[SIZE=1]Aclaro que es un tema que hice en otro foro, lo actualicé un poco y quería compartirlo con ustedes ya que acá vi muy lindos debates.
La improvisación y la pérdida de la identidad[/SIZE]
La práctica improvisada de esquemas tácticos al contratar técnicos con gustos opuestos conllevan a la pérdida de la identidad futbolística que tanto orgullo generaba en el simpatizante de River Plate
Analizando los cambios de entrenador de las últimas gestiones administrativas se puede comprender en parte el fracaso deportivo, que lejos de ser el factor fundamental del descenso de categoría, se convierte en algo sustancial a la hora de levantar la cabeza y mirar al futuro. Y el futuro inmediato le reserva a River Plate un entrenador que caminará sus primeros pasos con un equipo nuevo en una categoría desconocida, un entrenador que por sus primeras palabras a cargo del plantel profesional deja traslucir un esquema de juego distinto al que proponía el entrenador anterior.
Estos sucesivos cambios de esquema, sobre todo en esta última etapa, reflejan la ausencia de un proyecto serio desde las divisiones inferiores hasta el primer equipo. La improvisación sale a la luz cuando los administradores del club toman medidas incoherentes a la hora de contratar directores técnicos ,tratando de corregir el rumbo de River, cuando en realidad debería haber un proyecto futbolístico que marque el camino a seguir y el director técnico debería ser simplemente el encargado de llevarlo a cabo. Estos cambios sucesivos lograron desvanecer la identidad riverplatense que tanto orgullo causaba en el simpatizante de River.
River Plate es un club de fútbol de los más grandes del mundo, y su primer equipo se convirtió en estos últimos tiempos, gracias a una serie de improvisaciones, en un equipo sin identidad futbolística que recorre las canchas de fútbol del país llevando nada más que la camiseta gloriosa, esa banda roja (resumiendo) que supo saber jugar un buen fútbol, que se tomó muchos años en lograr la excelencia en los años 40’ y que después en los 70’ volvió a brillar de la mano de Labruna como técnico y en los 80’ llegó a obtener la copa deseada con audacia y sapiencia adaptando el equipo a una competición diferente que requiere mucha inteligencia, la que también apareció en los 90’ para volver a tocar el cielo con las manos.
Si River como equipo logró de la mano de Ángel Labruna un fútbol soñado, más allá de los nombres de los jugadores de hoy en día se puede intentar jugarlo, se puede tratar de volver a jugar bien al fútbol, actualizando ese esquema e intentarlo desde las inferiores hasta la primera, así los pibes cuando llegan al primer equipo no necesitan que les digan cómo moverse en el terreno de juego, ya deberían estar preparados para ensamblarse correctamente y quizás no volver a ver a un jugador perdido en una posición que no permite desarrollar sus potenciales. ¿Si aquel River con tres volantes y tres delanteros supo defenderse y atacar de la mejor manera por qué no se puede intentarlo ahora?
Actualizando el funcionamiento de los jugadores se puede desarrollar el fútbol que en general más le gusta al hincha de River y por fin recuperar la identidad futbolística, ese sello distintivo que en parte nos llevó a ser el mejor club del fútbol argentino. No importa el técnico, River tiene que volver a jugar a lo River. El que conoce el secreto del éxito debe usarlo! ¿Por qué guardar en el archivo del club ese manual que Angelito ilustró para el placer del hincha? ¿Por qué no intentar actualizar ese maravilloso estilo de juego y redefinir ‘a que va a jugar River’ de acá en adelante? Cambiar constantemente no sirvió. Es hora de revertir este presente y refundar el club futbolísticamente tomando como bandera el buen fútbol que nos identifica a los riverplatenses.