La Destrucción de los Juveniles en la Era Grondona.
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Estamos presenciando una de las versionas más pobres de la selección sub-20 que se recuerden en las últimas dos décadas. Si la reserva de un club valía para que los juveniles se fogueen camino a primera, la selección juvenil podría ser el mayor y mejor semillero de futbolistas de selección mayor. En algún momento esto llegó a ser así. Lamentablemente, la realidad indica que a día de hoy, nos cuesta una enormidad imaginarnos vistiendo la camiseta de la selección mayor a alguno de los chicos que integran el equipo titular sub-20.
Hay una corriente de opinión que señala a los integrantes de los cuerpos técnicos post José Pekerman, como los responsables de este sensible deterioro en el nivel de juego y en la calidad individual de las selecciones juveniles. La ruptura de una continuidad de trabajo, la irrupción de la denostada generación de “los muchachos del 86” … dos situaciones que están menos vinculadas entre sí de lo que pudiera parecer y que suelen ir de la mano en la fundamentación del problema.Está más que claro que los Perazzo de hoy no tienen nada que hacer con los Pekerman de ayer, pero también es cierto que la materia prima con la que cuenta el ex-ayudante de Batista es considerablemente peor.
¿En qué se diferencian el Perazzo de hoy con el Merlo del '91, con el Pachamé del '83 o con el Saporiti del '81? en nada excepto que los tres últimos quizás contaron con mejores futbolistas para fracasar como entrenadores de juveniles.
Está claro que la preparación de los planteles y la conformación de los equipos son deficientes, es inobjetable que cualquier entrenador medianamente capaz mejoraría el papel y facilitaría cierta identificación con un estilo de juego, en lugar de la nada misma que se hace presente en cada partido de la Sub-20 de Perazzo. Pero también es cierto que desde los años 70 a esta parte, pocas veces el cargo de seleccionador de juveniles ha recaído en personas con el perfil idóneo para el cargo y lo que vemos hoy, apenas resulta una consecuencia de tres décadas de mala gestión de Julio Grondona.
El ciclo de Pekerman al frente de las juveniles fue un accidente fortuito. La relación entre Pekerman y Grondona durante los primeros dos años fue excelente. A partir de las dudas de Pekerman ante un ofrecimiento de Macri para reemplazar a Veira en el '97, Don Julio hizo toda la fuerza posible para que el ex-Argentinos Juniors se cansara y se fuera solo. Por supuesto, tal es su estilo, cada maniobra desestabilizadora se ejecutó a través de su corte de chupópteros. Grondona esperaba que en el '98, Pekerman se marchara cuando rechazó el cargo de seleccionador de la mayor, pero en cambio, el bueno de José recomendó a Bielsa y terminó anclado en el difuso terreno de coordinador/manager. Con la vuelta al banco de suplentes y el título del 2001, la guerra fría se aparcó hasta que el fruto cayó de maduro y José salió de AFA hacia el 2003.
Por supuesto que Pekerman obtuvo los mejores resultados con una línea de juego que buscaba la homogéneidad de una propuesta en todas las categorías juveniles… pero que nunca fue lograda hacia arriba. La gran suerte de José, un formador, fue la de contar con las generaciones que tenía a disposición. Pero no olvidemos que su obra hubiese muerto allí donde la dejó, de no ser por la sorpresiva salida de Bielsa de su segundo ciclo. Recién en el plantel que llegó a la Copa América del 2004 se empezaba a ver un predominio de futbolistas que habían formado parte de uno de los planteles campeones del '95,'97 y '01. Pekerman mismo promovería en masa a sus chicos para el mundial de Alemania 2006. De continuar Bielsa hasta el mundial bávaro ¿cuántos mundialistas del 2006 habrían llegado a serlo?.
El primer recuerdo de habernos interesado por las categorías juveniles de selección datan de aquel equipo del '79 que contaba con Juan Simón, Ramón Díaz, Juan Angel Barbas, Gabriel Calderón y Diego Maradona entre sus filas. El título mundial de Japón significó el cierre de trabajo que había tenido su punto de partida allá por el año '74, de la mano de Ernesto Duchini.
Argentina ya era Campeón Mundial de mayores, César Luis Menotti una estrella y la soberbia patria un ejercicio repetido. A partir de entonces y a lo largo de todo este tiempo, el amiguismo y la designación antojadiza fueron los únicos criterios predominantes con los que se elegiron a los responsables de proyectos de juveniles. Desde que Menotti llevara a sus amigos Saporiti y Sacchi al cargo de seleccionador de juveniles, nunca ha habido un proceso coherente y estructurado que apuntara a la preparación formativa manteniendo un estilo en sintonía con aquel que se esperaba tener en la categoría de mayores.
Durante este inacabable período de Julio Grondona, el más destructivo de toda la historia del fútbol argentino, se han obtenido 6 títulos mundiales en sub-20, pero la realidad dice que las categorías juveniles están destrozadas. Hasta Pekerman y después de su salida, la única gran diferencia en el éxito de un ciclo u otro dependió del mayor o menor talento de la clase protagonista y en el acierto del DT para no arruinar demasiado las cosas. Carlos Pachamé no acertó nunca, Pancho Ferraro, lo suficiente.
¿Cuánto han influido entonces los entrenadores de selecciones juveniles en Rogelio Funes Mori, cuánto en Luis Islas y cuánto en Fernando Redondo o en Ángel Di María?.
Las consecuencias de la no-planificación del fútbol argentino en los proyectos de selecciones juveniles poco tienen que ver con el ocaso del fútbol de barrio pero sí con la oficialización de las categorías inferiores de los clubes como mesa de negocio de representantes y ex-futbolistas de dudosa moral. La sub-20 es apenas un marco de exposición de la putrefacción del sistema grondonista.
La masía catalana, quizás el máximo exponente actual de planificación, homogeneidad y coherencia en el trabajo con categorías inferiores, importa niños cameruneses, brasileños y argentinos y los forma. Las selecciones sub-17 y sub-20 alemanas son una congregación de turcos y polacos que permiten pensar en un estilo de juego alemán para nada parecido al que históricamente los definió. Desde hace cierto tiempo, Francia encuentra en África a los niños que le cantarán la Marsellesa en las futuras ediciones de la Copa del Mundo, y de seguro que la federación no volverá a cometer errores como los que desembocaron en el escándalo de Sudáfrica 2010. Todos ellos han entendido que en momentos puntuales, en contextos distintos, las instituciones deportivas deben introducir transformaciones en el criterio y renovación de sus elementos, para adaptarse ante los imprevistos y aprovechar los nuevos recursos.
Argentina no ha despertado a la realidad que se le viene encima: el perfil del clásico futbolista rioplatense se le está muriendo en brazos. El gran éxito de Lionel Messi está tapando una alarmante inconsistencia del futbolista argentino que da el salto a los equipos europeos importantes y el cada vez menor interés de los grandes europeos en aquellos menores de 25 que no hayan demostrado algo en otros clubes europeos de menores exigencias. A su vez, el campeonato local se sigue nutriendo de mediocridad.
A muchos hinchas le vienen ganas de llorar cuando repasan los equipos que sus clubes podían conformar hace una década y ven como en el mejor de los casos, regresa un miembro de aquella formación para el nuevo campeonato…siendo que hace 10 años ya era un veterano.
Los juveniles que tapan los huecos que dejan las pesadas obligaciones de sueldos de los cuatro capangas del plantel, van arrastrando su mala alimentación y sus peinados encrestados a la espera de la oportunidad de tomar el primer avión que los deposite en la poderosísima liga portuguesa o en la emergente liga ucraniana. Los pobres pibes llegan con lo puesto a primera, en medio de una confusión mental absoluta: no saben si quieren jugar al fútbol o ser los próximos Cristianos Ronaldos.
Si no se quema antes, la estrella emergente se va, y con suerte volverá con el rabo entre las patas el mediocre que se fué hace tres años. Eso sí, bañado del prestigio del que deambuló por Italia, España o Rusia y con el 15% del pase depositado en Euros.
Todo esto no es casual. Es apenas la consecuencia de pensar que “la inagotable fábrica de cracks” que son las inferiores del fútbol argentino no requieren más que la presencia de un Perazzo que pase y abra las ventanas de vez en cuando, como para airear el ambiente y que cuando pasen a hacer la colecta los patrones no se vayan a ahogar con el olor a fracaso.
Somos tan buenos que ni necesitamos el 37,5 % de densidad de población que le sobra a Brasil en comparación a nuestros 15 habitantes por km2, para mojarles la oreja y ser casi tan exportadores de jugadores como ellos. Con lo que tenemos nos sobra. ¿Para qué trabajar?. “Se dan generaciones buenas y generaciones no tan buenas”. Imagínelo a Don Julio diciéndolo. ¿A que no le cuesta nada?.
Hasta no hace demasiado tiempo, la carrera de un futbolista de primera división apenas le garantizaba un negocio minorista y un buen pasar económico una vez llegaba el retiro. Los clubes solían tener la deferencia de seguir contratando a viejas glorias de la institución para que se hicieran cargo de algún trabajo menor. Ese trabajo podía darse en el cuerpo técnico, como “veedores” o “espías” según le gustaba decir a la revista “El Gráfico”. Otros serían ayudantes de campo o probadores de arqueros y el que mejor suerte tuviera, hasta se podía hacer cargo de la reserva, de las categorías juveniles.
Por ahí andaba la verdadera dimensión que los clubes daban a las categorías inferiores. Pero también estaban los que habían elegido trabajar con los más jóvenes. Aquellos que tenían la vocación de docente que hace falta para saber orientar correctamente a un grupo de adolescentes. Ernesto Duchini era un claro ejemplo. Gente que favorecía la formación y creía en los proyectos.
En la era de Grondona, la formación y el proyecto están bien así como están ahora: lejos y en la zona de las respuestas que se enumeran para responder a las preguntas que surgen durante las crisis. Mientras tanto, que la rueda siga, hay porcentajes, hay fútbol.
El Imprevisible Mundo del Balompié: La Destrucción de los Juveniles en la Era Grondona.
Si, ya sé que es largo pero vale la pena tomarse 5 minutos y leer.