Pinti:"Y ahora esta loca me pide que pesifique"

Me refiero a la clase media que recibía ciertos beneficios del tipo de cambio. Me baso en casos que conozco, no tengo ninguna estadística.

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Me refiero a la clase media que recibía ciertos beneficios del tipo de cambio. Me baso en casos que conozco, no tengo ninguna estadística.

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Cuál es tu lectura? Digo, porque al menos tu tocayo se permite disentir argumentando. De eso se trata el debate, no?

A veces me pregunto sino habrá pasado lo mismo con cristina, muchos sacaron créditos para comprar boludeces no le convenia ni a ganchos un cambio.

Sí, eso explica el 54%, sin dudas.

claro, por fin coincidimos en algo.

Pero Alejo… la clase media fue la MÁS perjudicada por el gobierno de Méndez. Por eso te digo que ni ahí lo votaron. Recordemos que la clase media fue la que se perjudicó, por empezar, con los retiros voluntarios de las empresas estatales (la gran mayoría de los retiros se dieron en la administración, puestos que tradicionalmente ocupaba la clase media) y con los rajes masivos que se dieron.

Si algo hizo justamente el gobierno del patilludo (luego continuado por el inútil de De la Rúa), fue hacer mierda a la clase media.

Bueno, pero al cotur lo votó el 50%. Los porcentajes en sí no explican nada de nada, Gustavo. Fijate que al turco lo votó MUCHÍSIMA clase baja, a la cual no es que hizo mierda él… a la clase baja la hicieron mierda todos los gobiernos de este país, él solamente continuó agravando su estado. Y sin embargo lo votaban.

Abrazos, Martín.

Yo conozco muchísima gente de clase media que lo votó al turco, toda mi familia por ejemplo. El sector servicios no fue tan perjudicado. Muchísimos agarraron planes de retiros voluntarios, felices de la vida. La clase media pudo vacacionar en el exterior como casi nunca, comprar cosas importadas como nunca, no se hasta que punto no lo votaron eh.

En la Capital fue notorio. Mientras en los barrios de clase alta y clase baja ganó caminando (así de memoria te digo que ganó en Recoleta, Barrio Norte, Belgrano y Lugano), perdió en todos los barrios de clase media (Almagro, Caballito, Flores, San Telmo, etc. etc. etc.).

Es más, en el ÚNICO momento en que el Turco ganó en Capital Federal (reducto si los hay emblemático de la clase media) fue en la elección anterior, 1993, en donde votaron a Erman González al Congreso (creería que elecciones de diputados). Todos los demás años perdió.

Habría que ver ciudad por ciudad, aunque sea las cinco más grandes. Me aventuraría a decir que perdió en la clase media de Baires, Rosario y Córdoba (esta última estoy más en duda, Rosario perdió seguro… si en el país había desempleo, en Rosario era tres veces peor, uno de cada 3 tipos no tenía laburo, fue en el momento en donde se pasaron los videos de los rosarinos comiendo aparentemente gatos).

Abrazos, Martín.

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Postdata.

Copio los resultados de 1995, por si quedaban dudas.

Mnm / Ruckauf - Partido Justicialista / UCeDé - 8.687.319 - 49.94%
José Octavio Bordón / Carlos Álvarez - Frente País Solidario (FREPASO) - 5.095.929 - 29.30%
Horacio Massaccesi / Antonio María Hernandez - Unión Cívica Radical - 2.956.087 - 16.99%

El resto (los de abajo) no llegaron al 2% de los votos.

Por distrito:

CAPITAL FEDERAL
Mnm / Ruckauf - Partido Justicialista / UCeDé - 518.439 - 25.67%
José Octavio Bordón / Carlos Álvarez - Frente País Solidario (FREPASO) - 899.230 - 44.53%
Horacio Massaccesi / Antonio María Hernandez - Unión Cívica Radical - 215.382 - 10.66%

BUENOS AIRES
Mnm / Ruckauf - Partido Justicialista / UCeDe - 3.419.089 - 51.81%
José Octavio Bordón / Carlos Álvarez - Frente País Solidario (FREPASO) - 1.965.708 - 29.79%
Horacio Massaccesi / Antonio María Hernandez - Unión Cívica Radical - 916.912 - 13.89%

SANTA FE
Mnm / Ruckauf - Partido Justicialista / UCeDé - 589.734 - 37.19%
José Octavio Bordón / Carlos Álvarez - Frente País Solidario (FREPASO) - 593.790 - 37.44%
Horacio Massaccesi / Antonio María Hernandez - Unión Cívica Radical - 199.423 - 12.58%

CÓRDOBA
Mnm / Ruckauf - Partido Justicialista / UCeDé - 684.422 - 43.78%
José Octavio Bordón / Carlos Álvarez - Frente País Solidario (FREPASO) - 324.746 - 20.77%
Horacio Massaccesi / Antonio María Hernandez - Unión Cívica Radical - 429.048 - 27.45%

Copié los resultados de los cuatro distritos más importantes. Como se ve, en Capital, el chimpancé perdió por escándalo. En Buenos Aires, ganó por idem. En Santa Fe perdió ajustado (y siendo Santa Fe una provincia tradicionalmente peronista, está clarísimo que donde perdió esa elección fue en Rosario) y en Córdoba también ganó caminando.

Habría que ver los resultados barriales, pero estoy seguro de lo que vengo diciendo, guarda.

Links:
Generales: Wikipedia
Por distrito: Honorable Cámara de Diputados de la Nación

Abrazos, Martín.

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PostData2:

Le dedico este posteo a mi mamá, mi papá, a todos los que me conocen y a #FitoPáez por decir que la mitad de los porteños le dábamos asco. Seguramente también lo asqueábamos en 1995 cuando le votábamos en contra al patillas.

Postdata 3, jajajajaja…

Acá tienen los votos por barrio de Capital Federal (página 33 de este documento, es un PDF de Nueva Mayoría - sí, ya sé que da asco, pero el total general de los votos está bien así que calculo que los parciales también).

Los porteños en las urnas 1916-1997

Fíjense para calcular en los barrios que ganó, que a los votos obtenidos por el PJ se le suman los que obtuvo con la UCeDe (la columna a la derecha de todo).

Che, el gordo Pinti ya salió a declarar que no dijo eso y lo tergiversaron. Cambien el título o voy a pensar que la intención es la misma del gran pasquín argentino del “miente que algo quedará”…

Ah, no sé… yo entré a meter púa con los videos y a aclarar que la clase media porteña no lo votó en su puta vida al turco joeputa. Yo no abrí el post, que lo edite el autor jejeje. :lol:

¿Y a usted quién lo citó? ¿Laco de japa?

//youtu.be/8rHe-JwwI3k

Dijiste “cambieN el título”. Los únicos que pueden cambiar el título son el autor del tema y de moderadores para arriba. Como el autor del tema no está y debo ser el único del staff que anda sonámbulo, avisé por qué no lo podía cambiar yo. Gracias, vuelva prontossssssssssss…

PD.: Confirmo… soy el único del staff que anda por acá jajaja.

Es verdad. Yo estoy más sonámbulo que vos y me olvidé del colorcito verde. Igualmente iba para el creador del tema, que se haga cargo y lo edite…

no creo que eso funcione siempre che… el gobierno dice que la inflacion es del 10% y la Jefaza dice que con 26% de inflacion el pais vuela por el aire… mienten mienten y mienten sin embargo no queda…

A mendez como dice martín lo votaron muchos de clase baja y de clase alta, lo mismo que a cristina. No se puede decir tan alegremente alejo que los que votaron a cristina no lo votaron al carlo, porque es ridículo, y además, falso. Y cristina, como nunca antes un presidente, tenía también de su lado un aparato propagandístico gigante; huelga mencionar la cantidad enorme de medios alineados al gobierno. Es cierto lo que decís del veletismo, y sobre todo en la clase media. Y voy a disentir un poco con martín y a darte un par de dedos de la derecha, aunque las estadísticas están del lado de él si tomamos a la clase media como un todo: muchos de sus integrantes también votaron al cotur martín, sobre todos los culos rotos que pudieron viajar a cancún y comprarse varios perfumes kenzo en el free shop, y todavía, nostálgicos, lo extrañan. Por supuesto que después todos esos negaron rotundamente el voto. Y estos mismos culos rotos de clase media que querían que todo siga igual, son los mismos que votaron a cristina para que las cosas no cambien.

Pero mejor que cualquiera, la trayectoria votante de los veletas nos las cuenta, en forma de relato, un me…ista:

El mito de la sociedad siempre inocente

Por Jorge Asís, desde Argentina

Historia política del independiente Humberto Rosales, hombre de bien que convalidó la sucesión de catástrofes.

Aunque se suponga un independiente, de los seres anónimos que conforman la mayoría silenciosa y deciden las elecciones, Humberto Rosales mantiene una trayectoria política.
A los cincuenta años, su peripecia sirve de pretexto para describir una teoría.
La del “mito de la sociedad siempre inocente”.

Humberto Rosales tiene la desmesura enfermiza de un hombre normal. Paga puntualmente los impuestos. Cuida a los suyos, y es un individualista que apuesta, a veces, por la solidaridad. Todavía no se separó de su única esposa. Jamás se afilió a ningún partido político, ni piensa afiliarse.
Es decente. Aunque tal vez porque nunca tuvo la oportunidad de ser un corrupto.

Votó, por primera vez, el 25 de mayo de 1973. Votó a Cámpora, y ganó. Aquella noche del 25 pudo incorporarse, por el impulso juvenil de un contagioso optimismo, a la manifestación interminable que, desde la Plaza de Mayo, se dirigía hacia la cárcel de Villa Devoto.
Tenía 18 años, se esfumaba otro gobierno militar y volvía el peronismo, que había sido desalojado, violentamente, en el 55. Justamente en el año de su nacimiento.
Cantó entonces Horacio, como tantos miles, y sin ser militante, a favor de la liberación de los compañeros. De Far y Montoneros. Soplaba un aire de redención generacional.

Trabajaba con su padre. Vendían cinturones, entre los estampidos de otra violencia rutinaria que cada vez le espantaba más. Hasta atemorizarlo, sobre todo a mediados del 74, después de la muerte del general Perón.
En 1975, cuando estaba de novio con Lucrecia Ardanaz y tenía veinte, sobrevivía literalmente harto del desorden. Presentía, sin mayor originalidad, que con Isabel Martínez como presidente todo iba a terminar mal. Coincidía con los argumentos de su padre. Hacía falta alguien fuerte, en la Argentina, para poner orden. Mano dura, de militares, obvio. Porque con las divisiones confrontacionales del peronismo en el poder no se podía continuar. Y le daba la razón a su padre cuando le decía que el peronismo era, en el fondo, el gran culpable del desastre nacional.
Humberto entonces sintió un gran alivio el 24 de marzo de 1976.

Siguió, a los altibajos, con los cinturones. Aunque percibió, de pronto, que ganaba más dinero con las acciones de la Bolsa. O con los Valores Nacionales Ajustables.
Se casó con Lucrecia en el 78, el año del Mundial. Viajaron hacia Río de Janeiro. Claro que conocieron Miami. Juntos, se hacían expertos en aeropuertos.
Sentíanse comparativamente superiores, entre las vitrinas tan baratas del extranjero.
Y Humberto siguió el Mundial de fútbol con un entusiasmo conmovedor. No se cansaba de ver, por la sorprendente televisión en colores, aquellos goles de Luque, de Kempes.
Festejó, a los bocinazos, el título, mientras daban vueltas con Lucrecia en el Peugeot 504, con el techo embanderado.

Aquel fantástico orgullo, por saberse argentino, sólo pudo ser superado por Humberto cuatro años después.
Cuando se recuperaron, en el 82, las Malvinas.
Tenía 27 años, y sentía, por su incipiente nacionalismo, que debía justificarse ante sus amistades, por no inscribirse como soldado voluntario. Aparte, los motivos eran sólidos, tenía un hijo de tres, y venía otro en camino.
La Guerra de Malvinas desencadenó, al fin y al cabo, la más fuerte decepción. Estaba convencido que ganaban, y de pronto se sintió engañado como un niño.
Entonces, merced al epílogo degradante, al bochorno que todos preferían simplificar en el rostro del general Galtieri, cambió el país. Pudo informarse, en detalle, de las abominables tropelías que habían cometido los militares.
Entre finales del 82, y casi todo el 83, Humberto pudo valorar el insigne significado de la democracia. Sistema que había, en realidad, tratado con indiferencia. Ocurrían ahora tiempos ideales para conmoverse, con la refundación intelectual de los derechos humanos.
La Argentina había perdido la guerra que nunca iba a asumir. Sin embargo recuperaba, gracias a la derrota, la democracia.

El 30 de octubre de 1983, Humberto votó por Alfonsín, porque lo volvía a emocionar. Sobre todo en los finales emotivos de sus discursos, con el Preámbulo de la Constitución incluido. Y ganó otra vez. Y supo reconfortarse cuando, en 1984, se juzgaron las cúpulas militares que habían producido tantos desatinos.
Era el turno de los militares. Entonces, los militares eran los culpables exclusivos del desastre nacional.

Humberto ya no vendía cinturones. Se había asociado en una Inmobiliaria, en San Isidro.
Aunque económicamente, con el alfonsinismo se debilitaba, mantuvo el ánimo suficiente como para dirigirse, con su mujer y los chicos, a defender la democracia, en la Plaza de Mayo.
Transcurría la Semana Santa de 1987. Y permaneció algunas horas con su familia en la Plaza, legitimado entre la multitud. Y después frente al televisor, hasta que Alfonsín les dijo, a decenas de miles como Humberto, Felices Pascuas.

En setiembre de 1987, para gobernador de Buenos Aires, contra la opinión de su padre, Humberto votó a Cafiero. Y volvió a ganar.
Entonces se profundizó la contundente bancarrota del Alfonsín que oportunamente había apoyado. Entre las corridas bancarias, las inmanejables convulsiones financieras, la crisis estructural de un monstruoso estado deficitario, y los aumentos del verano del 89, Humberto comprendió que con los radicales era imposible encontrar una salida.
Porque los radicales no servían para gobernar. Eran culpables, por incapacidad. Y no los iba a votar más.

Sostenía, a los 34, que sólo los peronistas podían gobernar la Argentina. Aunque le disgustaban naturalmente los peronistas, en el 89, votó a Menem. Volvió a ganar.
Sin embargo, le avergonzaría después reconocer, que entre 1991 y 1995, en su plenitud desde los 36 a los 40 años, vivió el período más positivo de su vida. Aparte, con el clima de negocios que se había apoderado del país, se las ingenió para hacer sus diferencias. Y por si no bastara, se mudó a un country de Pilar. Y regresó, con frecuencia, a Miami.
Experimentó también una cierta atmósfera de culposidad cultural. Porque le costaba aceptar que con el menemismo le iba bien. Se consolidaba con sus negocios inmobiliarios, aunque ya empezaba a resultarle fascinante el discurso cautivantemente televisivo del Chacho Álvarez. Incluso, de la señora Fernández Meijide.
Debía además escandalizarse con la presencia fuertemente protagónica de la corrupción. Siempre inquilina, en el primer plano, la corrupción, casi un sinónimo instalado de menemismo.
Aunque la palabra menemista se había convertido en un neologismo de descalificación, en el 95, votó igualmente a Menem. Volvió a ganar, a los 40 y sin euforia. Incluso, sin decirlo. Se trataba de un voto secretamente culposo, socialmente discriminatorio.

Cuando Menem lo echó al ministro Cavallo, en el 96, Humberto había adquirido suficiente experiencia como para estimular malos presentimientos. Que se confirmaron después, cuando comenzaron las convulsiones letales entre Menem y Duhalde.
Por naturaleza, los peronistas, en el poder, eran conflictivos.
Duhalde quería ser y Menem quería quedarse.
Desde el 98 volvió a olfatear un final, sin grandeza, de reinado.

Simultáneamente, su encantamiento con la labia envolvente del Chacho Álvarez se agudizaba. Y aunque había prometido no votar, nunca más, a los radicales, por apoyarlo al Chacho Álvarez votó, en el 99, al radical De la Rúa. Y con la Alianza volvió a ganar. Aunque otra vez padeció vulnerabilidades en materia económica.
Cuando, por una contundente idiotez, renunció Chacho Álvarez a la vicepresidencia, en el 2000, sintió que de nuevo se agigantaba el turno pendiente del fracaso.
Ahora, aunque a las opiniones de su padre envejecido casi no le prestaba atención, coincidieron en que la economía sólo la podía encarrilar Domingo Cavallo.
Si hasta su ídolo derrumbado, el Chacho Álvarez, lo decía, desde su torpe exilio del “Varela Varelita”. Entonces Humberto ansiaba que volviera Cavallo a conducir la economía, mientras sabiamente, basamentado en la perspicacia de su desconfianza, se las ingeniaba para enviar, alguna parte considerable de sus dinerillos, al Miami que le fascinaba.
Y ganó otra vez, Cavallo fue designado ministro. Pero, como pronto comprendió, ya no era el mismo Cavallo. Carecía, con los radicales que lo despreciaban, del respaldo político que había tenido con los peronistas.
De no estar muy cómodo, ante la televisión de su casa en el country, en diciembre del 2001 Humberto también hubiera salido, armado con cucharas y cacerolas, a insultar, con grotescos pantalones cortos. Hasta que echaran al Cavallo que lo había defraudado. Y que De la Rúa se trepara al helicóptero.

Ahora la historia es más reciente. Por ejemplo, aquel cuartetazo de presidentes lo siguió desde el televisor del country. Sin embargo, Humberto casi supo emocionarse cuando Rodríguez Saa anunció la suspensión de pagos de la deuda externa.
Sin entender mucho, también aprobó, sin otra alternativa, que Duhalde fuera designado presidente.
Porque el país, está condenado, afirmaba, a ser gobernado por el peronismo.
Si sólo el peronismo podía imponer la convertibilidad económica, sólo desde el peronismo se la podía masacrar.
El 30 de abril del 2003, por primera vez, Humberto perdió una elección. Porque lo votó a López Murphy, porque ya no era radical. Sin embargo Kirchner, el destapado, aunque no lo conocía, pudo sorprenderlo. Y hasta pudo convencerlo que las medidas tomadas en los noventa eran las causas fundamentales del desastre nacional. Que había que recuperar el Estado liquidado por la “corrupción del menemismo”.

En definitiva, a Humberto ahora, con Kirchner, le va mejor. La inmobiliaria vuelve a registrar movimientos, circula dinero, y se convirtió en otro de los anónimos potenciales que alimenta las favorables encuestas de Artemiópolis.
Hasta ahora, los malos presentimientos no le florecen. Aunque le parece que el presidente se pelea innecesariamente de más. Tampoco descarta que, en cualquier momento, puedan surgir los nubarrones. Está espiritualmente preparado.
Aprendió, a los 50 años, que lo único importante es salvar siempre lo suyo. Lo de Humberto Rosales. De todos modos, eternamente será inocente. Ninguna caída podrá involucrarlo. Y menos aún, decepcionarlo.
Téngase en cuenta que la sociedad siempre es la víctima.
Que la inocencia social está definitivamente asegurada.

La crónica de Asís es tal y cual, eh. :lol:

Lindo relato del impresentable ese.

Una minoria esclarecida logro imponer un regimen para mantener un pais para pocos??? Como lo lograron???himnotizaron o drogaron a las minorias de clase baja para que voten al proyecto excluyente??? Mepa que en ciencias politicas andas patinando como en derecho procesal?

Mirá que en eso, si lo ponés al turco enfrente de una cobra, yo apuesto mi sueldo a manos del patilludo. Es innegable que la ciencia del hipnotismo la conocía al pelo ese hijo de remil putas. :lol:

Asís es un MUY buen escritor. Pasa que anda peleado con toda la mafia de Puán.