Samuel “Chiche” Gelblung es escurridizo. Agenda la nota para un jueves a las 13, a la salida de radio Mitre, pero después recuerda que debe almorzar y la reprograma. Está de buen humor, eso alivia el desarrollo de una entrevista en la que admitirá, entre otras cosas, que no se pelea con nadie pese a su fama de cabrón: “Soy el tipo más sencillo que hay en el mundo para laburar. La gente es complicada, yo jamás envidio a nadie”.
Sentado en un bar de Palermo y observado a la distancia por Diego, una mole de casi dos metros que hace las veces de custodia, Gelblung habla de su objetivo en la segunda mañana radial, tras liderar “el regreso” de Radio 10 durante una década: hacer que su principal competidor, Oscar González Oro, siga perdiendo puntos en la pelea por el rating: “Decayó mucho. No solamente por el crecimiento nuestro, creo que debe haber un desgaste natural de tantos años”.
Gelblung dirá que fue “muy difícil el cambio de público, es muy diferente al de Radio 10, yo me tuve que ganar al público de Mitre, mucho más enojado y magdalenista. Tenía mucho menos que ver con mi estilo pero se fueron acostumbrando. Lo que recibía al principio eran más críticas por haberme ido de la “Diez” que elogios por pasar a Mitre. Con el tiempo, en cuatro o cinco meses, dimos vuelta la historia”.
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¿Le costó pensar en la posibilidad del pase?
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Era una decisión interna ya tomada. Me había cansado de la tarde y no tenía ninguna posibilidad de ir a la mañana, porque al “Negro” le va muy bien. Una vez que vos haces diez años a la tarde, ya está, querés volver a la mañana. A mí me iba muy bien, teníamos 40 puntos de share, pero tenía algunas dificultades internas dentro de la radio. En general, me llevo bien con todo el mundo, no porque sea un ídolo de la bondad, pero no todo el mundo se lleva bien conmigo.
Las “internas”, que Gelblung desliza sin mencionar a nadie, se originaron con cargadas: “Tengo perfil alto, sin dudas era el más famoso de la radio y eso te genera puterío interno. Había una pequeña descalificación de los otros conductores. Nosotros vivimos de la publicidad y la publicidad es imagen. Si a vos te empiezan a decir que sos un viejo choto…”
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Pensé que estaba todo en el marco de los chistes…
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Hay cosas que no se dicen ni en joda.
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¿Volvería a Radio 10?
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No. Creo que uno, cada vez que se va de un lugar, no vuelve porque retrocede.
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Encontré declaraciones suyas donde decía que uno de los motivos por los cuales no volvería es porque Hadad es “turco y vengativo”…
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(Risas) Es un chiste pero es cierto. Siempre con Daniel hay que tener cuidado porque es árabe, es una venganza turca. Es un tipo muy afectuoso conmigo, ha tenido mucho respeto siempre, le estoy agradecido por muchas otras razones pero sé que si vuelvo me va a castigar porque es un sistema de castigo turco. Vos te fuiste, está bien, pero si volvés te la voy a hacer sentir. Yo lo dije un poco en joda, un poco en serio. No le cayó bien ese comentario.
Así como descartó la posibilidad de volver a la “Diez”, rechazó en su momento la oferta para participar del relanzamiento de la revista Somos, mientras estaba en radio Continental, todavía en manos de la familia Vigil: “Es volver atrás y uno tiene que mirar para adelante”.
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¿Tiene algo de qué arrepentirse de los años al frente de la revista Gente?
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(Se enoja) A ver si nos entendemos. La única revista que se editó en la época del Proceso no fue Gente. El único periodista que trabajó en esa época no fui yo. ¿Por qué se la toman conmigo? Debo haber hecho cosas buenas, malas. A mí nunca nadie me llamó para decirme lo que tenía que poner en la revista Gente. No me voy a escudar con que a mí me obligaban, nunca me llamó un militar para decir lo que tenía que poner. Tenía un concepto: para mí la “Teoría de los dos Demonios” es una teoría que vale, más allá de que creo que los crímenes de Estado son más jodidos que los de los guerrilleros, pero son crímenes de lesa humanidad.
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Pero eso supone equiparar el poder del Estado con el de la guerrilla…
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Si (Jorge Rafael) Videla está preso tiene que estar preso (Mario, líder Montoneros) Firmenich, sin ninguna duda. Como tiene que estar preso (Fernando) Vaca Narvaja y cualquiera de ellos. Si son responsables de muertes, tienen que estar presos.
Chiche Gelblung revisa la historia con sinceridad brutal. Para el periodista, lo que ocurrió en los años setenta, fue “una guerra”: “El que lo vivió sabe que fue una guerra. Lo sufrí con amenazas, tres bombas, persecuciones, tener que bancarme custodia y me tuve que ir de la Argentina. A mí que no me la cuenten. Yo estaba amenazado por la Triple A. No hice alharaca de irme del país como hicieron todos cuando estaban amenazados por la Triple A, Montoneros y por Massera cuando habíamos revelado la conexión Massera-Montoneros. Hay cosas que debo haber hecho bien y hay otras en las que me debo haber equivocado y hay cosas que no volvería a hacer”.
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¿Por ejemplo?
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Si yo dirijo una revista durante 15 años, ¿vos crees que todo lo que hice está bien? No, no está bien. Había que hacerlo en ese contexto, no era fácil, no es sencillo pero tampoco fui el peor de todos. Y además tuve la valentía de decir que a mí nadie me dijo lo que tenía que escribir. O sea, no me escudo con que presionaban. Mis miedos los tenía independientemente de si era amenazado o no. Si me equivoqué, me equivoqué solo. Era responsable de todo lo que salía en la revista.
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Usted ha sido objeto de crítica de dos intelectuales, Beatriz Sarlo y José Pablo Feinmann…
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Feinmann es un sorete humano e intelectual. Reconozco que tiene talento y escribe bien pero mis problemas con Feinmann son más personales que otra cosa. Lo he leído - lo hago habitualmente - porque me interesan las cosas que escribe, pero ha tenido una situación personal con una hija mía (María) que ya con eso me pinta el nivel de desprecio que tengo por el personaje.
La historia que cuenta Gelblung se desarrolló en un edificio de la calle Coronel Díaz cuando María Gelblung y Feinmann coincidieron en el ascensor, en el consultorio de un reconocido psicoanalista. “Empiezan a hablar -relata- y ella le dice ‘yo soy hija de Chiche Gelblung’. Y él le dice: ‘ahora entiendo porqué estás acá’. El también estaba ahí y no es hijo mío. Esas cosas no las perdono. Así que estoy esperando cruzarmelo para romperle la cara".
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¿Sería capaz?
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Sí, totalmente. Si me lo cruzo, lo cago a trompadas. Además, lo amenacé. Lo llamé, le dije que era una mierda, me pidió disculpas. Pero le dije que donde lo encuentre lo voy a cagar a trompadas.
Cuando participó como crítico invitado en Televisión Registrada, Feinmann aprovechó para reflotar la tapa donde la revista Gente daba por muerta a la líder montonera Norma Arrostito, mientras Gelblung era su director: “Es un invento. No sé ni de qué habla, no sé qué tiene que ver Arrostito, que nosotros habíamos dicho que se había muerto antes de que la maten. Una mentira de las tantas que saca Feinmann”, asegura. “Yo lo desprecio, no por las cosas que puede llegar a decir de mí, si no por una cosa más personal. Él es un tarado, no existe para mí. No tiene mayor importancia. Me debo, sí, una cagada a trompadas”.