Fragmento extraído del libro de Fabio Fusaro “Mi novia, manual de instrucciones”, capítulo 10 “Siempre quieren algo mas”.
Hace unos días recibí un e-mail de mi cuñado que además de ser
absolutamente cierto, me divirtió mucho.
Decía que para que una mujer esté absolutamente feliz con un
hombre, éste debe ser: Fachero, alto, viril, amigo, compañero,
amante, hermano, padre, maestro, cocinero, mecánico, gomero,
plomero, jardinero, decorador de interiores, electricista, ginecólogo,
psicólogo, psiquiatra, audaz, simpático, atlético, cariñoso, atento,
caballero, inteligente, imaginativo, creativo, gracioso, dulce, fuerte,
comprensivo, tolerante, prudente, ambicioso, capaz, valiente,
decidido, confiable, respetuoso, apasionado y sobre todo muy
solvente.
Tal vez tengas todas las cualidades menos la de electricista.
No sirve.
Vas a cansarte de escuchar frases como: “¡A vos te parece que
tengamos la lámpara quemada desde hace quince días! ¡El marido de
Marta le arregló hasta la tostadora cuando se le quemó!”
¿Y todo lo demás no sirve? Y… en ese momento parece que no.
Pero así y todo, si tuvieras todas las cualidades, con la de
electricista incluido, hay otras cosas que tendrías que tener en cuenta
como por ejemplo no ser celoso, pero tampoco parecer
desinteresado. Tener otras actividades pero no dedicarles más tiempo
que a ella. Darle su espacio pero mostrarle preocupado por donde
estuvo. Y muy importante: no olvidar las fechas de cumpleaños,
aniversario de novios, de casamiento, graduación, santo, última
menstruación, primer beso, cumpleaños de la madre, padre y
hermanos.
Es importante tener en cuenta que cumplir con todos estos
requisitos no garantiza el 100% de la felicidad de las mujeres, porque
podrían sentirse inmersas en una vida de sofocante perfección y
fijarse en el primer sorete, vago, borracho y golpeador que se les
cruce.
¿A qué apuntamos con todo esto? A que en determinado
momento ella va a hacerte cuestionamientos por equis motivos. Que
no sos lo suficientemente comprensivo, que no la escuchás, que estás
demasiado pendiente de ella, que comés mucho, que vas a jugar
fútbol, que te ponés la rema adentro, que no querés a su mamá, que
no te cortaste el pelo, que no te afeitaste, que te bañás muy seguido,
que en lo único que pensas es en el sexo, que ella sexualmente ya no
te interesa como antes, que no te caen bien sus amigas, que estás
caliente con sus amigas, que vas a comer muy seguido con tus
amigos, que se ven muy poco, que se ven mucho, que nunca le hacés
regalos, que no le llenás el vaso, que no te ponés la servilleta, que le
deciás mucho tiempo al estudio, que no estudiás, en fin… equis
motivos. Y por más que intentes modificarlos, aparecerán
indefectiblemente otros equis motivos para que te sigua rompiendo
las pelotas.
Si ella se está alejando de vos porque te está dejando de querer,
o porque le gusta otro, lo primero que va a hacer es echarte la culpa
aduciendo alguno de los ítems mencionados anteriormente o alguno
similar.
Vos, en el afán de retenerla, vas a hacer lo imposible por cambiar
tu conducta. Te tengo una mala noticia. Por más que cambies lo que
cambies, la vas a perder igual.
Porque en el 90% de los casos, el problema no está en vos, sino
en ella. O lo que es peor aún, en algún tercero del cual desconocés su
existencia.
Una vez una novia me dejó con el argumento de que en mí,
encontraba todo lo que una mujer puede desear de un hombre. Por lo
cual, ya no tenía nada que buscar.
Hija de puta. Y mentirosa. Algún buitre le estaría rondando.
¿Yo que tendría que haber hecho entonces? ¿Ser un poco más
turro? ¿Un poco más tonto?
¿No laburar ni estudiar? ¿Pegarle de vez en cuando? Lo dudo.
Ojo, no en todos los casos en que las mujeres te rompen las bolas
es porque piensan dejarte, pero si es así, no te sientas culpable de
que la relación se rompió porque vos no cambiaste determinada cosa.
Romper las pelotas está en su esencia.
Si vas todos los domingos a la cancha, te rompen las pelotas
porque no estás con ellas. Entonces dejás de ir a la cancha y mirás
los partidos por televisión. Ahí te rompen las pelotas porque a ellas
les aburre el fútbol. Entonces dejás de ver los partidos por televisión
y ahí viene tal vez el planteo: “A vos te parece, están todos reunidos
en la casa de mamá viendo el partido y vos no querés ir. ¡Siempre el
mismo antisocial!”
No tratemos de conformarlas. No se puede.