Nota a Aladios:
“De chico me gustaba jugar descalzo”
[SPOILER][i]Pipa Alario se crió en canchas de tierra y la rompió en el Defensores del Chaco. “No le pesa la camiseta”, dice su papá.
Cuatro Bocas. Ahí se crió Lucas Alario. Millones de bocas son las que hizo estallar el martes por la noche, el día que se metió en los libros de historia riverplatense. Y otros tantos hinchas de Boca estarán lamentando que a Gallardo le dieron el gusto que no se le cumplió a Arruabarrena en enero.
El censo del 2010 contó a 115 habitantes en ese pueblito de nueve manzanas que Google Maps ni siquiera tiene registrado en su buscador. Ubicado en Santiago del Estero, en el límite con Santa Fe, es donde se crió este delantero del que todos hablan en Núñez. Es santafesino, sí, porque sus padres tuvieron que recorrer 50 kilómetros hasta Tostado para que naciera en un sanatorio. Es más, la casa de los Alario está en pleno campo, a siete kilómetros del pueblo. “Vivimos de la cosecha y la hacienda”, cuenta Abel, el papá de Lucas, quien sigue viviendo allí donde el ahora delantero de River ayudaba más a su mamá Mónica en las tareas del hogar que en las campestres. Para eso estaban sus dos hermanos mayores, Diego y Gonzalo.
“De chico, me gustaba jugar descalzo porque me sentía más rápido. Jugaba en los torneos libres contra pibes más grandes. Sabés cómo me pegaban… Yo tenía siete años y jugaba mi hermano que me lleva once años o mis primos que me llevan quince. A mí no me importaba”, le contó Alario a Olé tiempo atrás sobre ese pasado de canchas de tierra que le sirvió para formar su personalidad y no tener miedo ni siquiera debutando como titular con la camiseta de River ante 55.000 personas, en una semifinal de Copa Libertadores. “No creí que iba a adaptarse tan rápido, pero es su carácter. Me dijo que los compañeros y el técnico lo apoyan mucho, y a él no le pesa la camiseta”, cuenta con sinceridad su papá.
Las primeras pelotas las pateó en Cuatro Bocas, sin camiseta y con arcos de madera. Después se puso la camiseta de San Lorenzo de Tostado, al empezar la secundaria en ese pueblo. Pero era tan mamero que quería jugar sólo los partidos de local para no tener que viajar y alejarse de su casa. Llegó a Colón después de una prueba y ya en Santa Fe capital hizo quinto año y su apego por la familia puso en peligro su carrera. Extrañaba y quiso dejar todo, pero las charlas con papá Abel le dieron confianza y ánimo para no entregarse. Es que ya con la camiseta del Sabalero empezó a soñar en serio con ser futbolista profesional.
Su carrera de Inferiores arrancó en el 2010 y un año después ya debutó en Primera de la mano de Mario Sciacqua. En cuatro años, el Pipa, como lo bautizaron en Santa Fe, vivió momentos de los más opuestos en Colón, con el descenso primero y el rápido regreso a Primera del cual fue un protagonista principal, convirtiendo uno de los goles que le dio el ascenso. El martes, en su tercer partido con la camiseta de River, su gol le aseguró a los de Núñez su quinta final de Libertadores. Ya no juega descalzo. Pero tiene los botines bien puestos.[/i][/SPOILER]
Opinión de Osella, que lo tuvo en Colon:
[i]Lucas es un jugador muy completo. Maneja bien los dos perfiles, tiene un cabezazo muy bueno en ofensiva y dentro del área no falla. Y algo que hay que destacar también es su solidaridad: es un delantero que hace un esfuerzo tremendo para atacar y también para ser el primer defensor del equipo.
En un momento complicado para Colón, donde peleamos el descenso, le dimos la responsabilidad de ser el nueve a pesar de su juventud y se hizo cargo sin problemas porque tiene un temperamento importante, algo que demostró rápidamente en River. Nunca se achica. Lo conocí hace casi cuatro años y ya se notaba que era un chico distinto.
Juega muy bien de espaldas al área y no tiene problemas de hacer dupla al lado de un nueve parecido a él o de uno rapidito. Se adapta a todos los sistemas y a los momentos de los equipos. Sin dudas, River se llevó a un gran jugador, de una muy buena proyección a futuro, pero que hoy ya es una realidad.[/i][/SPOILER]