Pero es que nadie dice que se va a terminar ahí ningún asunto. La ley pone un freno a un problema importante. Claro que hay otros problemas respecto a la tierra.
Veamos: si esta ley limitara la posesión de tierras A CUALQUIER ser humano ( argentino o extranjeo ), automáticamente chocaría con el lobby de la SRA y parte importante del Congreso que responde a ellos. Resultado: la ley no sale, nada cambia.
Entonces, que hacemos ? Desdoblemos el problema. Ataquemos primero el problema de la extranjerización ( a lo cual va a ser muy difícil oponerse sin quedar en off side). Saquemos esta ley. Solucionemos este problema, y tenemos una parte ( importante ) del problema resuelto.
De la misma manera, yo preferiría que la ley contemple la expropiación de ciertas tierras en manos de extranjeros, pero iba a chocar con el mismo lobby pro-derechos adquiridos, pro-seguridad jurídica, anti-chavismo, étc.
Entonces, me parece super inteligente encarar el problema por partes. Saquemos esta ley. Y después vamos por una ley de arrendamiento. Y después vamos por una ley de tierras para los pueblos originarios. De a un problema por vez. Sin apuro, pero sin pausa.
Entiendo y coincido. Igual lo menciono más como un concepto moral que va más allá de la realidad de una sociedad. Lo aplicaría en todo el mundo y en todo momento.
Les dejo algo que escribió John Locke:
[i]“Aunque la tierra y todas la criaturas inferiores pertenecen en común a todos los hombres, cada hombre tiene, sin embargo, una propiedad que pertenece a su propia persona; y a esa propiedad nadie tiene derecho, excepto él mismo. El trabajo de su cuerpo y la labor producida por sus manos, podemos decir que son suyos. Cualquier cosa que él saca del estado de naturaleza en que la naturaleza la produjo y la dejó, y la modifica con su labor y añade a ella algo que es de sí mismo, es, por consiguiente, propiedad suya. Pues al sacarla del estado común en el que la naturaleza la había puesto, agrega a ella algo con su trabajo, y ella hace que no tengan ya derecho a ella los demás hombres. Porque este trabajo, al ser indudablemente propiedad del trabajador, da como resultado el que ningún hombre, excepto él, tenga derecho a lo que ha sido añadido a la cosa en cuestión, al menos cuando queden todavía suficientes bienes comunes para todos los demás.”
“Quizá pueda objetarse a esto que ‘si el hecho de recoger las bellotas y otros frutos de la tierra hace
que tengamos derecho a ellos, entonces cualquiera podría aumentar su propiedad tanto como quisiese’. A lo cual respondo: no es así. Pues la misma ley de naturaleza que mediante este procedimiento nos da la propiedad, también pone límites a esa propiedad (…) Todo lo que uno pueda usar para ventaja de su vida antes de que se eche a perder será aquello de lo que le esté permitido apropiarse mediante su trabajo. Mas todo aquello que excede lo utilizable será de otros. Dios no creó ninguna cosa para que el hombre la dejara echarse a perder o para destruirla. Y así, considerada la abundancia de provisiones naturales que durante mucho tiempo hubo en el mundo, y la escasez de consumidores; y considerando lo pequeña que sería la parte de esa abundancia que el trabajo de un hombre podría abarcar y acumular con perjuicio para los demás, especialmente si dicho hombre se mantuviese dentro de los límites establecidos por la razón, apropiándose solamente lo que pudiera ser de su uso, sólo pudieron haberse producido muy pocos altercados y discusiones acerca de la propiedad así establecida”[/i]