“Que me griten ‘Uruguayo, uruguayo’ es único”
Mora ya lleva tres goles en River contra Boca.Mora ya lleva tres goles en River contra Boca.
Ezequiel Cogan - ecogan@ole.com.ar Tandil (Enviado Especial)
Mora no puede creer que ya le canten como a Francescoli. Héroe del Súper, cuenta qué pensó Antes de su segundo gol: “Ahora le arranco la cabeza”.
En esa colina que vigila a la ruta 226 se puede escuchar el silencio. Nada quiebra la calma. Todo es naturaleza. No hay parlantes, no hay Gangnam Style, pero sí un hitazo de verano, un baile que se viste a la Mora. Y ahí mismo, en el sosiego del Elegance Hotel, en el día después de la noche mágica, en la tarde libre para los muchachos de Ramón, ese dulce sonido reservado para pocos oídos aún repiquetea en los de Rodrigo: “Que me griten ‘uruguayo, uruguayo’ es único. Ya lo había experimentado en el Monumental, pero después de dos goles en un superclásico tiene otro sabor”.
Será exagerada, cuanto menos prematura pero no así caprichosa la inmediata ligadura con el otro charrúa, el más querido, ese elegante Príncipe de ojos saltones. “Cuando llegué a River pensaba que estaba muy lejos de que me cantaran ‘uruguayo, uruguayo’ como a Francescoli, pero se dio rápido y está bueno, es algo hermoso”, cuenta el Pulga, ahora en medio de un trance profundo con la fanaticada, un incipiente pero intenso amorío que lo acerca al “sueño” de ingresar a la categoría de ídolo. Y también, de paso, por estas horas de gloria, de mensajes de Saviola para felicitarlo, aparecen algunos datos duros que lo hermanan con Enzo más allá de la bandera celeste. Porque fue en ese mismo arco de su doblete ante Boca que Francescoli inmortalizó el gol de chilena a Polonia y fue el mismo Francescoli uno de los contados jugadores que celebraron por duplicado en un superclásico, en un 4-1 por el Metropolitano 84.
Existen varias maneras de afiliarse a las simpatías populares. Algunos necesitan carisma ante todo, a otros les alcanza con buen fútbol, muchos llegan por guapeza. Mora tiene un poco de todo esto, es un verdadero demonio, pero igual anda atravesando el sendero más raudo que pueda haber: el tipo mete goles en los clásicos. Ese festejo ya marca registrada, llevándose un pulgar a la boca para dedicárselo a su hijo Máximo, de siete meses y ya hincha de River y Peñarol, se convirtió en la pesadilla del eterno rival, que sufrió tres gritos del yorugua en los dos partidos que disputó. En Mar del Plata no lo pudieron frenar ni con la táctica de la araña. El Pulga se señala la mejilla derecha, aún herida, y sonríe, pícaro: “Me dieron un arañazo pero no es nada, son cosas que quedan en la cancha”.
Ahora bien, a quien no le hizo mucha gracia tenerlo enfrente fue a Orion. Mora dice que le gustó más su primer gol por la incidencia en el desarrollo del derby y por ese gesto técnico diciendo ‘sí’ con la cabeza (“aunque no soy muy alto me animo a meterme entre los grandotes”), pero el segundo también tuvo su encanto, porque “sirvió para liquidar el partido, porque estaba el recuerdo de lo que había pasado la última vez y, entonces, cuando quedé mano a mano, no dudé: dije ‘ahora le arranco la cabeza’ y, bueno, le apunté ahí”.
La cabeza, justamente, se hacen los hinchas con su nuevo ídolo. Pero de la cabeza se pondrán si esta aventura no dura más de una temporada. “Mi idea es quedarme”, fija postura Mora, aunque sabe que su continuidad no depende sólo de él sino de las negociaciones que se hagan con el Benfica, el dueño del pase. El no da vueltas: “Si River paga, me quedo”.
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