LONDRES.- Son ocho sueños distintos los que empiezan a correr desde hoy en esta ciudad. Los ocho mejores de la temporada comienzan a batallar por el Masters de fin de año, en Londres. Desde Juan Martín del Potro, el más joven con 24 años, a Roger Federer, el mayor con 31, están a la expectativa Djokovic (25), Murray (25), Ferrer (30), Berdych (27), Tsonga (27) y Tipsarevic (28). Esas figuras que hoy integran el cuadro más glamoroso del mundo hace años eran apenas niños, que anhelaban alguna vez llegar hasta aquí. ¿Cómo eran los chicos de ayer, antes de ser los héroes de hoy?
Federer, el chico que rompía raquetas
Nació un 8 de agosto de 1981, en Basilea. Hijo de Robert, su padre suizo, y Lynette, su madre sudafricana, que se conocieron en Johannesburgo cuando Robert se trasladó allí por su trabajo en una empresa farmacéutica, Roger Federer eligió el tenis por sobre el fútbol, el básquetbol y el hockey, deporte en el que llegó a integrar un seleccionado juvenil. Se decidió por la raqueta, porque era una disciplina en la que él tenía el control de todo y no dependía de otros.
Roger miraba por TV a su ídolo el alemán Boris Becker y se ilusionaba. Empezó en el club Old Boys. Quien lo vio jugar por primera vez, en 1989, y quedó asombrado fue el entrenador checo Seppli Kacovski. “Después de dos días de trabajo, supe que era un talento extraordinario. Nació con una raqueta en la mano. Es ambicioso porque no es ciento por ciento suizo. Tiene la calma de su papá, Robbie, suizo de su pura cepa. Pero la ambición viene por el lado de su mamá, Lynette, sudafricana. Los suizos no tienen ambición”, contó años después aquel coach.
De chico, tenía carácter fuerte y rompía raquetas o se lamentaba hasta el hartazgo cuando perdía. Se mudó a la Swiss National Tennis Center, a los 14 años, y sólo volvía a su casa los fines de semana. Dos años después, dejó el colegio secundario con la promesa de volver si no le iba bien en el tenis. Según señaló su padre, no le gustaba para nada hacer la tarea y tenía problemas de atención. “No era nada fácil trabajar con Federer. Era una persona poco puntual, llegaba tarde al entrenamiento y había que empujarlo para que empezara con las sesiones. No era demasiado trabajador y se cansaba rápidamente porque los ejercicios los hacía con suma facilidad. A pesar de eso trabajó mucho”, decía Paul Dorochenko, uno de sus primeros preparadores físicos. A los 17 años, sus padres lo llevaron a un psicólogo por su conducta
¿Roger cumplió sus sueños? “Uno sueña siempre con ser futbolista y anotar el gol del año de chilena en la final del Mundial. O una victoria en Wimbledon, arrodillándose sobre el césped, como los ídolos. Claro que tengo sueños, aunque eran más en broma, menos reales. Ahora todo es anormal, es anormal ver cómo se desarrolló mi carrera en los últimos dos años”, respondía Federer, en 2007.
Djokovic, el niño que aprendió a jugar al tenis antes que a leer y escribir
No fue fácil la infancia para Novak Djokovic. En Belgrado, debió pasar sus años más tristes durante la guerra en la ex Yugoslavia. Meses de escondites, de soportar las bombas, de llorar, de creer. Si hay algo que siempre tuvo claro Nole, es su deseo de ser tenista y convertirse en N°1 del mundo, algo que dijo a los 7 años y que lo cumplió.
Nole empezó a jugar al tenis a los 4 años en el Partizan Tennis Club. Tiempo después, a los 8, se presentó un día ante Jelena Gencic, que había formado a Monica Seles y Goran Ivanisevic. “Se acercó a mí con un bolso de tenis con todo lo necesario para un entrenamiento profesional. Yo me interesé por quién se lo había preparado. Me dijo que él mismo. Le pregunté qué quería ser de mayor. Y me contestó muy serio, sin dudarlo: ‘El número uno del mundo’. La misma respuesta que años antes me había dado Seles”, contó la entrenadora, que dio los primeros pasos con Novak, quien en los inviernos se entrenaba en una pileta de con piso cemento vacía.
No todas fueron rosas. Cuando Djokovic cumplió 12 años, las bombas de la OTAN interrumpieron el festejo por un bombardeo a una central térmica cercana a su hogar. Nole nunca olvida esos 78 días envuelto en el terror, que se interrumpieron el 10 de junio de 1999, cuando el joven Novak subió a festejar a la terraaza de su casa. “Por las noches me despertaba en mitad de un bombardeo, veía a mi mamá asustada y me ponía a rezar para que no nos pasara nada malo”, dijo en una entrevista con la CBS. Por entonces, la familia dormía en la casa del abuelo, en un sótano, que era lo más seguro. “Nos despertábamos cada noche a las dos o tres de la mañana, durante dos meses y medio. De todas maneras, yo siempre trato de recordar esos días de manera positiva. Por ejemplo, no era necesario ir a la escuela y podía jugar más al tenis”, relató Djokovic, quien luego se fue a Munich a la academia del ex tenista croata Niki Pilic y, después, practicó en la escuela de Riccardo Piatti, en Torino, hasta que, en 2003, debutó como profesional.
Del Potro, un rebelde al que le gustaba el fútbol
Hace cuatro años, en una entrevista con el diario El País, a Juan Martín del Potro le pedían que recordara cómo era de niño y respondía lo siguiente: “Era un desastre. Hacía todas las cagadas. Me gustaba mucho el fútbol y estaba todo el tiempo pateando la pelota. La raqueta ni la tocaba. Me gustaba el colegio, pero, cuando salía, me iba con la pelota y los amigos a jugar al fútbol. De los 13 a los 17 años fui muy rebelde. Te dicen algo y haces otra cosa, como cualquier chico”.
Finalmente, ese fanatismo por el fútbol que expresaba Delpo quedó sólo en su pasión por Boca, una herencia de su abuelo, al que siempre tiene presente cuando recorre el mundo con la raqueta de tenis en sus manos. La N° 5 quedó como hobbie y la exigencia fue del lado del tenis, como, más de una vez, destacó Marcelo Gómez, quien lo empezó a moldear en el club Independiente de Tandil: “Me llamaba los domingos para ir a entrenarse y perfeccionar cosas que no le habían salido durante la semana. Nunca bajaba los brazos”.
¿Cómo era el Delpo futbolista? Primero empezó jugando de N°5 y lo comparaban con Marangoni. Más adelante, lo mandaron arriba como delantero. Dicen que era encarador y de pegada potente, como con la raqueta y que él jugaba al fútbol y, como le sobraba el tiempo, seguía con el tenis.
Murray, de la masacre a la exigencia
“Desde que dejé el colegio, nunca volví a la escuela primaria. Me alegra que todavía sea una escuela y los niños jueguen allí. Dunblane todavía es el lugar tranquilo y lleno de amor que recuerdo de cuando era chico. Lo que pasó fue terrible, una tragedia horrible, pero es importante saber que un hombre fuera de sí no pudo destruir el hogar que estoy orgulloso de llamar así”. Con esa frase se cierra el capítulo referido a la masacre de Dunblane en la biografía de Andy Murray, titulada “Coming of Age”. La infancia del británico, que al ganar el último US Open dejó atrás la figura de Fred Perry, está muy relacionada con lo que ocurrió aquel 13 de marzo de 1996, cuando el N° 8 del mundo tenía 8 años.
Ese día, Thomas Hamilton ingresó a la escuela primaria de Dunblane, donde estudiaban Andy y su hermano, Jamie, también tenista, con cuatro pistolas y mató a 17 personas, 16 de ellas niños. La masacre fue en el gimnasio y Murray se escondió en el despacho del director. Su madre, Judy, que trabajaba en la juguetería de los abuelos de Andy, salió desesperada al colegio y pudo reencontrarse con sus hijos. Thomas Hamilton era dueño de un club juvenil y muchas veces Judy lo alcanzaba con su auto, por lo cual Andy sabía muy buen quién era el asesino.
Aquel incidente sin dudas marcó a Andy, que, por entonces, ya llevaba unos años jugando el tenis, deporte que practica desde los 3 años. También, se destacaba en el fútbol y, a los 13, recibió una propuesta para jugar en Glasgow Rangers. Sin embargo, lo suyo era la raqueta y lo dejó en claro. Ya de niño sorprendía a sus entrenadores, más que por su juego, por su capacidad de análisis y facilidad para entender el juego, algo impropio en un chico.
Seguramente, más que sorprendida se vio su madre cuando Murray, a los 16 años, y, luego de disputar un campeonato europeo contra Rafael Nadal, le dijo: “Mamá, Rafa se está entrenando con Carlos Moya y yo practico con jugadores regionales, mi hermano y mi madre. Rafa se entrena seis horas por día y yo puedo hacerlo seis veces por semana, quiero ir a España”. Entonces, su madre lo mandó a Barcelona a la academia de Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal para que se siguiera moldeando el primer británico campeón de un Grand Slam desde 1936.
Ferrer, un batallador que creció cuando volvió con su familia
Parece que en la vida de David Ferrer, el español N° 5 del mundo, todo llega cuando adquiere cierta madurez. A los 30 años, atraviesa el mejor momento de su carrera y algo similar le sucedió en sus comienzos cuando rebotaba y no se acostumbraba a las escuelas de tenis donde deseaba formarse.
“Ellos me abrieron el camino”, dice Ferrer cuando se refiere a su padre Jaime, de profesión contador, su madre Pilar, que es maestra, y su hermano, Javier, quien llegó a ser campeón infantil de tenis de España. Es que, luego de truncas experiencias en Barcelona y Valencia, Ferrer logró afianzarse y lanzarse al circuito cuando comenzó a practicar cerca de su Xabia natal.
A los 14 años, se fue a Barcelona, a entrenarse en la Federación Catalana. Sin embargo, tras dos temporadas, se marchó, porque no se adaptaba a la soledad y a estar lejos de su familia. Se fue a Valencia, más cercana geográficamente para él, pero le pasó lo mismo.
Finalmente, casi a los 17 años, en Dénia, muy cerca de su hogar, encontró el oasis que necesitaba. Allí, conoció a Javier Piles, que hoy sigue siendo su entrenador y se produjo el despegue. “Siempre fue igual. Es trabajador, pero hay que tirar de él para que haga las cosas. Es tan despistado que uno debe estar controlándolo siempre. Es capaz de entrar a la cancha sin la raqueta”, contaba Piles unos años después de conocerlo cuando la sociedad ya empezaba a funcionar de maravillas.
Berdych, el niño que al final no fue medico
Cuando el pequeño Tomas Berdych empezó a jugar al tenis a los 5 años, en su Valesske Mezirici natal, en República Checa, su madre, médica de profesión, siempre le decía que no insistiera que iba terminar siendo doctor. Sin embargo, su padre, ingeniero, siempre lo llevaba a jugar al tenis, pese a que no pensaba que su hijo acabaría siendo profesional. “Más adelante, a mis 12 años, mi madre me decía que hiciera lo que quiera, pero que no fuera doctor. Sin dudas el deporte es mucho mejor, ja”, recordó alguna vez Berdych en la Revista Deuce.
Tsonga, el chico que no se quedaba quieto en una silla
Tsonga nació en Le Mans, en el oeste de Francia, y tiene raíces africanas. Su padre, Didier, ex jugador de handball, se fue al país galo en los '70 para dedicarse a su deporte y, allí, conoció a Evelyne, la madre, de profesión maestra. Cuentan quienes lo conocen que a Tsonga que le gustaba mucho hacer todo tipo de deportes. “Era difícil que me quedara sentado en una silla”, le dijo a la revista de la ATP. ¿Cómo cumplió sus sueños? “El tenis es como la vida. Es difícil, pero a veces se hace fácil cuando uno quiere”, contó el tenista que hoy se mide con Djokovic en el inicio del Masters.
Tipsarevic, el de origen humilde
Llegó el serbio Janko Tpsarevic a estar entre los mejores, pero para eso debió luchar, y mucho. El hombre, que hoy se entretiene leyendo, principalmente a filósofos, es hijo de un profesor de educación física y de una abogada, que terminó como ama de casa. Empezó a jugar al tenis, a los 6 años, en el New Belgrade Club. El no viajó a otros países para formarse, si no que la peleó en Serbia y fue mucho tiempo parte del circuito de challengers. “Mi padre me permitió cumplir el sueño de ser tenista. Con su salario, no era fácil mantener mi pasión, pero me dejó hacerlo”, contó quien hoy sigue compartiendo salidas con sus amigos de la infancia.
Empieza el juego. El Masters de Londres comenzará hoycon el inicio del Grupo A. A las 10.45, hora de la Argentina, jugarán Murray y Berdych. Luego, a las 16.45, se miden Djokovic y Tsonga. Pasado mañana, se presentará Del Potro ante Ferrer, a las 16.45 de nuestro país.