Cómo es ir a un recital de hard rock en Estados Unidos
El año pasado fui a ver a AC/DC al BB&T Center de Fort Lauderdale y el regreso de Guns and Roses en el T-Mobile Arena de Las Vegas. En los dos recitales encontré lo mismo: rock con educación y seguridad.
Todo está señalizado, desde que llegás hasta que te vas. El estacionamiento, el ingreso, los baños (que no son químicos, son de verdad), la venta de comida y bebidas, los puestos de merchandising, los accesos, las salidas de emergencia, todo. La señalética es sagrada.
En el estacionamiento no hay trapitos. Hay personas contratadas por los organizadores para guiar y ayudar, para organizar el flujo de vehículos.
Hay policías y personal de seguridad privada, fuera y dentro del estadio.
Obviamente, sin tickets es imposible ingresar al recital. Los tickets tienen un código de barras y quienes controlan el ingreso tienen la tecnología necesaria para verificarlos.
Luego hay que pasar por un scanner, como si fuera un aeropuerto. Objetos cortantes, cadenas, y cualquier cosa que pueda ser usada para hacer daño, te la hacen dejar, te dan un ticket -como si fuera un guardarropas- y luego podés buscar lo que hayas dejado cuando te vas.
No hay venta ambulante afuera ni adentro del estadio, sólo venta oficial de merchandising en lugares específicos, luego de que hayas pasado los scanners. Allí también están los puestos que venden bebida y comida. Y, sí, venden alcohol, y no, nadie está fuera de control.
Todos los lugares están numerados. En cada lugar hay sillas o butacas (a nadie se le ocurre tirarle a otra persona una silla por la cabeza o partírsela en la espalda). Hay campo, sí. Y los lugares del campo también están numerados. Nadie sabe qué es un pogo y ni se les ocurre bailar golpeándose como incivilizados.
Todo el lugar está dividido por sectores. Todos los sectores están divididos por vallas. Todas las vallas están custodiadas por personal de seguridad. Cada sector tiene su puerta de acceso y sus salidas de emergencia asignadas. Todos esos corredores están iluminados. En la puerta de cada sector hay personal identificado que te ayuda a encontrar tu lugar. En muchos casos, este trabajo lo hacen personas mayores.
El ambiente es familiar, muy amistoso, todos van a divertirse. Muchos padres con sus hijos. Conviven familias enteras, parejas y grupos de amigos. Muchos hombres y mujeres, incluso, van arreglados: nadie parece tener miedo a que le roben la cartera, la billetera, el teléfono o de “llamar demasiado la atención”.
Todo es seguridad, limpieza, mucha limpieza, y buenos modales, educación. Nadie se empuja. Nadie tira nada al piso. Está prohibido fumar. Los teléfonos funcionan.
A la persona que estaba adelante de nosotros en el show de AC/DC se le cayó lo que estaba tomando. Se hizo un pequeño charco delante. No pasaron cinco minutos que una persona de la organización ya estaba limpiando y secando la bebida derramada. No estábamos en un sector VIP. Estábamos adelante, a un metro de la valla que separaba al escenario de la gente. Y ahí arriba, mientras un señor limpiaba y el otro se disculpaba por haber dejado caer su vaso, tocaba una de las más grandes leyendas del rock, Angus Young, y cantaba Axl Rose.
La salida de estos recitales, por supuesto, es ordenada y eficiente. A nadie se le ocurre destrozar un comercio o vanadalizar el entorno urbano por una simple razón: el que viola la ley termina preso.
Lo lindo de un recital de rock en los Estados Unidos es que sólo te concentrás en eso: en escuchar en vivo la música que te gusta, en ver un show y en pasarla bien con quien hayas elegido ir.
La educación, la seguridad y la justicia hacen la diferencia, incluso, cuando se trata de rock and roll.