- por lo que rebasara las 40 horas a la semana. Esto creó un incentivo para que se contrataran más trabajadores cuando la demanda repuntaba. Además, estaban obligados a abonar un salario mínimo, lo que mejoró los sueldos más pobres. Cuando se despedía, normalmente durante una recesión, el Gobierno concedía prestaciones por desempleo que solían durar hasta la recuperación. Lo que no sólo sacaba a las familias del apuro, sino que les dejaba seguir comprando, un estabilizador automático para una economía en receso.
Quizá lo más significativo sea que el Gobierno elevó la fuerza negociadora del trabajador común. Se le garantizaba el derecho a afiliarse a sindicatos, con los que los empresarios tenían que negociar de buena fe. A mediados de los 50, más de un tercio de los empleados del sector privado estaba afiliado. Y los sindicatos exigían una ración justa del pastel. Las compañías sin sindicatos, temiendo que sus trabajadores quisieran uno, ofrecían tratos similares.
Los estadounidenses también disfrutaban de una seguridad económica frente a los riesgos, no sólo con prestaciones de desempleo, sino también a través de la Seguridad Social, el seguro por discapacidad, por pérdida del sostén económico de la familia, por lesión en el lugar de trabajo o por incapacidad de ahorrar lo suficiente para la jubilación. En 1965, llegó el seguro sanitario para las personas mayores y pobres (Medicare y Medicaid). La seguridad económica fomentó la prosperidad. Al exigir a los estadounidenses compartir los costes de la adversidad, les permitía compartir los beneficios de la tranquilidad. Y eso los dejaba libres para consumir los frutos de su trabajo.
El Gobierno patrocinó los sueños de las familias estadounidenses de tener su hogar en propiedad, facilitando hipotecas de bajo coste y deducciones de los intereses. En muchas zonas del país, subvencionó la electricidad y el agua para que las casas fueran habitables. Y construyó carreteras que conectaban sus hogares con los principales centros comerciales.
El Gobierno también amplió el acceso a la educación superior. Pagó la de quienes volvían de la guerra. Y la expansión de las universidades públicas hizo que la clase media pudiera acceder a ella. El Estado sufragó todo con los ingresos fiscales procedentes de la creciente clase media. Los ingresos también se vieron impulsados por quienes estaban en lo alto de la escala de ingresos, cuyos impuestos marginales eran mucho más altos. El tipo marginal máximo del impuesto sobre la renta durante la II Guerra Mundial era superior al 68 por ciento. En los años 50, con Eisenhower, a quien pocos llamarían un radical, subió al 91 por ciento. En la década hasta 1970, el tipo marginal máximo estaba en torno al 70. Incluso después de explotar todas las posibles deducciones y créditos, el contribuyente medio de ingresos altos pagaba un impuesto federal marginal de más del 50 por ciento. Pero en contra de lo que los conservadores habían predicho, los altos tipos no redujeron el crecimiento. Al contrario, permitieron ampliar la prosperidad de la clase media.
Durante la Gran Prosperidad de 1947-1977, la negociación básica había garantizado que la paga de los trabajadores estadounidenses coincidiese con su rendimiento. Pero después de este punto, el rendimiento por hora siguió subiendo. Sin embargo, se dejó que la retribución real por hora se estancase. Es fácil echarle la culpa a la globalización, pero los avances tecnológicos han desempeñado un papel equivalente. Las fábricas que quedan en EEUU han ido echando trabajadores según se automatizan. Y lo mismo le ha ocurrido al sector servicios. Pero en contra de lo que dice la mitología popular, el negocio y la tecnología no han reducido el número de trabajos estadounidenses. Su efecto más profundo ha sido sobre la paga. En lugar de quedarse sin empleo, la mayoría de los estadounidenses se ha contentado con salarios reales inferiores o que se han elevado más lentamente que el crecimiento de la economía. Aunque el desempleo que vino después de la Gran Recesión sigue siendo alto, los puestos de trabajo lentamente vuelven. Pero, para conseguirlos, muchos tienen que aceptar una paga inferior.
Hace más de tres décadas, el comercio y la tecnología empezaron a abrir una brecha entre las ganancias del nivel más alto y las demás. La paga de los titulados por prestigiosas universidades ha remontado el vuelo. Pero la paga y prestaciones de la mayoría de los trabajadores se ha mantenido o bajado. Y la consiguiente división también ha hecho que las familias estadounidenses de clase media se sientan menos seguras.
El Gobierno podría haber hecho cumplir la negociación básica. Pero hizo lo contrario. Redujo drásticamente los bienes públicos y las inversiones, golpeando los presupuestos escolares, incrementando el coste de la educación pública superior, reduciendo la formación laboral, recortando el transporte público y dejando que los puentes, puertos y autopistas se deterioraran.
Hizo trizas las redes de seguridad, reduciendo la ayuda para las familias desempleadas con hijos, endureciendo las condiciones para optar a los cupones de alimentos, y recortando el seguro de desempleo tanto que, en 2007, sólo el 40 por ciento de los parados estaba cubierto. Redujo a la mitad el tipo máximo del impuesto sobre la renta, pasando del ámbito del 70-90 que prevalecía durante la Gran Prosperidad al del 28-35 por ciento; permitió a muchos ricos tratar sus ingresos como ganancias de capital sometidas a un impuesto del 15 por ciento; y contrajo los impuestos de sucesiones que sólo afectaban al 1,5 por ciento de los asalariados del máximo nivel. Pero al mismo tiempo, EEUU impulsó los impuestos sobre el consumo y las nóminas, que se llevaron un trozo de la paga de la clase media y los pobres mayor que de los ricos.
Tres mecanismos de supervivencia
Pero Estados Unidos siguió comprando mediante tres mecanismos de supervivencia. El primero: las mujeres entran en el trabajo retribuido a partir de finales de los 70, y subiendo en los 80 y 90. Para la parte relativamente pequeña de mujeres con títulos universitarios, era la consecuencia natural de oportunidades educativas más amplias y de las nuevas leyes contra la discriminación, las cuales abrieron posibilidades profesionales. Pero la gran mayoría lo hizo para aumentar los ingresos familiares cuando los hogares se vieron golpeados por el estancamiento de los salarios de los hombres. Esta transición de la mujer al trabajo remunerado ha sido uno de los cambios sociales y económicos más importantes de las últimas décadas. En 1966, el 20 por ciento de las madres con hijos pequeños trabajaba fuera de casa. A finales de los 90, la proporción se había elevado al 60. Para las mujeres casadas con hijos de menos de 6 años, la transformación ha sido aún más dramática, del 12 de finales de los 60 al 55 por ciento a finales del siglo XX.
Mecanismo de supervivencia número dos: todos trabajan más horas. En 2005, no era extraño que los hombres trabajaran más de 60 horas a la semana y las mujeres, más de 50. Es decir, el estadounidense medio hacía más de 2.200 horas al año, 350 por encima del europeo medio, más incluso que un japonés.
Mecanismo de supervivencia número tres: gastarse los ahorros y tomar prestado hasta las cejas. Tras agotar los dos primeros mecanismos, era la única forma en que los estadounidenses podían seguir consumiendo como antes. Durante la Gran Prosperidad, la clase media ahorraba el 9 por ciento de sus ingresos. A finales de los 80 y principios de los 90, esa parte se había cercenado al 7 por ciento. Después, la tasa de ahorro cayó al 6 en 1994, y siguió bajando hasta el 3 en 1999. En 2008, los estadounidenses no ahorraron nada. Mientras, la deuda de los hogares explotó. En 2007, el estadounidense medio debía el 138 por ciento de sus ingresos después de impuestos.
Los tres mecanismos se han agotado. El desafío consiste en restaurar la enorme clase media estadounidense. Esto exige resucitar la negociación básica que relaciona los salarios con las ganancias generales, y facilitarle a la clase media una porción de la tarta suficiente. Como deberíamos haber aprendido de La Gran Prosperidad, no es posible una economía creciente y vibrante sin una clase media creciente y vibrante.
El gobierno reveló 22 actas secretas que exponen el rol del BCRA en la dictadura
Comprenden los años 1982 y 1983. Y explican, entre otras cosas, las contradicciones que hay en torno del exponencial crecimiento de la deuda externa y dan cuenta de la exportación de material bélico a otros regímenes militares de la región
En un capítulo más de la complicidad civil y la significación económica de la última dictadura militar, el Banco Central (BCRA) desclasificó e hizo públicas una serie de actas secretas que contienen las deliberaciones que la entonces conducción de la entidad –entre la que se encontraba el ex ministro de Economía Domingo Cavallo– mantuvo sobre cuestiones caras a la política económica del Proceso, entre ellas la exponencial suba del endeudamiento externo.
Las actas secretas abarcan el período final de la dictadura, entre 1982 y 1983, y se dieron a conocer ayer por la tarde al cierre de la jornada “Los Derechos Humanos a la luz de las transformaciones económicas y financieras”, desarrollada en la sede del Banco Central. Los documentos dan cuenta de exportaciones de material bélico destinado a otras dictaduras latinoamericanas, gestiones ante la banca extranjera para acceder a un crédito en condiciones sumamente desfavorables, y las discrepancias entre los propios funcionarios de la dictadura en torno al nivel de reservas disponibles en el Banco Central (y el nivel de deuda externa) y el posible traslado de las reservas depositadas en Nueva York, ante posibles embargos durante la Guerra de Malvinas. Todo ello en un marco de absoluta discrecionalidad y falta de controles al interior de la entidad, al punto de que en muchos casos ni siquiera se registraban operaciones de exportaciones
“Muchos de quienes hoy se desgarran las vestiduras estuvieron ligados a las prácticas más oscuras y sanguinarias de nuestra historia”, indicó el presidente del Banco Central Alejandro Vanoli.
Tres de las actas desclasificadas y publicadas en la web del organismo tienen que ver con diversos créditos negociados por el BCRA entre noviembre de 1982 y enero de 1983, en medio de la crisis terminal en que se encontraba el modelo económico impuesto por la dictadura. En diciembre de 1982 y bajo el gobierno de facto de Reynaldo Bignone, el crédito por U$S 1100 millones se negoció directamente con un consorcio de bancos encabezado por el Citibank (entre los prestatarios se encontraban el Bank of America, Morgan Guaranty Trust, Manufacturs Hannover Trust, Chase Manhattan Bank, entre otros) y el entonces director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Jacques de Larosiere. Tan sólo un mes después, en enero de 1983, los directores del Banco Central discuten sobre la conveniencia o no de celebrar un préstamo con el Banco de Pagos Internacionales (BPI). Razones no faltaban para dudar del acuerdo: una cláusula indicaba que el BPI podría efectuar la compensación del crédito con el oro perteneciente a las reservas de la Argentina que se encuentra depositado en una de sus sedes. La cuestión quedó zanjada con la intervención de la Reserva Federal de los Estados Unidos como reaseguro de que estos derechos del BPI no serían ejercidos arbitrariamente, a menos de que el Central no devolviese el depósito al 31 de mayo de 1983, que la Argentina no cumpla con sus acuerdos en el FMI o que el BCRA cambie su relacional con el BPI.
“Martínez de Hoz anunció cuando asumió un programa de liberalización financiera y levantamiento del control de cambios, algo que se parece a algunas discusiones de estos días”, expresó Vanoli durante su exposición en el cierre de la jornada. El funcionario aseguró que la decisión de publicar las actas secretas “permitirá hacer un aporte a la Memoria y a la búsqueda de Verdad y Justicia”, al tiempo que señaló la importancia que tiene sobre la actualidad, “donde confrontan dos proyectos, uno nacional y popular y el otro neoliberal, que ya estaba presente durante la dictadura”.
El endeudamiento externo fue uno de los pilares del modelo económico de la dictadura –equivalía al 4% del PBI en 1975, 25 años después alcanzaba al 48% hasta llegar al 150% hacia el año 2002– y una de las herencias que más condicionaron al gobierno democrático de Raúl Alfonsín. Una de las actas, fechada el 26 de agosto de 1982 bajo la presidencia de Cavallo, pone en evidencia su preocupación en torno al estado de disponibilidad de reservas que el Banco Central tenía computadas como realizables en divisas en el Banco Nación de Nueva York. Es decir, lisa y llanamente, en la autoridad monetaria figuraban reservas superiores a las que figuraban en el Banco Nación de Nueva York, a pesar de que este último dependía del primero. Las explicaciones requeridas por Cavallo no parecen haberlo dejado conforme, a tal punto que el futuro ministro de Economía de Menem y la Alianza se negó a firmar el acta y renunció ese mismo día.
La deuda externa también suscitó discrepancias en torno a su cálculo dentro del gobierno, según quedó plasmado en el acta del 24 de febrero de 1983, lo que pone en evidencia la intención de ocultar el voluminoso crecimiento del pasivo externo. En esa ocasión, el presidente del BCRA aclara, de manera reservada, que las cifras que se darán a conocer “pueden no incluir deudas de reparticiones del Estado que no habían sido oportunamente registradas por el banco”. Esto tiene que ver con que había pagos correspondientes a operaciones de las Fuerzas Armadas que había que considerar como de “carácter reservado” y excluirlas de los cómputos del Banco Central.
En tanto, el acta secreta 6, de marzo de 1982, autoriza al Banco Nación a financiar la exportación de material bélico secreto a Haití, durante la dictadura de Jean-Claude Duvalier. Otros documentos desclasificados anteriormente por la entidad dan luz verde a la exportación de armamento a Bolivia, Perú, Honduras (en tres oportunidades), Guatemala (en dos oportunidades), El Salvador, Ecuador y Venezuela.
El 90% de los trabajadores no paga impuesto a las ganancias
◙ En la última década el impuesto a las ganancias de las personas ha alcanzado a un número creciente de trabajadores por montos proporcionalmente más altos. Mientras que el salario nominal de los trabajadores registrados se multiplicó por 12 veces entre los años 2000 y 2014, el monto del mínimo no imponible a partir del cual se empieza a aplicar el impuesto se multiplicó sólo en 4 veces. A su vez, como las escalas de alícuotas tampoco se actualizaron, los trabajadores tributan con alícuotas cada vez más altas.
◙ En el año 2000 el salario registrado bruto promedio era cercano a $1.000 y el impuesto operaba a partir de los $2.000 aproximadamente. En el año 2014 el salario promedio fue de $12.000 y el impuesto comienza a operar a partir de los $15.000. O sea que, mientras en el año 2000 hacía falta tener un salario equivalente a 2 veces el promedio para ser alcanzado por el impuesto, en la actualidad basta con tener un salario cercano al promedio.
◙ Estos datos muestran que la mitad de los trabajadores perciben una remuneración de bolsillo entre el salario mínimo y los $12.000 (que es el umbral a partir del cual empezaría a operar el impuesto) y un 40% son ocupados que cobran menos que el salario mínimo (la mayoría empleos informales). Es decir, 9 de cada 10 trabajadores no están alcanzados por el impuesto a las ganancias.
◙ Los sectores de más altos ingresos aportan a través del impuesto a las ganancias apenas el 21% de la recaudación total de impuestos nacionales. Los tributos al consumo y las cargas sociales, que son impuestos que alcanzan a los más humildes, representan el 35% y el 27%, respectivamente, de la recaudación nacional. Si a esto suma el impuesto inflacionario es claro que la gente de menores ingresos es la que proporcionalmente más aporta al financiamiento del Estado. En este contexto, presionar por pagar menos impuesto a las ganancias y no cuestionar los subsidios a Aerolíneas Argentinas, Futbol para Todos, la electricidad, el gas, el transporte, las moratorias previsionales y el aumento del empleo público es un planteo elitista. Implica pujar para que sean los más pobres los que paguen el despilfarro de fondos públicos.
Fuente: IDESA
En realidad no es para “celebrar” que el 90% no pague el impuesto: son los que, con los aumentos inflacionarios anuales, les cuesta todavía más hacer rendir el sueldo. El tema es que no se puede hacer un paro nacional centrandose en ese impuesto, como si la discusión no pasara además por el nivel de empleo en negro y los sectores que no pagan mayores impuestos (como el juego y las finanzas).
Lo que también habría que hablar de modificar (aparte del MNI y las deducciones que están bastante desactualizadas) son las escalas. Hoy en día es un chiste que la alícuota cambie prácticamente cada $10.000 o $30.000.
Está bien, es un sector minoritario que tributa pero tampoco la posición del gobierno de ningunearlos porque son los necesarios como para hacerte un paro tengan razón o no. No podés mirar para otro lado.
No entiendo, hay que festejar que casi la mitad de la poblacion trabajadora vive con $4500 por mes?
No, hay que festejar que hay masa asalariada. En el 2002 teníamos un 30% de desocupación.