si mira vos no me digas ??? mira la contradiccion
La Nación, los columnistas filonazis y “los estúpidos”
Para ‘opinar’ sobre los hechos de Soldati, La Nación contrata a columnistas como Carlos A. Manfroni, un individuo cuyo principal antecedente se resume en haber sido asiduo redactor de la publicación filonazi Cabildo. Todo un récord del diario mitrista.
Un par de días y con relación a los hechos de Villa Soldati, apareció en La Nación una columna de opinión firmada por Carlos A. Manfroni y titulada sugestivamente “Nosotros, los estúpidos”, donde se afirma que “cuando nuestra Constitución habla de ‘todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino’ no está llamando a apoderarse gratuitamente del suelo argentino”. El autor, quien señala que “los hechos de Villa Soldati son en sí mismos una tragedia” y nos advierte que “no han faltado quienes dieron a nuestra Carta Magna aquella disparatada interpretación”, se refiere a que nosotros, los argentinos, somos “estúpidos” por dejar que extranjeros “se apoderen gratuitamente del suelo argentino…”
Según Manfroni, “la inteligencia se perdió en la Argentina porque nadie quiere decir lo que es políticamente incorrecto. Y como lo políticamente correcto está aquí cada vez más alejado del sentido común, la oligofrenia llega a límites insospechados y amenaza con avanzar hasta que no queden ni rastros de nuestra personalidad”. Entonces, indignado a más no poder, se pregunta: “¿En qué país, que no conociera la realidad argentina, podríamos contar que, mientras estábamos -y estamos- tratando de salir de una de las peores crisis económicas de nuestra historia, nos proclamamos obligados a ser proveedores gratuitos de tierra, viviendas, servicios de salud, educación y seguros de desempleo de todos los extranjeros que lo deseen, sin límite alguno?”
Insatisfecho con su indignación, sigue preguntándose mientras se rasga las vestiduras: “¿Y si a eso agregáramos que, cuando los beneficiarios no están satisfechos de lo que les regalamos gracias a nuestro esfuerzo laboral, nos hacen la vida difícil cortándonos calles y rutas, de modo de que se alargue nuestra jornada? ¿Podríamos acaso revelar, sin avergonzarnos, que permitimos que quienes ocupan tierras clandestinamente arrojen piedras y palos para repeler a los vecinos legítimos? ¿Y si además dijéramos que las autoridades anuncian a quienes quieran escucharlas que nada harán -y eso sí que lo cumplen- contra quienes ocupen el espacio público, aunque perjudiquen a quienes trabajan y pagan? ¿Y si finalmente ofreciéramos una idea del azote que los trabajadores sufren diariamente a manos de la delincuencia?”.
Para él, obviamente, “somos estúpidos”.
Pero nosotros también tenemos derecho a preguntarnos: ¿quién es este individuo que asegura que los argentinos somos “estúpidos” y hasta “oligofrénicos”? El blog Algunos Precios nos desasna al respecto:
Carlos A. Manfroni dirige una Fundación de Etica Pública y un curso en la Universidad Católica, auspiciado por la Embajada de Estados Unidos, sobre reglas contra la corrupción; es columnista del diario La Nación, reclama mano dura por la “hiperinflación de inseguridad”, objeta el criterio de la Corte Suprema sobre los crímenes de lesa humanidad, participa en las actividades del servicio de información de la Embajada de los Estados Unidos, USIS, e integró el grupo de expertos que participó en la redacción de la Convención Interamericana contra la Corrupción.
Durante la dictadura militar la firma de Carlos A. Manfroni fue habitual en el mensuario nacionalista católico Cabildo. Por la Nación contra el caos (hoy reducido a un blog).
Las siguientes son algunas de las opiniones, publicadas a lo largo de 1983 en dos series de artículos sobre “Iglesia y Progresismo” y “Rock y Subversión”, titulados “La Soberana Soberbia”, “La Injusticia del Igualitarismo”, “Amor e Ideología del Amor”, “El poder de la música”, “Verdad y Libertad”, “El progresismo es judaico”, “El mimetismo del Rock”, “Entre la Violencia y la Castración”, “Música Antinacional Contemporánea”, “La soledad de los Materialistas”, “El Anticristianismo y el Rock”:
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La democracia y la libertad son productos de la hedionda Revolución Francesa, que para peor también fabricó el amor a la Humanidad, puro onanismo intelectual.
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Es una herejía pensar que la autoridad suba de abajo hacia arriba, mientras que, en la organización de la Iglesia, el poder desciende de arriba hacia abajo.
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El progresismo es un infeccioso mal.
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El materialista pueblo judío instruye a los hijos de Sión para consquistar el poder. El progresismo lleva el estigma del temporalismo judaico y masónico.
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La música rock es el movimiento “artístico” más subversivo, anticristiano, antimetafísico y contracultural de todos los tiempos. Convierte a los jóvenes, como perros de Pavlov, en una jauría descontrolada.
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El ritmo destemplado exacerba las pasiones contra el espíritu y crea un estado hipnótico en este lavado cerebral.
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El adolescente adolece de una falta de control de los impulsos instintivos.
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Toda deformación de la cultura debe ser considerada subversiva y, como tal, erradicada.
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La “filosofía” del rock conduce al deseo desesperado de la muerte e induce al suicidio, como lo demuestran las letras de las canciones de Charly García, Spinetta y Moris. Ofrece la posibilidad de convertirse en un animal o un marica.
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El juez que rechazó el pedido de una fiscal de perseguir como apología de las drogas el tema de Eric Clapton “Cocaine” censuró los derechos que tiene el Orden contra la subversión y no tuvo en cuenta el pecado original.
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El rock es anticristiano y transmite mensajes satánicos, que pueden escucharse cuando se pasan al revés ciertas canciones, como “Congratulations” de Pink Floyd. El mensaje secreto del diablo dice “comunícate con el viejo”.
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Uno de los máximos exponentes de satanismo es el grupo Kiss, cuyos integrantes se maquillan de una manera diabólica. “Todos ellos, como tantos otros, son homosexuales y drogadictos (en este ambiente, la excepción es la contraria).”
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Los artistas son parásitos sociales, voluntari
amente inservibles en el papel de hombres de bien, chicos caprichosos que expresan su rebeldía con gestos como teñirse el bigote a dos colores, hasta justificar la guerrilla marxista, pero condenan la guerra por las Malvinas. “Perros de Pavlov o dulces mariposas, lo real es que en ninguno de ambos casos son lo que necesita nuestra querida Patria, hoy tan sedienta de hombres.”
Aguinis, o la mismísima barbaridad
09:51 Merece una causa judicial. La columna que ayer firmó en el diario porteño La Nación Marcos Aguinis, escritor y supuesto intelectual argentino, merece que la justicia lo cite para que de explicaciones. No se puede escribir cualquier cosa. No se puede –en aras de criticar al kirchnerismo en general y al gobierno en particular- llegar al extremo de justificar al nazismo.
Escribió ayer Aguinis, en una columna que tituló “El veneno de la épica kirchnerista”, un párrafo que pone los pelos de punta: “Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras. Los actuales paramilitares kirchneristas, y La Cámpora, y El Evita, y Tupac Amaru, y otras fórmulas igualmente confusas, en cambio, han estructurado una corporación que milita para ganar un sueldo o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la nación”.
Invitamos a los lectores a que relean el párrafo que hemos transcripto; o más aún, a que accedan íntegramente a la columna, a través de internet. Hay cosas que no se pueden tolerar. Hay odios que no se pueden comprender, ni tampoco justificar, ni mucho menos aceptar. Para Aguinis, las juventudes hitlerianas tenían un ideal, que el kirchnerismo no tiene. ¿Puede aceptarse? ¿Vale todo?
Si dejáramos pasar la barbaridad que ayer hemos leído, esta columna que intentamos escribir desde la sinceridad ideológica que se asume en esta redacción todos los días con el desafío de editar un modesto diario de pueblo, no tendría sentido.Si miráramos para otro lado ante la justificación del hitlerismo y su “ideal absurdo” de asesinar por una raza superior, nada de lo que intentamos escribir todos los días, tendría un mínimo grado de validez.