Trump Presidente: Powell nominado a la Reserva

La primera parte del artículo es buena. EL resto no es más que una chupada de medias falaz hacia el partido demócrata.

---------- Mensaje unificado a las 14:31 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 14:24 ----------

Che, estar en contra de Hillary no es precisamente estar a favor de Trump.

Hillary es una psicópata belicista y degenerada que odia a Putin porque el ruso puede hacer lo que ella no. Es incompetente tal como lo muestra el casod e los mails o el asesinato en Bengazi, su política exterior como secretaria de estado fue nefasta y aunque el hecho que sea cornuda es algo pueril para una elección ella fue cómplice del putañero en encubrir el acoso sexual por el cual su esposo tiene prohibido ejercer como abogado en Arkansas.

Trump es un populista onda argento que trata de ganarse el voto con el enorme descontento que hay en la población luego de las nefastas presidencias de Clinton-Bush-Obama.

La gran diferencia entre CLinton y Trump es que si gana Hillary el partido demócrata puede estar cerca de la suma del poder público en EEUU y sus políticas no tienen oposición. La última clave es la elección del último juez supremo que le daría 5 a 4 a favor de los demócratas.

En cambio si gana Trump sería ejecutivo y 5 a 4 republicano contra poder legislativo en contra y reserva federal que no le daría bola.

No es que Trump sea mejor sino que es el menos malo.

1 me gusta

Está bien, puedo estar de acuerdo con la mayor parte de lo que pusiste pero no contestaste ninguna de mis preguntas:

Donald Trump fue evacuado del escenario durante un mitín en Nevada
El candidato republicano a la Casa Blanca reapareció minutos después ante la algarabía de sus partidarios, declarando: “Nadie dijo que sería fácil para nosotros, quiero agradecer al Servicio Secreto”

Está clarísimo: el partido demócrata es tan comunista que le hicieron la cama Sanders para que la cantidata de Wall Street gane tranqui :mrgreen:

3 Me gusta

SIEMPRE RT ES MEJOR

//youtu.be/ksBKkmkhX9M

//youtu.be/89-1jwqmAe8

Las advertencias de Donald Trump que le podrían costar la vida

//youtu.be/Pj3ZXCKWpOM

Antes o después. Cada vez que entre a la Casa Blanca se va a encontrar con el cuadro del asesinado presidente Kennedy, es un recordatorio de lo que le puede pasar si alguna vez saca los pies del plato…

el ganador no solo va a poner al sucesor de Scalia (o como se llame) en la Suprema Corte, se calcula que va a poner a dos más, o sea tres (3) en total

1 me gusta

Muchachos, no se confundan. El gordo Moore no apoyó a Trump en su ultimo documental. Tuve la suerte de verlo completo justo antes de que lo sacaran de youtube por el tema del copyright. De hecho, hasta postee el link aca, capaz que alguno lo engancho antes de la borratina. El tipo llama a todos a votar a Hillary y hasta la compara positivamente con el Papa Francisco. Para mi es de lo mejor que hizo por lejos. Nunca fui fan del gordo, la verdad.

Aca el tipo aclara un poco la cosa en una entrevista x el canal conservador FOX:

//youtu.be/TQs1mRDuB4k

Honestamente, creo que el gordo, si realmente no quiere que Trump edite su pelicula para su conveniencia, deberia joderse y dejar que la suban a youtube completa de nuevo.

Es Trump o el Che Guevara?

1 me gusta

Los peligros de Hillary

Con frecuencia ojeo las “piezas de opinión” de los domingos del New York Times, y de cuando en cuando me dan material para el blog. No es por la información, que la tienen, pero casi nunca escapan al “provincialismo” de los medios estadounidenses. Nueva York es una ciudad muy vital y cosmopolita, pero el pensamiento de sus intelectuales no sale de la Costa Este de los EE.UU.

Lo interesante de lo que se escribe en el Times para un argentino es que se trata del diario de prestigio de una sociedad que mantiene una fuerte presencia, e influencia, de sus élites. Al contrario de aquí (nuestras oligarquías han sido y son muy berretas, salvo un breve y frustrado intento de, más o menos, 1880 a 1910) las de allí mantienen continuidad y tradición, a través, básicamente, de una veintena de universidades privadas que están entre las mejores del mundo. Si toman el “Quién es quién” en la política, el Estado, las corporaciones y se fijan dónde estudió un altísimo porcentaje de los que aparecen, les quedará claro el asunto.

Entonces, en buena medida hablan allí para ellos. Por supuesto, está el componente de hipocresía y de intereses subyacentes que es inevitable en los medios (y hasta en los blogs), pero aparece también el autoconocimiento. Como en esta nota, donde Ross Douthat, columnista del Times, bloguero y graduado magna cum laude de Harvard -que apoya Clinton frente a Trump, como el diario- no deja de señalar los peligros que significa para su país, y para el mundo, la Presidencia Clinton.

(La traducción y simplificación en castellano es del NYTimes. La he corregido un poco; pueden acceder a la versión original aquí).

“Un voto a favor de Hillary Clinton y en contra de Donald Trump, según ha sugerido la campaña de Clinton abiertamente, no solo es un voto a favor de la candidata demócrata y en contra del candidato republicano, sino un voto a favor la seguridad en vez del riesgo, a favor de la competencia en vez de la imprudencia jactanciosa, a favor de la estabilidad psicológica en la Casa Blanca en vez de pasiones ingobernables.

Este tema ha sido muy usado por Hillary, tanto en sus debates como en la campaña, y con razón. Los peligros de la presidencia de Trump son tan peculiares como el mismo candidato, y es probable que un voto a favor de Trump produzca una larga lista de consecuencias desastrosas: el desmoronamiento del sistema de alianza occidental, un ciclo de radicalización nacional, un colapso económico accidental, una crisis entre civiles y militares.

De hecho, Trump y sus seguidores casi admiten todo esto. En esencia, el lema de su campaña es: “Ya intentamos la opción de la cordura, así que ahora probemos con la locura”. Algunos de sus partidarios más elocuentes hacen una analogía entre el voto a favor de Trump y secuestrar un avión, con la probabilidad de estrellar el avión.

Pero no querer al candidato que pretende estrellar el avión no significa que deban ignorarse los peligros de su rival.

Los peligros de la presidencia de Hillary Clinton son más familiares que las incertidumbres autoritarias de Trump, pues ya están enraizados en la política de Estados Unidos.

Se trata de los peligros de analizar todo desde la perspectiva del grupo de élite, de rendirse ante las estructuras de poder, de dar cabida a acciones presidenciales al servicio de ideales dudosos. Son los peligros de una imprudencia y radicalismo que no se reconocen como tales, porque se tiene como convicción que si una idea se ajusta a los conceptos establecidos y está generalizada entre la gente importante, entonces no es posible que sea una locura.

Casi todas las crisis de los últimos 15 años tienen su origen en este tipo de locura. La invasión a Irak, que la izquierda prefiere recordar como un conjuro neocon, en realidad fue obra de un consenso intervencionista de los dos partidos, con gran apoyo de George W. Bush, pero al que también se adhirió una gran proporción de personas de centro izquierda, como Tony Blair y más de la mitad de los demócratas del Senado en Washington.

Lo mismo ocurrió con la crisis financiera: sin importar si consideramos que la falta de regulación de los servicios financieros o la optimista política de vivienda (o ambas) fueron responsables, ambas alas del establishment político aceptaron las políticas que contribuyeron a inflar y reventar la burbuja. Es el mismo caso del euro, una terrible idea a la que solo los maniáticos y los ingleses hostiles a la Unión Europea se atrevieron a oponerse hasta que la Gran Recesión dejó en claro que se trataba de una locura capaz de hundir la economía. También es el caso de Angela Merkel y su grandioso e imprudente gesto de abrir las fronteras el año pasado: fue la heroína de mil perfiles, aunque causó polarización y violencia en su continente.

Este registro de las locuras de élite -que no incluye la “pequeña guerra” en Libia- explica en gran parte porqué los EE.UU. tienen un candidato como Trump esta vez, y porqué hay tantos partidos “tipo Trump” floreciendo en Europa.

Con solo ver a Trump es evidente que existe un gran peligro de sufrir desastres mayores, que el enorme riesgo temperamental y de depravación moral es demasiado para considerarlo una alternativa aceptable frente a esta disparatada situación actual… pero también al ver a Hillary Clinton se observa a una mujer cuya trayectoria encarna las tendencias que hicieron surgir al trumpismo en primer lugar.

De hecho, Clinton se distingue, incluso más que Obama o Bush, por haberse desviado solo en contadas excepciones del consenso de la élite en cuestiones de gobierno.

Estuvo a favor de la invasión a Irak cuando todo el mundo lo estaba, en contra cuando todos dieron a Irak por perdido, y de nuevo actuó como una irreprensible liberal de línea dura en Libia solo unos años más adelante.

Actuó como conciliadora con Rusia cuando los medios hicieron burla de Mitt Romney por ser de línea dura con ese país; ahora ha apoyado la línea dura hacia Rusia al igual que el resto de Washington, en un momento que podría convenir bajar la intensidad.

Clinton cita a Merkel como líder modelo, tiene a su alrededor una estructura bipartita en política exterior que está ansiosa por intensificar las acciones en Siria, aunque todavía está por determinar los detalles, y parece (al igual que sus audiencias del banco Goldman Sachs) decidida a surcar con serenidad la tormenta antes que reconsiderar las asunciones de su clase (la gente importante).

La buena noticia es que no tiene nada de utópica: es (o se ha vuelto, a lo largo de una prolongada y desgastante carrera) de temperamento pragmático, y ha decidido no ser sentimental. Así que es poco probable que haga algo que los que pesan en las principales capitales del mundo pudieran considerar radical, peligroso o tonto.

Sin embargo, en aquellos casos en que la postura del establishment global no es razonable o segura, en aquellas instancias en que la élite occidental puede volverse medio loca sin siquiera notarlo, Hillary Clinton da señales de estar tan lista como el resto de sus colegas para ir de lleno por la locura“.

1 me gusta

Vos qué pensas de lo que dice ese articulo, nicklas ?

1 me gusta

La “democracia” yankie.

La gran estafa de la democracia estadounidense

«Dadme a vuestros pobres, a vuestras apiñadas masas que anhelan respirar libre, el destruido desecho de vuestras tierras superpobladas. Mandadme a ésos, sin techo, vapuleados por la tempestad. Yo enciendo mi lámpara junto a la puerta dorada».

Traducir el pedestal de la Estatua de la Libertad al español es muy difícil. Es el problema del lenguaje poético. Es, en general, el problema de casi cualquier traducción. Por seguir con otro icono cultural neoyorkino: Woody Allen. Éste también pierde mucho en inglés. En España todos hemos oído (o leído) su libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura. Es un título verdaderamente bueno. Sólo que el título no es de Allen, sino de sus traductores al español. En inglés, el libro se llama, simplemente, Getting Even. O sea, ajuste de cuentas. Una decepción.

Woody Allen fue el que dijo que «el 80% del éxito es presumir». Es una frase curiosa en alguien que no fue a recoger el Oscar por Annie Hall porque tenía que tocar el clarinete aquella noche. Pero también es verdad que Woody Allen sólo toca el clarinete en los hoteles más caros de Nueva York, donde, cuando él se va, la sala se queda vacía, porque se marchan todos los turistas y sólo quedan los estadounidenses. Y a los estadounidenses Woody Allen no les gusta. Como él mismo no se cansa de repetir, muchas de sus películas recaudan más en París que en todo Estados Unidos. De hecho, no es que a los estadounidenses no les guste Woody Allen. Es que no lo entienden. Y, a los que lo entienden, les cae mal. Pero quien sí sabe que «el 80% del éxito es presumir» es el que puede ser el próximo presidente de EEUU: Donald Trump. Nadie sabe cuánto dinero tiene, acaso porque tenga mucho menos dinero del que él presume.

Pero EEUU, igual que Trump, sigue el consejo de Allen. Es más, lo lleva al extremo. Porque no es sólo presumir. Es hacerlo todo más grande. A lo Trump. La ambición es parte de EEUU. Como escribió Borges, cuando el representante de una sociedad secreta que quiere crear un país distinto de todos los que existen presenta su plan a un millonario estadounidense, «éste lo deja hablar con algún desdén- y se ríe de la modestia del proyecto. Le dice que en América es absurdo inventar un país y le propone la invención de un planeta».

La ambición de ser un faro del mundo de EEUU -una «ciudad en lo alto de la montaña», una frase del Evangelio que Ronald Reagan usaba con frecuencia- acaso sólo sea igualada por la de Francia. Puede que ésa sea la razón por la que franceses y estadounidenses se adoren y se detesten, pero nunca sean indiferentes el uno al otro. Porque, a fin de cuentas, se parecen. EEUU es lo que Francia podría haber sido si su Revolución no se hubiera desmadrado en un baño de sangre, o si los Borbones no hubieran regresado, o si la geografía la hubiera colocado en una isla separada de todo el mundo con un territorio casi deshabitado al norte -Canadá- y un país al sur que nunca ha sido una amenaza -México-, en vez de entre Alemania y Gran Bretaña.

Uno de los padres fundadores calificó la democracia de “la forma más vil de gobierno”

EEUU es el país perfecto de la Ilustración. Allí, la rebelión antimonárquica triunfó, y nadie la derogó nunca. Los estadounidenses tienen una identidad ideológica, más que histórica. No son románticos, como los europeos, porque el Romanticismo nunca pudo triunfar en EEUU.

EEUU es más que un país. Es una religión. Nació de la mano de los Apóstoles, o sea, los Padres Fundadores -a los que Bill Kristol, el neoconservador y enemigo jurado de Trump atribuye virtudes propias de santos en su revista The Weekly Standard- entre los que destaca el más sabio y valiente de todos: George Washington. Ellos redactaron un documento poco menos que divino -la Constitución- de cuya interpretación se encarga un colegio de nueve sumos sacerdotes que no deben explicaciones a nadie y se mantienen separados del resto del país, y que se denomina Tribunal Supremo.

[b]También hay una herejía: la secesión del Sur. Herejía no por la esclavitud, sino porque significaba romper el país. Ya lo escribió el hombre que mantuvo la Unión, y el único presidente posterior a los Padres Fundadores que alcanza el nivel de veneración que éstos tienen, Abraham Lincoln: «Mi objetivo primordial en esta guerra es salvar la Unión, no decidir si hay que liberar o no a los esclavos (…). Lo que hago con los esclavos, con la raza de color, lo hago porque creo que ayuda a salvar la Unión».

La Guerra Civil, al contrario que las revoluciones europeas -y que las guerras de 1914 y 1939- no cuestionó los ideales del país. Al contrario. Ganó el Norte, que representaba mucho mejor esos conceptos de la Ilustración. Unos conceptos que también se basaban en el «todo para el pueblo pero sin el pueblo». A fin de cuentas, los Padres Fundadores, en general, no tenían mucho afecto hacia lo que uno de ellos, James Madison, que sería el cuarto presidente del país, calificó como «la forma más vil de gobierno»: la democracia. Su ideal era más cercano a la República romana o ateniense que a lo que EEUU es hoy en día. De ahí los alambicados arreglos institucionales, el Colegio Electoral -que hace que en realidad las elecciones sean comicios en 50 estados separados que luego se suman- y la separación de poderes llevada al extremo. El objetivo era dejar la voluntad popular muy controlada, para evitar «la impudicia de la democracia» de la que hablaba Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro de EEUU.[/b]

Claro que EEUU existe casi por pura chiripa. El país nació como una coalición inverosímil. Eran puritanos fundamentalistas protestantes en el noreste; holandeses en Nueva York a los que sólo les importaba el comercio; pacifistas extremos en Philadelphia; terratenientes en Virginia y Maryland; alemanes que huían de la devastación de su país tras siglos de guerras de religión y oligarcas esclavistas que querían replicar la sociedad de las colonias británicas del Caribe.Y luego estaban los protestantes escoceses. Un grupo anárquico, que llevaba siglos en guerra, fanático protestante y que ocupó la frontera al oeste de las 13 colonias que proclamaron la independencia en 1776.

Hasta pasada la Guerra de Secesión, en 1865, «Estados Unidos» era plural. O sea, «los Estados Unidos son…». Solo el final de esa guerra EEUU se convirtió, ante los ojos de sus propios habitantes, en un país. Porque las primeras décadas de existencia de EEUU son muy parecidas a las de la Unión Europea: mutualización de deudas de los Estados (lo que obligó a crear un Tesoro común), conatos de secesión (habitualmente solventados enviando soldados) y acusaciones de imperialismo encubierto (cuatro de los cinco primeros presidentes fueron terratenientes de Virginia).

Obama ganó unas primarias cruciales gracias a una campaña en peluquerías de Carolina del Sur

Ese patriciado virginiano se acabó en 1829, cuando los escoceses tuvieron su primer presidente: Andrew Jackson. El programa de Jackson suena a Trump: abolió el Banco de los EEUU, que hacía las funciones de banco central, y no mostró especial consideración hacia las minorías, en particular hacia los nativos. En aquella época, no tener consideración hacia las minorías era, obviamente, muy distinto de ahora. Pero el tono populista de Jackson encaja muy bien dentro de lo que hoy es gran parte del Partido Republicano. No es casualidad que Barack Obama haya decidido pasar a ese presidente al reverso del billete de 20 dólares, y que haya puesto en su lugar a la esclava huida y pionera del feminismo Harriet Tubman.

Cada grupo ha tenido su momento de poder en la Historia de EEUU. Y no ha sido fácil. Ha habido oleadas de fraude electoral. La mafia de Chicago arregló las elecciones de 1960 en Illinois para que John F. Kennedy, el hijo de un simpatizante de Adolf Hitler que además había cometido todo tipo de fraudes en Bolsa, se convirtiera en el primer -y, por ahora, único- católico en alcanzar la presidencia. Su vicepresidente -y luego sucesor- era Lyndon B. Johnson, quien llegó a afirmar que él arreglaba las elecciones en su Texas natal «sólo con una llamada de teléfono» y que lanzó a EEUU a una guerra en la otra esquina del mundo, en Vietnam, por una agresión a dos destructores estadounidenses que nunca existió.

Ha habido momentos gloriosos y menos gloriosos. Obama es el primer afroamericano presidente. Pero, cuando lanzó su candidatura, los líderes negros de EEUU, corruptos como ellos solos, estaban por Hillary. El equipo de Obama entonces, aprovechó la obsesión de las negras con hacerse las uñas y el pelo para lanzar una campaña de publicidad en todos los salones de belleza de Carolina del Sur, que celebraba unas primarias clave en febrero de 2008. Así es como Obama ganó allí. No fue su retórica, ni sus ideas. Fue que se plantara en las peluquerías a hacer campaña.

Que de esa mezcolanza haya salido no solo la primera potencia mundial desde hace un siglo, sino el país que más ha marcado la cultura mundial es un desafío a la inteligencia. EEUU ha creado sus propios iconos. El sueño americano, es decir, la teoría de que cualquiera puede llegar a donde quiera con su trabajo. Es una idea falsa, porque EEUU nunca ha tenido más movilidad social que Europa. Pero es un mito fortísimo. Y que funciona. En España nunca hablaríamos del sueño español para referirnos a una tienda de ropa de La Coruña (Zara) o a un banco que sólo en la década de los 60 abrió su primera sucursal fuera de Cantabria (Banco Santander). Y, con nuestra mala leche, no nos fijaríamos solo en la inscripción de la Estatua de la Libertad, sino en sus tobillos: allí hay unas cadenas. Porque uno de los motivos de la escultura es celebrar el final de la esclavitud y, precisamente, el triunfo de la Unión.

http://www.elmundo.es/papel/historias/2016/07/26/579735efca4741d7068b459c.html

1 me gusta

Que gane Trump y se pudra todo ya fue

1 me gusta

Jajajaj… es justo lo que me preguntó un colega en otro foro.

EEUU >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> España

Todavia siguen con la monarquia, que no rompan las pelotas

1 me gusta

¿Y USA que carajos es? (Sin defender que los españoles todavía banquen a la monarquía, que es patético). El Presidente es puesto por vaya a saber quienes, y seguramente dependa de los intereses de esos electores.

1 me gusta

No es una monarquía, Boss. Que tu odio hacia America no te haga decir cualquier cosa tampoco, sos un chabon inteligente. USA es una democracia burguesa como cualquier otra, donde tipos con guita o bancados x tipos con guita intentan chamuyar a la poblacion para acceder o reafirmarse en puestos de poder.

El sistema de electores no lo convierte en monarquia. Es bastante improbable que esos electores de cada estado no vayan a votar por el candidato de su partido. Lo que está mal es la repartija x estado que se hace porque ya ha pasado una vez que el que ganó la eleccion no fue el que mas votos sacó. Y tambien creo que el voto deberia ser obligatorio como acá

3 Me gusta

Me malinterprertaste. No dije ni insinue que USA es una monarquía. Quizas mi pregunta fue mal redactada. Mi duda es como debería considerarse a un sistema como el de Estados Unidos. Porque no parece tan democratico.

No odio a USA, solo no me gustan algunas de las cosas que hacen sus Gobiernos, que tambien las hacen otras potencias (en mayor o menor medida).

Eso que remarque, es un cancer en todo el mundo. Esta lleno de Senadores y Diputados que hacen lobby por corporaciones, bancos, etc.

1 me gusta

Naaa… que vote el que quiera y el que no, que se la banque y punto.

Si me parece que el sistema de electores es un asco. El presidente debería ser elegido directamente por el pueblo.

2 Me gusta

Va a ganar Hillary.

“en aquellas instancias en que la élite occidental puede volverse medio loca sin siquiera notarlo”

Esa sería una buena definición de lo que es la ideología. Pienso que, sin querer, el artículo trata sobre eso. La ideología no es un set de ideas incorporadas en el cerebro, es más bien una práctica a partir de la cual somos constituidos como sujetos. Por supuesto que las prácticas evolucionan a la par de la historia y al mismo tiempo hacen a la historia. ¿Pero cuál historia? Claramente hay una historia de las élites, que siempre es la que intenta hegemonizar el sentido de época y más allá. Jefferson consideraba que la democracia debía ser conducida por un conjunto de notables y no por la voluntad del pueblo. Las prácticas de las élites estadounidenses son complicadas y tienen una historia hiper compleja, que ni a palos es lineal. Pienso que si existe un problema actual para esas élites, ese problema en parte se puede identificar en el mismo herramental lingüístico que utilizan. Hoy se habla abiertamente en esos círculos de los Estados Unidos como “imperio”; Brezinski hace comparaciones con el auge y la caída de Roma.

Las élites tienen un bagaje autorreferencial y la ideología no es algo que precisamente se pueda aislar, simplemente sucede. Nuestras actuaciones son profunda y esencialmente ideológicas, pero no lo notamos. Lo contrario a la ideología es el conocimiento; pero la condición del conocimiento es la ideología. ¿Qué conocen esas élites? Nadie puede saber. Solo se puede conjeturar desde un lugar pequeño y ver qué dicen ciertos personajes, como Kissinger. Pero sí son públicas sus prácticas: bombardeos a control remoto, invasiones, políticas de control del mercado global de drogas, financiamiento terrorista, etc. Son tan públicas que Trump las utilizó cientos de veces a lo largo de la campaña, queriendo atar a Hillary a eso, sufriendo el backlash del partido que esta detrás de él y que también es participe de esas prácticas.

Ahora bien, no es que no se sepa que la influencia de los Estados Unidos esta mermando en el mundo. El propio mandato explícito de Obama fue reparar la imagen del país tras las presidencias de Bush, a través del “smart power”. Pero no cambió las prácticas sino que las re formulo, les buscó otra configuración y sentido. En definitiva, las élites no pueden escapar a la auto referencialidad y repiten las mismas prácticas a través de las cuales se constituyen e interpelan como sujetos. Por eso alguien como Hillary es tan cambiante; es una política profesional que esta hace décadas en el juego y las situaciones van cambiando y hay que adaptarse, por supuesto. Pero las prácticas son siempre las mismas.

Claro que hay razones materiales que explican el origen de esas prácticas. La misma pieza tira una pista: " (Hillary) tiene a su alrededor una estructura bipartita en política exterior que está ansiosa por intensificar las acciones en Siria, aunque todavía está por determinar los detalles". La nueva “locura” de esas elites sería arriesgar un enfrentamiento directo con Rusia. Y las razones materiales son complejas, pero estructuralmente los Estados Unidos tienen dos grandes flujos oficiales de ingreso de dinero desde el extranjero: energía e industria cultural. Toda esa región tiene relevancia, es la puja casi eterna por el anillo exterior de Eurasia, desde la formulación geopolítica de Spikman en los años 30. Parece que en las elites esa lectura no ha sido fundamentalmente cuestionada, ni siquiera con el desplazamiento económico hacia el sudeste Asiático. Yo creo que Clinton es partidaria de re encauzar la política del pivot to Asia, que ella misma diseño cuando era Secretaria de Estado y que se estancó con Obama.

2 Me gusta