Casi Justicia Social: Entendiendo el escrache a José María Aguilar
La cara visible del descenso de River, más allá del ego XL de Daniel Passarella es José María Aguilar. Bajo sus ocho años de mandato, River pasó de “Campeón del Siglo“, en 2001 a salir último, en 2008, un año antes que Josema abandonara el sillón presidencial del “Millonario” acompañado por su inefable secuaz, Mario Israel, mejor conocido por quienes saben del día a día de River como el “Monje Negro”.
La gestión pasó. Y, dos años después, River descendió. No hubo auditoría, ni tampoco hubo cárcel para el “Sopa“, ni para el “Monje Negro”. Los hinchas de River vieron -ven- a su club desmoronado, en la B y con una deuda millonaria como su apodo. En medio de toda esa bronca, el único consuelo es el repudio social.
La única condena que José María Aguilar recibió fue el escarnio público, contante y sonante. Aguilar,y su familia, no podrán, si quiera, vacacionar tranquilos si tienen la “fortuna” de toparse con un grupo de hinchas de River con memoria. Ya le pasó cuando votó en las primarias de agosto de 2011, con River apenas descendido y, según reflejan los medios hoy, también le pasó en Brasil, mientras se tomaba vacaciones.
Claro, el ex pope de River debió huir corriendo de sus hostigadores que le dijeron todo lo que tenían adentro y lo obligaron a refugiarse en su habitación, por la cual JMA paga alrededor de 1000 dólares la noche. Sí, mientras River necesita de una ingenieria económica digna de Grecia para reforzarse, el ex presidente se hospeda con todo el lujo del mundo en sus vacaciones. ¿Cómo quieren que la gente no reaccione?
Se podrá tildar de barbaros a aquellos que persiguieron a José María Aguilar. Lo cierto es que no se los puede culpar. Luego de haber destruído al club más campeón del medio doméstico y la institución más grande del país, hasta el punto que Daniel Passarella precisó de mucho flujo de dólares de algún bolsillo amigo para mantener a River a flote.
Aguilar recibió un River multicampeón y legó uno en la lona deportiva, quebrado económicamente porque no aguantó ocho años de vejaciones sistemáticas que incluyeron un proceso de compra-venta de futbolistas lamentable, negociados varios, malversación de fondos, administración fraudulenta, sociedades turbias, el maldito grupo HAZ, el “tio Pini”, el Locarno FC, y la cantidad, casi incontable, de jugadores “falopa” que vistieron la Banda Roja y desprestigiaron la camiseta hasta propiciar su descenso. Porque el descenso de River sorprendió porque se trató de River, de otra manera hubiese sido hasta lógico: River hizo todo para perder la categoría y la perdió. Simple. Casi empírico.
Todo eso derivó en un club que, deportivamente se fue al abismo, sólo porque antes se fue al tacho económicamente hablando. Acá no pasó por el huevo y la gallina. Acá, que a los dirigentes les chupe un huevo el club desplumó a la Gallina. Lo monstruoso de River a nivel social no logró salvar el aspecto futbolístico del club. Sus más de 100 actividades para el socio no fueron ningún atenuante a la hora contrarrestrar semejante desbarajuste. Es más, si River no quebró fue sólo porque es River. A nadie le convenía dejarlo caer en la lona de manera definitiva. Sólo por eso hoy existe un “Club Atlético River Plate” y no un “Blanco y Rojo S.A”, como debió sufrir Racing que tardó una década en volver a ser Racing, luego de haber sido Blanquiceleste S.A.
Eso sí, el sufrimiento a River no se lo evitó nadie. Ni su grandeza social, ni sus 33 títulos, ni siquiera sus más de 15 millones de fieles hinchas y/o fanáticos. El “Millonario”, el más campeón, se fue a la “B”. Besó el polvo de la derrota que jamás habían probado sus labios y ahora encara una reconstrucción que, como la de todo imperio que cayó, será monstruosa y llevará su tiempo.
Más allá de Daniel Passarella, su ceguera, cinismo y evidente pésimo manejo de la situación, el máximo responsable del descenso, sobre todo institucional de River, es José María Aguilar. No me olvido de Mario Israel, pasa que el “Monje Negro” ni siquiera tiene lo que hay que tener para salir a la calle.
Nada se le puede decir a aquellos hinchas que hicieron justicia por mano propia con el hombre que les mató un “amigo”, como River. Todo aquel fanático de fútbol toma al club del cual es hincha como un miembro más de la familia. ¿Cómo no reaccionar si te ponen en frente al tipo que lo pisoteó?
Señor José María Aguilar, ¿usted pretendía vacacionar tranquilo y que nadie lo moleste? Disculpe, pero además de un grandísimo mal nacido y delincuente es usted bastante boludo. Una vez más, y de manera lamentable, para algunos sólo vale la condena y la Justicia Social. Sería muy de necio pretender que la misma no se aplique cada vez que quede el resquicio. Aguilar no podrá volver jamás al Monumental, tampoco sus hijos, a menos que se cambien el apellido. Esa es la única real condena que recibió Aguilar que no recibió ni juicio ni castigo por la misma razón por la que River no quebró: a alguien no le conviene.
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