Que aburrido es debatir sobre los ideales.
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El MIT premió el talento de nueve jóvenes argentinos
POR MARCELO BELLUCCI
Es la primera vez que el prestigioso instituto de EE.UU. reconoce el trabajo local. Los eligió por sus innovaciones en ciencia y tecnología: del combate de enfermedades parasitarias a la nanotecnología.
Por primera vez, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), a través de su revista Technology Review en español, reconoció con su premio TR35 a los diez innovadores en ciencia y tecnología más destacados de Argentina y Uruguay.
Nueve de los favorecidos –elegidos entre más de 180 postulantes– son locales.
Todos menores de 35 años.
Los ganadores globales de los TR35 fueron mentes que iluminaron el mundo con sus ideas . Este club de elite lo integran Sergey Brin y Larry Page, de Google; Mark Zuckerberg, de Facebook; Jack Dorsey, de Twitter; y Linus Torvalds, de Linux, entre otros.
“Nuestra labor consiste en buscar gente con potencial y detectarlos a una edad temprana . Ponerlos en contacto entre sí y hacerlos visibles para la sociedad”, cuenta Pedro Moneo, editor de la revista Technology Review en español. Y agrega: “En pocos años, los ganadores de habla hispana constituirán la comunidad TR35 más destacada gracias al talento que se desarrolla en la región”. Entre ellos se cuenta el hondureño José Gómez-Márquez, que en 2009 fue proclamado “humanitario del año” por la revista del MIT por haber desarrollado instrumental médico para países en desarrollo.
Gómez-Márquez estuvo ayer en la entrega de premios, celebrada en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, donde además se otorgaron dos reconocimientos especiales. Mariano Nuñez, ingeniero de sistemas, obtuvo el premio Innovador del Año por el desarrollo de un sistema de protección informático: según explica, el mayor impacto social de su innovación es que permitirá minimizar los ciberataques a sistemas esenciales en la vida cotidiana de millones de personas .
El otro premio especial, al Innovador Solidario del Año, fue para Fernando David Rivero por su investigación y desarrollo de nuevos métodos para erradicar enfermedades parasitarias . Según miembros del jurado, el trabajo de este joven científico de 32 años no sólo tiene repercusión en el desarrollo de vacunas sino que resuelve efectivamente problemas de salud de gran impacto social y económico, con elementos de gran relevancia científica, innovación y osadía.
En lo que se podría interpretar como una actualización de la frase “genio no se nace, se hace” , el biólogo argentino experto en biotecnología Marcelo Martí cuenta que “las ideas se pagan 1 peso y llevarlas adelante cuesta 99” . Y en referencia a esta oportunidad, comenta: “Mi vida gira en torno a la ciencia dura, dentro de un laboratorio. Poder vincularte con colegas que tengan una visión tan distinta del mundo no se da de forma natural. Acá podés ver como la ciencia se transforma en tecnología y la tecnología en servicio ”.
En cambio, por la cabeza de Nadim Morhell, doctorado en Física que trabaja en el Instituto Balseiro, no pasa si sus chips de nanotecnología para medir la viscosidad sanguínea son sustentables, “sino que estos equipos de diagnóstico, que son más accesibles para todos los hospitales, se puedan fabricar en el país fácilmente”.
El MIT, creado hace 151 años en Cambridge (Massachusetts), tiene 76 premios Nobel entre sus egresados y profesores, y es uno de los institutos de educación superior más prestigiosos del mundo.
-Diez años le llevó a una médica neonatóloga del hospital zonal Ramón Carrillo de Bariloche encontrar apoyo científico para recibir una solución a su inquietud por el estudio de la viscosidad de la sangre en recién nacidos. Y lo halló en un joven estudiante del Instituto Balseiro, que ideó un dispositivo con microtecnología para realizar estas pruebas -que no existen en el país- y, además, en un hospital público.
El microviscosímetro de sangre creado por un equipo integrado por Nadim Morhell, un joven tucumano de 24 años estudiante del doctorado en Física, junto con la médica neonatóloga María Zalazar y el doctor en Física e investigador del Conicet Hernán Pastoriza, permitirá realizar los ansiados estudios.
El dispositivo permitirá medir la viscosidad sanguínea de niños recién nacidos utilizando una sola gota de sangre. La viscosidad es una buena medida de la facilidad con la que la sangre fluye y por ello resulta útil para diagnosticar algunas patologías como la policitemia (lo opuesto a la anemia), un trastorno por el cual un aumento de la cantidad de glóbulos rojos disminuye la entrega del oxígeno a tejidos y órganos, lo cual dificulta la circulación sanguínea.
Nadim cuenta con entusiasmo el desafío que se le presentó hace dos años, cuando Pastoriza le propuso basar su tesis en el microviscosímetro que necesitaba la médica para iniciar la investigación del movimiento de la sangre de los recién nacidos y prevenir con mayores certezas que las actuales las patologías vinculadas con estas características del fluido.
“Como físico, se tornó un desafío divertido estudiar el flujo de la sangre y poder fabricar una microestructura”, dijo Nadim a La Nacion luego de un recorrido por el laboratorio de bajas temperaturas y la sala limpia del Centro Atómico Bariloche, donde desarrolló gran parte del proyecto de la tesis de maestría. A raíz de ello, se postuló en el concurso IB50K, que impulsa cada año el Instituto Balseiro.
El reto era mayúsculo. No existe en el país un dispositivo que mida con una sola gota la viscosidad de la sangre, tampoco es parte de los estudios de rutina y actualmente el diagnóstico se basa en la medición del hematocrito o cantidad de glóbulos rojos en la sangre, lo cual no permite un diagnóstico preciso.
Surgió la inquietud desde la intención de estudiar patologías en los recién nacidos especialmente vinculadas con la sangre y su viscosidad, y para ello la doctora María Zalazar comenzó a interiorizarse en el tema, sobre el cual hay escasa bibliografía desde hace diez años. Fue por eso que pensó en profundizar el estudio de la variable de la viscosidad y buscó ayuda en el centro científico radicado en la ciudad.
“No teníamos la tecnología porque no existe en la Argentina, no se mide la viscosidad en recién nacidos y ahí estaba el desafío: que se pudiera estudiar esto a nivel científico y de innovación, que esté al alcance de los recién nacidos”, afirmó Zalazar.
Desde el punto de vista físico, se planteó la necesidad de desarrollar un dispositivo para medir la fluidez del líquido en condiciones similares a la circulación sanguínea del cuerpo humano mediante un sistema por el cual se deposita una gota en una microestructura y de su movimiento se mide la viscosidad.
“No inventamos física nueva, utilizamos las mismas leyes físicas que aprendimos desde que éramos chicos y desarrollamos un dispositivo microfabricado con materiales de bajo costo buscando que sea accesible para que cualquier médico lo pueda utilizar. Creemos que va a tener un fuerte impacto social”, sintetizó Pastoriza.
El proyecto se encuentra en la etapa de desarrollo tecnológico para poder avanzar antes de fin de año en la fase de estudios clínicos en el servicio de Neonatología del hospital donde se pueda utilizar esta metodología para mejorar los resultados de los recién nacidos que lo requieran.
El primer prototipo, que será utilizado en el hospital zonal Ramón Carrillo, se desarrolló en laboratorios del Centro Atómico con el apoyo de esta institución y del doctor Augusto Sola, profesor de Neonatología residente en los Estados Unidos.
El proyecto logró a fines del año pasado el estímulo del primer premio del concurso IB50K del Instituto Balseiro, que este año lanzó su tercera edición para planes de negocios con base tecnológica. La inscripción permanece abierta hasta el 10 de agosto