Lo cierto es que, grosso modo, tenemos el país que nos merecemos. Somos chorros en menor o mayor medida, y tenemos dirigentes chorros. Todo está minimizado, lo que yo hago no cuenta porque el otro ya roba. “¿Para qué voy a poner la luz de giro si nadie la usa?”, “¿Yo tengo que pagar impuestos altísimos?Mirá a Cristobal López”. Argentina tiene el coeficiente intelectual más alto del continente americano, y evidentemente lo usamos para robar más y mejor, a menor o mayor escala.