El pico de tensión y la bronca que le sirvió a River como combustible para ganarle a Boca en la final de la Copa Libertadores en Madrid
En el cuerpo técnico y en el plantel acumularon enojos por varias cuestiones que precedieron a la final jugada hace un año en el Santiago Bernabéu. Qué dijo Marcelo Gallardo en la previa
Por Gustavo Yarroch
9 de diciembre de 2019
El miércoles 5 de diciembre de 2018, cuatro días antes de la final entre clubes más importantes de la historia, el límite de la bronca de todo River se vio sobrepasado. Después de perder la localía para la revancha de la final de la Copa Libertadores por el ataque sufrido por el micro de Boca el 24 de noviembre a 800 metros del Monumental, la Conmebol comunicó que a Boca le tocaría utilizar el vestuario local del Santiago Bernabéu y que River debería ir al camarín visitante. ¿El motivo? Que los hinchas de Boca se iban a ubicar del lado donde está el banco de suplentes local. “Si les queda más cómodo, que Boca empiece ganando el partido 1 a 0 también”, explotó uno de los más importantes dirigentes de River al enterarse de la novedad por Infobae.
Un día después del 3 a 1 que consagró a River y que le dio la cuarta Libertadores de su historia, Marcelo Gallardo reconoció el enojo que los invadió en la previa. “Hubo cosas que no nos gustaron en los días anteriores”, dijo al pasar y evitó profundizar al respecto. Los detalles los aportó en el libro “Gallardo recargado”, del periodista Diego Borinsky. “Hubo un momento en el que tuvimos que hacer un clic. O nos dejábamos invadir por la bronca o nos fortalecíamos con las cosas que estaban pasando. Y eso fue lo que hicimos. Estábamos convencidos de que le podíamos ganar a Boca en cualquier lugar. Estábamos convencidos de que llegábamos mejor futbolísticamente que Boca”, expresó el técnico.
Entre las cosas que perturbaron a Gallardo estuvieron el pedido de Boca al TAS de que le dieran por ganada la revancha, algo que fue denegado por el Tribunal deportivo, y muchos mensajes de hinchas de River que lo sensibilizaron. El técnico dijo haber recibido cartas de simpatizantes millonarios de distintas partes del país dolidos por la mudanza del desquite de la final, del Monumental al Bernabéu: “No quiero sonar demagogo, pero recibí cartas y mensajes de hinchas de diferentes lugares del país. Gente que con mucho esfuerzo y humildad había pagado su viaje a Buenos Aires, su entrada y su estadía para sentir lo que pudieron sentir los hinchas de Boca en la primera final. Me dio mucha bronca y una gran sensación de injusticia”.
Siempre atento a todo lo que ocurre en la vida de River, Gallardo incluso le solicitó al Departamento de Prensa que le pasaran testimonios de los hinchas “para saber lo que estaba sintiendo la gente” al perder la localía para la final de vuelta, producto del ataque que sufrió el micro que trasladaba al plantel de Boca en la esquina de la avenida del Libertador y Lidoro Quinteros, una zona liberada aquel sábado 24 de noviembre. En River deslindaron responsabilidades y cuestionaron duramente el operativo de seguridad. La renuncia del ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, pareció darles la razón a los dirigentes del club de Núñez.
Lo que el Muñeco salió a declarar entonces pareció también una arenga para sus dirigidos. “A los hinchas vamos a tratar de defenderlos en la cancha”, dijo y a ese discurso lo repitió varias veces en la intimidad del vestuario. "Habíamos sido perjudicados claramente a todos los niveles, eh. Se había generado una situación de operar para poner en el mismo plano lo sucedido esa tarde fuera del estadio y lo que nosotros habíamos vivido en la cancha de Boca con el gas pimienta. Hubo un operativo muy fuerte de cierto poder mediático para darle manija a esa comparación, y eso nos generó una gran impotencia. No se remarcaba que nosotros, como profesionales y colegas de los jugadores de Boca, habíamos tenido el gesto solidario de pedir que no se jugara el partido. Sentí lo mismo que cuando se esperaba el fallo de Conmebol contra mí y se quería posicionar fuertemente que me iban a dar entre seis meses y un año. Toda esa situación que querían hacer creer genera un desgaste tremendo. Había un operativo de desgaste muy grande”, afirmó el entrenador, en tono de protesta.
Al igual que en el choque de ida en la Bombonera, Gallardo no pudo dirigir a sus futbolistas en Madrid. La diferencia es que en el 2 a 2 se tuvo que quedar en la concentración del Monumental porque tenía prohibido el ingreso a la cancha de Boca por la suspensión que le aplicó la Conmebol al haber ingresado al vestuario en el entretiempo de la semifinal de vuelta ante Gremio, en Porto Alegre, pese a que una sanción se lo impedía. En la capital española, el técnico sí pudo ingresar al Bernabéu y vio el partido desde un palco cercano a la cabecera donde se encontraba el grueso de los hinchas millonarios. Estuvo acompañado por Mariano Barnao, Gerente de Fútbol de River, y por Diego Moreno, uno de los empleados de seguridad del club, conocido como La Roca por su parecido con el actor norteamericano Dwayne Johnson.
Cuando faltaban cinco minutos para el final del tiempo suplementario, y con el resultado ya 2 a 1 a favor de River, Gallardo bajó a la zona de vestuarios junto a Barnao y Moreno. En un momento escuchó un aullido de fondo, un clamor, la sensación de que había habido otro gol. “Fueron unos minutos de oscuridad absoluta. No sabía qué había pasado, unos me decían ‘gol del Pity’, por momentos pensé que era gol de Boca, porque me parecía que los gritos venían de ese lado. Fue como en Porto Alegre, que bajé antes del final sin tener idea qué pasaba. Solo quería que corriera el tiempo y se terminara el partido, hasta que Mónica, la mujer que organiza los viajes y estaba justo en la puerta, me dijo: ‘Gol de River, gol del Pity’, y enseguida me informaron que podía entrar a la cancha”, contó el entrenador en “Gallardo recargado”.
Ya dentro del campo de juego, y después de saludar con un abrazo uno a uno a los integrantes del cuerpo técnico y del plantel, Gallardo le dijo a Barnao con los ojos vidriosos: “Después de esto no hay más nada, no hay más nada”. La bronca acumulada en la previa había sido canalizada en el campo de juego. Y la final que el Muñeco tanto deseaba ya era la victoria más celebrada de la historia de River.