De chico ví cientos de veces “Robocop”, y de vez en cuando actualizo mi admiración por este policía dado por muerto, convertido en robot. Borrada su memoria, los recuerdos empiezan a emerger y con ellos los sentimientos correspondientes. Es la historia, digamos, de un robot sensible. Recuerdo haber imitado a la perfección los sonidos de sus pasos al caminar (era algo así: “trcht, trcht”).
Siguiendo la línea de los robots, ni hablar de “The Terminator” y “Terminator 2: Judgment Day”. Lo que me impactó de la primera es justamente aquello que lo distingue de Robocop: su frialdad. El tipo no tiene sentimientos ni invulnerabilidad de ningún tipo, no para hasta matarte. También está espectacular el guión, que plantea al destino fuera del tiempo y la cuestión cíclica, de lo inevitable. En la segunda, aún más brillante, usaron al mismo actor para representar a la misma máquina, pero con otra programación: proteger en vez de destruir, y aparece en toda su función paterna, aquello de lo cual carece el jóven Connor. De todas formas, James Cameron supo renovar perfectamente ese personaje frío e imparable, multiplicado por mil, justamente, el T-1000. A la tercera directamente no la ví.
Me declaro un fan absoluto e incondicional de la saga “A Nightmare On Elm Street”. Tengo la colección original en DVD, mi novia me lo regaló para nuestro aniversario y me emocioné mucho. El maestro del género, Wes Craven, ubicó la temática onírica, más bien pesadillesca, en el lugar correspondiente. Freddy Krueger no es el típico asesino lento y bobo que mata a cuchillazos. Es otra cosa, es mordaz, irónico, divertidamente cruel. En los sueños es como un dios, más bien, un demonio.
Conocí a Peter Jackson a mediados de los '90 con una película de culto para los amantes del cine gore: “Braindead”. Es la película más delirantemente gore que puedan ver, sangre en toneladas de litros, una joya del cine comic-horror. A la par de la clásica trilogía de Raimi: “Evil Dead”, “Evil Dead II” y “The Army Of Darkness”. Esas cuatro películas son practicamente una antología completa de todo lo que se ha hecho con la intención de asustar y divertir al mismo tiempo.
Pero ni hablar que la trilogía “The Lord Of The Rings” marcará un hito en la historia del cine. Más que una película, un acontecimiento cultural, en todo sentido. No hay un aspecto en que esta obra flaquee, aunque después podamos discutir con los tolkiendili ortodoxos, aquellas modificaciones en el guión que se hicieron con respecto a la obra original.
También amo casi todas las películas de Stanley Kubrick y Martin Scorsese, aunque no son nada que ver entre ellos, son dos directores en los que siempre me referencio a la hora de hablar de películas.
Otras películas absolutamente maravillosas, que nunca me cansaré de ver: “Magnolia”, “Vanilla Sky”, “The Truman Show”, “Man On The Moon”, “La Vita È Bella”, “Le Fabuleux Destin D’Amélie Poulain”, “Shi Mian Mai Fu”, “Kill Bill 1&2”, “Pink Floyd: The Wall”, “Trainspotting”, “Labyrinth”, “The Neverending Story”, la trilogía de “Matrix”, y muchas más.