"No sé por qué la gente de Vélez me agradecía"Lo dijo Brazenas cuando los hinchas se arrimaron a vivarlo y alentarlo tras el partido. Hubo dos errores arbitrales gravísimos (uno de él y otro del línea Casas) que favorecieron al campeón. JORGE MARIO TRASMONTE | jtrasmonte@ole.com.ar [](javascript:Popup(‘http://www.servicios.clarin.com/notas/jsp/ole/v5/galeria/galeria.jsp?notaId=1868223&mtmTipo=Imagen&mostrar=1116466’,‘fotos’,‘920’,‘650’,‘yes’,'yes’) 1 de 1
BRAZENAS SUSPENDE POR GRANIZO, CASI MEDIA HORA. DESPUÉS SE LE VINO EL TERREMOTO.
Cuando hay dos fallos decisivos y ambos son erróneos, el equipo arbitral arruinó el partido. Otras consideraciones pasan a segundo plano.
Lamentablemente para los grandes méritos que Vélez sumó en el torneo, lo que más se recordará de este partido es el clarísimo foul de Larrivey a Monzón, golpeándolo violentamente hasta darlo vuelta (se tiró a tapar con la cabeza para un lado y el brutal impacto lo dejó apuntando para el otro) y sacarlo de la jugada, dejándolo sin chances de defender el rebote que convirtió Moralez. Esa jugada definió el campeonato y debió haber sido anulada.
Encima, habíamos empezado mal. A Gabriel Brazenas lo rodearon de los asistentes candidatos al Mundial de Sudáfrica. Pero Ricardo Casas tuvo un error gravísimo a los 8 minutos, cuando Eduardo Domínguez cabeceó solo y metía el 1-0 mientras la defensa de Vélez intentaba provocar el offside. A Domínguez lo habilitaban Zapata, que forcejeaba con él, y Otamendi; junto a él llegaba, también solo, Bolatti, que cuando partió el centro estaba detrás de tres defensores. Más lejos (en una posición que no influyó en la jugada y no debía ser considerada) quedó Goltz, también habilitado por el último en salir, Otamendi, quien curiosamente era uno de los más cercanos al punto de observación del línea. El gol era legítimo.
“En la primera jugada me apoyé en mi asistente y en el gol no hacía falta que consultara nada, porque para mí no hubo falta de Larrivey”, esbozó Brazenas, mientras hinchas de Vélez se acercaban a su vestuario dando gritos agradecidos a su favor y proponiéndolo para el Mundial. “No sé por qué la gente de Vélez me agradecía”, cerró. Más le valía cerrar la boquita.
También se le reclamó no expulsar a Otamendi, amonestado a los 40 del PT por un violento foul a Araujo. En el ST, a los 3 le puso el cuerpo endurecido en el camino a Goltz, que se dio un flor de porrazo, y no recibió la segunda amarilla. Tampoco por su hand a los 22, al borde del área. Esa mano puede no ser amonestable (fue instintiva, no grosera, y queda en discusión si cortó un avance “comprometedor”). La acumulación de esas dos faltas, ya amonestado, parece demasiado.
Tampoco dio un penal de Arano a Cubero a los 34 del ST, una entrada muy dura, que vista desde muy cerca y de atrás (no de la posición del juez) resulta peor, por el detalle de que va con plancha y merecía roja. Vélez le había pedido dos penales que no fueron; cobró bien el que sí fue (ahí, el línea Maidana obvió el adelantamiento exagerado de Monzón). Permitió tumultos y manoseos. Pero todo eso importa menos: ya había arruinado el partido.