[b]River salía campeón del Nacional
El 20 de diciembre de 1981, River Plate derrotó como visitante a Ferro Carril Oeste con gol de Mario Kempes y se quedó de esa forma con el Campeonato Nacional. Fue el final de una época brillante en la que River conquistó siete títulos en seis años.[/b]
La primera parte de 1981 no fue buena para River: una nueva frustración en la Copa Libertadores de América, esta vez con eliminación en casa frente al Deportivo Cali, y encima la resonante consagración de Boca en el torneo de Primera División, motivaron que la Comisión Directiva de River determinara un brusco cambio de mando para el equipo y la primera víctima fue nada menos que el mayor prócer de la historia riverplatense: Ángel Amadeo Labruna. La idea era renovar el plantel y cambiar algunas caras acusadas de camarilleras.
El elegido para reemplazar a Angelito fue Alfredo Di Stéfano, que llegó con la consigna de poner orden y enderezar a un plantel que supuestamente estaba descontrolado. Se contrataron cuatro futbolistas de renombre. De Rosario llegaron Enzo Bulleri y Américo Rubén Gallego de Newell’s y Jorge García de Central, mientras que el Vasco Julio Olarticoechea llegó proveniente de Racing.
River jugó la primera fase en la Zona B, en la que estaban además, Ferro, Loma Negra de Olavarría, Talleres de Córdoba, Guaraní Antonio Franco, San Martín de Tucumán y Sarmiento de Junín.
Tras igualar en dos tantos en Posadas en la primera fecha y vencer ajustadamente por 3-2 a los tucumanos en el Monumental, en la tercera jornada se jugó el interzonal contra Boca, al que se derrotó en la Bombonera en un gran partido y con un golazo de Jorge García.
El rendimiento de River fue bastante aceptable, más en resultados que en juego, aunque el equipo cayó en los dos enfrentamientos ante Ferro. La gran campaña de Loma Negra era la única dificultad para lograr el segundo puesto, que clasificaba para los cuartos de final, ya que los verdes de Caballito tenían el primer lugar en el bolsillo.
En la penúltima fecha del grupo, Loma Negra llegó al Monumental con un punto sobre River y con el claro objetivo de lograr por lo menos un empate que los mantuviera hasta la última fecha en el segundo lugar. En un partido dramático, y con un increíble cabezazo de Passarella en el último minuto que pegó en ambos postes y bailó sobre la línea de gol, el marcador no se abrió, por lo que los miles de hinchas que llegaron de Olavarría se fueron festejando un empate que los dejaba muy cerca de la clasificación. La frustración reinaba en un River que ya no dependía de sí mismo.
En la última fecha, River debía visitar a Sarmiento, mientras que Loma Negra recibía a Talleres de Córdoba. Los millonarios debían ganar y esperar una ayuda de los cordobeses que eran dirigidos por un tal…Ángel Labruna. River hizo bien los deberes y ganó en Junín con goles de Roberto Gordon y Pedro Vega. Finalmente Angelito confirmó, una vez más, por qué era (y es) el gran prócer de River, y su Talleres igualó sin tantos en Olavarría. River y Loma Negra terminaron empatados en 19 puntos, pero la diferencia de gol fue decisiva para clasificar a River.
Ya en cuartos de final, River eliminó a Rosario Central, derrotándolo en Arroyito por 2-1 con goles de Passarella y Vieta y empatando sin goles en el Monumental. En las semifinales, River se topó con Independiente con el que libró dos ásperos duelos en ambos estadios. En Avellaneda, igualaron 1-1, poniendo en ventaja nada menos que Alzamendi a los Rojos, e igualando Passarella de tiro libre, tanto que resultaba ser muy importante, ya que a igualdad de puntos y goles, la clasificación se decidía por cantidad de goles logrados como visitante. Y finalmente fue ese tanto del actual presidente del club el que decidió el pase a la final, pues en el Monumental no se abrió el marcador.
El rival a vencer en las finales era nada menos que Ferro Carril Oeste, el único que había doblegado a River en todo el Nacional y por dos veces. Ese Ferro dirigido por Carlos Griguol, había estado muy cerca de llevarse el Campeonato de Primera División y tenía todos los objetivos puestos en vengarse de ese subcampeonato para poder quedarse con el primer título de su historia.
La primera final se jugó en el Monumental el 16 de diciembre, y en medio de un partido muy parejo, River se quedó con el triunfo gracias a un gol de larga distancia de Olarticoechea que contó con la complicidad de Carlos Barisio, el arquero verdolaga. Esa noche no jugó Alonso, por una lesión que había sufrido en la revancha contra Independiente, en dónde fue reemplazado por Mostaza Merlo. Era un secreto a voces que el Beto no era uno de los preferidos de Di Stefano, sino todo lo contrario, pues en los últimos partidos, siempre había sido reemplazado en la segunda parte. Horas antes de la revancha, el propio Alonso se encargó de comunicarle a la prensa que se encontraba en condiciones de jugar, mientras que el cuerpo técnico riverplatense no le daba el alta física. Finalmente, la novela terminó con que Alonso no formó parte del equipo y reaccionó de manera muy fuerte contra el DT.“Di Stefano o yo”, le dijo al presidente Aragón Cabrera.
El equipo de la finalísima formó con: Ubaldo Fillol; Eduardo Saporiti, Alberto Tarantini, Daniel Passarella y Julio Olarticoechea; Enzo Bulleri, Américo Gallego y Emilio Commisso; Jorge Tévez, Mario Kempes y José María Vieta. En la segunda parte, Di Stefano hizo ingresar a Ramón Díaz y Reinaldo Merlo por Tévez y Vieta respectivamente.
River jugó su mejor partido del campeonato y definió el título a los 13 minutos del segundo tiempo, en una gran jugada de Kempes que ingresó por el medio y sacó un potente zurdazo que estrelló en el poste, la jugada continuó y luego la pelota llegó a los pies de Vieta que lanzó un centro para que el Matador, con un gran cabezazo, marcara el gol decisivo. River era nuevamente campeón, esta vez de la mano de un Di Stefano que al final del partido y la vuelta olímpica aseguró: “Creo que elegí el camino justo, el de la disciplina y el sacrificio, algunos podrán acusarme de cambiarle la cara a River, yo pienso que no había otra salida. Cuando el traje de etiqueta no va, hay que ponerse el overol. No era fácil imponerle a River esa mentalidad, por suerte los jugadores lo comprendieron y éste es el resultado”.
Aunque muchos hinchas se acordaron de Alonso a la hora de los festejos, todo el pueblo de River celebró un título con sabor a desahogo tras los malos momentos vividos en la primera parte del año. A partir de 1982, llegarían horas muy duras para un River que no supo de conquistas durante casi un lustro.