Sus familiares, sus ayudantes y todos los que lo rodean le pidieron a Maradona que cambie la decisión que trajo de Sudáfrica y siga en la Selección. El apoyo de la gente en la vuelta, además de conmoverlo, lo hizo sentir en deuda.
Diego vio la luz en el túnel.
Se fue de Sudáfrica destruido, caminando en línea recta hacia el abismo. Ya no quería ponerse más el traje de entrenador de la Selección. Se lo repitió a una de sus mujeres más queridas antes de partir. Aunque nunca intuyó que se encontraría con miles de personas en Ezeiza pidiéndole que no se fuera. No imaginó que por un rato volvería a ser Maradona.
Sus ojos se veían tristes. “No les pudimos dar lo que querían, no salimos campeones, pero miren la cantidad de gente que vino acá. Parece el 86”, les decía a Mancuso y Enrique mientras saludaba a sus hinchas. Diego entonces dudó. Fue ahí cuando su gente, sus ayudantes y fundamentalmente su familia le pidieron que meditara su decisión. O directamente que no se fuera.
Ellos lo empujan al sí.
Por eso se sorprendieron -y desmintieron enfáticamente- la versión que corrió por la mañana. Esa que decía que Maradona había anunciado su renuncia al llegar a su quinta en El Trébol, en Ezeiza. Su entorno buscó contenerlo todo el tiempo. Le habló Dalma, también Fernando Molina, jefe de prensa y novio de la hija mayor de Diego.
Por conocerlo, saben bien que el técnico de la Selección parece llevarse todo por delante pero puertas adentro escucha. Enrique, como cuenta en la página 6 de Olé, le dijo que no hay nadie mejor que él para dirigir a la Selección. Diego, aunque no lo dijera, les dio a entender a todos que estaba afuera. Como sentenció Signorini “ese Maradona murió”.
Pero como también dijo el Profe, se puede reinventar en cualquier momento. El apoyo de la gente, además de hacerlo sentir en deuda, lo conmovió. Lo hizo dudar, pensar por un rato en la revancha. Aunque una vez más hay que decir que Maradona es minuto a minuto. El no tendrá una rápida motivación como los jugadores, que después de unos días de vacaciones se irán a sus clubes a buscar nuevos objetivos. Di María, por ejemplo, en pocas horas más se probará la camiseta del Madrid.
Diego, llegado el caso, debería motivarse con la Copa América del 2011, un premio consuelo después de esta decepción. Ese 2011 marca más que una competencia: es el final del contrato del que tanta veces habló el técnico de la Selección, aunque en realidad no hay ninguna renovación firmada. Hoy Maradona no tiene contrato. Hasta octubre del año que viene, además, dura el mandato de Grondona.
El presidente de la AFA lloró con Maradona en el vestuario. “Le habló como un padre. Hay que reconocerlo”, contó uno de los pocos testigos de ese abrazo. Aunque Grondona además de dolor siente decepción, piensa que dijo a casi todo que sí y que se terminó mal. El no le dirá a Diego que se vaya. Aunque cerca suyo esperan que sea Diego el que anuncie su salida. En los últimos días a Don Julio se lo vio contrariado, enojado por las críticas, de muy poco humor. Lo preocupa, además de la eliminación y de los millones de dólares que perdió la AFA por no pasar de fase, que no sobran candidatos si este técnico se va. Hay pocos.
A Grondona le gusta Sabella del mismo modo que le bajó el pulgar a Russo, aún no lo ve aplomado emocionalmente a Simeone y percibe en Martino demasiado de Bielsa.
Diego ya vio la luz en el túnel. Hay que ver si le escapa una vez más…