El programa de América donde todos contaban sus historias (verdaderas o falsas) sobre por qué necesitaban $50.000 y se iban eliminando mediante complots y estrategias???
Nota de Clarín
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VIL METAL (AMERICA)
Todo sea por dinero: pactos, acuerdos, traiciones y mentiras
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Un juego en donde las estrategias y las miserias humanas se exhiben sobre la mesa. En el medio, el vil metal. [/i]
Guadalupe Diego. De la Redacción de Clarín.com
gdiegotv@claringlobal.com.ar
¡Qué lúdicos que estamos este verano! Al menos en la tevé, en donde no se hace más que jugar y jugar. Hay tantos programas de entretenimientos que, en cualquier momento, vamos a tener más juegos que jugadores posibles.
Qué bueno, con lo lindo que es jugar. Y todos por dinero, como corresponde. “El vil metal” se hace, desde el título, el más guapo de todos. Pero no hace más que ir directo al grano, porque todos los demás también tienen, finalmente, una recompensa pecuniaria.
¿Algo a favor de “El vil metal”? El dinero que espera al ganador está ahí sobre la mesa. Un encanto. Billetes y más billetes de 100 pesos ahí, todos a la vista. Este programa debería ser con público.
Su otro fuerte es la exposición, lisa y llana, de las miserias humanas. Porque este juego es, básicamente, un juego para traidores y mentirosos. Como el Truco. Y no digan re-truco, porque el envido está primero…
A ver. La dinámica es así: cada participante va y cuenta para qué quiere el dinero (la historia puede ser verdadera o falsa; sólo al final lo sabremos). Después empieza la eliminación. Sencillita y siempre igual: cada jugador escribe en una pizarra quién debería irse. El más votado, con toda lógica, agarra sus cositas y se marcha.
A partir de ahí, una segunda parte de la gracia tiene que ver con pactos y complots. Existe una especie de cono del silencio en donde todos los participantes se reúnen a charlar sus asuntos. Siempre encerraditos de a pares, claro; porque ahí se conviene qué se va a hacer (“eliminemos a Fulano”, “volemos a Mengano”, “no creo que la historia tal sea cierta”). Es el lugar en donde se tejen las estrategias, en donde se hacen pactos y en donde todos se juran amor eterno. Todo esto, desde luego, en algún momento se violará. Como en una pareja, bah.
Pizarras, nombres, eliminaciones, explicaciones poco convincentes de cada cual defendiendo su historia y otra vez al cono del silencio. Así hasta que quedan sólo dos. Una vez configurada la dupla, los adversarios pasan a ser socios (¡malísimo!, ¿qué clase de enemigos son estos?) y juntos –apostando parte del botín- tienen que adivinar qué historia de las escuchadas era cierta y cuál era falsa.
La última adivinanza ya es medio traída de los pelos (tipo: “¿a cuál de los participantes que vimos le fascina el estofado?”) y después sí, a los bifes. Cada uno de ellos escribe secretamente en su pizarra qué hará con el dinero que quedó en función de su “socio”. Como casi siempre en esta vida, hay dos opciones posibles: compartir // no compartir. El problema es que si los dos eligen no compartir, ninguno se lleva un maldito centavo. Si los dos van por compartir, se comparte; pero si uno va por compartir y el otro por llevarse todo, gana el egoísta.
Está bien el juego. Bah, al menos se hace interesante sobre el final. Eso de saber quién nos mintió y quién no. Lo insólito, eso sí, son algunas de las reacciones de los participantes. Más de uno, por ejemplo, ya se mostró indignado porque tal persona le mintió o porque le había dicho que no lo votaría y luego lo votó. Es absurdo. Reclamos por la siguiente caja, querido.
¿Algo peor? Anoche uno de los finalistas eligió compartir y el otro llevarse todo. Al ganador y “egoísta” se lo vio apenado. Encima su historia era mentira y la del otro era cierta. Realmente lo lamentaba, decía. Hasta pidió perdón y todo. Cuando se iban, el perdedor le avisó: “bueno, ojo, todavía estás a tiempo”. Qué desubicado; pretendía repartija post-programa. El juego es el juego, viejo. Además, ¡cómo nos cuesta aprender de nuestros errores, eh! Es obvio que -más tarde o más temprano- el tipo lo va a volver a traicionar. Se juega como se vive (¿Valdano o Maturana dixit?), ya todos lo sabemos.[/spoiler]