“¿Cuál es la mejor manera para obtener el mayor beneficio posible si uno es productor? ¡Produciendo más!”
No siempre es así. No te olvides que hay límite en cuanto a los recursos. Como dije anteriormente, las empresas cuentan con una capacidad máxima de producción y si esta se alcanza se necesita una fuerte inversión (edificios, máquinas, recursos humanos), y sólo sirve realizarla si en verdad se espera que lo que se produzca va a ser vendido.
Pensá que los billetes y las monedas no tienen valor intrínseco, es una medida de valor, de ahorro y de intercambio, que tiene que ser comparada con otros bienes, entonces si vos emitís lo que sucede a corto plazo es el incremento de la inflación en caso de que los recursos estén empleados al máximo o cercanos a ese punto. No es que vos imprimís, metés después el dinero en una máquina que después crea vacas, tomates, autos. El dinero va a los bancos o a pagar salarios públicos y buena parte de ese dinero se transforma en un aumento de la demanda, que no tiene como contraparte un aumento de la oferta, porque vos no podés poner a funcionar nuevas instalaciones de un día para otro.
Y si suponemos que son pymes las que predominan en el mercado la posibilidad de incrementar rápidamente la producción es mucho más difícil.
Bolivia y Brasil son buenos ejemplos de países que prefirieron crecer menos pero mejor, sin inflación, y que el crecimiento sea sustentable. Y no me parece mal comparar a Argentina con otros países latinoamericanos ya que son los que más se le parecen y que han tenido historias políticas, religiosas y económicas muy parecidas.
Lo primero aparece, de nuevo, por medio de la especulación. Es mover el mercado, y generar mayor riesgo para el de “arriba”, al mismo tiempo que los de “abajo” adquieren una estabilidad superior. El gasto público se orienta en gran medida a obras, infraestructura, y también hacia los sectores más necesitados. Estos sectores gastan absolutamente todo, e impulsan desde abajo la economía. Las grandes obras del Estado, por su parte, ejercen presión desde arriba porque pocas PyMEs están a la altura de ejecutarlas (son subcontratadas). ¿Cómo se corta la cadena? Alguien recibe capital y no lo hace circular, se evaden los impuestos, sale plata del país, buscan la forma de importar en vez de producir, etc. Si los argentinos entendemos qué esquema nos conviene, para vivir mejor y no tener que sacrificar a las mayorías laburantes, podríamos controlarlo de otro modo.
Hacer hincapié en esa postura, más que pensar a corto o largo plazo, es estancar los precios pero también la producción. En otras palabras, seguir viviendo del mismo modo. Podemos aspirar a más, porque los recursos naturales están y la mano de obra gracias a Dios es estupenda. El crecimiento será constante mientras se trabaje, y no al frenar la creación de empleo o mejora salarial. Ningún empresario de verdad pretenderá estancarse, porque una vez comprobado el método para avanzar es muy frustrante. Si sos una gran empresa y llegaste a un límite de facturación simpático, es posible que no te importe y busques la forma para frenarlo. Los grandes festejaron el crecimiento argentino, hasta que alguien propuso compartirlo entre todos.
Todo muy lindo, pero recalentar la economía tiene sus consecuencias, como las que padece Argentina y Venezuela hoy. Hay que elegir, o crecés mucho hoy con la consecuencia de que mañana volvés al mismo lugar, o crecés poco pero mañana vas a seguir creciendo.
No me refería a esto, ni tampoco hago hincapié en lo material. Los bancos privados quisieron instalar una cotización implícita, o valor de referencia al margen del oficial. Se cansan de desafiar a la única autoridad monetaria, y quieren ser una sucursal paralela de ella pero en beneficio de los privados (sus negocios ante todo) en vez del Estado. También podríamos hacer hincapié en la actitud de bancos como HSBC, cuya imagen debería estar cayendo a pedazos.
Si no hubiese habido inflación no hubiera habido problemas de devaluación, ni dólar paralelo, ni cotización implícita. Los banqueros se comportan de la misma manera en todos lados. (de hecho HSBC es un banco de afuera, así que acá no podés hablar de “ética bancaria argentina”).
El trabajador se ve obligado a especular una vez que se instaló la inflación, y no antes. Lo expreso como propietario, muy preocupado por la gente que me rodea porque sin ella sería imposible afrontar el trabajo. Esa inercia no es obra del Estado, y la pérdida de valor es parte del mismo proceso inflacionario. Todos los caminos conducen a Roma.
Repito, si el Estado incrementa el gasto cuando la economía crece y si encima financia el déficit con emisión está alentando a que suban los precios. El orden está clarísimo, no son las empresas las que suben los precios de la nada. Si fuera así la inflación sería infinita, yo no creo que los empresarios prefieran subir los precios un 40 % cuando los pueden subir un 1000%.
Ninguna es comparable a la Argentina. Volviendo al punto inicial, las comparaciones sólo son justas en este tiempo y con respecto a iguales (países saliendo del tercer mundo). Reitero algo que expresé en mi mensaje anterior: me encantaría ser China hoy, pero sin pasar por los dramas chinos. Tampoco me gustaría vivir la Alemania o el Japón de 1950, y saber que mi generación está condenada a perderse. Otros tiempos, otra historia. En una chicana reciente alguien me preguntó si quería vivir en Cuba o Hong Kong, y mi respuesta fue que deseo hacerlo en Argentina. Una Argentina desarrollada, que explote su potencial y no se rebaje a vivir como un país diminuto. Vamos hacia Japón o Alemania, o mejor Dinamarca y Suecia, pero resignar nada ni a nadie.
No me da la impresión de que Argentina vaya camino a ser un país desarrollado.