Doce del mediodía, barrio privado La Celia, a unos pocos kilómetros de la autopista Riccheri, pasando el Centro Atómico de Ezeiza. El automóvil de Gastón Granados cruza el control de acceso. No necesita carta de presentación el presidente de Tristán Suárez. A fin de cuentas, es el dueño de casa. Tampoco, su acompañante. ¿O acaso alguien le pediría la cédula de identidad a Diego Armando Maradona? Vienen de El Trébol, el country donde vive el técnico que condujo a la Selección en Sudáfrica. No pasan diez minutos y hace su aparición en escena Julio Grondona. Es cordial el saludo entre el mandamás de la AFA y quien fuera el mejor de todos en pantalones cortos. Es el único momento relajado de una reunión áspera , según confían a Clarín allegados a ambas partes.
Granados, el anfitrión y nexo entre los protagonistas, ofrece café en el amplio living de su casa. Grondona toma la palabra y no le da tiempo a Diego a exponer sus conclusiones del trabajo en Pretoria. Primero, le cuestiona que no dejara pasar a los dirigentes al High Perfomance Centre y que Oscar Ruggeri se haya pasado como “pancho por su casa”. Hasta ahí, todo bien. El problema surge cuando Grondona cuestiona a sus colaboradores. “Hay que tener más seriedad. Está bien que uno quiera estar rodeado de la gente que quiere, pero esta es la Selección no el Showbol. Quiero que sigas cuatro años más pero sin esta gente ”, dispara el Jefe , siempre de acuerdo a la versión de uno de sus laderos. Siete ayudantes de Maradona están en la mira y el capo de Viamonte se lo hace saber: los de campo, Alejandro Mancuso y Héctor Enrique, los preparadores físicos Fernando Signorini y Javier Vilatmijana, el médico Donato Villani, el masajista Marcelo D’Andrea y al utilero Marcelo Fabián Dalto. Daniel Pellegrino, quien fuera secretario privado de Grondona pero estuvo pegado al entrenador durante el Mundial, ya había sido separado.
“Yo quiero seguir con el mismo cuerpo técnico” , responde Diego, ahora tenso. “Mancuso puede ser coordinador, pero no lo quiero en el cuerpo técnico. Enrique puede volver a los juveniles. El resto, se va”, sube la apuesta Grondona.
“¿Por qué me cuestionás a mi cuerpo técnico si no lo hiciste con ningún otro entrenador de la Selección? Decime quién es mejor que Mancuso y a Enrique, decime, Julio” , devuelve Maradona. No hay acuerdo posible en este punto. Porque Grondona considera que quiere un “nuevo ciclo” . Y eso incluye dar un golpe de timón y barrer con todos.
En su entorno aseguran que quiere gente “más idónea” para aconsejar a Diego en el aspecto táctico y que no puede entender cómo no escuchó al manager Carlos Bilardo. También desde la intimidad del círculo de Grondona, aseguran que se cansaron de los “amigotes” de los jugadores: el masajista, Daddy D’Andrea, el utilero Gato Dalto y el médico Tucho Villani. Del doctor dicen, incluso, que tapó alguna lesión.
Son las tres y ya no queda ni la borra del café. Sólo tensión en el adiós. Se va Diego. Lo hace triste, serio, con bronca. Ya la había dicho a Grondona: “Así, no sigo” . Se recluye en su casa de El Trébol y cancela la reunión que tenía prevista con Mancuso y Enrique para definir la lista del amistoso ante Irlanda. “Le tocaron el culo. Pedirle que cambie a su gente y decirle que se vaya, es exactamente lo mismo”, reflexiona un amigo suyo. Es el final. ¿Es el final?
Este tarado encima tiene la caradura de decir que sus ayudantes son los mejores. Como se nota que tenía ganas de hacer perder tiempo a la AFA. Primero se va a Venezuela, después que si que no, Maradroga andate a la puta que te parió!!:evil: