Decile a Daniel que abra un curso de Macro 2 a la tarde/noche, los que laburamos no podemos tener el lujo de cursar con el!! :evil:
Gravar la renta financiera: ¿populismo blando o severo error de concepto?
Para un país que se endeudará a escala en los próximos años, el impuesto a la renta financiera resultaría sumamente inoportuno. Primero y por sobre todo, la renta financiera ya está gravada para personas jurídicas, son las personas físicas las que “todavía” no tributan. Gravar potencialmente la renta que generan instrumentos de renta fija argentina no parecería ser la mejor de las medidas en un contexto en donde nuestro abultado déficit fiscal nos obligará a recurrir a financiamiento externo por muchos años; para un gobierno que tanto énfasis le da al rol de las expectativas, esta medida iría en sentido opuesto. Por otra parte, luego del formidable resultado del blanqueo impositivo del año pasado, mucho ahorrista pequeño se volcó al mercado local argentino generando un sustancial incremento de demanda en los limitados productos que se ofrecen actualmente. Por lo tanto, gravar con un impuesto al retorno del pequeño ahorrista atentaría contra el incipiente proceso de crecimiento que estamos observando durante todo el 2017. Mucho político miente y otros ni si quiera tienen la capacidad intelectual de comprender que la renta que genera el ahorro es el premio a una persona que transfiere el fruto de su trabajo a un emprendedor que con dichos fondos pretende invertir y generar con ello nuevo empleo. Llamar especulación a este proceso es no comprender el funcionamiento de una economía normal. Ahorrar significa no consumir, por lo tanto, la renta del ahorro simplemente implica que un individuo decide postergar su consumo presente a cambio de un precio, la tasa de interés, y que dicha postergación culmina convirtiéndose en inversión de otros, que, a su vez, generan empleo a muchos más. Lamentablemente, en Argentina siempre nos esforzamos por reinventar la rueda y un impuesto de estas características probablemente culmine reduciendo el nivel de ahorro privado, aumentando el nivel de consumo presente, encareciendo la tasa de fondeo de inversiones locales, dañando el proceso de inversión y complicando, por lo tanto, la generación de nuevas fuentes de trabajo en especial, al sector Pyme, el cual no tiene la capacidad de fondearse con ahorro externo. No consumir y por lo tanto ahorrar, en países normales tiene un premio, gravar a ese premio resultaría en un severo error de concepto con una lectura complicada a futuro: ¿si ahora me hacés esto, por dónde vendrás mañana?
En Argentina, un pequeño rebaño de ovejas mantiene al resto. En nuestro pintoresco país habita un pequeño y minoritario rebaño de ovejas obedientes, aquéllas que hoy mismo en lugar de hacer piquetes, marchas y toma de escuelas, irán a trabajar pacíficamente, donando la mitad de su día laboral al arrogante Estado argentino, ese al que el 50% de carga tributaria ya le parece poco y al decir 50% créanme, soy muy benévolo. De las 8 horas diarias de una jornada laboral, 4 ya nos son confiscadas tributariamente por el Estado. De los 250 días laborables, 125 ya los donamos a la AFIP, o sea, hasta junio de cada año las ovejas de la Argentina no trabajamos para nosotros mismos, sino para mantener a la infinita secuencia de personajes que maman del estado argentino. Nuestro estado ha crecido tanto que hasta subsidiamos piquetes en un claro atropello al ciudadano honesto pagador de impuestos y paradójicamente, son esos mismos piquetes los que durante la semana nos impiden trabajar eficientemente y producir lo necesario para subsidiarlos y permitir, por lo tanto, que nos sigan cortando calles. El tamaño del Estado argentino es tan estrepitoso que los pocos que trabajan en el sector privado y mantienen a toda la estructura pública se convirtieron en una pequeña minoría a la que se esquilma con una carga tributaria insoportable y parecería ahora, interminable y en ascenso. Padecemos de un fisco patológicamente voraz, uno que necesita comer permanentemente de nosotros con más impuestos sin hacer el menor esfuerzo para reducir la otra cara de la ecuación, el gasto, esta última dimensión es probablemente el capítulo más débil en los casi dos años de historia del oficialismo. En los años K, ante una evidente realidad de violencia y atropello, recuerdo que nos contaban que los argentinos padecíamos de “sensación de inseguridad”, y a la luz del potencial impuesto a la renta financiera que preocupadamente vengo escuchando, me pregunto si en materia de impuestos el equivocado no seré yo y si entonces, la presión fiscal que percibo sea sólo una construcción de mi crispida imaginación que refleje la “sensación de presión tributaria” de este sufrido rebaño de ovejas esquiladas al cual pertenezco. Patéticamente, todos los gobiernos argentinos parecerían coincidir en algo: muy poca vocación para el achique del gasto y una infinita imaginación a la hora de esquilmar al pequeño sector privado a fuerza de más impuestos.
Tributando dos veces: el ahorro es lo que sobrevive al voraz cobro de impuestos. Las naciones normales para crecer implementan la siguiente secuencia: ahorran primero, invierten después, producen más tarde y finalmente, consumen. En Argentina hace 70 años que revertimos el proceso y así nos va: un shock de gasto público se transforma en consumo efímero y a través de él, se rebota a la economía con mucho esteroide y con dicho salto al cual bautizamos como crecimiento, pretendemos seducir al mundo para que venga e invierta utilizando ahorros del exterior. Nuestra historia pretende comenzar en consumo y culminar en ahorro, en otro intento más y muy argentino, de desafiar la ley de gravedad. A esto deberíamos también sumarle que a lo largo de todas estas décadas el pequeño ahorrista argentino fue en general vapuleado por las severas crisis macroeconómicas que debimos transitar desde la híper del 89 hasta el default del 2001; la conclusión es muy sencilla, Argentina nunca trató bien al pequeño ahorrista y, por lo tanto, no debería sorprender a nadie la crónica falta de inversión que nos caracterizó a lo largo de estos años: sin ahorro, la inversión no puede financiarse localmente, es así de simple. En este contexto, supongamos que hiciste 100 pesos brutos en el mes, de los cuales sólo sobreviven $ 50 de la voracidad fiscal Argentina. Supongamos que estos $ 50 los ponés en una Lebac al 27% anual generando $ 13.50 extras. Con impuesto a la renta financiera estos pesos podrían tributar 35% de impuesto resultando en una carga adicional de $ 4.73. Por lo tanto, tus $ 100 originales terminarían tributando 55% y no 50% como comenzó este artículo. Gravar al ahorro, por lo tanto, es como imponer dos veces un mismo impuesto. Sin embargo, la gran mayoría de argentinos incluido los políticos, no comprende la virtuosa relación entre el ahorro, la inversión y el empleo. Las Pymes de este país en general no tienen acceso al mercado internacional y por lo tanto deben recurrir al mercado local para financiarse. Pero para que este mercado local pueda financiarles se hace necesario primero que los argentinos ahorren. Si este ahorro existe, el mercado de capitales se encarga de hacerle llegar estos fondos a la Pyme que lo necesite y de esta forma, el ahorro privado culmina convirtiéndose finalmente en sublime inversión que, a su vez y entre otras externalidades positivas, genera más puestos de trabajo.
Gravar al ahorro encarece el costo de financiamiento Pyme. Si bien todavía no está confirmado, me preocupa que el oficialismo que en “teoría” representa al cambio esté pensando en implementar una medida claramente peronista y, por lo tanto, sumamente ineficiente a nivel económico, espero de veras que el impuesto a la renta financiera sea sólo fruto de mi imaginación. Si suponemos por un instante que efectivamente “la mesa chica de Cambiemos” está pensando en semejante medida, se me ocurren dos motivaciones. Primero, si mal no recuerdo, “el impuesto a la renta financiera” fue un caballito de batalla del frente renovador, esa versión del peronismo que intenta convencernos de que en realidad es otra cosa. En este contexto, y de caras a las elecciones de octubre, ¿está el oficialismo intentando sacarle “esta brillante idea” al frente renovador copándole la parada y restándole votos? Para un gobierno tan eficiente en la generación de populismo blando, y para una ciudadanía sumamente confundida en materia económica, “gravar a la especulación” sin explicar que en realidad estás “gravando al ahorro” y con ello “encareciendo el costo de financiamiento Pyme” y con ello, “reduciendo la capacidad de generación de empleo”, podría sumar votos populistas. Segundo, que el gobierno incurra en un severo error de concepto, subestimando los efectos negativos del impuesto. Gravar la renta financiera puede generar no una, sino dos señales perversas. La primera sería el efecto directo de imponer un nuevo impuesto esta vez, al ahorro, incrementando vía traslación del tributo el costo financiero a nivel local; si me gravas de más, mi tasa de equilibrio será más alta, resultando en una mayor tasa de interés que capturará una parte del salto impositivo, encareciendo el financiamiento Pyme. Pero aquí no se termina la historia, me preocupa “la señal detrás de la señal”. Con una medida así y dada, la nefasta historia que tenemos los argentinos en materia de cambios de normas y debilidad institucional, el mercado local e internacional probablemente se quede preguntando: ¿y después que más nos van a hacer? Este impuesto es peronista y por lo tanto, va en sentido contrario al cambio.
Pobre gente la de la city, encima que mantienen a todo el país (?) les cobra más impuestos el peronista montonero de Macri.
Entre ese artículo y los dueños de inmobiliarias que marcharon a Olivos compiten por quien es más garca y rata.
En ocho meses y por el pago de intereses, el déficit fiscal aumentó un 145 %
En agosto los intereses por el pago de la deuda crecieron 254% en relación a un año atrás. El rojo del mes llega a $ 32.352 millones.
Por el fuerte aumento de los pagos de intereses, el déficit de las cuentas públicas no para de crecer. En agosto, los intereses treparon un 254,4% con relación a un año atrás. Y de haber registrado en agosto de 2016 un superávit de $ 14.651 millones, este año cerró con un “rojo” de $ 32.352 millones.
Así, en los primeros 8 meses, el déficit fiscal suma $ 283.045 millones, un 145% por encima del desequilibrio de $ 115.613 millones de iguales meses de 2016. La cuenta de intereses insumió 163.366 millones, equivalente a casi el 58% del rojo fiscal total, según el informe de ejecución presupuestaria de ASAP (Asociación Argentina de Presupuesto).
Aún así, sin los intereses, el déficit primario de enero a agosto fue de $ 119.700 millones, “cerca de siete veces el obtenido en 8 meses de 2016”, dice ASAP.
Todo esto pasó, a pesar que el Tesoro Nacional hizo menores transferencias –un 15,4% menos en términos nominales – por subsidios como consecuencia “de la suba de las tarifas y quita de subsidios de los principales servicios públicos (luz, gas y agua). No obstante, el déficit creció por el peso de los pagos de intereses $ 154.521 millones, una suba del 61,5%.
Los gastos totales crecieron un 33,6%, mientras los ingresos aumentaron un 22% con relación a iguales meses del año pasado, incluyendo $ 40.500 millones del blanqueo.
ASAP señala que por el lado de los ingresos, “ en el transcurso de ocho meses de 2017 ingresaron $ 40.600 millones menos que en igual período de 2016 en concepto de Rentas de la Propiedad, con motivo de las menores utilidades remitidas por el Banco Central ($6.500 millones vs. $82.500 millones., respectivamente), parcialmente compensadas por las mayores ganancias del FGS (ANSeS)”.
En tanto, “ los gastos primarios devengados arrojaron un incremento del orden del 31,5% interanual., más de cinco puntos porcentuales por encima de la inflación del período”. En parte, eso se explica por mayores gastos de capital (+46,5% ia.) y Transferencias Corrientes a Provincias (+46,7% ia…
De acuerdo al proyecto de Presupuesto, este año las cuentas públicas cerrarán con un déficit de $ 633.768 millones, equivalente a 6,2% del PBI, superior al 5,9% de 2016 y al 5,2% de 2015. A la cotización promedio anual de $ 16,70 por dólar, representa la friolera de U$S 37.950 millones. Este “agujero” fiscal se financia con más endeudamiento público.
Que locura
Fallece María Julia Alsogaray, emblema del menemismo
Mi más sentido pésame a la muerte de tu abuela
---------- Mensaje unificado a las 20:15 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 20:13 ----------
Estamos mal pero vamos bien
:roll:
Qué ignorante.
---------- Mensaje unificado a las 20:20 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 20:16 ----------
No entendes nada ese es tu problema. La Argentina si necesita algo es ahorro, como vas a minar uno de los principales problemas que tenemos? El ahorro se traslada a inversión. Pedir gravar la renta financiera es un gran error de concepto, muy ignorante, uno de los perjudicados vas a ser vos, supongo que no vivís solo con lo que ganas en mano.
Debe haber una decena de razones para que los pesos de las LEBACs corran en estampida al dólar, y la más estúpida sería por gravarlas.
“Compro el rumor vendo la noticia”
Cual es la idea, gravar al Estado? El único que se va a poder endeudar es el Estado…
Después te hablan de que inviertan los argentinos… hacen todo para que los únicos que puedan invertir sean los extranjeros.
Haber estudiado economía y estar a favor del impuesto a la renta financiera, es como para que vaya a recursar todas las materias. El único motivo que entiendo para que este en agenda es por ser una medida “populista” que puede captar algún bobotante en la elección.
Para mi el tema de gravar la renta financiera en Argentina es una cuestión compleja. Desde el punto de vista “moral” la renta financiera para personas físicas debería estar gravada tal como lo esta para personas jurídicas. El impuesto en si me parece bien. Pero, y hay un gran pero, argentina es un país anormal, donde la gente en vez de ahorrar en instrumentos financieros domésticos (tanto públicos como privados), se vuelca al dolar o al ladrillo como forma principal de ahorro. Ese comportamiento es entendible dada la historia inflacionaria argentina, pero es muy muy malo a largo plazo, y una de las principales causas de nuestro atraso. Argentina necesita desarrollar su mercado de capitales, y para ello el inversor minorista se debe volcar masivamente al mismo.
Ahora la pregunta es como hacerlo? Es una excencion impositiva especifica para personas físicas la manera correcta? Logra ese rol, o simplemente enriquece aun mas los bolsillos de los mas pudientes? En ese sentido, lo optimo me parece un camino intermedio, o sea gravar la renta financiera solo para individuos de altos ingresos, y no hacerlo para los demás, como una medida transitoria para darle promoción al mercado de capitales entre la gente de a pie.
No tiene sentido eximir del impuesto al inversor acaudalado, porque con o sin impuesto seguirá invirtiendo en instrumentos financieros relativamente sofisticados. Quizá lo empuje a invertir mas en activos externos que domésticos, pero eso no es necesariamente malo, saca al grande un poco de la bicicleta local. Si en cambio, puede tener sentido eximir del impuesto a la clase media, porque es una manera de atraerlos al mercado de capitales.
Lo que se necesita es un cambio cultural en ese sentido, y una de las maneras obvias de ayudar a ese proceso es inclinando la cancha desde el estado. Muchos dirán que la excencion esta hace tiempo y el mercado no se desarrollo. Es cierto, solo con una excencion impositiva no alcanza, se necesita muchos otros ingredientes para atraer, y luego retener a el tipo de a pie al mercado de capitales. Pero todo suma.
Con tasas de interés negativas como se supone que íbamos a desarrollar el mercado de capitales no?
Si, eso desde ya. Pero hay que dejar de ver la economía en absolutos che. Un economista que me diga que desarrollar el mercado de capitales es lo UNICO que importa, que bajar la inflación es lo UNICO que importa, que mejorar la distribución del ingreso es lo UNICO que importa, que bajar el desempleo es lo UNICO que importa, para mi es un mal economista. Para mi el rol general del economista en un pais emergente debería ser encontrar el camino al desarollo, y eso no pasa por poner un SOLO objetivo y olvidarse de todos los demás, sino por tener MÚLTIPLES objetivos, MÚLTIPLES herramientas, y encontrar la manera de balancear, optimizar todo eso.
Si ver las cosas de esta manera me convierte en un paria dentro de la economía, bienvenido sea. Trato de ser pragmático en el asunto, y no ser el típico economista “cuadrado” de libro de texto, y se que me van a saltar de la yugular de todos lados por eso mismo, pero bienvenido sea.
Con respecto a la renta financiera, mi teoría es que el gobierno ya debe oler que si no la saca el gobierno, se la saca la oposición en el Congreso.
A veces para evitar el costo de un veto (que implicaría mayor peso en el argumento opositor de que Macri gobierna para los ricos y tal), es mejor anticiparse y llevar adelante algo moderado (que consista más en fuegos artificiales que en modificaciones concretas y relevantes) que neutralice una potencial arremetida que acorrale al gobierno y lo obligue a negociar en otros términos.
La veo por ese lado porque francamente no creo que sea el espíritu de este gobierno llevar adelante una medida como esta.
Brotes Vedes
Mientras siga el déficit fiscal, va a seguir el endeudamiento, y mientras siga el endeudamiento, va a seguir aumentando el pago de intereses. No es muy difícil.
Y el gobierno no sabe qué joraca hacer, o no le importa.
Libertad vs Seguridad. Es un planteo muy interesante.
Tan simple y tan cierto