El defensor: el Káiser sostiene a Jota Jota frente al pedido de cambios
El presidente de River, Daniel Passarrela, se junto con el Negro López y le ratificó su confianza; fue en una reunión en el Monumental, después de que el técnico conociera voces desestabilizadoras. Por Alberto Cantore
El pedido de unidad que ensayó Matías Almeyda, el máximo referente de River, después del affaire que protagonizaron Juan Pablo Carrizo y el PatoFillol hace nueve días, tras el empate con San Lorenzo, no generó el compromiso ni el efecto deseado por el capitán. Motivó todo lo contrario, porque en tiempos en los que debiera imperar la calma, en Núñez arrecian las tempestades. La posibilidad de jugar la Promoción sin dudas provoca miedo, paraliza, pero no es el único frente de tormenta que se desató en el club. El empate 0 a 0 con Olimpo, anteayer en Bahía Blanca, desencadenó la bronca de los hinchas y aumentó el grado de irritabilidad de un numeroso grupo de dirigentes, quienes ya no sostienen al técnico Jota Jota López. El entrenador, enterado de la situación, sostuvo una reunión con el presidente Daniel Passarella, que le brindó total apoyo hasta la finalización del Clausura. En ese momento, y aunque el Negro tiene contrato hasta diciembre, dejará el cargo y volverá a desempeñarse como coordinador de las divisiones inferiores.
Declarado ferviente soldado del Káiser, Jota Jota se refugió en Passarella y le comunicó acerca de las versiones, ésas que pedían que diera un paso al costado. Los comentarios y el descontento entre los integrantes de la comisión directiva no son novedosos, aunque los críticos eran cuidadosos en las formas y el contenido de la protesta no se filtraba. El fastidio llegó a un límite impensado y hasta peligroso entre aquellos que acompañan al presidente, ya que están convencidos de que un movimiento urgente en la conducción del plantel descomprimirá la dramática situación. Un dictamen un tanto temerario, si se tiene en cuenta que el nuevo proyecto podría llegar a contemplar, en el peor de los casos, apenas un puñado de partidos.
Muy lejos de soltarle la mano, de empujarlo al abismo, el Káiser lo respaldó -algo habitual y esperado-; y para disminuir el impacto prefirió intercambiar puntos de vista sobre la actualidad. Como a todos en River, a Passarella también le preocupa el flojo rendimiento del equipo, el decaimiento que presentan varias de las individualidades. Las respuestas anímicas que pueda ensayar el grupo y las formas para generar una reacción también fueron temas de la conversación, la que le sirvió, en medio del apuro, de escudo de protección a Jota Jota frente a sus detractores.
Los dirigentes que desean desestabilizar al técnico argumentan, además de las pobres producciones del equipo en los últimos encuentros, esos que determinaron la caída en los puestos de Promoción, la inercia del entrenador ante la adversidad. El rostro contracturado que exhibió Jota Jota antes del partido en Bahía Blanca después de los resultados de los rivales directos en la puja por no tener que revalidar la plaza, preocupó. Y mucho más luego de la tibieza expuesta, porque esas señales de temor que lo invadían más tarde se reflejaron en el funcionamiento que mostró el equipo, en la incapacidad para rebelarse, en la impericia para despojarse de las ataduras que lo vienen persiguiendo desde el duro tropiezo que significó la caída 2-0 con Boca, en la Bombonera.
También objetan los esquemas conservadores y la falta de audacia en aquellos pasajes del torneo en los que River estaba un poco más holgado en la tabla de los Promedios, momentos en los que se daba batalla también en la pelea por el título. Ese salto de calidad nunca llegó.
La incertidumbre se apoderó de River, que interpreta actos que sólo generan mayor combustión. Porque a la airada protesta que ensayó Passarella en el comité ejecutivo de la AFA, donde le pidió la renuncia a Julio Grondona, le siguieron allanamientos al Monumental por las sospechas de que la barra brava golpeó dentro del club a un ex miembro; el enfrentamiento entre Carrizo y Fillol; la renuncia del Pato al puesto de entrenadores de arqueros; la decisión de los jugadores de viajar en ómnibus a Bahía Blanca; la reprobación del público…
En un clima convulsionado, Jota Jota consiguió el respaldo del Káiser, aunque deberá refrendarlo con un triunfo sobre Colón para no alimentar los intentos desestabilizadores.
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[li]“Los vi con mucho miedo a perder”. El volante bahiense Martín Aguirre, la figura del encuentro de anteayer, ofreció una crítica impresión sobre el equipo que dirige Jota Jota. “Por ahí, los jugadores de River no están acostumbrados a esto. Los vi muy cautos y con mucho miedo a perder. Como que no aceptaban lo que están peleando. Durante el partido pareció que nos cambiábamos la camiseta y nosotros éramos River y ellos Olimpo”, expresó en ESPN Radio Rivadavia.
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[li]Los resultados pueden derrumbar las cuentas. No lo ocultó Jota Jota López, quien entres oportunidades destacó que el punto sumado ante Olimpo tendrá un valor agregado si el domingo River supera a Colón. El Negro tomó la calculadora, hizo las cuentas y estas le dieron la razón: tres unidades frente a los santafecinos, cualquiera sea el resultado entre Arsenal y Olimpo, dejará a los millonarios fuera de los puestos de Promoción. Posiblemente, el cómputo que no hizo el entrenador -sí lo destacó Alexis Ferrero- es que River no depende de sí mismo en esta desesperada pelea. Porque aún ganando los tres partidos que restan, una combinación de resultados de los rivales puede condenar al conjunto de Núñez a revalidar la plaza. Para eso, Arsenal debe sumar 9 unidades; Olimpo y Tigre, seis; Independiente, tres, y All Boys, dos.
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