Así nos deja el país.
Con el último vuelo de los Mirage, no quedan aviones supersónicos
La Fuerza Aérea en su peor momento. ras la baja de esas aeronaves, la Argentina se quedó sin interceptores por primera vez en años.
Símbolo de la guerra de Malvinas, protagonistas de la última batalla aeronaval del siglo XX, los aviones Mirage de la Fuerza Aerea Argentina volaron por última vez el domingo en los cielos de Tandil, en su despedida luego de 43 años de servicio. Unas 200 mil personas, estimó la Fuerza Aérea, llegadas de todo el país (hubo 64 hectáreas para estacionar vehículos), asistieron a la jornada de puertas abiertas en la VI Brigada Aérea, para ver las últimas demostraciones aéreas de los Mirage, pasajes de otros aviones y helicópteros y saltos de paracaidismo.
A los Mirage se les extendió su vida útil hasta el límite y el domingo hubo tan solo cuatro en el aire. En la década del 70 entre las compras a la Dassault francesa de los Mirage III cero kilómetro, y la adquisición posterior de dos escuadrones de “Dagger” a Israel llegó a haber más de 50 Mirage. Once fueron derribados en Malvinas, y en parte fueron reemplazados por los Mirage 5P de la Fuerza Aérea Peruana, llegados por un acuerdo solidario y secreto durante el conflicto, el 4 de junio de 1982.
Con la desprogramación definitiva de este “sistema”, de cazabombarderos e interceptores, considerado la “columna vertebral de la defensa aérea del país”, la Argentina se queda sin aviones supersónicos. Los Mirage operan hasta los 20 mil metros de altura a una velocidad de 2.400 kilómetros por hora, mucho más del doble que un jet comercial (900 kilómetros por hora).
Desde el domingo Buenos Aires como “centro de poder”, sostienen fuentes aeronáuticas, carece de la defensa aérea que brindaban estos aviones emplazados estratégicamente en Tandil, con capacidad de dar una “respuesta inmediata” y llegar en 15 minutos a la Capital. Queda el otro enclave de la defensa aérea en la V Brigada Aérea en Villa Reynolds, San Luis, donde están basados los A-4AR, cazabombarderos, subsónicos, que también cumplen funciones interceptoras.
El gobierno kirchnerista deja a la Fuerza Aérea en el peor momento de su historia en términos de material aéreo. El designado ministro de Defensa, el radical Julio Martínez, fue en los últimos años un tenaz y solitario denunciante de este estado de cosas que llevó a decenas de pilotos formados por el Estado a pasarse a la actividad privada.
Pese al final anunciado, y muchas gestiones en los últimos años, el gobierno saliente no reemplazó los Mirage. Siempre en el mercado del usado, se analizaron muy distintas ofertas: F16 estadounidenses; aviones chinos como el FC-1; Mirage franceses ó la versión de los F1 españoles.
Más cerca pareció estar la adquisición de 14 Kfir israelíes. Como reveló Clarín hace dos semanas, a último momento y tras fuertes internas en la Fuerza Aérea se congeló la compra de apuro de los Kfir por 360 millones de dólares. En todo caso sólo se hubiera firmado el jugoso contrato porque el primer avión del lote no estaría en condiciones de ser entregado antes de los 18 meses según los tiempos que siempre se manejaron.
En la campaña, tanto el presidente electo Mauricio Macri como sus principales contendientes, Daniel Scioli y Sergio Massa, se pronunciaron en favor de una polémica ley de derribo, en el marco del combate al narcotráfico.
Consultado sobre el impacto de la desprogramación de los Mirage, Diego Gorgal, el especialista que asesora a Massa, señaló ayer a Clarín que “no afectaría la implementación de una ley de derribo dado que el armamento requerido para tal misión puede ser instalado en aviones de entrenamiento actualmente en uso”. Para Gorgal, “no se necesitan misiles aire-aire para interceptar avionetas o cessnas”, el tipo de aeronaves que se supone, usan mayormente los narcos para mover la droga.
Los Mirage fueron despedidos en acto con toda la pompa que encabezó el jefe aeronáutico, brigadier general Miguel Callejo; los llamó “guerreros del aire” y la ceremonia concluyó por la tarde con salva de 21 cañonazos.