POR: JAVIER GARCÍA
17/11/2014 19:40:48
Soy sobreviviente de Cromañón. Eso, antes que periodista. Y, no. No me alegró la muerte de Omar Emir Chabán. Y estoy seguro de que no hay un sentimiento unánime sobre su fallecimiento. Cuando hay tanto dolor, tantas sensaciones, tanta mierda que remover, es un error generalizar. Y ojo, porque es un error en el que se ha caído mucho en lo ateniente a lo que pasó el 30 de diciembre de 2004. No todo el mundo cree que Chabán haya sido responsable máximo de Cromañón -yo sí, eh-, ni a todo el mundo su muerte le cayó mal, ni bien. A algunos no les cayó. Como a mí.
Aquel 30 de diciembre lo que siempre aparece primero en el disco rígido de mi memoria son las palabras e insultos de él hacia nosotros: “Si acá pasa algo nos morimos todos, como en Paraguay, hijos de puta”.
Lo segundo que se me viene a la mente es cómo un Chabán en muletas (estaba lesionado en ese momento) huía del lugar que él mismo soñó para agrandar su imagen de “padre, tutor y encargado” del rock nacional. Mientras los pibes de Callejeros salían y entraban a rescatar a los pibes, Chabán ya se había ido. En un taxi y con toda la guita de la recaudación. Ese también es (era, perdón) Chabán.
Como cada vez que la muerte se interpone en el camino de alguien antes de lo esperado, se hace un balance de la vida. “salvó al Rock Nacional”. “Ayudó a SUMO, Los Redondos”. “Creó Cemento”, “Bancó al Under”. Todas cosas verdaderas. Que el día que su castillo de naipes se desmoronó, Chabán huyó y se escondió como una rata, también.
Que mientras los pibes caían como moscas en la “cámara de gas”, que Omar y la negligencia-hijaputez estatal nos supieron construir, pensó en su propio culo, también lo es. No hay un Chabán bueno y uno malo. Chabán era un empresario que se disfrazó de mecenas hasta que su ambición lo perdió.
Cromañón tenía normas de (in)seguridad producto de la avaricia de su gerenciador. ¿Ustedes sabían que los planos del lugar estaban alterados? ¿Sabían que los paneles acústicos estaban mal colocados y hechos de un material venenoso? ¿Sabían que tenían que ser ignífugos y no lo eran? Me hubiese gustado que Chabán hubiese tenido más vida. En cambio, encontró un cáncer cuasi fulminante que se lo terminó llevando antes de cumplir su condena.
Lo único que espero, Omar, es que si te llegás a cruzar con 194 pibes que te pregunten, “¿por qué?” les respondas. Les digas por qué hiciste lo que hiciste. ¿Por qué nunca dijiste la verdad, por qué te escondiste detrás del delirio y la locura?. ¿Por qué huiste esa noche? ¿Por qué no te quedaste a sacar gente? ¿Por qué nos insultaste? ¿Sabías lo que podía pasar?.
Omar, buen viaje. Ojalá arriba tengas lo que acá no tuviste para contarle a esos 194 pibes porque hoy no están acá. No celebraré tu muerte, porque me preocupan más la cantidad de silencios que nunca tendrán eco. Ojalá que las puertas del lugar a donde vayas no tengan candado. Y una última cosa: descansá en paz, si podés.
¿Por qué, Omar? - cronica