Patéticas miserabilidades

El procesamiento de Romina Picolotti da más vergüenza que indignación. No porque no provoque arrebato de furia el uso de los recursos del Estado para fines estrictamente personales. Pero, tal como ha estipulado la jueza María Romilda Servini de Cubría, el detalle de lo que se ha detectado, en algún punto, pone en ebullición la sangre. Platos de quesos y fiambres; gin tonic; drink Bellini; copa de vino, gaseosa, pañuelos descartables, analgésicos, pilas Duracell, barra de cereal, Tafirol, papel higiénico (¡ay, ay, ay!) e Ibupirac. El contribuyente argentino le pagaba el papel higiénico a la señora Picolotti. ¿Quién es la señora Picolotti?
Picolotti fue la secretaria de Medio Ambiente designada por el presidente Néstor Kirchner. Una persona que, una vez que asumió el cargo, solventó los viajes de su familia en avión, de Córdoba a Buenos Aires, con el presupuesto de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable. ¿Qué alegaba la papelería de la Picolotti? Razones de “desarraigo”. La jueza dice que hubo “un desmanejo muy evidente”. Y como mención apenas emblemática, marca estos puntos que acabo de relatar, bochornosos: “Dos comprobantes –dice Servini de Cubría- son el fiel reflejo de que cualquier gasto era solventado con la caja chica”. Uno es la compra de productos de belleza, que tiene escrito, en lápiz, “regalo Flor y Sofi para cumpleaños”. Y en el segundo caso el ticket registra una comida en un restaurante llamado Hooters.

La defensa de Picolotti dice que son gastos que tenían que ver con estrictos motivos funcionales. ¿Motivos funcionales comprar papel higiénico? ¿Motivos funcionales comprar ibuprofeno? ¿Motivos funcionales consumir alcohol en una comida? Esto tiene un solo nombre en el sistema administrativo del Estado: es uso de dinero público para fines estrictamente personales.
Fue en diciembre de 2008 que la ya presidente Cristina Fernández de Kirchner le pidió la renuncia a Picolotti. Pero como una muestra más de su absoluta ineptitud, esta mujer, a esa altura del año, el mes doce, o sea cuando terminaba el ejercicio, solamente había ejecutado el 40% del presupuesto de la Secretaría. Directivos del área habían terminado pasando a cobrar por el fisco público 70.000 dólares de viáticos por viajes a diferentes partes del mundo, como Kenia, España, etcétera.

Romina Picolotti es egresada de la Universidad Nacional de Córdoba y estuvo muy vinculada con los piqueteros de Gualeguaychú. Fue puesta al frente de la Secretaría por el presidente Néstor Kirchner. Responsable político del nombramiento de Picolotti fue el que era jefe de Gabinete de Kirchner, Alberto Fernández, quien la propuso, y la nombró Kirchner en julio de 2006. Hoy, tras conocerse el fallo, Fernández consideró que la ex funcionaria debe rendir cuentas por los actos que llevó a cabo cuando estaba en funciones. Se defiende Fernandez diciendo, que como había una campaña mediática contra el Gobierno, “yo le pedí explicaciones y ella me las dio. Fue por esos hechos que yo la defendí públicamente siendo jefe de Gabinete”.

Estos hechos, además de que implican un embargo de 450.000 pesos a la ex funcionaria, hablan mucho de la Argentina de algo que suele obviarse: nuestra tendencia a barrer permanentemente la basura bajo la alfombra. Parecen pequeños episodios y cuando explotan grandes escándalos, los robos de los grandes señores feudales o de los grandes contratistas del Estado, es como sido todo lo demás, literalmente, fuera irrelevante: ¿por qué nos vamos a ocupar de una mujer que se hacía comprar el papel higiénico con los fondos del Estado? Yo estoy en desacuerdo con esa mirada. Por el contrario, tengo para mí que es en este tipo de pequeñas basuras, de pequeñas irrelevancias, de “patéticas miserabilidades”, como supo acuñar la frase Hipólito Yrigoyen en el siglo XX, en donde se revela la matriz del gobierno de la ilegalidad en la Argentina.

Esta sensación, que más que sensación es una convicción, de que son muchos los arrebatadores, oportunistas y descuidistas que llegan a las filas del Estado e imaginan que automáticamente son invisibles. Es como si para ellos se pusiera en marcha un procedimiento mágico: no los ven. Como cuando uno juega con un bebé y se tapa los ojos y dice: “¿dónde está el abuelo?” “¿dónde está papá?”; y el bebé mira con los ojos luminosos cuando el papá o la mamá se sacan las manos de los ojos y aparecen.
Esta gente cree que es un poco así: nadie los ve, nadie va a revisar los comprobantes de pago, los fondos del Estado sirven para cualquier cosa. Son algo más que descuidistas, y quizá un poco más que arrebatadores: son, literalmente, secuestradores de la maquinaria del Estado.¿Cuántos centenares de funcionarios hoy podrían reconocerse en la peripecia de la señora Picolotti? Lamentablemente, muchos. Y este es uno de los grandes temas pendientes para la Argentina. Una asignatura pendiente fundamental, que habrá de hacerse cada vez más acuciante, porque no hay país posible con gente que le haga pagar el papel higiénico a los contribuyentes. Esta supuestamente pequeña corruptela cotidiana es el tóxico que envenena a nuestra sociedad, y de la que van a tener que hacerse cargo no solo los dirigentes políticos, sino también nosotros, los ciudadanos, que solemos pensar que estas cosas son el mal de otros y nunca nuestra responsabilidad.

Nuestra responsabilidad es política, porque esta gente llega al poder a través del voto de los ciudadanos. [b]La peripecia de Romina Picolotti desnuda, con enorme intensidad, el patetismo de la menudencia y de la indigencia civil de los argentinos.

Pepe Eliaschev

Patéticas miserabilidades

—[/b]
Desafío a quien quiera, a elucubrar una réplica con altura, esto es, SIN atacar a Eliaschev ó al medio que la publica, que es el recurso más berreta que habita los foros.

El procesamiento de Romina Picolotti da más vergüenza que indignación. No porque no provoque arrebato de furia el uso de los recursos del Estado para fines estrictamente personales. Pero, tal como ha estipulado la jueza María Romilda Servini de Cubría, el detalle de lo que se ha detectado, en algún punto, pone en ebullición la sangre. Platos de quesos y fiambres; gin tonic; drink Bellini; copa de vino, gaseosa, pañuelos descartables, analgésicos, pilas Duracell, barra de cereal, Tafirol, papel higiénico (¡ay, ay, ay!) e Ibupirac. El contribuyente argentino le pagaba el papel higiénico a la señora Picolotti. ¿Quién es la señora Picolotti?
Picolotti fue la secretaria de Medio Ambiente designada por el presidente Néstor Kirchner. Una persona que, una vez que asumió el cargo, solventó los viajes de su familia en avión, de Córdoba a Buenos Aires, con el presupuesto de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable. ¿Qué alegaba la papelería de la Picolotti? Razones de “desarraigo”. La jueza dice que hubo “un desmanejo muy evidente”. Y como mención apenas emblemática, marca estos puntos que acabo de relatar, bochornosos: “Dos comprobantes –dice Servini de Cubría- son el fiel reflejo de que cualquier gasto era solventado con la caja chica”. Uno es la compra de productos de belleza, que tiene escrito, en lápiz, “regalo Flor y Sofi para cumpleaños”. Y en el segundo caso el ticket registra una comida en un restaurante llamado Hooters.

La defensa de Picolotti dice que son gastos que tenían que ver con estrictos motivos funcionales. ¿Motivos funcionales comprar papel higiénico? ¿Motivos funcionales comprar ibuprofeno? ¿Motivos funcionales consumir alcohol en una comida? Esto tiene un solo nombre en el sistema administrativo del Estado: es uso de dinero público para fines estrictamente personales.
Fue en diciembre de 2008 que la ya presidente Cristina Fernández de Kirchner le pidió la renuncia a Picolotti. Pero como una muestra más de su absoluta ineptitud, esta mujer, a esa altura del año, el mes doce, o sea cuando terminaba el ejercicio, solamente había ejecutado el 40% del presupuesto de la Secretaría. Directivos del área habían terminado pasando a cobrar por el fisco público 70.000 dólares de viáticos por viajes a diferentes partes del mundo, como Kenia, España, etcétera.

Romina Picolotti es egresada de la Universidad Nacional de Córdoba y estuvo muy vinculada con los piqueteros de Gualeguaychú. Fue puesta al frente de la Secretaría por el presidente Néstor Kirchner. Responsable político del nombramiento de Picolotti fue el que era jefe de Gabinete de Kirchner, Alberto Fernández, quien la propuso, y la nombró Kirchner en julio de 2006. Hoy, tras conocerse el fallo, Fernández consideró que la ex funcionaria debe rendir cuentas por los actos que llevó a cabo cuando estaba en funciones. Se defiende Fernandez diciendo, que como había una campaña mediática contra el Gobierno, “yo le pedí explicaciones y ella me las dio. Fue por esos hechos que yo la defendí públicamente siendo jefe de Gabinete”.

Estos hechos, además de que implican un embargo de 450.000 pesos a la ex funcionaria, hablan mucho de la Argentina de algo que suele obviarse: nuestra tendencia a barrer permanentemente la basura bajo la alfombra. Parecen pequeños episodios y cuando explotan grandes escándalos, los robos de los grandes señores feudales o de los grandes contratistas del Estado, es como sido todo lo demás, literalmente, fuera irrelevante: ¿por qué nos vamos a ocupar de una mujer que se hacía comprar el papel higiénico con los fondos del Estado? Yo estoy en desacuerdo con esa mirada. Por el contrario, tengo para mí que es en este tipo de pequeñas basuras, de pequeñas irrelevancias, de “patéticas miserabilidades”, como supo acuñar la frase Hipólito Yrigoyen en el siglo XX, en donde se revela la matriz del gobierno de la ilegalidad en la Argentina.

Esta sensación, que más que sensación es una convicción, de que son muchos los arrebatadores, oportunistas y descuidistas que llegan a las filas del Estado e imaginan que automáticamente son invisibles. Es como si para ellos se pusiera en marcha un procedimiento mágico: no los ven. Como cuando uno juega con un bebé y se tapa los ojos y dice: “¿dónde está el abuelo?” “¿dónde está papá?”; y el bebé mira con los ojos luminosos cuando el papá o la mamá se sacan las manos de los ojos y aparecen.
Esta gente cree que es un poco así: nadie los ve, nadie va a revisar los comprobantes de pago, los fondos del Estado sirven para cualquier cosa. Son algo más que descuidistas, y quizá un poco más que arrebatadores: son, literalmente, secuestradores de la maquinaria del Estado.¿Cuántos centenares de funcionarios hoy podrían reconocerse en la peripecia de la señora Picolotti? Lamentablemente, muchos. Y este es uno de los grandes temas pendientes para la Argentina. Una asignatura pendiente fundamental, que habrá de hacerse cada vez más acuciante, porque no hay país posible con gente que le haga pagar el papel higiénico a los contribuyentes. Esta supuestamente pequeña corruptela cotidiana es el tóxico que envenena a nuestra sociedad, y de la que van a tener que hacerse cargo no solo los dirigentes políticos, sino también nosotros, los ciudadanos, que solemos pensar que estas cosas son el mal de otros y nunca nuestra responsabilidad.

Nuestra responsabilidad es política, porque esta gente llega al poder a través del voto de los ciudadanos. [b]La peripecia de Romina Picolotti desnuda, con enorme intensidad, el patetismo de la menudencia y de la indigencia civil de los argentinos.

Pepe Eliaschev

Patéticas miserabilidades

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Desafío a quien quiera, a elucubrar una réplica con altura, esto es, SIN atacar a Eliaschev ó al medio que la publica, que es el recurso más berreta que habita los foros.

A ver si entiendo.

Eliashcev se conmueve porque una funcionaria saca plata del erario nacional para limpiarse el culo con un papel caro ¿y no dice nada de los 200 mil millones de dòlares que grupos económicos nacionales de este paìs tienen afuera del sistema?

O sea, o calla porque desconoce o calla porque tal vez, sus patrones sean parte de esos hijos de putas.

Menemismo en su maxima pureza

Hay que cambiar la legislacion de los delitos de los funcionarios publicos, no puede ser que nunca pase nada, por mi pena de muerte y encima la carga de la prueba la tienen ellos, cosa de que guarden muy bien los recibos estos hijos de puta, son de la peor clase y generalmente peronistas.

Cómo me encantan estas fotitos!

Ó porque esta nota trata de este tema.

Pero bueno, no superaste el desafío de comentar sin referirte al autor de la nota, porque evidentemente no tenés elementos para refutar ni una coma. Seguí participando :D.

---------- Mensaje unificado a las 19:38 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 19:26 ----------

Porque generalmente están en el poder. No pongo las manos en el fuego por el resto de la dirigencia argentina, aun a sabiendas de que hay excepciones, tal como las hay en el peronismo.

Si seguro, yo no analice los factores, solo hice una apreciación

no entiendo que es lo que queres que se refute. esta claro que esta mina es una corrupta y tiene que ir en cana. aca no hay nada que debatir, es un thread echo para putear al gobierno. nada mas. a mi esta nota me parece un panfleto doñarosistico. pero vos te encargaste de abrir el paraguas. asi que no hay nada que refutar.

:lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol::lol: Te pasaste.

Habla sobre Picoloti, no sobre Eliashcev

es un panfleto viejo. literalmente lo que te dice es que el kirchnerismo es corrupto y la culpa la tiene la gente por haberlos votado. haciendo hincapie en el papel higienico para potenciar la indignacion.

todo esto en base a un acto de corrupcion.¿que es lo que queres que se refute? la mina es una ladrona .nadie con 2 dedos de frente la defenderia.

---------- Mensaje unificado a las 19:10 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 19:08 ----------

¿Y por que no se puede hacer referencia al autor de esta o cualquier otra nota? encima hay que elegir los argumentos que queres? jaja… no jodamos, si despues hacen exactamente lo mismo.

Queda más que claro que no entendiste el trasfondo de la nota, que NO era hablar de la Picolotti, sino cómo se detectan nichos de corrupción desde mucho más abajo, en casos que aparentan más pueriles al lado de, digamos, un Boudou. Corrupción que no está solamente en casos aislados de los altos estamentos, sino que aplican a todos los niveles del Gobierno.

Por lo tanto, era impracticable que pudieses refutarla.

Las cosas que pedís Angelito. Se queda sin público además de salario.

Durante el menemismo no pasaba nada, en gran medida porque se encubría todo desde la prensa.

¿Qué te van a refutar? La mina no cumple y le dan una patada en el traste. Podés hacer una nota afirmando que tiene cuentas en Islas Caimán por desviar fondos, o haciéndola pasar por una chanta que invertía dinero público en Burger King.
¿Esperás que alguien la defienda o te responda que todos en el gobierno son iguales? Siempre se quedan en lo obvio muchachos, traten de hablar sobre ideas o modelos de país que son cosas superiores a las personas. Los individuos, según el caso, pueden tener más o menos vicios. El tema pasa por comprender qué forma de gobernar y cuáles medidas nos sirven o no (por eso hay Justicia, aunque sea de palo en muchísimos casos).

Crack… queria comentar algo parecido pero lo resolviste con una elegancia que no hubiera podido jaja
La respuesta que le das a Thal es clarita.

Ya lo respondí antes.

Igual, me gustó mucho lo de reducir los actos de corruptela de Jaime, Schiavi, Micheli, Boudou, Picolotti, etc., a una suerte de “vicios”, como si se tratara de cosa de fumadores :lol:.

El que reduce la política y el devenir de nuestro país a actos de sospecha o corrupción no soy yo. Tampoco tengo el interés de que la sociedad pierda tiempo discutiendo lo obvio (¿quién defiende lo ilegal?). Entre los nombres que citás no tenés dos casos iguales, y no te importa diferenciarlos a la hora de exponer una crítica. ¿Eso no es reduccionismo estéril?

Yo también estoy hablando de la mina esta sentando opinión en que hay cosas mucho más jodidas y graves como el desfinanciamiento del estado de parte de los grupos que fugan capitales afuera y el periodista este calla corriendo el eje.

---------- Mensaje unificado a las 16:41 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 16:36 ----------

Acá diste en el clavo. Me podés traer setecientos casos de corrupción y no me va a cambiar nada porque no van a entender nunca que uno acompaña un lineamiento ideológico, no, acciones y roles individuales.

¿La mina robó? Sí

¿Se comprobó? Sí

Listo. Se la separa del cargo y se le tira todo el peso de la ley encima. Continúa la vida democrática. A mí no me va correr ni una coma de lo que acompaño.