Si, esto es lo que dice una de las notas de La Pagina Millonaria, NEFASTO:
Al Loncho Ferrari siempre le sobró altura
El sábado, Paulo Ferrari se sentirá extraño, tal vez incómodo. Deberá enfrentar a River, a esa camiseta que defendió 227 veces, desde 2006 hasta junio de 2011. Nunca explotó como la Testarossa que todos soñamos, pero fue uno de los mejores en su puesto y tuvo un plus que lo distinguió: Ferrari fue un deportista cabal, socio del silencio y respetuoso. Un líder positivo, compañero con todas las letras. Quizá por su carácter antitribunero nunca buscó cámara para posicionarse como el lateral derecho de la Selección frente a la orfandad que dejó Zanetti.
Para quien escribe, el querido “Loncho” fue un señor. Un tipo respetuoso que nunca se guardó nada dentro de la cancha y jamás se lo vio enredado en entremeses del “botinerismo” de esta época. Fue campeón y, claro está, también formó parte del plantel que se fue al descenso. Le tocó la mejor y la peor. Habrá quien se quede con la mitad del vaso lleno y quien se quede con la mitad del vaso vacío. Pero Paulo Ferrari dignificó la profesión de futbolista.
Bajito como su perfil. Gigante como cuando le tocó ser capitán, antes de que volviera el Pelado. Entregó todo. Jugó de cuatro y de ocho mentiroso indistintamente. Cuando estaba encendido, desbordaba como pocos y hacía un surco con sus diagonales. Conquistó 17 goles, una cifra no menor para un defensor. Entre ellos se encuentran uno contra Boca, en el verano, y dos perlitas por los puntos: el gol contra el Corinthians de Tevez, en Núñez, y el gol de los 25 toques contra Quilmes, acompañando a Lamela para empujarla. Siempre intentó por abajo y quizás alguna vez lo perdió su vocación ofensiva o tal vez, algún relevo mal realizado por los tantos zagueros que fracasaron en los últimos cinco años.
El sábado, Paulo volverá a pisar el Monumental. Esta vez con los colores que lo vieron nacer como futbolista, los del “Canalla”. No será fácil, para él. En River le tocó despedirse de la peor manera. No se lo merecía. Si alguien busca sangre, no sería justo caerle al “Loncho”. “Chivos expiatorios” son los que sobran. Pero a los verdaderos mariscales del 26-J hay que buscarlos más afuera que adentro de la cancha.
Paulo no fue el “Cavallino de Maranello”. Siempre me quedará la duda si no le dio la nafta o falló su equipo técnico. Se quedó en la mitad, como tantos jugadores que pintaban para más. Pero tuvo estilo, hombría y don de gente. Honró a la gloriosa banda roja y merece un reconocimiento (un aplauso cerrado, quizá) para alguien que trasciende la lógica del resultadismo. Bienvenido, Paulo. ¡Siempre te sobró altura!
No se que es mas nefasto, la nota o los comentarios de la misma :
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