Ya robó con Almeyda y Gallardo, es obvio que está armado el boceto para el de Demichelis. No creo que le de el curro para sacarlo finalmente a la venta.
Lo dijo el mismo, que sus referentes son Pellegrini y Simeone. JAJAJAJ
Imaginate si existieran las entrevistas para elegir dt y no fuera solo tema de negocios y representantes o sea como cualquier trabajador… le preguntas si tiene algún referente y te dice pellegrini y simeone no lo contratas ni en pedo…
Kjjjjj, la impunidad que manejan los partidarios.
Son más hinchas de las formas que del club.
Dale ahí pongo Lago de los Cisnes de Tchaikovsky.
el judio con mas cara de judio de la argentina, hasta debe ser plateista de atlanta
La concha puta de tu madre Adolfo, los tenías que exterminar a todos. Cantidad de judíos te olvidaste y que ahora nos cagan soberanamente la vida a la gente común
Entonces es bostero… estos son experto en infiltrarse llevan la diaspora en los genes.
Qué paso que no está más Sobrenella?
Trabaja para River ahora, lo contrato Brito para que sea una especie de asesor periodistico del club.
La cara de pelotudazo que tiene por dios, no se podia esperar otra cosa…
es brito con 30 kilos mas
¿Este es el pelotudo (bah, lo hizo por $$$) que escribio un libro para explicar como dirigía Gallardo y que se aviven todos los rivales?.
Le importa la guita, capaz que lo escribe y lo compran los bosteros para cagarse de risa.
Volvé pintor!!!
Si. Que opinas de su apellido, de su aspecto fisico, de sus…creencias religiosas?
La quedó Farinella?
Creo que está laburando para el club y ya no hace las columnas
La Copa es muy difícil
En la era de las redes sociales y las sentencias en 100 caracteres (porque hasta da fiaca llegar a los 240), manda la simplificación.
“Toda del DT”, “Toda de los jugadores”, “Todita de los dirigentes”: se puso de moda el “Toda de”. Lo mismo que escribir durante el partido en grupos de whatsapp y redes sociales.
Pero en el fútbol, como en cualquier otra actividad de la vida, nada se explica por un solo motivo. Suele haber una conjunción de factores que lo determinan. Escribir o vomitar la bronca en estado de emoción violenta no sirve para nada. Distorsiona la realidad. Todo lo bueno parece mejor aún. Y todo lo malo, parece peor. Aflojemos un poco.
Asumo que los que leen esta columna quieren que gane River. Y nos pone de muy mal humor cuando eso no ocurre. Ni hablar cuando vas ganando un partido por dos goles en el entretiempo y sentís que estás muy cerca de meter el tercero. La primera tentación, en casos así, es descargar la ira contra una de las tres patas principales de la mesa. Es lo más fácil. Muchos, además, lo hacen con el preconcepto encima (“toda del técnico”) y en cada partido lo único que buscan es confirmar que tienen razón.
Pasadas varias horas del 2-2 con Nacional, va mi mirada.
Arranco por el árbitro, es imposible obviar su influencia en el resultado. La falta de Lozano sobre Aliendro no solo era roja directa sino traslado a la comisaría más cercana. El tipo toma impulso para saltar y cae desde el aire con las dos piernas para adelante. Fue con premeditación y alevosía, diría un fiscal. No lo partió a Aliendro porque sus tapones rozaron la pelota antes. Pero no se puede elegir el color de tarjeta por la puntería: amarilla si salís caminando, roja si te mando al hospital. Cualquiera que haya jugado al fútbol se da cuenta enseguida cuando hay una acción de tanta mala intención como esa.
Y acá viene la otra parte: supongamos que el árbitro estaba tapado y no la vio. Puede pasar. Ahora, si te llama el VAR y la ves en la pantalla con varias cámaras, no podés no considerar que esa patada es para expulsión. Y tampoco podés considerar que una piña en la cara (por más que no haya sido fuerte) es amarilla.
El brasileño Anderson Daronco inventó un reglamento y no quiso sacar ninguna de las dos rojas. Vio que River ganaba por dos goles, no quería que se desmadrara la situación y listo.
Arranco por esto, porque si Daronco hubiera expulsado a Leandro Lozano por la doble plancha y a Franco Romero por la piña a Paulo Díaz, River hubiera ganado 4-0 y ningún hincha estaría cuestionando nada (cosa que tampoco está bien).
Desmenuzo ahora algunas sentencias inapelables que leí por estas horas.
- “River encuentra una dificultad emocional y no puede salir”. Este año, River arrancó perdiendo seis partidos, de los cuales ganó cuatro (Gimnasia, Central, Instituto y Estudiantes), empató uno (Banfield) y perdió el restante (Huracán). En una final, ante un gran equipo que ganó dos títulos en seis meses (Estudiantes), se lo dio vuelta en los últimos 10 minutos.
- “No te pueden meter dos goles en 72 segundos”. Se los metieron al mejor equipo argentino de los últimos años (la Selección) en la final de un Mundial. Mbappé nos embocó a los 80’ y a los 81’. Es fútbol: respuesta simple que explica todo.
- “Hay que cerrar el partido”. Si existiera la fórmula para hacerlo, la emplearían todos los entrenadores cuando van ganando. A Gallardo le reclamaron haber puesto a Pratto en la final de Lima con Flamengo y no a Ponzio, ¿pero qué culpa tiene Gallardo de que Pratto haya tomado una mala decisión? Ayer, con dos delanteros grandotes en el área, Demichelis hizo lo que pedía el partido: sumar un defensor central más, porque además River la estaba pasando mal en defensa.
- “Con la salida de Enzo Pérez, River se quedó sin caudillos”. Enzo se ganó el corazón de los hinchas para siempre, como todos los héroes de Madrid -y un poco más también-. Pero en el segundo semestre de 2023, River también padeció estos problemas, con Enzo en cancha.
Continúo con un punteo de nombres propios. Enzo Díaz tuvo una noche fatal, con responsabilidad en ambos goles de Nacional. Es lógico que en un club como River, los laterales vayan mejor de lo que vuelven, y Enzo ya demostró que tiene juego, personalidad y potencia física para jugar en River. No se puede pedir la salida de cada jugador porque ande mal un par de partidos.
Nacho Fernández no está para 90 minutos y puede ser muy útil jugando los últimos 30 o 25, como ante Gimnasia, con los rivales más cansados, para pensar, poner un poco de pausa y manejar la pelota. De entrada se lo comen. Lo que sí me parece inaceptable es que lo insulten o le digan que deje de robar. Los héroes de Madrid tienen el cielo ganado para siempre. Son imputeables.
Lo de Barco es un caso de diván. Lo mejor que tiene es cómo empieza las jugadas: ese arranque de 0 a 100 en dos metros. Lo peor que tiene es cómo las termina. Se demora en elegir y toma malas decisiones. Metió un solo gol en los últimos 37 partidos (a Central en la Copa de la Liga 2023). Aunque hoy es suplente, juega siempre al menos 25 o 30 minutos. Es inaceptable que un volante ofensivo (o extremo) tenga esa planilla. Alguien del cuerpo técnico se debería sentar dos horas por semana con él frente a un video con sus jugadas hasta que entienda que debe decidir más rápido.
Una de las falencias de River es que le llegan fácil. Que los rivales reciben solos, pasando la mitad de la cancha, y tienen tiempo y espacio para decidir. Creo que eso ocurre porque los delanteros no son los primeros defensores, porque el medio no es lo suficientemente combativo y la línea defensiva se para demasiado atrás (de visitante). También le sobra vértigo y le falta manejo de los tiempos, tenencia, defenderse con la pelota. Ese sí es trabajo del entrenador.
Cierro con una frase que para todos será obvia, pero vale cada tanto refrescarla: es muy difícil ganar la Copa. Por momentos puede parecer que no tanto, porque te toca un grupo accesible, y no parece haber grandes cucos, pero es engañoso. Es muy difícil ganar la Copa.
Como dato mata relato, aquí voy: River es el equipo argentino que más veces la disputó. Fueron 40 ediciones, y ganó solo 4. O sea: una cada 10. No fue normal ganar dos en cuatro años con Gallardo.
“Con este técnico y este plantel es imposible ganar la Copa”. Descreo de las sentencias definitivas en el fútbol. Con un central, un goleador y un mediocampista mixto, todos de jerarquía, para mí sí se puede.
La seguimos la próxima.
Pero en el fútbol, como en cualquier otra actividad de la vida, nada se explica por un solo motivo. Suele haber una conjunción de factores que lo determinan. Escribir o vomitar la bronca en estado de emoción violenta no sirve para nada. Distorsiona la realidad. Todo lo bueno parece mejor aún. Y todo lo malo, parece peor. Aflojemos un poco.
No bueno, pero es lo mismo que escribía Farinella, con las mismas palabras. Demasiado evidente que el texto viene de arriba y no de un simple periodista.