Vamos con un poco más de info (Info un poco más objetiva y más amplia, no info de KKs que se despertaron el año pasado):
LA SERENÍSIMA:
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Estancamiento en la producción lechera nacional. El año pasado, Argentina produjo 9.500 millones de litros, cifra menor a lo procesado en 1998. Esto significa casi 20 años de estancamiento
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Competencia con empresas que operan en la marginalidad; que impacta negativamente en el recibo de leche de la compañía. En los últimos 7 años, casi un 50% de la caída del recibo de esta planta fue a manos de este tipo de empresas
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Adversidad climática significativa, que redujo la cantidad de tambos remitentes a Mastellone Hnos
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Como consecuencia de ello, la planta no está en condiciones de procesar la cantidad mínima de leche para ser sustentable operativamente.
“Nos ocupamos tanto de lo más difícil -que fue lograr la imagen del producto- que nos olvidamos de la parte más sencilla: administrar lo que eso ha generado”.
La láctea que, del mismo modo que SanCor, enfrenta pérdidas millonarias desde hace al menos una década.
Los números que dan cuenta del rendimiento de La Serenísima -en cuanto a millones de litros procesados- son más que elocuentes:
En 2013: 440 millones
En 2014: bajó a 434 millones
En 2015: descendió a 407 millones
En 2016: se desplomó a 383 millones
En otras palabras, el nivel de procesamiento se precipitó un 15% en tres años, en contraposición a costos laborales y de estructuras que no han parado de subir.
En términos de producción, no crece desde hace más de 20 años. A punto tal que sus números de hoy día son casi similares a los de la década del 90.
SANCOR:
La historia no contada de SanCor: cómo un emblema de negocios K representa ahora la crisis de un modelo
La cooperativa se encuentra al borde del precipicio. El kirchnerismo la llevó a venderle a Nicolás Maduro del mismo modo a lo sucedido con Cresta Roja, Vasalli y tantas otras empresas. A eso se suma su tamaño desmedido y su ineficiencia. ¿Tiene salida? El caso por dentro
La compañía se encuentra al borde de la quiebra, afectada por un combo de variables que van desde la compleja situación que enfrenta la actividad en el país hasta su “tozudez” por mantener acuerdos con una Venezuela sumida en una profunda crisis.
Otro aspecto que le juega en contra a la tradicional marca deviene del campo político.
Durante el kirchnerismo, la empresa fue usada como punta de lanza para colocar productos nacionales en la nación que lidera Nicolás Maduro a cambio de la compra de petróleo.
Llegó la gestión macrista y todo cambió. Los funcionarios ahora no sólo rehúyen de alentar nuevos acuerdos con Venezuela sino que además entienden que la compañía no debe tener privilegios y que debe navegar las aguas del mercado como cualquier otra.
No obstante, consideró que hay muchas cosas que se hicieron mal dentro de Sancor, empresa a la que ve como ineficiente y que ha quedado con un tamaño desmedido.
Lo que dejó la alianza K con Venezuela
El principal sostén de la compañía reside en la venta de leche en polvo a Venezuela, producto del fideicomiso impulsado en su momento por el kirchnerismo.
Por cierto, no es la única firma que quedó muy mal parada de los “lazos carnales” que alentó el Gobierno anterior con la nación bolivariana.
De esto último pueden dar cuenta varias empresas de diferentes sectores, que ahora se están lamentando el hecho de haber transitado ese rumbo.
Vasalli es un claro ejemplo: de venderle cosechadoras a Venezuela acaba de quedar en manos de concesionarios por no poder afrontar sus deudas.
Había firmado un contrato para exportar 245 unidades: sólo le recibieron 50 y otras 70 quedaron en stock en los patios de la compañía.
Pauny, dedicada a fabricación de maquinaria agrícola también quedó mal parada.
La lista sigue con muchas más afectadas. Entre ellas, la conocida Cresta Roja y otras diez firmas argentinas del sector avícola, que entregaban pollos a la agencia oficial venezolana.
Esto, en el marco de acuerdos bilaterales pactados con Nicolás Maduro, financiados por el Banco Nación e instrumentados a través del “Fidecomiso Néstor Kirchner”.
Todos terminaron en estruendosos fracasos. En el caso de Sancor, la firma parece no escarmentar: a comienzos de año cerró un nuevo contrato para venderle a Venezuela otras 40.000 toneladas de leche, pese a las profundas dificultades financieras que atraviesa el país.
En la Secretaría de Lechería santafesina reconocen que la firma exportó siempre más de lo que cobró y que no hay certeza sobre cuándo ni cómo recibirá lo que se la adeuda.
El vínculo que la firma mantiene con China también le reportó más dolores de cabeza en el último tiempo.
El gigante asiático, principal destino de leche premium para lactantes, viene de imponer una auditoria a todos sus proveedores lácteos.
A raíz de ello, durante ocho meses cerró las compras de Sancor, situación que recién podría resolverse en el segundo semestre del año.
158 millones de dólares le debe el Gobierno de Maduro a Sancor