Para el Diario Clarín, el ex-club es “la provincia 25”. Ya ni disimulan…
Boca elige: política, poder y millones, todo lo que está en juego en la “provincia 25”
Christian Gribaudo, Jorge Amor Ameal y José Beraldi son los tres que luchan por suceder a Daniel Angelici. Detrás de ellos, y con Juan Román Riquelme en el medio, el macrismo, el massismo y el kirchnerismo hicieron y hacen su juego
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Boca tiene unos 20 millones de hinchas. Se trata de un país dentro de la Argentina, de una porción enorme de ese intangible que se denomina pasión y que puede transformar a cualquier apellido en una de las personas más conocidas de la Nación, de Sudamérica y que traspasa fronteras. Por eso las elecciones para quedarse con el sillón de Brandsen 805 que dejará vacío Daniel Angelici después de ocho años tienen un impacto tan grande en la política interna y externa, con actores de mucho peso involucrados y con una expectativa sin igual. Ser presidente de Boca es estar al frente de la Provincia 25.
Boca abre puertas. En la política, Mauricio Macri es el ejemplo perfecto de eso. Llegó a la Ciudad y luego a la Nación a partir de lo que hizo en el club en su exitoso período como presidente. Porque conducir ese monstruo azul y amarillo puede llevar a la AFA (tiene una vicepresidencia), a la Superliga (está en la conducción), a un debate firme en Conmebol, a ser parte de FIFA y a cuanta estructura del fútbol aparezca. Hoy el macrismo de Boca tiene por primera vez una elección compleja. El candidato oficialista, Christian Gribaudo, competirá ante José Beraldi y Jorge Amor Ameal. Pero la irrupción de Juan Román Riquelme como candidato a la vicepresidencia de este último rompió el mapa electoral, agitó alianzas impensadas, elevó el piso de votantes (se esperaban 30 mil y luego de su anuncio se aguardan más de 40 mil) y también encendió un fuego dialéctico interminable. Mil acusaciones por cargos rentados, denuncias por aprietes de barras a socios, quejas por el padrón, traiciones en el armado de listas, idolatrías que se corren de eje, prohibiciones en La Bombonera, sospechas sobre la transparencia de las elecciones y más. Todo entró a la cancha.
La política nacional también juega y fuerte en la Provincia 25. Constituido como un fuerte bastión del Pro (luego Cambiemos) en los últimos años, por Boca pasaron dirigentes que luego fueron a la función pública: Gustavo Ferrari pasó de secretario general del club a ser ministro de Seguridad en la Provincia y Oscar Moscariello mutó de vicepresidente a embajador en Portugal. Otros hicieron el camino inverso. Gribaudo, diputado en dos períodos, es el titular del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires y con 46 años buscará ser presidente de Boca tras cuatro años de gestión.
En su lista está como vocal Francisco Quintana, secretario general del Pro y ex vice de la Legislatura. Fue su jefe de campaña. Pero pese a las especulaciones y reuniones en la Casa Rosada entre Gribaudo, Angelici y Marcos Peña, no hubo pronunciamiento alguno de Macri. Solo deslizó que “Boca como club está muy bien. Es uno de los mejor plantados en América Latina, porque no sólo está bien en nuestro país. Lo veo ordenado, con un buen plantel”. Algunos en Boca creen que una participación del todavía presidente de la Nación es contraproducente.
La oposición, sobre todo después de las elecciones nacionales de octubre, recibió guiños del peronismo y el kircherismo pero las listas están depuradas de funcionarios. Ameal reconoció ser una persona muy cercana a Sergio Massa y a Malena Galmarini, pero desestimó cualquier participación de él en las elecciones. Igualmente, las intendencias del Gran Buenos Aires pueden traccionar gente (las secretarías de Deporte de los municipios están atentas a lo que pasará en Boca) y el vínculo del hombre fuerte de Tigre con el crack de Don Torcuato jamás se ocultó. De hecho, previo a las elecciones de 2015, Massa le hizo un reconocimiento a Riquelme que sorprendió a más de uno.
Hay más: el movimiento político que mayor inquietud despertó en el oficialismo del club lo generó Enrique Coti Nosiglia, quien se despegó de Angelici (¿habla de una grieta entre el radicalismo y el macrismo?) y apoya a la lista de Ameal a través de un hombre de su agrupación. A ese cuadro político también lo apoyan, pero sin representación en la lista, Víctor Santa María (titular del Suterh) y Santiago Carreras (Senador de Unidad Ciudadana). También el radical César Martucci, enfrentado a Macri desde hace años, apuntaló ese cuadro electoral.
El mensaje de José Beraldi y de Royco Ferrari (renunció a la vicepresidencia del oficialismo por oponerse al modo de conducción) fue despolitizar a Boca. “No queremos la política nacional en el club. Hay dos listas con política atrás y después está la nuestra”, repitió en su campaña. Cumplió con esa premisa, pese a que fue compañero de Macri en su gestión en el club y a que sus empresas (le fue adjudicado el almacenamiento y transporte de arena en Vaca Muerta) a nivel país siempre encuentran conexión con el gobierno de turno.
Se trata de una elección a gran escala para el fútbol argentino. Boca tiene 207 mil socios contando todas las categorías. Hay más asociados al club que habitantes en Tierra del Fuego (152 mil según el último censo). El 70 por ciento de los ingresos mensuales del club responde a esa enorme masa societaria, que representa también una base de datos para cualquier elección. Y con un estadio para 50 mil almas, asegurarse un sitio en Brandsen 805 también otorga el poder de distribuir ese privilegio. Por eso el trabajo en el Interior resulta decisivo. Serán 87 mil los socios habilitados para los comicios del 8 de diciembre, esos que tienen una puja como nunca. Se espera una convocatoria récord y desde hace semanas hay involucrados cientos de micros para trasladar socios, alojamiento en distintos hoteles de la Ciudad e incluso compromisos a futuro en cuanto a logística.
La caja de Boca tiene ingresos por cerca de 4 mil millones de pesos anuales, según se detalló en el último presupuesto. Y a eso se le sumaron los nuevos contratos de sponsoreo (Adidas aseguró un piso de 10 millones de dólares anuales más un porcentaje de regalías por ventas) y de premios a nivel internacional que pueden potenciarse más allá de la Copa Libertadores 2020, si es que se confirma que el club participará del Mundial de Clubes 2021 como propuso FIFA en una reunión en Zúrich. Por eso, no solo se trata de conducción política: también hay que saber administrar la fuente de dinero más grande del fútbol doméstico, que según el último balance dejó 1.200 millones de pesos de superávit. Los candidatos a presidente, de hecho, debieron presentar avales por un porcentaje mínimo del patrimonio del club: nadie puede postularse en Boca sin demostrar que tiene 4 millones de dólares como respaldo.
El flamante predio que Boca construyó en Ezeiza tiene más de 400 millones de pesos invertidos y se proyectan inversiones similares para terminar una obra que incluye hasta un hotel para la concentración de los futbolistas profesionales. Al costado de la autopista Riccheri, aunque el club haya desistido de ese espacio, Boca también tiene un predio que está inutilizado y que podría transformarse en un enorme complejo para socios. En tanto, las reformas que todos los candidatos postulan para la Bombonera oscilan costos entre 50 y 80 millones de dólares.
Todos estos números dejan afuera otro ingreso extraordinario: la venta de futbolistas. El presupuesto del plantel profesional de Boca es superior a los 100 millones de pesos y las potenciales ventas (además de los jugadores que están cedidos a préstamo a otros equipos) también son activos. Un ejemplo es Rodrigo Bentancur, de quien Boca todavía posee el 50 por ciento de su ficha. Se habla en España de que lo pretende Barcelona, que estaría dispuesto a desembolsar 80 millones de euros por él. En un solo futbolista, el próximo presidente de Boca puede embolsar más de 2 mil millones de pesos.
Política, poder, millones y pasión. Todo eso está en juego en las elecciones de Boca.
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