Descorchó el vino
Ariel Calvisi, líder disidente de los Borrachos, desnudó en la Justicia Los negocios de la barra y su relación con la Policía y el Gobierno.
De tanto ver a esos jugadores a quienes les sacan la roja y deciden llevarse rivales puestos, Ariel Calvisi, el Pato, buscó hacer lo mismo. Y mientras la jueza Fabiana Palmaghini lo procesó por asociación ilícita, amenazas con armas, lesiones graves y daños, por la emboscada en la confitería del 25/11/14 a la facción oficial, el líder de la disidente prendió el ventilador. Bajo la estrategia que la única asociación ilícita es el grupo que domina la Sívori, contó varios negocios de los violentos y sus vínculos con la Policía y el Gobierno. Y de ser cierto (cosa que a partir de ahora investigará un juez federal porque involucra a funcionarios nacionales), el escándalo es gigantesco.
Calvisi enumeró ante la jueza las distintas fuentes de financiamiento Borracho. Allí aseguró que los capos manejan dos molinetes de las puertas D y E de la San Martín Alta, donde hacen pasar gente sin entrada pero previo pago de una importante suma, en complicidad con empleados del club y la Policía. También mencionó que Martín de Ramos Araujo, Guillermo Caverna Godoy y Matías Goñi es el trípode donde se asienta la barra y que tiene aceitada relación con el departamento de socios (uno de sus empleados, Gustavo Poggi está siendo investigado en otra causa por reventa y otro, Lucas García, era habitué del paraavalanchas). Gracias a esto, dijo, reciben cientos de carnets gratis que los utilizan para su gente y para sacar entradas en el sitio Tu lugar en el Monumental, que después revenden a cifras siderales. Que esta operatoria es conocida por la CD y la Policía, que es socia de la barra y les permite trabajar con los trapitos. Y que tienen abierta una cuenta corriente en la confitería que paga el club bajo el eufemismo “mesa 80”. Además habló sobre el negocio de los recitales, asegurando que la barra tiene el alquiler de los palcos, los ingresos liberados para meter gente en la popu, campo y San Martín, y la exclusividad de la venta de alcohol y agua mineral en el estadio.
Pero además de contar la operatoria, el Pato Ariel dio nombres de quienes proveerían la cobertura. Según sus dichos, el nexo con la Policía es el sargento Luis Valla, de la comisaría 51, que tiene jurisdicción sobre Núñez. Después apuntó al máximo nivel e involucró en la protección a la ministra de Seguridad de la Nación, María Cecilia Rodríguez, a través del accionar de su hermano Diego, en River hace años e investigado en dos causas por su relación con los violentos. Y dijo que el nexo barra-Gobierno es Matías Goñi, quien trabaja en la secretaría de Industria y es hombre del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, y que tendría supuestamente una estrecha relación con el subsecretario de Seguridad Interior, Darío Ruíz, a partir de la cual le permitiría a la facción oficial zafar del derecho de admisión mientras este se aplica a rajatabla a la disidente. Ruiz, justamente, es el único que salió a cruzarlo: “Lo que dice es una mentira absoluta y lo voy a querellar. Todas las causas que tiene la oficial, como la apretada a Pezzota, la reventa de entradas o el accionar con los carnets y armas, las denunciamos nosotros. No diferencio entre oficial y disidente, combatimos a ambas por igual. Para mí todos los que cometen delitos son lo mismo”, aseguró.
Lo único extraño es que en todo su relato, Calvisi no nombró dirigentes. Quizá como una estrategia de extorsión o de salvoconducto para sí y para su grupo. Mientras, los barras siguen copando River como si nada. Sería bueno que ellos, y sus verdaderos protectores, caigan.