Le hicieron una nota en ole y dijo que quedo en River cuando tenia 13 años pero que se tuvo que volver por un tema de plata, y que el hermano mayor tambien estuvo en River…
Aca esta la nota:
-¿Ya imaginás el cambio que provocará River en tu vida más allá de lo deportivo, Pity, o no caíste?
-Debe ser otro mundo, otra cosa, pero me siento preparado. En Huracán pasé momentos buenos y otros que no lo fueron tanto. Sé que voy a disfrutarlo.
-¿Y sabés que en poco tiempo te va a costar salir a la calle?
-Je… Y, va a ser difícil. Pero me gusta darme con la gente, me llevo bien, me encariño rápido. Seguro será un mundo diferente: sueño con jugar en River, y yo mucho más porque mi familia es fanática. Bah, como casi todos en Mendoza…
-¿Y tu viejo qué dice?
-¡Uy, es el más fanático! Hoy hablé y nos emocionamos juntos. Me siento orgulloso de poder darle esta satisfacción.
-¿Cómo te ves en el esquema de Gallardo?
-Bien. Ojo, hay muy buenos jugadores y la voy a tener que pelear mucho pero igual me tengo fe y esperemos a ver qué me dice…
-Lo bueno es que podés jugar en distintas posiciones.
-Empecé como un enganche clásico, pero después vi que por izquierda podía desnivelar y también por la derecha, porque acomodo la pelota para adentro y me queda en la más hábil, así que ahora puedo cumplir de mediapunta, por afuera, por cualquier banda.
-¿Te pega que te dirija el Muñeco, que fue un crack en tu puesto?
-¡Que me dirija Gallardo es una locura! Me pone muy contento como profesional y me enorgullece como jugador. No hay muchos como él.
-De yapa, vas a tener a Aimar en el vestuario. No te podés quejar…
-¡Otro jugador enorme! Ojalá pueda aprender de fútbol y de la vida. Es como que son cosas que nunca imaginé que iba a vivir. El, Teo, Cavenaghi, nombrá a todo el equipo. Son cracks de verdad. Cuando era chiquito y River iba a Mendoza, yo iba a ver los entrenamientos como un nene más y pensar que ahora voy a compartir el día a día. Es algo hermoso…
-Vas a pasar de la B Nacional a jugar la Copa Libertadores sin escalas.
-Se que es muy especial para los hinchas de River y, otra vez, ni te cuento cómo se va a poner mi viejo. Ojalá pueda jugarla o tener minutos.
-¿Conocés a alguno del plantel de River?
-A Funes Mori, ya que lo maneja mi representante y también es mendocino como yo. Así que nos cruzamos y ya me contó algunas cosas.
-Ah, ¿te asesoraste?
-Sí, je. Con mi novia Priscilla a fin de mes vamos a ser papás de Pilar y vivimos en Villa Urquiza, cerquita de la cancha. Es todo un cuento… Aunque no fue tan concreto como lo de ahora, cuando en agosto no se dio me pegó bastante. ¿Sabés una cosa? -¿Qué? -Yo empecé en el club Eddie de El Sauce y anduve por varios, hasta que llegué a Centro Empleados de Comercio. Estando ahí un amigo me trajo a River y quedé. ¡Tenía una felicidad enorme! Pero me tuve que volver para Mendoza por un tema de plata.
-¡Siempre la plata!
-El club pedía mucho dinero por mi pase y entonces le dije a mi papá que no quería jugar más. Tenía 13 años y me había cansado de tantas vueltas. Me dieron ganas de largar todo. Imaginate: después de varias pruebas, quedar en River, que era lo más, y paf. Me sentía muy dolido. Mi viejo me bancó pero yo quería seguir con el colegio y darle una mano a mi familia con algún trabajo. No quería saber nada más…
-¿Y cómo te convencieron para que no largaras?
-Goyo, un amigo, me contactó con Marcelo Simonian, ahora mi representante. El me trajo a vivir a su casa y me adoptó como a un hijo. Como tenía una amistad con Babington, en Huracán me dieron una mano y estuve seis meses entrenándome con chicos de dos categorías más grandes que la mía. Se portaron muy bien porque me cuidaron sin tener el pase en la mano. Ufff, fue muy difícil destrabar esa situación, Simonian puso las manos en el fuego por mí.
-Vivir esa experiencia siendo tan chico te habrá ayudado a madurar.
-Seguro. Quizá por eso hoy, aunque no pueda dormir, estoy tranquilo. En Huracán pasé varias duras, eh. Antes era más ansioso, y creo que las cosas se dan por algo. Ahora pudimos lograr cosas con este club al que le debo tanto y quiero ser feliz. Ascendimos y ganamos la Copa Argentina, como si se hubiera cerrado un ciclo.
-¿Qué fue lo peor que te pasó, lo que te dejó más marcado?
-Pelear por el descenso a la B Metropolitana. Fue una etapa difícil, ya no sabíamos qué hacer… Entrábamos a la cancha con miedo de que pasara algo, hubo apretadas de barras y yo era chico, pero por suerte se terminó bien.
-Como ahora, con esta inminente transferencia.
-Desde los 14 años que vivo solo y ahí uno crece sí o sí. Nací en Guaymallén, vengo de una familia humilde, mi viejo Luis es albañil y mi mamá, Liliana, ama de casa. Como para no serlo: somos siete hermanos, cinco mujeres y dos varones. Yo soy el tercero. El más grande también probó con el fútbol, ¡y estuvo en River! Pero extrañaba y se dedicó a otra cosa.
-Menos mal que vos no te diste por vencido…
-Gracias a Dios, mis viejos se ocuparon con mucho sacrificio de que no nos faltara nada. Alguna vez lo ayudé a mi papá, pero tenía muy claro que quería dedicarme al fútbol y ellos me acompañaron siempre. Esto era lo que yo quería, lo que deseaba, y aunque no sabía si me iba a ir bien o mal, a los dos días de estar conmigo en la casa de Simonian los mandé de vuelta. Por suerte elegí bien, je.
-Más que bien, parece.
-Valió la pena el esfuerzo. Parece que pasó un montón y recién tengo 21, en junio cumplo los 22…