River Plate 3 - boca juniors 1 Copa Libertadores 2018 CAMPEÓN

Podes perder 2, 3, 5 finales en un año, bueh, que va a ser… pero como te van a hacer un gol sacando del medio en tu cancha?

Los padres de la criatura

Felices 9 meses para todos!!!
:cheers::cheers:

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Como van a borrar un tuit JAJAJA

[QUOTE=feriver;8879396]Yo era pendejo y grité con todo cuando ganó el once caldas, me acuerdo que revolie un fibron a la mierda. Era romper con esa racha bostera de los penales, por fin un equipo los eliminaba.

Felices 9 meses del pijaso eternoooooii[/QUOTE]

deportivo penales , estos culo roto deben ser un récord mundial en ganar por penales .

---------- Mensaje unificado a las 22:20 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 22:12 ----------

nada tiene desperdicio , los primeros dos goles representan la historia de River , DOS GOLAZOS , con el marco del bernabeu .

No hay dia que no revise el gol del colombiano!

Puf. Cataratas de hijos del Muñeco.

Difícilmente vuelva a vivir algo como el primer tiempo de la Bombonera y el segundo tiempo extra en el Bernabeu.
Recien viendo el resumen del primero, por dios, una locura lo de River yendo al frente de visitante y la gente que era puro murmullos con su equipo de lo cagados que estaban. Fue increíble, una locura de primer tiempo.
Y los ultimos minutos del Bernabeu que, mas que orgullo, fueron un caos total, hermoso para el neutral, y un terrible final para un partido histórico.

Ayer pensaba “vamos a jugar una semifinal de Libertadores con Boca y nada, no siento nada”, y sí. Ya está. Lo malo de haber ganado algo así, de la manera en que se dio encima, es que nunca más vamos a vivir nada igual futbolisticamente y todo va a ser una imitacion barata. Ni otra final de Libertadores sería igual porque la mejor ya pasó.
Te doy tres descensos por volver a vivir todo otra vez.

[QUOTE=Patitio;8881545]Difícilmente vuelva a vivir algo como el primer tiempo de la Bombonera y el segundo tiempo extra en el Bernabeu.
Recien viendo el resumen del primero, por dios, una locura lo de River yendo al frente de visitante y la gente que era puro murmullos con su equipo de lo cagados que estaban. Fue increíble, una locura de primer tiempo.
Y los ultimos minutos del Bernabeu que, mas que orgullo, fueron un caos total, hermoso para el neutral, y un terrible final para un partido histórico.

Ayer pensaba “vamos a jugar una semifinal de Libertadores con Boca y nada, no siento nada”, y sí. Ya está. Lo malo de haber ganado algo así, de la manera en que se dio encima, es que nunca más vamos a vivir nada igual futbolisticamente y todo va a ser una imitacion barata. Ni otra final de Libertadores sería igual porque la mejor ya pasó.
Te doy tres descensos por volver a vivir todo otra vez.[/QUOTE]

Siento lo mismo. Seguramente cuando llegue el dia, voy a putear y estar nervioso pero hoy siento que me chupa un huevo, es como una serie mas

Les dejo el primer capitulo del libro de Andres Burgo, para leerlo e irse a dormir feliz o levantarse con una sonrisa.
disculpen si hay algun error de ortografia se juntaron algunas palabras
[spoiler]
1
La eternidad

 Cuando el Pity Martínez se largó a correr, todos los hinchas de River —los miles que estábamos en el Bernabéu y los millones que seguían el partido en Argentina y el resto del mundo— ya habíamos perdido el eje. 

No soy de los que lloran por su equipo, ni por triunfos ni por derrotas, pero algunos minutos antes,después de haber gritado nuestro gol de todos los tiempos, el de Juanfer Quintero, como si se tratara de un exorcismo —y en cierta forma lo era—, una fuerza espasmódica había empezado a sacudirme, como si dos corazones bombearan dentro de mí: moqueaba lágrimas, giraba en el lugar, respiraba agitado. Desde los 4 minutos del segundo tiempo suplementario, y por primera vez en la serie más larga del mundo, habíamos quedado muy cerca de ganarle a Boca la Copa Libertadores, tan increíblemente cerca que, lo advierto ahora, ya de regreso en Buenos Aires, mientras comienzo a escribir esta crónica apresurada y visceral, sentí que estábamos por parir un tipo de felicidad que desconocíamos.
Una felicidad atemporal, sin fecha de vencimiento.
En la cuarta bandeja del fondo norte del estadio del Real Madrid, detrás de los bombos que agitaban los chicos y chicas de las filiales de Madrid, Barcelona, Málaga y Valencia, había intentado recobrar cierta calma en algún momento delos 13 minutos que pasaron entre el zurdazo ácrono de Quintero y la aceleración de velocista keniata del Pity Martínez. Creo que había quedado en blanco durante algunos segundos: ya de madrugada, festejando en una taberna de Tirso de Molina, le preguntaría a uno de los amigos que había viajado desde Buenos Aires, Nico, si el gol del colombiano más influyente en mi vida (perdón, García Márquez) había sido en el primer tiempo del alargue o en el segundo.
Cuando al fin pude respirar hondo, re acomodarme y levantar la cabeza hacia el tablero electrónico, vi que el reloj señalaba 118 minutos de un partido que, además, llevaba 40 días de previa, la misma duración de un Mundial de 32 equipos (en cierta forma, River y Boca jugaron un Mundial de dos países). Calculé que el árbitro uruguayo adicionaría algún minuto y le grité a Poko, colega y compañero de tribuna en el Bernabéu, otro de los miles que habían viajado a Madrid a último momento: «¡Tres minutos, faltan tres minutos! ¡Hay que aguantar, carajo!».
Lo soporté de la única manera que era posible: como un holograma de mí mismo. Ya en el entretiempo, sobrepasado por la tensión de un partido que valía cientos de partidos, había pensado en ir a caminar por los pasillos del Bernabéu. Me quedé, pero a medias: cada vez que Boca se acercaba al arco de Franco Armani me ponía en cuclillas, hecho un ovillo. Lo había hecho por primera vez sobre el final del segundo tiempo reglamentario, cuando el árbitro cobró indirecto a favor de Boca en nuestra área, por una supuesta jugada peligrosa de Javier Pinola. Entonces no tuve resto para mirar cómo terminaba el tiro libre y preferí agacharme, ocultarme entre las piernas de los hinchas de River y prestarles más atención a mis oídos que a mis ojos: rogué que no escuchara un grito de gol desde la tribuna de enfrente. En cada córner o centro de Boca del alargue volví a hacerlo mismo, o sea que dejé de ver el espectáculo para el que había pagado una pequeña fortuna, hasta que Poko me dijo de repente,cuando el partido ya debía terminar, «¡Palo, pegó en el palo, tenemos el culo de campeón!». Mi reacción fue no tener reacción, como si me hubiesen dicho algo en árabe o en chino: no entendía nada.
Pero el asedio continuaba.«Córner», agregó el Chino Tortolini, otro de los amigos, ex compañero de la Centenario, ahora viviendo en Barcelona. Me levanté, pispeé qué ocurría allá abajo, en el arco más cercano a nosotros, vi los preparativos del tiro de esquina, volví a agacharme, supliqué de nuevo que la tribuna de Boca se mantuviera en silencio a la distancia, no entendí por qué el córner se demoraba tanto, pasaron 35 segundos que me parecieron 35 días y escuché que alguien al lado festejó «¡Vamos, carajo!». Interpreté que debía ser un rechazo nuestro —en efecto, el puñetazo de Armani como si tuviera que desinflar una piñata—, así que me erguí y vi que, ya con la pelota fuera del área, Juanfer Quintero habilitaba al Pity Martínez.
Una final tan larga debía terminar con una corrida larguísima. La ventaja de quienes estábamos en el estadio fue que advertimos que Pity se proyectaba al vacío, sin rivales por delante. Sé de amigos frente al televisor que recién confirmaron que Boca se había quedado sin guardianes protectores cuando Martínez ingresó al área, un segundo antes de patear al 3 a 1.
En lo simbólico, todos los hinchas de River, los miles que estábamos en el Bernabéu y los millones que seguían el partido en Argentina y el resto del mundo, corrimos junto al Pity, escoltándolo contra el esfuerzo final de Carlos Izquierdoz. En la práctica, su guardia pretoriano era Pinola, uno de nosotros, una figura que en este caso es literal: un joven Javier, de 13 años, estuvo en las tribunas del Monumental la noche de 1996 en la que le ganamos al América de Cali y fuimos campeones de la Copa por segunda vez.
Cada uno le dará al sprint de Martínez su propio significado: para algunos, cada zancada quedaba nos acercaba a una suerte de justicia divina, al punto final dela malaria que sufrimos entre 2000 y 2011, con las cuatro Libertadores de Boca y nuestro descenso, e incluso podríamos agregarle la racha maldita en el superclásico desde 1991, cuando pasamos a quedar por debajo en el historial. Los más grandes también habrán expulsado los demonios de otro 9 de diciembre, el de 1962, cuando uno de los nuestros, Delém, erró un penal que nos podría haber dado un título en la Bombonera.
Para el 9 de diciembre de 2019, algún productor debería estrenar un documental en el que los hinchas reconstruyamos cómo vivimos la carrera del Pity, esos 75 metros recorridos en nueve segundos y dos toques de zurda, uno de control y otro de definición. Mi aporte sería que, antes de caer en una avalancha de platea —como la mitad del Bernabéu—, alguien a mi lado se anticipó al gol y comenzó a gritar «¡Dale, campeón,dale campeón!» a medida que Martínez avanzaba en territorio comanche y a cada paso suyo purgábamos para siempre nuestras heridas del pasado.
Como el Pity, la gente se volvió loca, y tenía todo el derecho del mundo. No solo acabábamos de ganar el partido de los siglos por todos los siglos: Boca acababa de perder el partido de los siglos por todos los siglos. Entonces comenzó el festejo en Madrid, en el Obelisco, en el Monumental, en el resto de Argentina y en el lugar del mundo donde hubiera un hincha de River que, como los buenos vinos, cuanto más añejo será mejor.
Sabíamos que River era nuestra alegría diaria, pero no imaginábamos que podía hacernos tan felices.
[/spoiler]

yo estaba, la aparicion del micro en medio de la gente y a los pedos fue lo mas bizarro y armado que vi en 30 años de vida (despues de las torres gemelas) despues de eso paso un ratito y cuando caminamos media cuadra y habia gente afectada con gas obviamente de la policia

---------- Post Merged on 12-09-2019 at 00:05 ---------- Previous Post was on 11-09-2019 at 23:55 ----------

vos fijate lo que festejan… porque eso no es una frase solo de conformismo, es festejo, se les nota la sonrisa cuando lo dicen. osea, ya ni aspiran a ganar, aspiran a podes decir no perdimos con river. me hace acordar al rubio cuando le dice “casi te gano” a toreto riendose

GOOOL

---------- Mensaje unificado a las 00:40 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 00:36 ----------

a mi me paso eso, no sabia que el pity iba solo hasta que vi la medialuna.

Ayer hablaba con un amigo de boca y me di cuenta de un par de cosas que ellos sienten después de la final:

  • ni para ellos ni para nosotros esta semifinal es comparable con la final

  • Gbs murió como ídolo de ellos que era

  • dan lo que sea porque gallardo se vaya a la selección (o adonde sea, pero creo que prefieren la selección)

  • cambiarían todos sus robos y Oscar ruiZes de la historia por haber tenido esa final

[QUOTE=luck;8881615]Les dejo el primer capitulo del libro de Andres Burgo, para leerlo e irse a dormir feliz o levantarse con una sonrisa.
disculpen si hay algun error de ortografia se juntaron algunas palabras
[spoiler]
1
La eternidad

 Cuando el Pity Martínez se largó a correr, todos los hinchas de River —los miles que estábamos en el Bernabéu y los millones que seguían el partido en Argentina y el resto del mundo— ya habíamos perdido el eje. 

No soy de los que lloran por su equipo, ni por triunfos ni por derrotas, pero algunos minutos antes,después de haber gritado nuestro gol de todos los tiempos, el de Juanfer Quintero, como si se tratara de un exorcismo —y en cierta forma lo era—, una fuerza espasmódica había empezado a sacudirme, como si dos corazones bombearan dentro de mí: moqueaba lágrimas, giraba en el lugar, respiraba agitado. Desde los 4 minutos del segundo tiempo suplementario, y por primera vez en la serie más larga del mundo, habíamos quedado muy cerca de ganarle a Boca la Copa Libertadores, tan increíblemente cerca que, lo advierto ahora, ya de regreso en Buenos Aires, mientras comienzo a escribir esta crónica apresurada y visceral, sentí que estábamos por parir un tipo de felicidad que desconocíamos.
Una felicidad atemporal, sin fecha de vencimiento.
En la cuarta bandeja del fondo norte del estadio del Real Madrid, detrás de los bombos que agitaban los chicos y chicas de las filiales de Madrid, Barcelona, Málaga y Valencia, había intentado recobrar cierta calma en algún momento delos 13 minutos que pasaron entre el zurdazo ácrono de Quintero y la aceleración de velocista keniata del Pity Martínez. Creo que había quedado en blanco durante algunos segundos: ya de madrugada, festejando en una taberna de Tirso de Molina, le preguntaría a uno de los amigos que había viajado desde Buenos Aires, Nico, si el gol del colombiano más influyente en mi vida (perdón, García Márquez) había sido en el primer tiempo del alargue o en el segundo.
Cuando al fin pude respirar hondo, re acomodarme y levantar la cabeza hacia el tablero electrónico, vi que el reloj señalaba 118 minutos de un partido que, además, llevaba 40 días de previa, la misma duración de un Mundial de 32 equipos (en cierta forma, River y Boca jugaron un Mundial de dos países). Calculé que el árbitro uruguayo adicionaría algún minuto y le grité a Poko, colega y compañero de tribuna en el Bernabéu, otro de los miles que habían viajado a Madrid a último momento: «¡Tres minutos, faltan tres minutos! ¡Hay que aguantar, carajo!».
Lo soporté de la única manera que era posible: como un holograma de mí mismo. Ya en el entretiempo, sobrepasado por la tensión de un partido que valía cientos de partidos, había pensado en ir a caminar por los pasillos del Bernabéu. Me quedé, pero a medias: cada vez que Boca se acercaba al arco de Franco Armani me ponía en cuclillas, hecho un ovillo. Lo había hecho por primera vez sobre el final del segundo tiempo reglamentario, cuando el árbitro cobró indirecto a favor de Boca en nuestra área, por una supuesta jugada peligrosa de Javier Pinola. Entonces no tuve resto para mirar cómo terminaba el tiro libre y preferí agacharme, ocultarme entre las piernas de los hinchas de River y prestarles más atención a mis oídos que a mis ojos: rogué que no escuchara un grito de gol desde la tribuna de enfrente. En cada córner o centro de Boca del alargue volví a hacerlo mismo, o sea que dejé de ver el espectáculo para el que había pagado una pequeña fortuna, hasta que Poko me dijo de repente,cuando el partido ya debía terminar, «¡Palo, pegó en el palo, tenemos el culo de campeón!». Mi reacción fue no tener reacción, como si me hubiesen dicho algo en árabe o en chino: no entendía nada.
Pero el asedio continuaba.«Córner», agregó el Chino Tortolini, otro de los amigos, ex compañero de la Centenario, ahora viviendo en Barcelona. Me levanté, pispeé qué ocurría allá abajo, en el arco más cercano a nosotros, vi los preparativos del tiro de esquina, volví a agacharme, supliqué de nuevo que la tribuna de Boca se mantuviera en silencio a la distancia, no entendí por qué el córner se demoraba tanto, pasaron 35 segundos que me parecieron 35 días y escuché que alguien al lado festejó «¡Vamos, carajo!». Interpreté que debía ser un rechazo nuestro —en efecto, el puñetazo de Armani como si tuviera que desinflar una piñata—, así que me erguí y vi que, ya con la pelota fuera del área, Juanfer Quintero habilitaba al Pity Martínez.
Una final tan larga debía terminar con una corrida larguísima. La ventaja de quienes estábamos en el estadio fue que advertimos que Pity se proyectaba al vacío, sin rivales por delante. Sé de amigos frente al televisor que recién confirmaron que Boca se había quedado sin guardianes protectores cuando Martínez ingresó al área, un segundo antes de patear al 3 a 1.
En lo simbólico, todos los hinchas de River, los miles que estábamos en el Bernabéu y los millones que seguían el partido en Argentina y el resto del mundo, corrimos junto al Pity, escoltándolo contra el esfuerzo final de Carlos Izquierdoz. En la práctica, su guardia pretoriano era Pinola, uno de nosotros, una figura que en este caso es literal: un joven Javier, de 13 años, estuvo en las tribunas del Monumental la noche de 1996 en la que le ganamos al América de Cali y fuimos campeones de la Copa por segunda vez.
Cada uno le dará al sprint de Martínez su propio significado: para algunos, cada zancada quedaba nos acercaba a una suerte de justicia divina, al punto final dela malaria que sufrimos entre 2000 y 2011, con las cuatro Libertadores de Boca y nuestro descenso, e incluso podríamos agregarle la racha maldita en el superclásico desde 1991, cuando pasamos a quedar por debajo en el historial. Los más grandes también habrán expulsado los demonios de otro 9 de diciembre, el de 1962, cuando uno de los nuestros, Delém, erró un penal que nos podría haber dado un título en la Bombonera.
Para el 9 de diciembre de 2019, algún productor debería estrenar un documental en el que los hinchas reconstruyamos cómo vivimos la carrera del Pity, esos 75 metros recorridos en nueve segundos y dos toques de zurda, uno de control y otro de definición. Mi aporte sería que, antes de caer en una avalancha de platea —como la mitad del Bernabéu—, alguien a mi lado se anticipó al gol y comenzó a gritar «¡Dale, campeón,dale campeón!» a medida que Martínez avanzaba en territorio comanche y a cada paso suyo purgábamos para siempre nuestras heridas del pasado.
Como el Pity, la gente se volvió loca, y tenía todo el derecho del mundo. No solo acabábamos de ganar el partido de los siglos por todos los siglos: Boca acababa de perder el partido de los siglos por todos los siglos. Entonces comenzó el festejo en Madrid, en el Obelisco, en el Monumental, en el resto de Argentina y en el lugar del mundo donde hubiera un hincha de River que, como los buenos vinos, cuanto más añejo será mejor.
Sabíamos que River era nuestra alegría diaria, pero no imaginábamos que podía hacernos tan felices.
[/spoiler][/QUOTE]

Espectacular, asi se siente uno :slight_smile:

[QUOTE=Damyan_carp;8881619]yo estaba, la aparicion del micro en medio de la gente y a los pedos fue lo mas bizarro y armado que vi en 30 años de vida (despues de las torres gemelas) despues de eso paso un ratito y cuando caminamos media cuadra y habia gente afectada con gas obviamente de la policia

---------- Post Merged on 12-09-2019 at 00:05 ---------- Previous Post was on 11-09-2019 at 23:55 ----------

vos fijate lo que festejan… porque eso no es una frase solo de conformismo, es festejo, se les nota la sonrisa cuando lo dicen. osea, ya ni aspiran a ganar, aspiran a podes decir no perdimos con river. me hace acordar al rubio cuando le dice “casi te gano” a toreto riendose[/QUOTE]

Casualidades de la vida ese rubio murió como Boquita.

[QUOTE=Patitio;8881545]Difícilmente vuelva a vivir algo como el primer tiempo de la Bombonera y el segundo tiempo extra en el Bernabeu.
Recien viendo el resumen del primero, por dios, una locura lo de River yendo al frente de visitante y la gente que era puro murmullos con su equipo de lo cagados que estaban. Fue increíble, una locura de primer tiempo.
Y los ultimos minutos del Bernabeu que, mas que orgullo, fueron un caos total, hermoso para el neutral, y un terrible final para un partido histórico.

Ayer pensaba “vamos a jugar una semifinal de Libertadores con Boca y nada, no siento nada”, y sí. Ya está. Lo malo de haber ganado algo así, de la manera en que se dio encima, es que nunca más vamos a vivir nada igual futbolisticamente y todo va a ser una imitacion barata. Ni otra final de Libertadores sería igual porque la mejor ya pasó.
Te doy tres descensos por volver a vivir todo otra vez.[/QUOTE]

Terrible ese partido en la bostanera como fue al frente el equipo, si no fuera x el pendejo ese Rossi lo ganabamos tranquilos y comodos…
Ni hablar el gol de orto que metieron el primero y el segundo…

Por otro lado no entiendo como a los hinchas y muchos de este foro les da igual este partido, yo por mi parte sigo con la misma motivacion de ganarles y hacerlos mierda a estas lacras y mas en su inmundicia de chiquero…
Quiero exterminarlos como cucarachas que son

---------- Mensaje unificado a las 19:52 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 19:51 ----------

Rarisimo pero bueno…
Yo ya lo estoy palpitando y estoy ultra manija y quiero romperles el upite… Lo tomo como la revancha del 2004 y QUIERO DEJARLOS AFUERA EN SU CHIQUERO y ganar la libertadores…

Una de las jugadas más difíciles en el fútbol profesional es abrir una defensa cerrada que protege la ventaja y tener la claridad necesaria para saber cuándo acelerar y cuándo dar el pase Justo

Chapeau, Nacho F

Gracias por tu minuto 68

[QUOTE=Damyan_carp;8881619]yo estaba, la aparicion del micro en medio de la gente y a los pedos fue lo mas bizarro y armado que vi en 30 años de vida (despues de las torres gemelas) despues de eso paso un ratito y cuando caminamos media cuadra y habia gente afectada con gas obviamente de la policia

---------- Post Merged on 12-09-2019 at 00:05 ---------- Previous Post was on 11-09-2019 at 23:55 ----------

vos fijate lo que festejan… porque eso no es una frase solo de conformismo, es festejo, se les nota la sonrisa cuando lo dicen. osea, ya ni aspiran a ganar, aspiran a podes decir no perdimos con river. me hace acordar al rubio cuando le dice “casi te gano” a toreto riendose[/QUOTE]

Esa escena de Brian con Toretto describe la actitud de los fiambres de La Ribera para con nosotros.

2 perlitas de ver la repetición completa por tercera vez

1- Gago agregando a su hinchada antes del comienzo del segundo alargue

2- Después del gol de Quintero, cambió en boca. Sale Buffarini, que quiere saludar a tevez pero este no lo saluda

Que oportunidad histórica tenían ellos de ganarle una final de libertadores a River y en el Monumental (!) Pero bueno se cagaron