La posición de Hermes Binner sobre el tema Flor de la V
Tenemos que respetar la identidad cultural, lo que opina el ciudadano. Pero también hay que tener mucho cuidado de no creer que este es el camino natural”, afirmó
Hermes Binner (Radiópolis / Radio2)
El gobernador Hermes Binner, entrevistado por los periodistas Roberto Caferra y Daniel Amoroso en el programa Radiópolis de Radio 2, fue consultado sobre la polémica que se generó en los últimos días sobre la sexualidad, el documento con nombre de mujer y la reciente maternidad de Flor de la V.
Para Binner, sobre este tema hay dos cuestiones a analizar: los derechos del ciudadano y el “límite de lo humano”.
“Tenemos que respetar la identidad cultural, lo que opina el ciudadano. Pero también hay que tener mucho cuidado de no creer que este es el camino natural”, afirmó
¿SÓLO UN SLOGAN DE BINNER EN CAMPAÑA?
Anahí Fernández: “No hay 82 por ciento móvil a jubilados en Santa Fe”
Anahí Fernández: “No hay 82 por ciento móvil a jubilados en Santa Fe”
Anahí Fernández, ex titular del gremio de docentes universitarios, señala que uno de los ejes de la campaña presidencial de Binner, el pago a los jubilados santafesinos del 82 por ciento móvil, no es otra cosa que un verso para spots publicitarios.
Por Anahí Fernández.
Puede decirse que para todos los beneficiarios del sistema, el 82 por ciento móvil nunca existió en la Argentina. Lo más parecido fue lo consagrado –para alguno de los tramos de jubilaciones– por la Ley 14.499 dictada en 1958 durante el gobierno de Arturo Frondizi. El sistema fue suspendido en su aplicación, luego modificado por la
Ley 16.945 (1966) y finalmente derogado en 1969 por la Ley 18.037, antecesora de la actual 24.241 que regula el Sistema Previsional Argentino.
Así como fue variando en el tiempo el porcentual del salario del activo garantizado al pasivo fue variando el método de cálculo del haber jubilatorio inicial, desde el que permitía al titular del beneficio optar (por el mejor sueldo percibido durante los 30 años de aportes, o los últimos 10), hasta el que rige en la actualidad que toma el promedio de los últimos 10 años de haberes percibidos por el trabajador.
Otro tanto sucedió con el sistema de movilidad o reajuste de las prestaciones una vez establecido el haber inicial de pasividad, sobre lo cual existe en la actualidad la fórmula establecida por la Ley 26.417 (2008), que contempla los recursos con que cuenta la Anses (provenientes tanto de los aportes y contribuciones personales y patronales, como de los impuestos afectados a la seguridad social y otras fuentes de financiamiento), la cantidad de beneficiarios del sistema y la evolución de las remuneraciones de los trabajadores en actividad, como variables para establecer los aumentos.
El 82 por ciento en Santa Fe
Algo bastante parecido ha sucedido con el régimen jubilatorio provincial, desde la sanción de la Ley 6915 (1973) hasta nuestros días. En esta ley se estableció como haber inicial de pasividad el equivalente al 82 por ciento del establecido para quien se desempeñara en actividad en el mismo cargo o función, por el cual el afiliado a la Caja optare al acogerse al beneficio, dentro de los correspondientes a los 30 años con aportes al sistema que, (como mínimo) debía acreditar para obtenerlo.
Al mismo tiempo le permitía permanecer trabajando para mejorar su haber hasta llegar al 100 por ciento del cargo optado, y los haberes se reajustaban en la misma proporción en que aumentaban los de éste para el personal en actividad.
La incidencia del sistema en las cuentas provinciales impuso (al igual que en la Nación) sucesivas modificaciones, lo que derivó incluso en un sostenido déficit de la Caja (asistida por fondos del Tesoro de Rentas Generales), y en el dictado de sendas leyes de emergencia previsional en 1996 (11.373) y 1999 (11.696), que incluyeron descuentos de haberes a activos y pasivos, para solventar el agujero fiscal.
La Ley 11.373 modificó el modo de cálculo del haber base, tomando en consideración el promedio de los últimos 120 haberes (10 años) efectivamente percibidos por el agente antes de ingresar a la pasividad, y estableciendo un porcentual del 2 por ciento por cada año de servicios reconocidos, lo cual daba una base del 60 por ciento de ese haber promedio para quien acreditare los 30 años exigidos para jubilarse, que podía acrecentarse a razón de un 2 por ciento por cada año de servicios excedentes hasta llegar al 80 por ciento (si el agente permanecía trabajando y haciendo aportes durante 40 años).
La misma ley aumentó la edad jubilatoria de hombres y mujeres, de un modo inmediato a los 62 y 57 años respectivamente, y en forma progresiva hacia el 2001 a los 65 y 60 años que rigen todavía hoy.
En 1999 la Ley 11.696 estableció que las jubilaciones serían incrementadas conforme a coeficientes sectoriales fijados por el Poder Ejecutivo (para policías, docentes, empleados administrativos, etc), toda vez que se produjera un incremento salarial para los activos no inferior al 20 por ciento en forma individual o acumulativa.
También con Obeid en el 2005 se dictó la Ley 12.464 que introdujo importantes cambios al sistema previsional santafesino. Si bien mantuvo el cálculo del haber base tomando en cuenta el promedio de las remuneraciones percibidas por el agente durante los últimos 10 años de su desempeño laboral computable a los fines previsionales (los ultimos 120 haberes percibidos), elevó el haber base del 60 por ciento que arrojaba la Ley 11.373 al 72 por ciento, y la mejora resultante de continuar trabajando una vez reunidos los requisitos para jubilarse (30 años de servicios y las mismas edades establecidas por la ley anterior para varones y mujeres), del 80 por ciento al 82 por ciento, pero que en condiciones normales pasó a reclamar 5 y no 10 años más de trabajo (puede variar en casos particulares por la posibilidad de compensar exceso de servicios con falta de edad y viceversa).
Se modificó parcialmente el artículo 12 de la Ley 6915 (movilidad de las prestaciones) eliminando la exigencia de que los aumentos a los activos superaran el 20 por ciento para que se trasladaran a los pasivos, lo que debe hacerse desde entonces dentro del mes de acordados aquellos, y en idéntico porcentaje; para lo que facultó al Poder Ejecutivo.
Lo que no cambió con una y otra ley (y tampoco desde que la última fue dictada) es el concepto de que los haberes jubilatorios se incrementan conforme los coeficientes sectoriales (por grupos de empleados públicos o sectores laborales como docentes o empleados administrativos) que determine el Poder Ejecutivo.
De allí que sea inexacta la afirmación de los funcionarios del actual gobierno provincial: ni todos o la mayoría de los pasivos provinciales perciben el 82 por ciento (dependerá de su situación personal en cada caso), ni el sistema de movilidad le permite, aun accediendo a ese porcentaje, conservarlo en relación al haber de quien se encuentra en actividad; por cuanto el coeficiente sectorial (por ejemplo el de los docentes) es global y no para cada uno de los cargos comprendidos en el sector; a lo que hay añadir lo señalado respecto del cálculo del haber base sobre el promedio de los últimos 120 sueldos percibidos por el agente.
Es cierto que en Santa Fe un trabajador del Estado, con 35 años de servicios, percibe al jubilarse el 82 por ciento de su salario –cuestión que fue implementada por el gobierno provincial anterior, incluso con menor cantidad de aportes para los docentes, quienes llegan al 82 por ciento con 30 años–, pero también es cierto que, a medida que se van aplicando aumentos para los empleados en actividad, los mismos no son trasladados al sector pasivo en forma nominal, sino porcentual, con lo que, con el transcurso del tiempo, los haberes previsionales van perdiendo la proporción del 82 por ciento respecto de los salarios.
Así, la jubilación mínima provincial no es equivalente al 82 por ciento porque en realidad es equivalente al 72 por ciento del haber de la categoría inicial (inferior) del Escalafón General de la Administración Pública, sin considerar la antigüedad en el cargo.
Por otra parte, cuando un jubilado o pensionado reclama el restablecimiento de la proporción, la Caja reajusta el haber en base al sueldo líquido del trabajador, no ya sobre el sueldo bruto -sobre el cual se aplicó el porcentaje de ley para calcular el haber jubilatorio original-, por lo que el 82 por ciento inicial se pierde para siempre
Por si esto fuera poco, la mayor mentira de todas las propaladas en este tema por el socialismo, es que la supuesta vigencia del 82 por ciento móvil en la provincia sea consecuencia de decisiones adoptadas por la administración de Binner, a partir de su llegada al gobierno.
Las bases del sistema están diseñadas por las modificaciones introducidas en el 2005 por la Ley 12.464 a su similar 6915, e impactadas también por la Ley 12.469, llamada usualmente de “blanqueo salarial”; ley que en ese mismo año estableció la obligación del Estado santafesino de tomar en cuenta para el cálculo de los haberes jubilatorios los conceptos salariales nomenclados como “no remunerativos”, o sea sumas o partes del salario de los trabajadores estatales pagados “en negro”, sin efectuarles descuentos para la seguridad social y (sobre todo) sin que el Estado haga la contribución patronal por esa parte del salario.
La ley además prohibió que en lo sucesivo se acordasen aumentos con ese carácter, y se “blanquearan” progresivamente las sumas no remunerativas sin afectar el salario de bolsillo de los trabajadores.
Ninguna de las dos leyes madre fueron modificadas con posterioridad en esos aspectos; y el mecanismo de actualización de los haberes (los coeficientes sectoriales) está establecido ya en el artículo 12 de la Ley 6915, de acuerdo a la modificación introducida en el 2005 por la Ley 12.464.
En este esquema normativo el gobernador Binner ha dictado decretos disponiendo en cada caso autorizar a la Caja de Jubilaciones y Pensiones provincial a adecuar los haberes de los pasivos en el porcentaje en que hayan sido aumentados los de los activos, que es lo dispuesto en la reforma legislativa del 2005. Así se dictaron diez decretos: 1062, 1306, 1327, 1333, 1397, 1564, 2308, 2705, 2711 y 2853 durante el año 2008. A decir verdad los decretos son iguales y todos citan el artículo 12 de la Ley 6915 modificada por la Ley 12.464.
Se dejaron de dictar –en realidad no eran necesarios- y posteriormente se incluye una fórmula de estilo en cada decreto sectorial de política salarial, autorizando a la Caja a reajustar los haberes de jubilaciones y pensiones (si no estuviera no pasaría absolutamente nada)
Esto ya lo hacía Obeid luego de la sanción de la Ley 12.464, mediante los decretos 575, 706, 1216 y 2603 del año 2006, y 909, 910, 917 y 2976 del año 2007.
La opinión de Luis Daniel Rubeo
El diputado provincial Luis Daniel Rubeo, en este sentido, opina: “Respecto de las declaraciones de Binner sobre la cual hace eje su propaganda de campaña, y en la que afirma que en Santa Fe se paga el 82 por ciento móvil a todos los jubilados, quiero aclarar que hay dos aspectos claves para entender por qué es mentira. En primer lugar, hay que remarcar que con los requisitos actuales necesarios para jubilarse se accede a una jubilación del 72 por ciento, y sólo cobran el 82 por ciento quienes aportaron 5 años más que lo preestablecido por la ley. En segundo término, aquellos que se jubilan con el 82 por ciento del salario lo hacen sin que se les tenga en cuenta la antigüedad, por lo que está muy alejado de ser el 82 por ciento de lo que cobraban cuando estaban en actividad, y en cambio se acerca, pero tampoco alcanza, al 82 por ciento de lo que cobra un trabajador recién ingresado”.
Apostillas
» Los recursos se completan con parte de la recaudación por coparticipación afectada al pago de las jubilaciones por la Ley 11.148, porque con los aportes patronales y contribuciones personales de los empleados públicos no alcanza.
» Desde el 2008 no se dictaron más decretos porque quedó establecido que el aumento que se obtenía en las paritarias para los activos, automáticamente eran aplicados a los jubilados. Lo de no pagar más aumentos con sumas no remunerativas (en negro) sigue siendo violado en no pocas ocasiones
El spot “La Fuerza de Cecilia”, parte de la campaña electoral de Cristina Kirchner, nos cuenta la situación de una investigadora “repatriada”, quien nos relata “En el año 2002 me fui a Alemania porque conseguí una beca, estaba muy triste…”. Sin embargo, a través de la web del Sistema de Información de Ciencia y Tecnología Argentino, observamos que figura como becaria del CONICET en el período 2002-2007, con una carga horaria semanal de 40 horas y un régimen de Dedicación Exclusiva. Llegado a la misma información, un contador difunde “la respuesta de Cecilia Mendive a su consulta”. La primer beca por una estadía en Berlín fue a fines de 2002, por unos meses, luego con su director de tesis de CNEA/CONICET organizan más estadías, “hubo idas y venidas, hice cursos de postgrado aquí en Argentina y algunos en Alemania, me case en Argentina”, “recién en el 2007 me establecí formalmente en Alemania”. Considera además que “Es común, muy común y sobretodo enriquecedor, que durante los doctorados se realicen estadías en otros laboratorios. Es más, hay muchas Universidades que contemplan como parte obligatoria del doctorado estadías en el exterior”. La “expatriación”, entonces, no parece haberse dado en 2002 como da a entender la propaganda, sino a mediados de 2007. En 2009 se pone en contacto con la embajada y vuelve “en diciembre de 2010”. Tenemos entonces que expatriación y repatriación se dieron ambos durante el kirchnerismo y en un lapso muy breve.
En la propaganda le llama “amor correspondido” a su regreso, que se da de la mano de una beca postdoctoral. Suena a “amor por conveniencia”, inscribiéndose en la costumbre propagandística K que habla una y otra vez de amor y alegría. ”La Fuerza de la Alegría” es otro de los spots de la campaña, difundido además con la variante de la candidatura a senador del “alegre” Aníbal Fernández. Vale recordar que uno de los publicistas K, Enrique Albistur, fue quien realizó la campaña de Menem en 1989, difundiendo por aquel entonces propagandas en las que afirmaba que “El Peronismo vuelve a enamorar”.
La información de la beca de Cecilia Mendive en el Sistema de Información de Ciencia y Tecnología Argentino estaba disponible en la “web”, allí se podía acceder a los currículos académicos de todos los becarios del CONICET y demás agencias. Llamativamente, en las últimas horas la información dejó de ser pública, aunque por un tiempo podremos observarla en la “caché web de Google” (el buscador almacena temporariamente todas las webs para acelerar las búsquedas).
En el “listado de repatriados” pueden encontrarse muchos casos similares, como el de Adrián Turjanski que se fue en julio de 2005 a EEUU y volvió 3 años después, Juan Facundo Albacete Colombo, de marzo de 2005 a marzo de 2007 realizó un posdoctorado en Italia, Pedro Blendinger quien hizo una especialización postdoctoral compartida entre el CONICET y la Universidad de Missouri (EEUU) y al termino de la misma se “repatrió”, etcétera. Muchos casos de doctorados en colaboración. ¿Cuántos de los llamados “repatriados” no fueron “expatriados” durante el propio kirchnerismo? Aquí simplemente hemos buscado unos pocos nombres al azar del listado oficial y no paramos de encontrar casos (en parte gracias a esa información que era pública y ya no lo es, pero por ahora sigue en la memoria de Google). ¿Cuántos más se fueron en estos ocho años? No hay información al respecto. 834 científicos repatriados es por lo tanto una cifra ‘bruta’, sin descontar los que se fueron y volvieron en el mismo período, ni considerando tampoco una cantidad desconocida de aquellos que se fueron en estos ocho años y permanecen en el exterior. El ministro Barañao calcula que hay “unos 7000 investigadores afuera”, con lo cual, aún con esas rápidas expatriaciones y repatriaciones (y sus diversas motivaciones), el panorama no se ha revertido realmente.
La realidad también es que, muchas veces no son repatriados sino que se acaba la beca y si no cumplen los requisitos/objetivos asumidos, se vuelven. No siempre renuncian a la beca en el exterior y vienen acá, sino que a veces se acaba lo que se daba y vuelve a “casa”.
ayyy dios la campora de la plata (mas q nada los “nuevos” y mas pendejos) es demasidoasquerosa…son pendejos q por ser k se creen con derecho a todo…en 7 y 72, TAPARON TODOS los carteles de Binner…habia una pancarta, y los crotos pegaron 5 afiches de cristina encima, asi con varias publicidades mas…
PONELO ARRIBA, que te cuesta…un poco de respeto… igual no les dije nada porque las minas estaban una mas buena q la otra
“El 14 te dieron el calefón. Ahora, si te ofrecen una heladera aceptala, pero votales en contra para ir al ballotage. En el ballotage, aceptá la cocina pero votales en contra para que gane yo. Ahí voy a llegar yo y te voy a hacer la casa” (Alberto Rodriguez Saa)
Ni más ni menos, cuanto más habla más se deschava el payaso este.
Ayer inaguraron frente al río un sitio de actividades. Eso sí, las viviendas que empezaron a construir en campaña para la gobernación están ahí abandonadas, las cloacas de fisherton lo mismo. Las de mi barrio que pagamos hace 10 años todavía la estamos esperando. De seguridad ni hablemos…
Es como si los astros se hubieran conjurado para certificar el porqué de este clima electoral manso, anodino, del que apenas hay registro por unos spots de campaña espantosos. A propósito: viene comentándose la conveniencia de avisarle a la mayoría de los candidatos que las agencias de publicidad les robaron la plata. La horripilancia y el ridículo de esas piezas podrían haberse evitado con alguna pizca de ingenio profesional. Pero, al cabo, el marketing tampoco puede hacer milagros desde una construcción política que no existe.
Resaltó un tema que agrupa todas las explicaciones posibles sobre la ausencia de discusión mayor. Un invento. Una presunta reforma constitucional para que, antes de 2015, mudemos del presidencialismo al régimen parlamentario, con la idea central o subyacente de Cristina como primera ministra. El invento, o más bien el delirio, no consiste en que esa idea no ronde de ninguna manera por alguna franja del oficialismo. Lo increíble es haberse enganchado con este tema como si se tratase de un asunto prioritario colado por el Gobierno, y muy sobre todo el modo en que surgió. La única que lo dijo con todas las letras fue Margarita Stolbizer: “Carrió tira un bombazo en el medio y todo el mundo corre a su alrededor discutiendo cosas que no están en la agenda de nadie”. Señaló además que la trastornada ex dirigente de la Coalición Cívica denunció un “Pacto de Olivos II” para perjudicar a Binner. Es verosímil que lo haya dicho con ese fin, pero lo impresionante no pasa por ahí, sino por el decurso de los acontecimientos. Efectivamente, todo nace cuando a Carrió se le ocurre denunciar una negociación secreta, entre kirchneristas y socialistas, para forzar un cambio constitucional que garantice la continuidad de Cristina hasta el fin de los tiempos. Para ser rigurosos, Carrió se valió de la plataforma del PS en el punto que privilegia un sistema parlamentario. A partir de ahí, el encadenamiento es alucinante. Del programa de los socialistas se saltó a reuniones clandestinas, que ya estarían en marcha, entre Cristina y Binner. Y después, el suceso de todos los referentes de la oposición subidos al disparador de la camorrera del barrio; junto con el periodismo y los intelectuales aburridos de que no pase nada, en términos de noticias capaces de afectar gravemente al Gobierno. ¿Es cosa de Mandinga que no haya quien pare la mano y conteste que no piensa prenderse a las chicanas de una desvariada sólo sostenida por los medios? No, es cuestión de querer tomarse de cualquier cosa para protagonizar alguna. El último apunte de Carrió es que “ahora se viene la persecución y la cárcel para periodistas, sindicalistas de izquierda y políticos de la oposición”, a más de que Cristina es “Mariana Nannis, rodeada de 20 carteras” y de que “el kirchnerismo es menemismo de izquierda perfeccionado”. Hay que ponerse atentos, porque pueden estar al caer las grandes polémicas nacionales sobre los pogrom que prepara el Gobierno para linchar opositores; la esposa de Caniggia naturalmente indignada porque no tiene 20 carteras sino 1200, y hasta pensadores de bolsillo convocados a programas de cable para debatir acerca de “Menemismo de izquierda, ¿antítesis o realidad?”. Y si no es eso podrá ser la prosecución de las revelaciones pochocleras de la Casa Blanca sobre atentados iraníes que incluyen a la Argentina justo cuando se viene de tender puentes a Irán para avanzar en el esclarecimiento del atentado a la AMIA. Cabe recorrer la imaginación por ahí si se quiere otear por dónde se las gastarán la semana que viene. No todos los días aparece un ex presidente uruguayo contando que se preparó para la guerra por Botnia; que recién entonces se enteró de que su Fuerza Aérea tiene cinco aviones militares sin combustible, y que no le quedó otra que ir a pedirle la escupidera a Bush. Como escribió Granovsky en este diario, ni siquiera lo tenemos al gordo Soriano para hacer el cuento de los preparativos bélicos entre argentinos y orientales, con Diego Forlán y Zaira Nara, Ricardo Mollo y Natalia Oreiro, dos modelos distintos de final y las murgas de ambas orillas planificando retiradas.
El país afronta la semana previa a su elección presidencial bajo definiciones que, en cualquiera de las alternativas, sugieren que todo está dicho. Seguridad sobre el resultado. Indiferencia, debido a esa certidumbre. Entusiasmo. Resignación. Mero trámite. Fiesta. Certeza respecto de que –rijan alegría, indolencia o pesadumbre– la movida quedó única entre la topadora de acciones gubernamentales y el bochorno permanente de la oposición. En ese orden o en el inverso. Lo peor que puede pasar es un juicio sólo aplicable al domingo que viene. Es una crónica anunciada salvo por la aparición del efecto Atocha, que los adversarios del oficialismo esperan, desde hace tiempo, mientras no suponga el compromiso de ganar. Pero precisamente por tratarse de un hecho consumado, seduce la tentación de no mirar más allá. No es que se juzgue como dato menor la aprobación, tal vez aplastante, de un mandato que ya lleva ocho años. Es que, gracias a lo paupérrimo del tipo de debate propuesto por el amontonamiento anti-K, puede haber la sensación de que en este plano no tiene sentido seguir discutiendo nada. Detengámonos aquí, otra vez. Una cosa es que lo anterior sea cierto porque, en efecto, medio mundo ya se avivó de las pelotudeces blandidas contra el kirchnerismo. La persecución a la prensa; el riesgo de un régimen con tintes y hasta presente fascistas, como sostuvo el analfabeto político Tomás Abraham (seamos extremadamente suaves); las instituciones pisoteadas; la propaganda oficial en Fútbol para Todos; el clima de crispación; los usos pendencieros de la televisión pública. Todo eso ya fue, y así les fue y les va, porque carece de arraigo popular e intelectual. No resisten ninguna tenida con aspiraciones de estatura considerable. Dicen cuanto se les antoja, los editan y amplifican en sus cadenas mediáticas, son abonados del tremendismo a tiempo completo. Y encima tienen la desvergüenza de hacerse los perseguidos. ¿Cómo no comprender que, frente a tamaño despliegue de contradicciones insolventes, se tenga la excitación de fugar, así nomás, hacia lo que estos impúdicos ubican como un enemigo de raigambre facha?
Es ahí cuando aparece la otra cosa. Si la cancha queda marcada por el terrorismo oratorio de esos gurúes, que abrevan en la provocación por la provocación misma, el desafío pasa por no entrar en su juego. De lo contrario, la batalla se circunscribirá al terreno que les conviene. No les alcanza, hoy, para ganar elecciones. Pero sí para pudrir al pensamiento crítico, porque cansan. La granja que sueñan es discutir para atrás, nunca para delante. Atrás de la ley de medios, atrás de no reprimir la protesta social, atrás de la Asignación Universal por Hijo, atrás de la estatización del sistema jubilatorio. Quieren que el rumbo de este país pase por el denuncismo impoluto, por si vamos a parecernos al autoritarismo chavista, por si no está espantándose a la inversión extranjera, por volver a la ortodoxia fiscal. El rumbo envanecido de sus negocios. Uno se contesta que no, que esa película ya la vimos, que ya se sabe quiénes son y a dónde nos condujeron. Pero el peligro de quedarse ahí es muy grande. Este modelo kirchnerista, como debe ser en todo proceso de cambio si se pretende profundo, otorga tantas confianzas propias de una gestión ya ameritada como dudas estimables. ¿Es creable o reconstituible una burguesía nacional que le dé sustento de desarrollo industrial? ¿Cuál es su paradigma productivo? ¿No se reposa en exceso en el liderazgo de Cristina? ¿Hay una construcción de militancia por abajo, y de cuadros políticos por arriba, que supere a un renacido ímpetu juvenil politizado? ¿Sólo es cuestión de que viene imponiéndose otro “relato”?
Apenas un ligerísimo puñado de preguntas, entre decenas por el estilo, cuya necesidad podría perderse de vista ante el agotamiento que provocan la inexistencia, el jadeo o la ridiculez opositores.