Bueno, muchachos. Hay algo extraordinario que me está pasando. Si no me creen, en estos días lo estaré grabando para luego subir la reproducción aquí.
¿Qué me está pasando?
Hace dos días puse a cargar mi celular, junto a la mesita de luz…
de repente, el celular se prendió. No pasa nada, dije.
Es solo que está cargando, y quizá haya un error allí.
Eso es todo, y nada más.
Entonces desenchufé el cargador del celular. Lo dejé en tinieblas. A los cinco minutos, increíblemente, se volvió a prender.
Me dio miedo y lo apagué.
Entonces dormí. Dormí hasta ayer lunes y cuando desperté miré la hora de mi celular y luego me dirigí al baño para lavarme los dientes, la cara, y echarme una meada.
Meé, me sacudí la pija y, al momento de lavarme los dientes, me di cuenta de algo.
Solamente vi la hora en el celular. SOLAMENTE LA HORA.
Y el celular estaba prendido.
¿No había yo apagado el celular la noche anterior?
¡Ah! Aquel lúcido recuerdo
de un caliente noviembre.
Entonces, pensé…
Es -dije musitando- un virus
que prende mi celular.
Eso es todo, y nada más.
No me volvió a pasar durante todo el día (en gran parte del mismo lo llevé en mi bolsillo derecho; en el izquierdo cargo la guacha);
pero en la noche del lunes…
¡Otra vez! El celular se prende solo. ¡Se prende solo!
Lo apagué, lo volví a encender, lo puse en silencio y lo suspendí; ¡se volvió a prender solo!
Entonces se me ocurrió darlo vuelta.
Dí vuelta el celular, pantalla hacia abajo, cámara hacia arriba. Jamás se prendió durante unos veinte minutos. Pensando en que todo era una gótica confusión, volví a dar vuelta el aparato tecnológico, y entonces…
y entonces a los cuatro minutos y treinta y tres segundos volvió a encenderse solo. Y entonces ahora, es decir hoy por la noche, pondré cámaras infrarrojas por toda mi habitación para ver qué es lo que realmente sucede.
Pensé en dormir en el sofá del living, pero siento que debo enfrentarme a mis miedos. Quizá sea un error del celular. Pienso todo el tiempo en fantasmas, en monstruos, en muertos visitantes, en aliens, en hombres invisibles y en muchísimas más figuras de fantástico horror.
Ayer casi lloré. Hoy dejaré las cámaras y dormiré con un pañuelo sobre mis ojos para no ver la luz encenderse, porque estoy seguro de que allí estará otra vez esa cosa para molestarme. Sea quien sea, no se lo que quiere. Pensé en El Horla, que ya lo ha descrito Guy de Maupassant en un famoso relato. Pero eso es literatura y… me duermo. Tengo sueño. Caigo del sueño. Hasta mañana, si la vida quiere… y me deja.