Mi madre murió de cáncer de pulmón a los 47 años. Mis hermanos y yo teníamos 19, 17 y 15 años respectivamente. Perder a una madre a esa edad y tan sorpresivamente es lo más duro que me tocó pasar en la vida.
A los tiernos 17 años no tenes idea de nada, la vida es color de rosas naturalmente ya que uno está con la contención de la familia, en la escuela, más preocupado por perseguir chicas y disfrutar de la amistad fuertísima de la juventud.
Todo empezó un día que se sentía mal, sentía un dolor en el pecho y tuvo que ir al médico. Por alguna extraña razón decidí acompañarla (en ese entonces entre el deporte, los amigos y la computadora se les daba poca bola a las madres). Fuimos a la clínica privado modelo en Vicente López, dónde visitamos la guardia y le contaba de sus dolores y luego la hicieron ir al último piso de un edificio altísimo, a realizarse unos estudios. Como toda madre, supongo, no quiere que sus hijos sufran en vano así que me dijo que la espere abajo mientras charlaba con los médicos. Fui a la cafetería un rato y luego ella me esperaba afuera, cuando salgo y no la veo por ningún lugar, después de un rato resulta que me estaba jugando una broma y cuando voy al estacionamiento me salta desde atrás de una pared para asustarme.
En ese entonces la vida siguió su curso normal, probablemente le hayan diagnosticado un cáncer en un avanzado estadio (ya que fumaba +20 cigarrillos por día). Todo esto habrá sido en enero, del 2012. Los meses pasaban y se ve que mi madre decidió ocultarnos la verdad a mis hermanos y a mi. Una decisión polémica, supongo que el deber de una madre es proteger a sus hijos pero que la sigo lamentando hoy en día, estuve mucho tiempo enojado por esa mentira.
Pasaban las semanas, se iba a hacer tratamientos alternativos y empezaba quimioterapia. Con el pasar del tiempo empezó a decaer, hasta que un día antes de ir a un viaje en la escuela la veo vomitando y doblada del dolor, no entendía bien por qué, llame a mi papá llorando para que la venga ayudar y yo sin poder hacer nada.
Quizás era negación de mi parte, no lo sé, no entendía bien que pasaba. Nos sobre protegía y yo creía que iba a ser algo momentáneo.
Venía cada vez más mi familia a mi casa, comenzó a perder el cabello pero se puso una peluca para que no nos diéramos cuenta. Un momento culmine fue cuando ví bajar un tubo de oxígeno y lo pusieron junto a su cama. Recordaba imágenes de la muerte de mi abuelo (también por fumar y cáncer de pulmón). Era un indicio horrible, el tubo de oxigeno ese significaba la muerte.
Al pasar el tiempo decidieron internarla, 15 días en una habitación privada en cuidados preventivos supongo. Probaban distintas dosis de medicamentos para ver cómo combatir la enfermedad. Nosotros seguíamos bajo la mentira de nuestros familiares, incapacitados de ver el resultado casi inminente. Es algo extraño cuando sos joven, supongo que el cerebro no te permite ver cosas obvias, ya que siempre fui un joven inteligente pero nunca me imaginé el desenlace.
En ese entonces estaba enojado, no entendía por qué estaba internada en el hospital. Iba a verla con desgano, enojo, tristeza. Me comporte como un verdadero mocoso.
Hasta que decidieron ponerla en terapia intensiva. El primer día en esa terapia no permitió que la visitemos. Eso me dolió, bastante, no podía contener las lágrimas y creía que se acababa el mundo. Mi tía me trataba de subir el ánimo pero en vano. Luego de ese primer día, supongo que ya estaría demasiado débil y eligieron sedarla. Nunca más pude verla. Paso una semana dormida en dónde la íbamos a visitar regularmente pero sin esperanza, perdido en una tristeza absoluta hasta que un domingo cenando en lo de mi tía, mi papá recibe una llamada la cual avisaba el peor desenlace. Hasta que cuelga el teléfono y nos dice “pasó lo peor”. Pensándolo estoy tratando de evitar las lágrimas, que momento de mierda. Mis hermanos lloran descontroladamente y yo no puedo creer la noticia, no lloro, veo pasar una parte de mi vida y contemplo en silencio el desenlace.
Vamos para el hospital, cuando estamos llegando me tiro de la camioneta para ir corriendo e irrumpir en la terapia, dónde allí estaba sin vida y durmiendo para siempre en esa cama de hospital. Lloré, me enoje, me entristecí, todas las emociones que podían brotar de un joven de 17 años. La vida nunca iba a ser la misma después de eso.
En un momento, retrocediendo el tiempo, le escribí un mensaje de texto y le dije que la amaba, que la quería en mi vida y que por favor me perdone por todo lo malo. Una noche que salía con mis amigos, algo borracho, pude mandarle ese mensaje desde el fondo de mi corazón (fue justo el momento en que yo iba a visitarla, enojado. Y ella me contestó y me dijo que me amaba, y que mamá no nos iba a defraudar. Es un lindo consuelo que me quedó (lamentablemente perdí el celular y no guarde ese mensaje, pero bueno, poco importa).
Una vez, en terapia intensiva, cuando ya estaba sedada, le dije que la amaba y que se despierte entre lágrimas. Y aunque estaba dormida yo creo que me escuchó, ya que la notaba moverse y tratando de despertarse.
Y luego de aquel fatídico domingo al mediodía, se hizo un pequeño velorio en la casa de mi abuela, dónde me quedé a su lado toda la noche, mirándola, tratando de grabar su rostro en mi memoria para siempre. La voz se me fue, no la recuerdo. No recuerdo mucho de ella ya que al partir a una edad tan joven no viví mucho. Lo lamento profundamente, la juventud no te prepara para estás cosas y sumado a como se dió todo fue un timing nefasto.
Se la despidió en el jardín de paz de Pilar al día siguiente, dónde un aluvión de gente llegó a dar el pésame y despedirse. Se ve que la querían, colegas, familiares, amigos y demás. A la semana fuimos a buscar las cenizas con mi padre y desde entonces reposa en un viejo armario en mi casa.
El tiempo hace que el dolor pase un poco, te olvidas de muchas cosas y la vida sigue.
No sé mucho del cáncer, el año pasado leí “El emperador de todos los males” que es el libro de un doctor en oncología que te hace una biografía de la enfermedad, desde sus orígenes en la antigüedad de Grecia (primeras escrituras) hasta el 2013 si no me equivoco. Ver cómo avanzo, como mejoraron las técnicas, como se luchó y se sigue luchando es una gran enseñanza para cualquiera.
En fin, todo duró unos meses y partió en Julio de 2012, el 29 si no me falla la memoria. Un domingo. Un mal domingo de mi vida
Ahora seguimos adelante, ya con 25 años me lamento de algunas cosas y trato de ser agradecido con otras. Considero que la vida es difícil pero también hay que saber disfrutar en la medida de lo posible.
Ese es mi recuerdo con la salud y el cáncer por ahora