Último año del secundario, había conocido una chica hace un par de días. Una noche, me invita a la casa junto con un par de amigos que la conocían de antes, de los cuales había recopilado el dato de que la mina estaba conmigo. Estábamos en su cuarto, yo sentado en la cama al lado suyo, mis amigos en unas sillas frente a la cama, cuando los pibes deciden irse. Amago a ponerme las zapatillas y la mina me agarra del brazo y me dice “quedate un rato más, tenés que hacer algo mañana? después te pido un remís.”
Bueno me quedo.
Les abre, vuelve al cuarto, pone música tranqui y permanecemos semiacostados en la cama, abrazados, yo bastante amodorrado, sin tomar ninguna iniciativa (tenía sueño, y además me quería hacer el interesante sabiendo que por como venía la mano, la mina andaba con ganas de tomar las riendas del asunto). Me pongo a mirar la pared del cuarto que estaba toda escrita con firmas y mensajes de sus afectos. Diviso el primero, que decía: “Todo este corazonsito se lo regalo a esta princesita divina. Nico” (o una cursiada por el estilo, con un corazón dibujado al lado).
Lo leo en voz alta y le hago el comentario, en tono burlón:
-Mirá qué amoroso este Nico… Bueno coincidimos, yo también tengo un amigo gay.
-Nicolás fue mi novio hasta el año pasado, cuando lo pisó un auto. Esa nota es uno de los recuerdos que más aprecio de él. 8|8|8|
Silencio sepulcral. Empecé a titubear a lo Dani Albert…
-ehhhh, yo… qué bajón, uy :oops:
-no, está bien, vos no tenías por qué saberlo.
Sobrevino un silencio irremontable, no quería embarrarla más ni me animaba a sacar un tema de conversación alegre después de eso, ni hablar de atinar a hacer algo. No tuve mejor idea que quedarme dormido, hasta que la mina me despertó avisándome que estaba por llegar mi remís :lol: