Historia íntima de Leandro Santoro, el radical irrompible que “se dobló” por los K
PERFIL, A FONDO.
Milita desde los 13 años en la UCR, se abrazó a la figura de Raúl Alfonsín y fue yerno de Leopoldo Moreau. Al sentirse ninguneado por su partido, se acercó al Gobierno, fue nombrado funcionario y ahora será candidato con Recalde
“Que se rompa pero que no se doble”, Leandro N. Alem.
Cuando gobernaba Fernando De la Rúa, un 24 de marzo, una anécdota marcó a fuego para muchos militantes radicales la figura de Leandro Santoro, líder de Los Irrompibles y desde ayer compañero de Mariano Recalde en la fórmula kirchnerista que peleará por el gobierno de la ciudad. Una columna de la Juventud Radical avanzaba por Callao, rumbo al Congreso, cuando se cruzaron con otra de H.I.J.O.S y todo terminó en caos. Hubo trompadas y cadenazos. Tres militantes de la UCR fueron internados con pérdida de masa encefálica y otros terminaron heridos.
Santoro no.
“Salió corriendo”, cuenta uno de los que volvió a su casa con la espalda destruída. “Después lo vimos en Parque Lezama, en un acto de Alfonsín, mientras los compañeros estaban haciendo guardia para cuidar a los internados”, dice. A partir de eso se instaló un chiste: decían que la única herida la tuvo en la nuca porque se había golpeado con los talones de lo rápido que huyó.
Para algunos fue una señal de desconfianza, una luz de alerta que ayer terminó de ratificarse, con su proclamación como candidato K.
Historia. Santoro es Leo. Así lo conocen los que militaron con él en Formosa 114, un mítico Comité creado antes del regreso de la democracia, cuando aún había veda política, que tenía entre sus fundadores a Oscar Shuferoff, luego rector de la UBA, Jorge Lapeña y Jesús Rodríguez. Santoro llegó allí con 13 años. Hijo de Silvia, una mujer trabajadora que tenía una remiseria y que había podido comprar su casa luego de ganarse un premio grande en el Bingo de Caballito, y con un papá al que nunca nombró mucho, tomó a la parroquia radical como un lugar de contención.
“Era un chico, como muchos de nosotros, que adoptó a Formosa como su casa”, dice un militante que lo vio crecer en política. “Convivíamos en el Comité, pasabamos todo el tiempo juntos”, explica. Sin referentes partidarios definidos, se hicieron conocidos por hacer pintadas políticas en paredones de la ciudad y abrazaron a Raúl Alfonsín, cuando el ex presidente sufrió un accidente automovilístico en Ingeniero Jacobacci, Río Negro, que casi le cuesta la vida.
Aquel 17 de junio de 1999, los militantes de Formosa 114, volvían de un recital de los Redonditos de Ricota en Mar del Plata cuando se enteraron de hecho trágico. De inmediato, decidieron mudar su Comité a la puerta del Hospital Italiano. Se instalaron con una carpa y banderas. “Raúl: acá no nos vamos hasta que nos dé la mano”, decía una. “Raúl sos nuestro único héroe en este lío. ¡Fuerza viejo!”, podía leerse en otra. Así estuvieron 40 días, en la vereda, a pesar del frío y la lluvia.
Con ese acampe, un pelilargo Santoro y sus compañeros, que comenzaron a llamarse “Los Irrompibles”, se ganaron el cariño y el respeto de Alfonsín. Luego, en las épocas en que los escraches a políticos eran moneda corriente y el ex presidente era objeto de ellos (llegó a trompearse con un hombre que le gritó “corrupto” y “ladrón”, los jovenes de Caballito organizaron un comando para defenderlo. “Estábamos al pie del cañón para defenderlo”, recuerda uno de los soldados anti-escrache.
A pesar de la buena relación con Alfonsín, dentro de la UCR Santoro nunca pudo tener poder real. “Su agrupación representa el 5% de la JR en CABA, es decir nada”, señalan en el radicalismo porteño. “Su candidatura muestra abandono de coherencia, de venta de principios y de manoseo al nombre de Raúl Alfonsín”, completa Marcos Curletto, de vice 2º de la JR Nacional, que llama a Los Irrompibles “Santoro y sus doblados”.
“Fuimos leales al partido, en las buenas y las malas. Y siempre nos cerraron las puertas”, coincide un ex Irrompible, que afirma que su relación con Enrique “Coti” Nosiglia, histórico dirigente de la Capital, jamás fue buena.
Todo queda en familia. Leopoldo Moreau es hoy –coinciden distintas fuentes radicales– el espejo en el que Santoro se refleja. A ambos los une una relación familiar, ya que Leo estuvo de novio con Cecilia, hija del ex senador radical. Tuvieron una hija, pero luego de unos años se separaron y ahora en las antípodas políticas. Aunque siempre dentro del radicalismo.
Moreau y su ex yerno comulgan con el kirchnerismo, mientras que Cecilia milita por la candidatura a presidente de Sergio Massa. “El Marciano es el maestro de Leo. Lo ha conducido a esto. Es la misma práctica”, marca otro radical desencantado con Santoro, que supo estar a su lado más de 10 años.
Un “cuadro”. Politólogo, docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde ocupó cargos y también dio en el CBC y en cárceles, Santoro es -reconocen los que lo quieren y los que no- un cuadro gran político de la UCR: “Está capacitado. Nosotros en Formosa 114 lo cargábamos porque tenía la capacidad de argumentar a favor de cualquier cosa”. Un todólogo todoterreno.
Quienes lo conocen bien dicen que es personalista, soberbio en el trato, con ansias de ser el único lider de los suyos, pero a la vez seductor, con mucha preparación. Le adjudican un modo de construir política similar al de La Cámpora, a través de contratos. “Criticó toda la vida la fauna política y hoy no veo diferencia entre Aníbal Fernandez y Leo”, suelta, dolido, otro ex Irrompible.
Un radical que supo militar con Santoro en el Comité Formosa cuenta que, cada vez que se cruzaba con los peronistas en Parque Rivadavia y se ponían a discutir de política, una frase siempre se repetía. “Vos sos más peronista que nosotros”, le decían los chicos de la JP. “Ellos veían algo que nosotros no”, reflexiona el ex JR, ya entrado en años.
“En los últimos 10 años nos la pasamos puteando al Gobierno y ahora está ahí. Nosotros sentíamos que sectores progresistas que iban a quedar huérfanos si el PJ se aliaba a Scioli, y queríamos hablarle a ese electorado ‘kirchnerista’; lo de Leo iba para otro lado, no era solo hablar, quería cerrar una acuerdo con los tipos”, señalan los ex Formosa 114 para dar cuenta de la ruptura dentro Los Irrompibles.
Hay quienes dicen que se lo comió el personaje. Otros, que se obnubiló con el poder político y económico que detenta el kirchnerismo, que lo nombró en un cargo, lo convirtió en una figura famosa en los programas oficialistas de TV, como 678, y hasta lo hizo formar parte de una comitiva que viajó al Vaticano a ver al Papa Francisco.
El Leo de Los Irrompibles y ahora también La Cámpora pide hacer radicalismo en vez de UCReismo y afirma que en la conducción radical, el PRO y la Coalición Cívica están “los conchetos, los cajetillas, los oligarcas y los que tienen guita”.
Ante las críticas que recibe, cita una canción de la guerra civil española, cantada por la Coordinadora y la Franja Morada en los 80’, para graficar dónde está parado:
Cuando se suma, se suma,
Hay que saber sumar bien.
Porque en el campo del pueblo hay gente de tu partido,
pero del otro partido también.
Cuando se resta, se resta,
Hay que saber restar bien,
Porque en el campo enemigo hay gente de otro partido,
pero del tuyo también.
Aca los videos: Historia íntima de Leandro Santoro, el radical irrompible que "se dobló" por los K
Que opinan los K? El nuevo semi dios del kirchnerismo? Que increible lo que es la campora que el mejor que pudieron poner de vice es un tipo que bardeo toda la vida al peronismo y de una semana para otra cambio totalmente de opinion :lol: