"Son pocos más de las siete y media de la tarde del 30 de marzo de 2014. Van 21 minutos del segundo tiempo y River le sigue ganando 1 a 0 a Boca en la Bombonera. La espera de un triunfo visitante ya lleva una década pero hoy parece haber una esperanza.
De repente, foul cerca de nuestra área, va Riquelme y agarra la pelota. Con mi amigo nos miramos, no decimos nada y a la vez nos decimos todo. Sonrisa mentirosa de que todo está tranquilo y tragamos saliva.
Va Román y es gol.
En realidad, es uno de los mejores goles de tiro libre de la historia de los Boca-River. Me levanto y aplaudo. Enojado, nervioso, apesadumbrado; pero aplaudo. Se me activa ese gen futbolero que distingue la belleza por encima de cualquier camiseta.
Un gen que con Juan Román Riquelme en cancha se me activó muchas veces.
Nunca te pude odiar, Román. Menos cuando tu nombre suena a Ramón y no es casualidad que los dos hayan sido ganadores en la cancha y en el micrófono. No te pude odias y mirá que lo intenté, pero no me sale.
Lo que más me molesta no son los goles que nos hiciste ni los títulos que ganaste, sino lo que cambiaste en ellos. Les provocaste ganas de jugar bien a la pelota, ese gusto del que carecieron la mayor parte de su historia; y vos les enseñaste que se podía mezclar la garra y el firulete, el barro y lo cristalino, la patada y el toque sutil.
Algunos de ellos aún no lo entienden, prefieren recordar la patada de un Passucci, de un Giunta, antes que tu hermoso caño a Yepes.
No te pude odiar en la cancha y te quise agarrar bronca por tus declaraciones. Tampoco pude.
Que admirabas a Ortega, que Ramón es un tipo ganador, que le deseabas suerte a Almeyda, que mirabas a River por Trezeguet, que Teo es el mejor del país, que te vas vos pero queda Aimar, y seguían los elogios. ¿Cómo podía no quererte? ¿Cómo no respetarte si siempre tuviste un enorme respeto por tu rival de toda la vida?
Y pensar que hoy en día cualquier cuatro de copas quiere tener sus minutos de fama chicaneando al otro equipo, y vos, que ganaste todo, que apareciste en la mayoría de los clásicos, nunca dijiste nada sobrando, siempre fue con respeto y con algún que otro toque de humor.
Si hasta cuando estábamos en la otra categoría decías que extrañabas los clásicos y que querías que River suba rápido. Tantos elogios eran lo peor que le podías hacer al hincha xeneize y al millonario. Al primero porque no compartía lo que vos decías y prefería guardar silencio, y a nosotros porque no teníamos excusa para no respetarte y admirarte.
Entonces muchos nos tuvimos que rebajar y querer hacernos los superados cuando estábamos en grupo gritándote “pecho frío”, para después preguntarnos en privado cómo va a ser pecho frío un tipo que bailó al Real Madrid, que tomaba las riendas del equipo cuando era necesario y que ganaba partidos solo.
Argentinos
Julio de 2014, se anuncia tu vinculación con Argentinos Juniors. Te quedan muy lindos esos colores rojo y blanco, porque te equivocaste de vereda ¿eso lo sabes, no? Porque más allá de tu fanatismo, de tu “soy bostero hasta la muerte”, vos sos del paladar de clubes como el de la Paternal y el de Núñez.
Y dicen que sos soberbio, pero aún pudiendo estar jugando copas con otros equipos, no se te cayeron los anillos para volver de donde saliste y ayudar a Argentinos a ascender a Primera División. Y lo lograste.
Celebré ese ascenso, por vos y por ‘el Lobo’ Ledesma, otro de tus jugadores admirados.
Mientras me río de los Juan Pérez que se burlan de vos en las redes sociales, leo a Zidane, a Dinho, a Forlán y a tantos otros cracks despidiéndote con respeto y admiración.
Pero los imberbes prefieren recordar tus peleas con Van Gaal, Falcioni, o con Palermo, con el que eras tan mal compañero que le hiciste hacer mil goles.
Y seguro pronto comienzo una discusión sin fin con algún hincha de River que se resiste a entender Enzo y Ortega fueron y serán muy grandes, enormes, pero vos estás un escalón encima.
Por juego, por clásicos, por títulos, por tu influencia en estos 18 años, por todo eso puedo decir que sos el mejor futbolista que vi en el país, y al que tenga dudas, que vea un resumen de la Libertadores 2007. La ganaste solo, con un gol en la final que debería venderse como obra de arte.
‘Si me ponía la de River, mi mamá no iba a ir nunca a verme’. Todo culpa suya, señora; usted nos privó de él. Y ahora hay que despedirlo; al mejor rival que tuvo River en toda la historia, al del caño a Yepes, al de los goles de tiro libre en Núñez y en la Boca, pero también al que se abrazaba con Ramón y con Aimar, el que felicitaba cuando salíamos campeones y el que se iba casi siempre silbado del Monumental sin devolver nunca un gesto.
‘El hincha de River me tiene respeto, no se si cariño’. Si Román, varios (muchos) te tenemos cariño y admiración, algunos se animan a decirlo y otros se lo guardan.
Gracias por el fútbol, y que seas ‘felí’".