Respeto a Boca como rival. No lo disfruto, ni mucho menos lo ensalzó. Son la némesis. Para mí, Boca es lo que está mal, lo impuro, lo indigno, todo lo contrario a lo que yo quiero en esta vida futbolística. Pero vos.Con vos tuve y tengo un dilema. ¡Estas cortado por la tijera riverplatense, Román! Los lujos, la exquisitez, ser un diez excelso.Eso es de nuestra escuela. Allá reinaban la garra, los huevos, el ganar como sea, ganar clásicos colgados del travesaño. ¿Cómo podía ser que Boca tuviera al mejor jugador de los últimos 10-15 años del fútbol argentino en la Ribera? Era imposible. Ese era River.
Vos cambiaste el paradigma. Más allá de los Rojitas, Márcico, Mastrángelo y el propio Maradona, vos les cambiaste el paladar a ellos. Vos les demostraste que al fútbol también se juega lindo. Les abriste los ojos. Les mostraste el fútbol que a mi me inculcaron desde pendejo, ese que viene con la herencia Gallina de mi viejo. ¡Cómo no te van a amar! Les mostraste un mundo perfecto. Si yo fuera ellos también te amaría.
Pero no soy ellos. No te amo. Ni te quiero. Pero te respeto. Como vos a River. Si hay alguien que tuvo y tendrá motivos y espalda para bardear a River ese serás vos. Ni el bocón de Bérmudez, ni Maradona con toda su leyenda, ni siquiera Palermo. El tipo que más hizo padecer a River fuiste vos. Vos y el guante en la derecha. Vos y esa velocidad distinta para jugar a la pelota. Vos y ese amor por la clase, el juego y el estilo. ¿Y sabes qué? Jamás te vi injuriar a River. Al menos no en los medios, no ante la opinión pública. Siempre te ví, incluso, tirar buena onda. “River tiene que ascender”, “Extraño el Superclásico” y más frases del estilo. ¿Cómo no voy a respetarte? Eso sí que no. Eso te lo ganaste. Y fijate si serás grande que ni ellos, en todo el odio que nos tienen porque así fuímos concebidos, fueron capaces de jamás decirte nada por tirar buenas ondas para River. Es que fuiste tan grande en la historia de Boca. El más grande, sin dudas.
Yo amo a Ortega. Amo a Francescoli. Mis viejos y los libros me enseñaron a amar a Angel Labruna, me explicaron que es La Máquina y me dicen porque, por ejemplo, Matías Almeyda no es ídolo. A vos no te puedo ni siquiera tomar cariño. No me lo permito. Sos de ellos. Sos bostero. Sos de la contra. Pero sos un tremendo jugador de fútbol. De los mejores que ha existido y, pese a no disfrutarte por lo anteriormente expuesto, sí tuve la suerte de verte en la cancha, como a Orteguita, por ejemplo.
Chau Román. Gracias a Dios ya no jugas más en Boca. Ya no me vas a hacer padecer más. Quizás ahora sí, en algún rincón de YouTube, en las palabras con mis amigos bosteros o incluso si te veo jugando en algún lado pueda disfrutarte. Antes no pude. Sabrás entender el porque. Nos vemos, nos seguiremos viendo cada vez que se crucen en una cancha una camiseta blanca con una banda roja y una azul con una franja horizontal amarilla. Después de todo, vos naciste y morirás bostero y yo nací y moriré Gallina. De todas maneras, hoy me tomó una licencia de rivalidades y te digo: gracias por el fútbol