Si Vignolo se estuviera muriendo y sólo mi sangre pudiera salvarlo juro que me la sacaría yo mismo, iría corriendo al hospital y una vez al lado del manco moribundo le diría “Sebastián te traje la sangre que necesitas” y acto seguido la desparramaría toda por el piso me bajaría los pantalones y le mearía toda la cama, le agarraría la mano dura y me la pasaría por los huevos, hasta que me saque seguridad.